WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

Hay que aplicar medidas que lleven a la estabilidad, dice Lamy en una conferencia sobre agricultura

Las analistas discrepan en cuanto a si los precios de los productos básicos subirán o bajarán pero, de cualquier modo, el logro de un acuerdo sobre la agricultura en la Ronda de Doha ayudaría a estabilizar la economía mundial y a suministrar alimentos allí donde se necesiten, dijo el Director General de la OMC, Pascal Lamy, el 4 de marzo de 2009. Pronunció estas palabras en la conferencia “Outlook 2009” organizada por la Oficina Australiana de Economía Agropecuaria y de los Recursos Naturales (ABARE), organismo gubernamental de investigación económica con sede en Canberra, el último de los tres días de su visita a Australia. Este es el texto que tenía preparado:


> Transcripción de la sesión de preguntas y respuestas
> Transcripción de la conferencia de prensa conjunta
> ABARE

> Discursos: Pascal Lamy

 

“La agricultura y el medio ambiente en el actual desorden económico; la perspectiva de la OMC” — Canberra

Señoras y señores,

Después de haber seguido durante años la labor que ustedes llevan a cabo aquí y de haber leído con gran interés sus estudios, es un placer para mí estar por fin en la ABARE. Los trabajos de esta institución sobre cuestiones complejas que tienen que ver con la política agrícola, la pesca y la silvicultura, los minerales, la energía y el cambio climático han sido especialmente instructivos para todos nosotros. Gracias a los laboratorios de ideas como la ABARE, la labor de la OMC puede avanzar; es lo que ayuda a la OMC a dar sentido a la compleja trama de cuestiones que constituye su labor cotidiana.

Como saben, la OMC no logró llegar a un acuerdo final sobre las modalidades relativas a los productos agrícolas y a los productos industriales —dos pilares fundamentales de la Ronda de Doha— al final del año pasado. Tal acuerdo habría dado paso a un proceso complicado, y bastante tedioso, que consiste en transformar esas directrices en obligaciones jurídicamente vinculantes o, como lo denominamos en nuestra jerga, a la “consignación en listas”.

Y, lo que es igualmente importante, habría dado paso a la finalización de las demás esferas de la Ronda de Doha, como las negociaciones sobre los servicios, la reducción de las subvenciones a la pesca causantes de daño, o el comercio y el medio ambiente. No cabe duda de que estos temas habrían cobrado impulso si hubiéramos tenido éxito a finales del año pasado pero, muy a nuestro pesar, no fue posible alcanzar un acuerdo.

Australia ha desempeñado una función sumamente constructiva en las diversas etapas de las negociaciones, en particular a través de la coalición del Grupo de Cairns. Australia y el Grupo de Cairns vieron y comprendieron hasta el final el valor del acuerdo que se proponía. Sin embargo, no pudimos salvar las diferencias en cuestiones como el mecanismo de salvaguardia especial para la agricultura y la apertura de los mercados para sectores industriales específicos.

Hoy nos encontramos sumidos en una crisis financiera y una recesión económica mundial de un alcance sin precedentes. Algunos ya empiezan a lamentar no haber aprovechado el año pasado la oportunidad de concluir el acuerdo de Doha. En los últimos meses de 2008 la producción y el comercio mundiales cayeron en picado, y se prevé que en 2009 el crecimiento mundial se contraiga aún más.

Cabe destacar, en particular, que el Banco Mundial ha pronosticado que el volumen de las exportaciones mundiales se reducirá en un 2 por ciento, siendo ésta la primera vez que disminuya desde 1982. Los países en desarrollo —que son los que más necesitan el crecimiento económico— serán los más afectados, ya que sus oportunidades de exportar se desvanecerán rápidamente debido a la recesión en los países de ingresos altos, a la insuficiencia del crédito a la exportación y al aumento del costo de los seguros para la exportación. Esto, unido a la disminución de la inversión extranjera directa, la reducción de las remesas procedentes de los trabajadores emigrantes en el extranjero y los nuevos descensos de los precios de los productos básicos, someterá probablemente a la economía de muchos de esos países a una gran tensión.

Como me dijo un veterano negociador de la OMC, en lugar de crear nuevas oportunidades comerciales, la OMC se encuentra ahora luchando por preservar el statu quo.

