OMC: NOTICIAS 2012

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Es para mí un honor estar hoy aquí con ustedes en la segunda reunión del Foro UBS África, que se celebra bajo el lema “Conectando a África”.  Quisiera comenzar mi intervención dando las gracias a UBS por haber organizado este foro.

Centraré mis observaciones de hoy en el tema “África y la globalización:  puntos fuertes y desafíos”.  En primer lugar, destacaré las características más positivas de África y hablaré acerca de los cambios que se están produciendo con respecto al entorno de la actividad empresarial, las reformas económicas y la mejora del marco reglamentario.  En segundo lugar, examinaré algunos de los principales desafíos a los que se enfrentan los países de África, entre ellos la fragmentación del continente, el ritmo lento de la transformación económica y la diversificación y las limitaciones en materia de infraestructura, que siguen siendo numerosas.  A modo de conclusión, formularé algunas sugerencias sobre la manera en que África puede vincularse mejor con la economía mundial y jugar un papel más importante para dar forma a la globalización.

El enorme potencial de África

Examinemos primero las cifras que se proyectan en la pantalla.

¿Cuáles son las ventajas que ofrece África?  En primer lugar, África posee una proporción significativa de los recursos naturales del mundo, incluidas ingentes cantidades de minerales, petróleo y otros hidrocarburos, y grandes reservas de tierra agrícola fértil.  En segundo término, encierra un enorme potencial de recursos humanos con su población que sobrepasa los 1.000 millones de personas.  Tiene excelentes perspectivas como región productora y como región consumidora, lo que le proporciona una ventaja comparativa en el comercio internacional.  En tercer lugar, la percepción de África como lugar donde hacer negocios está cambiando.  Según el informe de Ernst and Young sobre África de este año, que se basó en una encuesta de más de 300 empresas que operan en el continente, el 60 por ciento de los encuestados dijeron que, en los últimos tres años, África ha mejorado como lugar donde desarrollar sus actividades.  El 73 por ciento de ellos dijeron que esperaban que el clima empresarial de África mejorara aún más en los próximos tres años.

La confianza cada vez mayor en África también se refleja en las corrientes de inversión extranjera directa (IED) y en un impresionante proceso de crecimiento que ya ha durado más de 10 años.  Entre 2005 y 2010, la IED acumulada aumentó 340.000 millones de dólares EE.UU.  Aunque la mayor parte de la IED en África se destina a recursos naturales, como la minería y la producción de petróleo, en los últimos años los servicios y la industria manufacturera han tenido una mayor participación, al igual que las telecomunicaciones y la agricultura.

Entre 2001 y 2010, en África el promedio del crecimiento del PIB fue del 5,2 por ciento.  La intensificación del crecimiento de África se debe a una serie de factores internos y externos.  Los principales factores externos fueron el aumento de los precios de los productos básicos y la enorme demanda de las economías emergentes.  Los factores internos están relacionados con la sólida gestión macroeconómica y la mejora en el entorno de la actividad empresarial.  La adopción y aplicación de reformas de la política económica y la mejora de la gestión macroeconómica, la mayor disciplina fiscal, el alivio de la deuda y los tipos de cambio más realistas han contribuido en su conjunto a la estabilidad macroeconómica.

Además, en los últimos años se produjeron avances importantes en el entorno de la actividad empresarial en el continente.  Los marcos jurídicos y reglamentarios, la gobernanza y la rendición de cuentas, el estado de derecho, las reformas normativas favorables a la actividad de las empresas, los incentivos y el apoyo a los inversores, junto con un aumento sin precedentes de los gastos de consumo, han impulsado el desarrollo de muchas empresas.

