Lo que está ocurriendo en la OMC

NOTICIAS:  COMUNICADOS DE PRENSA 1997

PRESS/74
19 de junio de 1997

Discurso pronunciado ante la XII Reuni�n del Consejo Mercado Com�n cumbre de jefes de estado del MERCOSUR asunci�n, 19 de junio de 1997

Se adjunta el texto del discurso pronunciado hoy (19 de junio de 1997) en Asunci�n, Paraguay, por el Sr. Renato Ruggiero, Director General de la Organizaci�n Mundial del Comercio, ante la XII Reuni�n del Consejo Mercado Com�n.

Perm�tanme en primer lugar darles las gracias por esta invitaci�n para dirigirme a tan distinguida audiencia. Por medio del liderazgo que ustedes han ejercido, el MERCOSUR se ha convertido en una de las iniciativas m�s din�micas e imaginativas que hay actualmente en el panorama mundial. La pujanza del comercio, el aumento de las inversiones, la expansi�n de la producci�n, todos los indicadores econ�micos ponen de manifiesto los notables logros alcanzados por el MERCOSUR en solamente cinco a�os. Pero, m�s que esto, la integraci�n est� ayudando a transformar las relaciones entre cada uno de los pa�ses y con el mundo en su conjunto, engendrando un nuevo sentido de liderazgo compartido y prop�sitos tambi�n compartidos, lo que est� enviando un mensaje de esperanza a todo el continente y m�s all� de los l�mites de �ste. Est� en acci�n aqu� una idea poderosa, y el triunfo de esta idea es, a mi juicio, decisivo para gestionar las oportunidades y los retos de la nueva era en que estamos entrando.

El acontecimiento que define esta nueva era -y el nuevo siglo- es la mundializaci�n. La mundializaci�n no se limita a la liberalizaci�n del comercio, los movimientos de capital, las comunicaciones o la tecnolog�a. Abarca tambi�n la gradual convergencia de nuestros intereses, objetivos y aspiraciones, y de nuestras visiones del mundo. Lo m�s notable de esta etapa de la pol�tica mundial es la manera en que las grandes divisiones del �ltimo siglo -tan destructivas y tan est�riles- est�n lentamente pasando a formar parte de la historia. En su lugar, encontramos un nuevo impulso hacia un nuevo tipo de orden internacional.

Tomemos, por ejemplo, la l�nea divisoria entre el Norte y el Sur. No s�lo la l�nea que separa estos mundos se est� de alg�n modo borrando, sino que los pa�ses en desarrollo, como los miembros del MERCOSUR, se est�n preparando para convertirse en motores del crecimiento de la econom�a mundial. En un estudio reciente de la OCDE se ha estimado que la producci�n por habitante en el mundo desarrollado podr�a crecer hasta un 270 por ciento para el a�o 2020, mientras que el crecimiento de los pa�ses industrializados ser�a del 80 por ciento.

La mundializaci�n est� tambi�n salvando la distancia que separa las econom�as que tienen diferentes niveles de desarrollo. A medida que el tel�fono, el fax y las computadoras entrelazan a nuestros pa�ses, tambi�n nivelan el terreno de juego para el desarrollo, dando a los pa�ses las herramientas tecnol�gicas que necesitan para acelerar el crecimiento y promover r�pidamente su modernizaci�n. Mientras que el mundo desarrollado es el producto de m�s de 200 a�os de industrializaci�n, miles de millones de personas en el mundo en desarrollo alcanzar�n el mismo nivel de progreso en una sola generaci�n.

Por otra parte, el debate ideol�gico sobre el papel del Estado y del mercado en nuestras econom�as est� tambi�n perdiendo fuerza. La apertura del comercio, el mercado libre y la desregulaci�n son pol�ticas consideradas hoy en todo el mundo, si bien con diferentes grados de importancia, como la clave del crecimiento y el desarrollo. El Primer Ministro brit�nico Tony Blair lo expres� elocuentemente cuando observ� que �l pertenece a “una nueva generaci�n para la cual la educaci�n, la capacitaci�n y la tecnolog�a son los instrumentos de la prosperidad econ�mica y la plena realizaci�n personal, y no antiguas batallas entre las econom�as estatales y las econom�as de mercado”.

La falta de conocimientos o de comprensi�n siempre ha constituido la mayor barrera entre las personas, y nada est� derribando este muro invisible de manera m�s r�pida e irreversible que la mundializaci�n de la informaci�n y de las ideas.

Am�rica Latina ha desempe�ado un papel indispensable en estos cambios mundiales arrolladores, y el MERCOSUR es por muchas razones la manifestaci�n m�s notable de esta pol�tica.