A los Miembros de la OMC les preocupa que comiencen a aplicarse políticas de “empobrecer al vecino” y por ello hemos puesto en marcha el radar de la OMC para vigilar las medidas que adoptan los países en el contexto de la actual crisis.

Según las primeras indicaciones, “hasta el momento son pocos los casos” en que ha habido tendencias aislacionistas, pero ya se han adoptado algunas medidas comerciales, que se mencionan en el primer informe que distribuí a los Miembros. No obstante, debemos permanecer atentos, en especial ahora que empiezan a sentirse los efectos de la crisis. Dentro de 15 días dispondremos de una nueva “imagen de radar”.

Ahora bien, a este respecto se plantea una cuestión compleja sobre la que pocos se han molestado en reflexionar y que muchos han subestimado al medir el valor del acuerdo de Doha. Varios nuevos obstáculos al comercio, en forma de aumentos de los aranceles o de subvenciones causantes de distorsión del comercio, pueden ser perfectamente legales en el marco de la OMC. ¿Por qué? Porque algunos países pueden no haber utilizado plenamente los aranceles y las subvenciones a que tienen derecho. Sin embargo, en medio de la crisis financiera, ˇmuchos están considerando la posibilidad de hacerlo!

Si se recurriera a estos derechos no utilizados, la economía mundial y el comercio mundial podrían dar marcha atrás varios años. Precisamente la Ronda de Doha habría contribuido a la eliminación de gran parte de esos derechos no utilizados.

Permítanme que les aclare más esta cuestión puesto que, como sin duda comprenderán, es fundamental para evaluar debidamente el valor del acuerdo de Doha. Hoy en día los países pueden incrementar más del doble sus aranceles agrícolas con respecto al nivel actual, sin salirse de los límites de los compromisos contraídos en el marco de la OMC. Pueden hacer lo mismo con los aranceles industriales, también respetando totalmente las normas de la OMC. ¿Pueden imaginar lo que esto significaría para el comercio mundial si se hiciera realmente?

Por supuesto, en las negociaciones que mantuvimos hasta finales del año pasado, muchos trataron de lograr un acuerdo de Doha del que resultasen “corrientes comerciales sustancialmente nuevas”. No se los reprocho, de hecho sería muy conveniente crear nuevas corrientes. Pero es una lástima que se haya subestimado la importancia de preservar las corrientes existentes. Sí, ir más allá —de lo que se tiene— es bueno. Pero debemos empezar por eliminar la posibilidad de retroceder.

En un estudio publicado recientemente por el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI) se ha intentado evaluar el coste de un fracaso de la Ronda de Doha. Según este estudio, en caso de que los aranceles actualmente aplicados por las economías más importantes aumentaran hasta los límites máximos autorizados en la OMC, el comercio mundial se contraería alrededor de un 8 por ciento, con lo que el bienestar a nivel mundial se reduciría en 350.000 millones de dólares EE.UU. Dejo estas cifras a su consideración.

En medio de la crisis financiera y la recesión económica que experimentamos actualmente, prosiguen las perturbaciones en los mercados mundiales de productos agrícolas. Sin embargo, no necesito explicarles esas perturbaciones, ya que nadie las conoce mejor, o siente más sus efectos que ustedes aquí en Australia. Me asombró que, en 2007, la contribución de la agricultura al PIB de Australia cayera un 10 por ciento y, aunque la participación de este sector repuntó en 2008, podría reducirse de nuevo como consecuencia de la crisis económica mundial y de las fluctuaciones de los precios de los productos básicos.

Pero estos no son, por supuesto, los únicos factores que intervienen. La sequía, que ustedes conocen tan bien, y los incendios forestales también se han cobrado su tributo. Esto nos recuerda hasta qué punto seguimos dependiendo del clima, a pesar de la avanzada tecnología de que disponemos, y que nuestro bienestar puede estar amenazado por el cambio climático. De hecho, aprovecho esta oportunidad para expresar mis condolencias a todas las personas de Australia que se han visto afectadas por los incendios del mes pasado. Los acompaño en el sentimiento.