Los resultados obtenidos por África en materia de comercio internacional también han sido relativamente satisfactorios.  Durante el último decenio, la evolución del comercio de África sobrepasó el promedio mundial.  Entre 2000 y 2010, el valor de las exportaciones de África creció a un ritmo medio anual del 13,1 por ciento, en comparación con el promedio mundial del 9 por ciento, mientras que las importaciones aumentaron a razón del 13,7 por ciento, frente al promedio mundial del 8,6 por ciento.  Salvo en 2009, a lo largo del último decenio las exportaciones superaron siempre  a las importaciones, a veces por un amplio margen.  Al igual que el comercio de mercancías, el comercio de servicios de África también ha experimentado un fuerte crecimiento durante la última década, aunque cabe reconocer que se partió de un nivel bajo.  Tanto las exportaciones como las importaciones de servicios comerciales crecieron más rápidamente (10,5 por ciento y 13,7 por ciento, respectivamente) que el promedio mundial, que fue de un 9,7 por ciento para las exportaciones y un 9,3 por ciento para las importaciones.

Sin embargo, este impresionante proceso de crecimiento casi no se ha reflejado en transformaciones económicas.

¿Cuáles son las principales razones de ello y qué dificultades hay que vencer?

    África sigue siendo el continente más fragmentado.

Con las excepciones de Nigeria, Sudáfrica y Egipto, África es un continente de microeconomías.  En África están la mayoría de los países sin litoral y de los países menos adelantados.  El comercio entre los países africanos es muy escaso.  Con un promedio del 10 al 20 por ciento, el nivel del comercio entre los países de África es inferior al de otras regiones del mundo.  El comercio entre los 27 Estados de la UE asciende aproximadamente al 70 por ciento del total, y ese porcentaje es del 52 por ciento en el Asia Oriental, el 50 por ciento en América del Norte y el 26 por ciento en América del Sur.

Una importante limitación al comercio regional e internacional es el elevado costo de las transacciones de comercio transfronterizo en África, debido a las deficiencias de la infraestructura de instituciones y de la infraestructura física.

El problema es aún más grave para los países sin litoral de África, donde el costo de las operaciones comerciales es mucho más elevado.

Además, la infraestructura física sigue siendo un problema generalizado.  Las redes de infraestructura de África van a la zaga en relación con las de otras regiones de países en desarrollo, y se caracterizan por la falta de conexiones.  La conectividad inadecuada en la infraestructura de transporte y comunicaciones y el suministro de electricidad poco confiable son limitaciones graves.

    Crecimiento con poca diversificación y poco valor añadido.

El comercio de África depende en exceso de un número limitado de productos primarios.  Aunque las exportaciones en los sectores de la agricultura y las manufacturas han ido en aumento, en 2010 los combustibles y los productos de la minería constituyeron el 66 por ciento de las exportaciones totales de África.

    — Acceso a la financiación del comercio.

Otro desafío importante al que se enfrentan los países de África está relacionado con la financiación del comercio.  Muchos países tienen problemas para acceder a la financiación.  Hay varios motivos que explican esa situación, principalmente el escaso desarrollo de los sectores bancarios y el riesgo crediticio percibido.  Todas esas limitaciones reducen seriamente la competitividad de África en el mercado mundial.

Sobre la base de los puntos fuertes y los desafíos que he mencionado, permítanme ahora poner de relieve algunas prioridades en las que, a mi entender, deben concentrarse los encargados de formular las políticas, los organismos de reglamentación y las empresas durante el resto del presente decenio, si el objetivo es que África desempeñe una función más importante en la determinación del rumbo de la globalización.

En primer lugar, hay que corregir la fragmentación de África:  una integración económica y regional más profunda podría reducir enormemente el costo del comercio entre los países africanos y contribuir al desarrollo de economías de escala.  A ese respecto, la decisión y el plan de acción recientes de la Unión Africana para impulsar el comercio entre los países de África y agilizar la creación de una zona continental de libre comercio para 2017 representan un paso importante en la dirección correcta.

