Lo que está ocurriendo en la OMC
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11 de octubre de 2000

Un equilibrio de costos y beneficios en el sector médico

Sr. Miguel Rodríguez Mendoza Director General Adjunto de la OMC

Un desafío al que se enfrenta la comunidad internacional en el ámbito sanitario es cómo compartir el enorme costo de la investigación y lograr que los resultados queden al alcance de todos.

Mesa Redonda de Alto Nivel sobre la aceleración de la lucha contra las principales enfermedades transmisibles en el marco de la reducción de la pobreza
Organizada por la Comisión Europea y copatrocinada por la OMS y el ONUSIDA, Bruselas, 28 de septiembre de 2000

Sr. Presidente,
Excelencias,
Dra. Brundtland,
Dr. Piot,
señoras y señores:

Desearía formular algunas observaciones en nombre del Director General de la Organización Mundial del Comercio. En primer lugar, desearía expresarles la gran satisfacción con que acogemos esta iniciativa de la Comisión de las Comunidades Europeas. El fortalecimiento de la lucha contra las principales enfermedades transmisibles, en particular el VIH/SIDA, el paludismo y la tuberculosis, no sólo es importante para las personas que padecen esas enfermedades, sino también para las perspectivas de desarrollo de sus países y para la comunidad internacional en su conjunto. Es en efecto, uno de los principales desafíos a que hacemos frente en la actualidad.

Nos felicitamos en particular de que la Comisión adopte un enfoque integrado e interdisciplinario de este problema en su nuevo marco de política. A todas luces, una cooperación es necesaria entre los distintos servicios gubernamentales, los distintos países, tanto ricos como pobres, y las distintas organizaciones intergubernamentales. Desde esa perspectiva, permítanme hablarles del papel de la OMC y, en primer lugar, de la cuestión de los derechos de propiedad intelectual.

Es importante abordar esta cuestión desde dos ángulos: el ofrecimiento de incentivos adecuados a la investigación y el desarrollo, y el acceso a los nuevos medicamentos a precios asequibles. El problema al que todos hacemos frente es cómo lograr el equilibrio adecuado que permita repartir los elevados costos vinculados a las actividades de investigación y desarrollo y, al mismo tiempo, compartir los resultados de estas actividades, por lo que se refiere al acceso a nuevos medicamentos para el tratamiento de las enfermedades prevalentes en distintos países.

Los derechos de propiedad intelectual son uno de los elementos necesarios para lograr ese equilibrio. Desempeñan un papel esencial por lo que se refiere a ofrecer incentivos a la investigación y al desarrollo. Ninguna empresa invertirá los recursos necesarios para las actividades de investigación y desarrollo sin tener una garantía de que disfrutará de algún grado de exclusividad para la explotación de los resultados de sus esfuerzos. Al mismo tiempo, también es evidente que el sistema de propiedad intelectual no bastará por sí mismo para incentivar las actividades de investigación y desarrollo relacionadas con enfermedades que afectan principalmente a la población pobre de los países en desarrollo, con escaso poder adquisitivo. Por consiguiente, acogemos con gran satisfacción el reconocimiento cada vez mayor de este hecho en el mundo y las iniciativas emprendidas para subsanar ese desequilibrio, en las que participan organismos intergubernamentales, gobiernos nacionales y fundaciones privadas, así como la propia industria. La comunicación de la Comisión es una contribución importante en la materia.

Podemos decir que todos los Miembros de la OMC, al aceptar el Acuerdo sobre los ADPIC, se han comprometido de algún modo a apoyar el esfuerzo mundial de investigación y desarrollo. A ese respecto, cabe señalar que el Acuerdo sobre los ADPIC no impide que ese apoyo se module en función de la capacidad de participación de los distintos países y de sus respectivas poblaciones. Es alentador que las empresas estén cada vez más dispuestas a tener en cuenta este factor al fijar los precios de sus productos patentados y observamos que la Comisión respalda en su comunicación el recurso cada vez mayor a la fijación diferenciada de precios para los productos farmacéuticos. Esta cuestión se ha venido examinando en la Secretaría de la OMC, en el marco de nuestra cooperación con la Organización Mundial de la Salud, y estamos preparando conjuntamente un taller que reúna a todas las partes interesadas para examinar un entorno jurídico, institucional y político que propicie el uso generalizado de precios diferenciados.

El Acuerdo sobre los ADPIC representa también un esfuerzo por encontrar el equilibrio adecuado entre la necesidad de promover la investigación y el desarrollo y la necesidad de garantizar un acceso asequible a los frutos de esas actividades. Este equilibrio se refleja en gran número de disposiciones, en cuyos detalles no me voy a adentrar, pero que ofrecen flexibilidad a los gobiernos para poder aplicar sus sistemas de propiedad intelectual teniendo en cuenta los objetivos de política de interés público subyacentes.

Dejando al margen la cuestión de los derechos de propiedad intelectual, permítanme destacar, como hace la Comisión, que la gran mayoría de los medicamentos esenciales para tratar las principales enfermedades transmisibles no están sujetos a protección mediante patente en ningún lugar, sino que son de dominio público. El hecho de que estos medicamentos y otro tipo de invenciones disten mucho de estar totalmente explotados, es prueba de que los esfuerzos nacionales e internacionales para mejorar la infraestructuras de financiación, distribución y asistencia sanitaria son fundamentales. Si bien casi todas estas esferas están fuera del ámbito de competencia de la OMC, estamos examinando, en cooperación con otras organizaciones intergubernamentales, las repercusiones que tienen los aranceles sobre los precios de los productos farmacéuticos y otros artículos importantes para la salud pública, como son los mosquiteros. También estamos dispuestos a cooperar para que las disposiciones del Acuerdo sobre los ADPIC relacionadas con los productos falsificados puedan contribuir al máximo a la lucha contra la comercialización de productos falsificados que no responden a las normas e incluso pueden ser peligrosos, como ocurre con demasiada frecuencia en algunos países en desarrollo.

En ese sentido, permítanme decirles que en la OMC estamos plenamente convencidos de que existe una relación muy estrecha entre comercio, pobreza y salud. Somos plenamente conscientes de que los esfuerzos para promover la salud pública básica y la educación del público tienen que desempeñar un papel crucial en la promoción del desarrollo. Ahora bien, del mismo modo, el desarrollo y los mayores recursos que éste genera son fundamentales para promover la salud pública. Un sistema de comercio abierto es un elemento clave de los esfuerzos de desarrollo.