A lo largo de los dos últimos años, el mundo ha pasado de una situación en la que los ciudadanos protestaban en las calles contra la subida de los precios de los alimentos a otra en la que son los productores agrícolas quienes protestan por la caída de los precios de esos mismos productos.
Actualmente hay un intenso debate acerca de si los factores que generaron la actual crisis alimentaria han desaparecido. En el informe publicado en otoño de 2008 por la OCDE y la FAO sobre las perspectivas mundiales de la agricultura para 2017, se afirma que los precios de los alimentos retomarán pronto su tendencia a la baja a largo plazo, pero varios grupos de investigación han refutado esta conclusión. Algunos de ellos opinan que el crecimiento demográfico, el aumento de la demanda, los costes elevados de la energía, la presión cada vez mayor sobre las tierras agrícolas y el agua, y el cambio climático pueden hacer que los precios sigan la tendencia opuesta.

Independientemente de estas previsiones, yo diría que hay que alentar cualquier elemento que aporte estabilidad. No cabe duda de que vale la pena tratar de hacer realidad el “paquete agrícola” de la Ronda de Doha, con el que se pretende reducir los aranceles, reducir las subvenciones internas perjudiciales que impiden, en particular, al mundo en desarrollo competir en pie de igualdad, y eliminar completamente las subvenciones a la exportación.

Es sorprendente que, en medio de la crisis alimentaria, hayamos oído llamamientos en favor de la “autosuficiencia alimentaria” y que algunos describan la sustitución de importaciones como la respuesta al problema de la seguridad alimentaria. Se olvida que el comercio internacional puede ser precisamente el tipo de vehículo o, si ustedes quieren, la “correa de transmisión” que permitiría que los alimentos llegaran desde las zonas del mundo en las que hubiera excedentes a las zonas en las que hubiera escasez. De este modo, los precios de los alimentos bajarían, lo que sin duda apreciarían las poblaciones pobres del mundo.

En el paquete agrícola de la Ronda de Doha se cuestiona el poder de monopolio de las empresas comerciales del Estado. Algunos quisieran que desapareciera este poder, que consideran una subvención a la exportación. No pretendo entrometerme en los asuntos internos de Australia, y observo de todas formas que a finales del año pasado se hicieron algunos cambios, pero me gustaría simplemente hacer la siguiente observación. En mi opinión, el hecho de modificar algunas prácticas de las empresas comerciales del Estado es un precio relativamente bajo que pagar para una economía cuyos productos agropecuarios representan aproximadamente el 16 por ciento de las exportaciones totales, y que obtendría enormes ventajas del acuerdo de Doha en su conjunto.

Permítanme abordar ahora el capítulo de las negociaciones de la Ronda de Doha relativo al medio ambiente.

Estoy convencido de que todos tenemos que invertir en esta esfera de las negociaciones, aunque sólo sea porque daría lugar a un nuevo comienzo para la OMC. Es la primera vez en la historia de las rondas de negociaciones comerciales que las cuestiones ambientales se han incluido de forma tan explícita en el programa. Si fallaran estas negociaciones, poco podría hacer la OMC por el medio ambiente en el futuro. De ahí la importancia de que tengan éxito.

Hasta el momento, las negociaciones abarcan tres cuestiones fundamentales: asegurar una mayor armonía entre las normas de la OMC y las de los acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente; abrir el comercio de productos y servicios ambientales; y reducir las subvenciones a la pesca perjudiciales que agotan nuestros océanos.

Señoras y señores, no podemos permitirnos dejar que el medio ambiente sea otra de las víctimas de la crisis financiera. Y me gustaría encomiar a Australia por las disposiciones en favor del medio ambiente que ha previsto en su plan de estímulo; en particular, he sabido que se acaban de asignar 3.800 millones de dólares australianos para el asilamiento de viviendas y el programa de agua caliente solar.

Si lográramos llevar a buen puerto las negociaciones de la Ronda de Doha relativas al medio ambiente, podríamos abordar cuestiones mucho más complejas, como la conexión entre las normas de la OMC y el cambio climático.

Por supuesto, Australia está estableciendo un programa de comercio de los derechos de emisión, igual que otros países como el Japón y Nueva Zelandia. Las normas comerciales tendrán que aprovecharse en la lucha contra el cambio climático, y cuanto antes mejor. El programa comercial debe responder al programa de Copenhague y a las aspiraciones de los propios Miembros de la OMC en materia de medio ambiente. El cambio climático y los daños irreversibles que puede causar no pueden esperar.