El MERCOSUR refleja y refuerza la marcha de la integraci�n en la mitad meridional de este continente. Es un proceso que continuar� avanzando, m�s all� de la intensificaci�n de los v�nculos comerciales, para abarcar infraestructuras convergentes, sistemas comunes de producci�n y distribuci�n, y una red cada vez m�s compleja de cooperaci�n transfronteriza. El comercio del MERCOSUR ha crecido una media del 18 por ciento anual desde 1991, mientras que el comercio dentro del MERCOSUR ha aumentado en alrededor del 28 por ciento anual. Las inversiones extranjeras se han incrementado de forma impresionante (una media del 18 por ciento anual), lo que refleja la fuerza gravitatoria que ejerce un mercado total de alrededor de 200 millones de personas. Esto a su vez ha contribuido a que se alcancen tasas de crecimiento del 4 por ciento anual desde 1991, y se estima un aumento de casi el 5 por ciento para 1997 y 1998.

Aunque los progresos obtenidos en los �ltimos cinco a�os han sido impresionantes, a�n es posible avanzar un poco m�s. Resulta alentador que se hayan establecido mecanismos para ampliar la liberalizaci�n y se hayan fijado calendarios estrictos. Y, lo que es m�s importante, la visi�n y la voluntad pol�ticas de marchar hacia adelante carece de toda ambig�edad. Todas las se�ales indican que el MERCOSUR seguir� siendo en el pr�ximo siglo uno de los procesos de integraci�n m�s fruct�feros y de avance m�s r�pido.

El principal reto que afronta el MERCOSUR, como todas las dem�s iniciativas regionales, no es interno sino externo. Por m�s ambicioso que sea el alcance del regionalismo, la realidad es que estamos avanzando hacia una econom�a de dimensiones mundiales, y no regionales. En esta econom�a mundial, las empresas necesitar�n tener acceso a insumos de precios mundiales y a mercados de �mbito mundial, y este acceso determinar� cada vez m�s los lugares en que esas empresas van a producir e invertir.

El MERCOSUR ya ha demostrado que es un valioso instrumento para gestionar estas oportunidades y desaf�os mundiales. La integraci�n regional dentro del MERCOSUR debe seguir siendo un importante camino hacia la integraci�n mundial, mejorando la eficiencia y la capacidad de sus industrias, aprovechando sus ventajas comparativas y representando un trampol�n hacia la econom�a mundial. El MERCOSUR contribuye a ampliar y armonizar la voz de sus pa�ses en el sistema mundial, y este factor -como esta reuni�n lo pone de manifiesto- ser� todav�a m�s importante a medida que elaboremos las normas que regir�n la econom�a del siglo XXI.

A medida que avanzamos hacia un mundo de comercio mundial y de competencia mundial, el desaf�o fundamental consistir� en fortalecer las normas y las estructuras mundiales plasmadas en el sistema multilateral. El �xito del MERCOSUR se medir� cada vez m�s por la habilidad de ustedes para ayudar a dise�ar y construir este nuevo orden econ�mico, tanto en funci�n de sus propios intereses como de los intereses de la econom�a mundial en su conjunto.

Nunca insistir� demasiado en el alcance y la ambici�n del programa que tenemos ante nosotros en la OMC, aunque cada paso hacia adelante tropieza con importantes dificultades.

S�lo en este a�o hemos concertado un acuerdo para liberalizar los servicios mundiales de telecomunicaciones y para lanzar la libertad de comercio en los productos de la tecnolog�a de la informaci�n, iniciativas que, teniendo en cuenta el comercio que abarcan, son el equivalente del comercio mundial de productos agropecuarios, autom�viles y textiles sumados. Adem�s, el valor de estas iniciativas no puede medirse s�lo en cifras comerciales. En una econom�a mundial basada en la informaci�n, las telecomunicaciones y la tecnolog�a de la informaci�n son dos elementos fundamentales. La liberalizaci�n en estos sectores proporcionar� la base necesaria para el crecimiento econ�mico de todos los pa�ses, tanto en desarrollo como industrializados, reduciendo notablemente los costos para las empresas y para los consumidores, y mejorando de forma extraordinaria la eficiencia. Por lo tanto, dicha liberalizaci�n aporta una contribuci�n importante para borrar la l�nea divisoria entre el Norte y el Sur.

La tercera iniciativa fundamental de este a�o se ha referido a los servicios financieros, y evidentemente la conclusi�n satisfactoria de las negociaciones en curso en este sector tendr� la m�xima prioridad en los meses venideros. Con la mundializaci�n de los mercados financieros, la realizaci�n de operaciones durante las 24 horas y las innovaciones en materia de tecnolog�a financiera, los servicios financieros no pueden -y no deben- verse limitados al interior de las fronteras. La econom�a mundial no puede ser m�s s�lida que el sistema financiero mundial en la que se basa.

Los pa�ses del MERCOSUR han dado pasos significativos hacia la liberalizaci�n financiera, y han asumido importantes compromisos en la OMC. Sus esfuerzos por liberalizar el comercio de servicios en el marco del propio acuerdo del MERCOSUR est�n avanzando. Los insto a seguir participando activamente en las negociaciones de Ginebra, sabiendo que sus pa�ses tienen mucho que ganar de un sector financiero eficiente y competitivo.