Es fundamental eliminar los obstáculos no arancelarios, en particular los relacionados con las deficiencias en las infraestructuras y la facilitación del comercio.  En este sentido, las negociaciones para la facilitación del comercio en el marco de la OMC pueden contribuir de forma importante simplificando los procedimientos aduaneros y en la frontera y reduciendo las tasas excesivas y la burocracia, así como la duplicación de prescripciones legales y reglamentarias.  Según un estudio reciente de la OCDE, la aplicación de las medidas de facilitación del comercio consideradas en la OMC podría reducir el costo total del comercio casi un 10 por ciento.  El estudio también muestra que, si se aplican con éxito, los programas de facilitación aumentan la productividad de las aduanas, mejoran la recaudación de impuestos y atraen inversión extranjera directa.  También repercuten de forma positiva en los ingresos gubernamentales;  varios países han duplicado con creces los ingresos procedentes de las aduanas después de introducir reformas de facilitación del comercio.

En segundo lugar, es esencial la participación en las cadenas de valor a escala mundial y regional.  La especialización ya no se basa en el equilibrio general de las ventajas comparativas de los países en la fabricación de un producto final, sino en las ventajas comparativas de las tareas que esos países realizan en cada etapa concreta de la cadena de valor mundial.  La creciente fragmentación geográfica de las cadenas de valor ha dado lugar a un aumento de las corrientes comerciales de bienes intermedios, en particular en el sector manufacturero.  En 2010, el comercio de bienes intermedios fue el sector más dinámico del comercio internacional, y representó más del 50 por ciento del comercio mundial de mercancías distintas de los combustibles.

A fin de desbloquear el potencial de África para que participe en las cadenas de valor a escala regional y mundial, los costos de las transacciones deben reducirse, el entorno de la actividad empresarial debe mejorar y la inversión tiene que orientarse a la adquisición de las aptitudes y la tecnología necesarias.

En tercer lugar, se necesita acceso a la financiación, tanto para el comercio como para las inversiones.

En cuarto lugar, es preciso mejorar las normas comerciales multilaterales y ofrecer a las empresas africanas reglas de juego más justas, así como desbloquear el potencial de África en los campos en que tiene una ventaja comparativa natural.  A ese respecto, la conclusión satisfactoria de las negociaciones de la Ronda de Doha de la OMC podría aportar beneficios notables a los países de África en esferas como la agricultura.  Con la eliminación de las subvenciones a la exportación de productos agrícolas y una reducción importante de los aranceles y la ayuda interna que distorsiona el comercio, África podría aumentar significativamente sus exportaciones de productos agrícolas.  Las negociaciones también darían lugar a una reducción importante de los aranceles que se aplican a los productos manufacturados, lo que ofrecería a los países africanos la posibilidad de aumentar sus exportaciones a los países desarrollados y en desarrollo.

Para mantener su crecimiento y lograr la transformación económica, los países de África tendrán que diversificar su estructura de producción y mejorar la competitividad y la productividad.  También tendrán que aprovechar las oportunidades del comercio internacional mediante una integración más profunda.  Para las economías africanas es fundamental aumentar la inversión en infraestructuras relacionadas con el comercio y seguir mejorando el entorno de la actividad empresarial y los marcos de reglamentación.  Aunque los encargados de formular las políticas y las organizaciones intergubernamentales tienen una función importante que desempeñar, la participación activa del sector privado es decisiva para llevar adelante las reformas necesarias.

Para concluir, si bien es cierto que el impresionante crecimiento de África y las ambiciosas reformas de los últimos años seguirán creando oportunidades para la inversión y la actividad de las empresas en un futuro próximo, ese impulso será difícil de sostener a largo plazo sin un crecimiento más inclusivo y una mejor inserción de las economías africanas en las cadenas de valor a escala regional y mundial.

El camino para hacer realidad todo el potencial de África y mejorar los vínculos con el mercado mundial solamente se construirá con una continua eliminación de los obstáculos al comercio y la inversión en África.  Sólo así podremos ayudar a corregir la situación todavía marginal del continente africano en la globalización.

Gracias por su atención.

 

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