Tenemos que acabar la Ronda de Doha ahora, para poder acometer las tareas aún más difíciles que nos esperan. Cuento con el liderazgo de Australia para transmitir este mensaje a la próxima cumbre de los dirigentes del G-20 que tendrá lugar en Londres.
Gracias por su atención.

  

Transcripción de la sesión de preguntas y respuestas
Respuestas de Simon Crean, Ministro de Comercio
de Australia, y de Pascal Lamy

PREGUNTA: ... En Australia estamos cada vez peor. Nuestros hijos abandonan las explotaciones agrícolas, no se quedan en ellas. Estamos perdiendo nuestra capacidad de producción agrícola y hemos llegado a una situación en la que importamos más alimentos de los que exportamos. Y creo que en Australia tenemos un problema realmente grave con nuestro comité de alimentos y nuestra capacidad para abastecernos regularmente de productos alimenticios.

Lo que ocurre es que estamos perdiendo nuestra capacidad. La gente abandona la actividad agrícola y vende su agua a los agricultores, de forma que no será posible recuperar las tierras para la producción.

No creo que podamos esperar hasta 2015. Creo que el daño actual es ya demasiado grave. Gracias.

SIMON CREAN: Bueno, tampoco nosotros queremos que esperen hasta 2015, y por eso hemos puesto tanto empeño en nuestra labor. En realidad, al volver a hacernos cargo del Ministerio, esa fue nuestra prioridad inmediata. Y creo que la iniciativa emprendida en Davos en enero del pasado año supuso una significativa reactivación para la Ronda de Doha. Como recordarán, la última vez que nos reunimos lo hicimos en el contexto de un alza desmesurada de los precios de los alimentos como resultado del desequilibrio estructural entre la oferta y la demanda; el mundo ha dado muchas vueltas desde entonces.

Sabemos que las condiciones no son iguales para todos. Pero, precisamente por ese motivo, el objetivo esencial de estas negociaciones es lograr una situación más igualitaria. Nadie intenta decir que el Programa de Doha sea el mejor resultado que desearíamos lograr. Pero es un resultado alcanzable y significativo y, lo que es más importante, constituye una plataforma.

Pero, para que la frustración de julio no se convirtiese en desaliento, concertamos inmediatamente el acuerdo con la ASEAN. Ahora, el grupo de países de la ASEAN es nuestro principal interlocutor comercial: el comercio recíproco alcanza un valor de 18.000 millones de dólares. La ASEAN es un interlocutor más importante que China, el Japón o los Estados Unidos. Esas son las oportunidades de acceso a los mercados por las que estamos luchando, a fin de que una agricultura competitiva, eficiente y productiva pueda aprovecharlas y ustedes tengan acceso a esos mercados.

Pero el otro aspecto que, en mi opinión, reviste una enorme importancia es que no deben considerar la agricultura y la actividad de sus hijos como una función limitada a la producción de productos básicos. La dimensión de servicios de la agricultura es otra ventaja comparativa para este país. Existen oportunidades, tanto en la fabricación de productos alimenticios de valor añadido como en el contexto de nuestro sector lácteo, por ejemplo en relación con el reciente problema de intoxicaciones de China. Y piensen en el potencial de inversiones en el exterior, en lugar de limitarnos a exportar productos básicos a otros países, o diversos productos a otros países.

Es decir, hay que tener presente toda la dimensión de servicios del sector agrícola: la gestión de tierras, la agricultura de secano, la ordenación de los recursos hídricos y todas esas actividades basadas en conocimientos técnicos que tenemos que desarrollar.

Para dar respuesta a esa situación, el Gobierno del que formo parte debe realizar inversiones en infraestructuras, desarrollo de la banda ancha, tecnología y capacitación.

Y eso es lo que estamos haciendo para fomentar la sostenibilidad de su sector sin limitarla a la producción de productos básicos. No abandonando esa base productiva, ya que tenemos que darle prioridad, sino desarrollándola y ampliando las oportunidades de mercado, y no sólo al nivel de los aranceles agrícolas, sino también más allá de unas medidas en frontera que podrían, por el contrario, limitar las oportunidades del sector de los servicios.