El creciente papel que desempe�a la OMC en la econom�a mundial se refleja en el movimiento tendiente a ampliar su �mbito y tambi�n a profundizarlo. Los 28 pa�ses que actualmente est�n negociando su adhesi�n -incluidos China, Rusia, Arabia Saudita, los Estados B�lticos y Viet Nam- son o bien pa�ses en desarrollo o bien econom�as en transici�n. Este hecho, quiz� m�s que ning�n otro rasgo del programa futuro de la OMC, es un refer�ndum positivo acerca del valor del sistema multilateral de comercio. Una vez que estos pa�ses formen parte del sistema -y tengo muchos motivos para pensar que as� ser�- el sistema multilateral ser� verdaderamente universal por primera vez en su historia, que se extiende a lo largo de 50 a�os.

Ampliar el alcance de la OMC significa tambi�n ayudar a los pa�ses que a�n permanecen en los m�rgenes de la econom�a mundial a participar plenamente en el sistema y a beneficiarse de �l. Entre las principales prioridades del programa de la OMC para este a�o figura una conferencia de alto nivel con el prop�sito de combatir la marginaci�n de los pa�ses en la econom�a mundial. Trabajando conjuntamente con la UNCTAD y el CCI, as� como con el Banco Mundial, el PNUD y el Fondo Monetario Internacional y otras importantes instituciones financieras, nos proponemos establecer una estrategia integrada para ayudar a los pa�ses m�s pobres del mundo, estrategia que abarca desde el desarrollo de la cooperaci�n t�cnica mediante nuevas tecnolog�as hasta el mejoramiento del acceso a los mercados y de la capacidad de hacer uso de �ste.

Perm�tanme concluir con la observaci�n de que la integraci�n mundial basada en normas no ser� un proceso f�cil e indoloro. Los muros que nos separaban funcionaban como obst�culos y tambi�n como amortiguadores, y a medida que esos muros son derribados, algunos s�lo ver�n nuestras diferencias y disparidades y no nuestros intereses comunes.

Tampoco podemos permitirnos subestimar los cambios sociales que se est�n produciendo a ra�z de la transformaci�n econ�mica m�s importante desde la Revoluci�n Industrial. En Am�rica Latina, como en todas partes, la apertura del comercio y los cambios tecnol�gicos han ido acompa�ados de enormes presiones en favor del reajuste y la reestructuraci�n, lo que ha supuesto presiones sobre el empleo y la seguridad social en todos los pa�ses, tanto ricos como pobres.

Sin embargo, estos desaf�os se ven eclipsados por las inmensas oportunidades que ofrece la mundializaci�n. A lo largo de la historia hemos so�ado con una comunidad mundial de naciones basada, no en el poder o la dominaci�n, sino en el imperio del derecho y la raz�n. Esto es lo que est� en juego en nuestros esfuerzos por culminar la creaci�n de un sistema multilateral de comercio abierto, universal y basado en normas. Hoy este sistema est� a nuestro alcance. Una vez que hemos acordado el libre comercio en el MERCOSUR, en la regi�n de Asia y el Pac�fico, en Am�rica del Norte y en Europa, resulta dif�cil considerar que nuestro objetivo �ltimo sea otra cosa que un �nico mercado global: el libre comercio a nivel mundial.

La gesti�n de un mundo de econom�as, pueblos y civilizaciones convergentes, en el que cada uno de ellos conserva su propia identidad y su propia cultura, representa el gran reto y la gran promesa de nuestra era. S�lo estamos en el umbral de esta nueva era y el futuro es a�n incierto. Sin embargo, si existe hoy alguna certidumbre, consiste en que el sistema multilateral de comercio, universal y basado en normas, se est� convirtiendo r�pidamente en el pilar central del nuevo orden internacional; un v�nculo fundamental entre el Norte y el Sur -el mundo industrializado y el mundo en desarrollo-, el cimiento indispensable de nuestro mundo cada vez m�s interdependiente. Velar por la cohesi�n social y abordar las cuestiones de distribuci�n es la obligaci�n de los gobiernos nacionales de todo el mundo, pero el poderoso motor de crecimiento constituido por el sistema multilateral contribuye a darles recursos para que lo hagan m�s eficazmente.

La alternativa ser�a un mundo dividido en bloques comerciales, cuyas relaciones se establecer�an sobre todo mediante el poder y no mediante leyes, bajo la influencia del nacionalismo econ�mico y pol�tico. En resumen, un mundo que avanzar�a hacia la repetici�n de las conocidas tragedias de nuestra historia. Esto es lo que hace que el futuro del sistema multilateral de comercio constituya una cuesti�n pol�tica fundamental.

El pr�ximo a�o tendremos oportunidad de celebrar el quincuag�simo aniversario del sistema multilateral. Esto deber�a servir de ocasi�n para mirar hacia atr�s y examinar la contribuci�n excepcional aportada por este sistema a la era moderna, y para enviar un claro mensaje acerca de las oportunidades del sistema mundial que hemos ayudado a fomentar. Tambi�n deber�a constituir una ocasi�n para mirar hacia el futuro y examinar la evoluci�n venidera de la OMC y de la econom�a mundial, una oportunidad para comenzar a construir los pr�ximos 50 a�os de paz y prosperidad. Todos y cada uno de ustedes en el MERCOSUR comparten la responsabilidad de construir esta arquitectura del futuro.