PREGUNTA: Andrew Stogal(*), Centro de Economía Internacional. He tomado nota de una cuestión que me gustaría plantear al Sr. Lamy. Usted ha dicho que el comercio va a perder dinamismo y que, en lo esencial, el tren ha salido ya de la estación, y esto va a ocurrir, con independencia de que nos guste o no, esa es la verdad.

En realidad, nuestro desafío es la política comercial que permitirá mejorar la situación. Aunque cabe preguntarse si la política comercial mejorará o empeorará las cosas. Ni que decir tiene que mantener las posibilidades abiertas se convertirá en un enorme desafío. Hemos visto las disposiciones sobre promoción de compras de productos estadounidenses, y la pantalla de radar de la OMC parece haber detectado su presencia. Por eso, según la noticia presentada en la edición del Financial Review de ayer, en su parte inferior derecha, los sindicatos proponen una especie de programa de promoción de la compra de productos australianos. Y todas esas propuestas son proteccionistas, todas restringen el comercio y todas son costosas.

Parte del problema, y una de las razones de la interrupción de las negociaciones de Doha, consiste en que, en realidad, no es mucho lo que hay sobre la mesa y que pueda aprovecharse. Para plantearlo al nivel de la gente, sabe usted, quiero decir que se trata de un país que es el mayor productor mundial de carne de ovino. Usted viene de Europa, que es el principal consumidor mundial de carne de ovino. Ahora, lo que hay sobre la mesa es, básicamente, una chuleta más por persona y año.

Tanto ustedes como yo sabemos que la situación es penosa. ¿No puede usted diagnosticar la causa de una situación tan lamentable? ¿Cuál es la situación política real y por qué no podemos cambiarla?

Por lo tanto, la primera pregunta es: ¿qué van a hacer ustedes al respecto? El simple hecho de enviar otra especie de mensaje contundente al G-20 no va a tener efecto. No habían transcurrido aún 36 horas tras finalizar la última reunión del G-20, celebrada en noviembre, y Rusia y la India habían incrementado ya algunos aranceles. Es decir, a pesar de haber declarado que no incrementarían los aranceles, eso no fue [ininteligible].

Por consiguiente, no está claro que esos mensajes sean necesarios, tiene que haber una estrategia mejor.

Mi segunda pregunta se refiere a otra estrategia que podría funcionar: los países que han ensayado esa estrategia han logrado un comercio más libre.

Y esa estrategia les ha permitido medir realmente las ventajas y los costos que entrañan esos obstáculos comerciales para los propios interesados de un modo que ellos han comprendido.

Una de las personas que le han precedido, Oliva Long(*), ha presentado un pequeño informe general sobre este tema, sobre la transparencia de las políticas comerciales. Y esas consideraciones no son sustitutivas de las negociaciones ni de ninguna otra actividad, sino complementarias y enriquecedoras.

En definitiva, mi pregunta es: ¿por qué han preferido ustedes no impulsar esa estrategia?

PRESIDENTE: Gracias, Andy. Pascal.

VARÓN NO IDENTIFICADO: [Ininteligible] breves respuestas al respecto?

PASCAL LAMY: En primer lugar quiero decirle que he leído su texto sobre la transparencia, y creo recordar que incluso le escribí una carta dándole las gracias por ese texto y comunicándoles algunas observaciones.

No estoy de acuerdo con su planteamiento de que no hay mucho sobre la mesa. Una de las razones por las que tenemos dificultades para concluir esta ronda es precisamente la gran cantidad de propuestas formuladas. Y cualquier examen serio de las cifras mostraría que dividir por dos los derechos percibidos en todo el mundo es un logro no desdeñable.

Se trata de un programa de gran envergadura. Y si usted se fija en los aranceles y las subvenciones, por mencionar sólo los principales aspectos de interés para Australia, el valor económico de lo que hay en este momento sobre la mesa y es preciso completar para culminar las negociaciones triplica el valor de la [ininteligible] ronda.

Es decir, conviene examinar las cifras antes de dar por supuesto que no hay mucho sobre la mesa.

En segundo lugar, en relación con el G-20, el grupo de economías dominantes, y con independencia de que sus miembros sean o no serios respecto de sus compromisos, sus recetas son acertadas. La India incrementó ligeramente, del 5 por ciento al 9 por ciento, el arancel aplicable al té, mientras que su banda arancelaria es, probablemente, del 30 por ciento o del 35 por ciento. Por lo tanto, no es una falta tan grave. Sin duda, es más que mantenerlo como está, pero no se trata de un incremento excepcional.

En cuanto a Rusia, tiene usted toda la razón. Rusia no es aún miembro de la OMC, por lo que es probable que el concepto de vinculación a las disciplinas internacionales no haya penetrado aún en el sistema ruso del mismo modo que en los de otros Miembros de la OMC.

En cuanto a su observación final, y conozco sus opiniones al respecto, creo que se trata de una argumentación científica perfectamente válida, respetable y racional, según la cual, si todos los países fueran inteligentes, todos ellos llevarían a cabo la liberalización unilateral del comercio, ya que ello es beneficioso para su economía y sus consumidores. En el mundo ideal del saber y de la ciencia, eso es cierto.

Lo que ocurre es que, en todos los países Miembros de la OMC, o en casi todos, para poner en práctica ese concepto es preciso dirigirse al parlamento, y en cuanto al número de parlamentos que estarían de acuerdo con la noción de que lo acertado en materia de política comercial es el desarme unilateral, el 99,5 por ciento de los parlamentos de este planeta dirá que no.

Y esta es la sencilla incógnita que debemos despejar, la razón por la que son necesarias las negociaciones y las compensaciones recíprocas, a fin de que los gobiernos, cuando deseen abrir más su economía o tomar medidas para mantener las condiciones igualitarias que algunos colectivos consideran plausibles y otros detestables, puedan mostrar que la suma global de costos y beneficios, de ganancias y pérdidas, es correcta. Lo que, dicho sea de paso, no resulta difícil, ya que, por definición, si se crean más factores de eficiencia, al final del proceso será mayor la suma de los beneficios compartidos que la suma de las concesiones otorgadas.

Esta es la realidad política en la que nos movemos. ¿Significa esto —y ahora tomo otra dirección— que la OMC o, más concretamente, la Secretaría de la OMC no podría realizar un mayor trabajo de análisis, divulgación, cuantificación y demostración del concepto de que la apertura del comercio crea más beneficios que costos? Tiene usted toda la razón al respecto. Deberíamos hacer más. Pero es preciso que nuestros Miembros nos concedan el margen de maniobra necesario para ello.

No quisiera que lo que voy a decir se tome como referencia, sino sólo poner un ejemplo. Hace tres años, uno de nuestros Miembros nos pidió que preparásemos un estudio sobre las consecuencias de la supresión de los contingentes para los textiles, a nivel del comercio mundial. Otro de nuestros Miembros se opuso resuelta y terminantemente. Es decir, sólo somos agentes de los Miembros, y hasta que los Miembros tengan un entendimiento más general del trabajo analítico que podemos presentar, hemos de ser sumamente cuidadosos.

Si las organizaciones tienen ese tipo de ideas, y son muchos los lugares adecuados en los que las personas adecuadas conocen la política comercial adecuada, y quieren ayudarnos a convencer a nuestros Miembros de que a todos nos resultaría útil que se aportase algo más de ese material intelectual, estaré de acuerdo con ustedes.

PRESIDENTE: Gracias. Con esta observación realista y directa, creo que tendremos que levantar la sesión. Nuestros invitados tienen un calendario apretado. Pueden ustedes expresar conmigo su agradecimiento del modo habitual.

[Aplausos]

 

Trascripción de la conferencia de prensa conjunta

SIMON CREAN (Ministro de Comercio de Australia): Gracias. Creo que es la ovación más larga que he recibido nunca.

PASCAL LAMY: [Risas]

SIMON CREAN: De acuerdo. Bien, estamos aquí para responder a las preguntas que no pudieron plantearnos ahí dentro, así que disparen.

PREGUNTA: [Pregunta inaudible]

SIMON CREAN: Bueno, no hemos tenido ninguna indicación del Representante de los Estados Unidos para las Cuestiones Comerciales Internacionales, porque está pendiente del proceso de confirmación, que creo que está previsto para principios de la semana que viene. Hasta que no se complete ese proceso de confirmación, no podremos contar con mi homólogo.

La posición de [ininteligible] y la agricultura no ha cambiado con respecto al pasado mes de diciembre. Se trata de una cuestión que seguimos teniendo que abordar en el marco tanto del Congreso como de la Administración. Pero resulta significativo que los Estados Unidos hayan suscrito la posición a la que llegamos en julio, desde la que estamos intentando avanzar.

Ahora bien, lo cierto es que quedan cuestiones por resolver. Pero lo que estamos intentando es volver a un compromiso que se base en los textos existentes y que requiera un enfoque paralelo.

La labor técnica realizada —y se ha desarrollado una importante labor técnica entre julio y diciembre— se refleja en una nueva serie de textos.

También ha habido compromiso a nivel político, que se ha estancado en parte debido a este período de transición en los Estados Unidos. Pero cabe destacar que el año pasado, al mismo tiempo que se planteaban estas preocupaciones, los líderes del G 20 señalaron firmemente y de forma conjunta la importancia de concluir la Ronda.

Ese es el impulso que debemos aprovechar en la cumbre de Londres. Ese es, naturalmente, el impulso en el que también debemos hacer que participe el nuevo Presidente de los Estados Unidos.

PREGUNTA: Pero cómo …

PASCAL LAMY: Con respecto a la misma ... perdón, con respecto a la misma cuestión, en primer lugar, confirmo que no conocemos la posición de los Estados Unidos y que no la conoceremos durante algún tiempo. En segundo lugar, en cuanto al Departamento de Agricultura, quiero decir que el Departamento de Agricultura siempre ha tenido que buscar un equilibrio entre los intereses de los dos tercios del sistema agrícola estadounidense que desean obtener acceso a los mercados y los del tercio que pretende mantener las subvenciones.

Y sabemos que, al final, habrá menos subvenciones y más acceso a los mercados. Y ahí es donde radica el equilibrio crucial. Lo que se ve en lo que parece una política bilateral en el texto que acaban de presentar al Congreso hace dos días es la observación, que considero correcta desde una perspectiva fáctica, de que, en esta etapa de las negociaciones sobre la agricultura, los Estados Unidos saben lo que han de pagar en términos de reducción de las subvenciones. En general [ininteligible], topes por productos específicos, de manera que eso está claro. Saben lo que tienen que ofrecer en términos de acceso a los mercados. Lo que no saben exactamente es lo que obtienen a cambio, en particular a causa de los productos especiales en los países en desarrollo y estas [ininteligible] están cerradas.

Esta afirmación es correcta desde una perspectiva fáctica. Ahora bien, la cuestión es ¿qué consecuencias tiene? Estoy firmemente convencido, y esto no sorprenderá a nadie, ni siquiera a Simon, estoy firmemente convencido de que, si queremos que las cosas avancen, tenemos que partir de la situación en que estamos. Y esa situación es la que se refleja en los textos presentados en diciembre por los dos Presidentes de esos dos importantes [ininteligible] negociadores. Lo siento.

PREGUNTA: [Pregunta inaudible]

SIMON CREAN: Bueno, creo que lo importante es el impulso y el compromiso de los líderes. No sólo se nos pidió a nosotros, como Ministros, que nos reuniéramos, cosa que no hicimos, sino que estuviéramos dispuestos a mantener nuestro compromiso de concluir la Ronda. Creo que, con el deterioro de la ecuación económica mundial, será una señal importante el alcance, la importancia del comercio como parte de la solución general. Y tengan en cuenta que la Ronda de Doha, como estímulo en comparación con lo que el G-20 tiene ante sí —con respecto al sector financiero y a todos los problemas conexos—, se considera un fruto a nuestro alcance.

Sigue siendo muy difícil lograr su conclusión pero, en términos comparativos, está a nuestro alcance, porque ya hemos recorrido el 80 por ciento del camino, conocemos las cuestiones que deben resolverse, pero sabemos que no se resolverán sin una inyección de voluntad política. Pero cabe señalar que ahora contamos con el marco para inyectar esa voluntad política.

Lo que no existía en diciembre era el nuevo Gobierno estadounidense. Aún no se ha completado. Debemos afrontar este aspecto fáctico. Calendarios. Por mucho que queramos establecerlos, no podemos oponernos al tiempo y a la realidad.

Así pues, sigo siendo optimista. Sé que Pascal también lo es. Pero, simplemente porque llegamos donde lo hicimos en julio, sabemos que las otras cuestiones pueden resolverse, pero no sin voluntad política. Lo que tenemos que hacer es aumentar el nivel de ese compromiso político. Hemos iniciado bien ese proceso. Ahora tenemos que desarrollarlo. Esa oportunidad se presenta en cuatro semanas, y de eso hemos estado hablando con el Primer Ministro, aparte de los debates que hemos mantenido nosotros.

PREGUNTA: [Pregunta inaudible]

PASCAL LAMY: En primer lugar, las negociaciones no han concluido. Continúan en Ginebra a nivel técnico, con respecto a todo el programa. Pero reconozco que lo que se está haciendo no es fácil de entender, especialmente para ustedes, ya que son cuestiones muy complejas y por lo general los expertos no pueden arriesgarse a hablar con los medios de comunicación.

Por lo tanto, ¿cuándo pasaremos a un marco de la negociación que se preste mejor a la labor de los medios de comunicación? En este momento diría —y se trata de mi opinión personal, aunque no soy el único que piensa así, varios colegas están de acuerdo conmigo— que reunir a 20 Ministros alrededor de la mesa en Ginebra puede superar esta especie de escollo que se presenta en la recta final. Y que las posibilidades de que funcione están por encima del 60 por ciento.

Eso es, en líneas generales, el tipo de [ininteligible] que tengo en mente, razón por la que lo hice en julio y no lo hice en diciembre. Y creo que tengo que ser bastante transparente al explicar los motivos. ¿Cuándo podré hacerlo con seguridad? No en las próximas semanas. Entre otras cosas porque la Administración estadounidense no ha empezado a funcionar en lo que respecta al comercio, y sería bueno que lo hiciera, pero todavía tardará algún tiempo. Además están las elecciones en la India, cuyos resultados se conocerán a mediados de mayo. Así que no será en las próximas semanas.

Lo que espero, lo que espero es que antes del receso estival surja la oportunidad de reunirlos de nuevo en esta [ininteligible], entendiéndose que lo que queda por resolver es una pequeña parte de la larga lista de cuestiones que debíamos resolver el pasado mes de julio. Gran parte de las cuestiones de esa lista ya están estabilizadas, así que, normalmente, con un poco más de energía política y un menor número de cuestiones, normalmente las cosas deberían funcionar.

Dicho esto, Simon puede permitirse ser optimista. Yo no, porque no puedo permitirme ser pesimista y, cuando se es pesimista, también hay que ver la otra cara de la moneda. De manera que sigo siendo activista[sic].

PREGUNTA: [Pregunta inaudible]

SIMON CREAN: Hemos estado siguiendo esta cuestión y, por el momento, hemos estado vigilando esos efectos aquí en Australia a través de la EFIC, la Corporación de Financiación y Seguros de las Exportaciones —los veo otra vez esta noche, vuelvo a Sydney para reunirme con ellos— y, por el momento, no nos está afectando mucho.

Sin embargo, lo cierto es que el hecho de que la disponibilidad de liquidez y las corrientes de crédito estén disminuyendo a causa de la crisis financiera más amplia a nivel mundial puede afectar a las corrientes comerciales. Es algo que no podemos ignorar. Y Pascal ha desempeñado un papel muy activo en la OMC —y dejaré que él lo explique con más detalle, sabiendo que él también procede de la banca, por lo que entiende la importancia de la cuestión—, para tratar de coordinar las actuaciones a nivel mundial. Naturalmente, la EFIC ha estado haciendo una importante contribución.

Curiosamente, la financiación del comercio es una de las opciones de financiación menos arriesgadas, aunque corre el peligro de verse atrapada en la crisis financiera más amplia a nivel mundial.

Así pues, de alguna manera, no sólo estamos vigilando el proceso, sino que también destacamos el hecho de que, al buscar una solución a la crisis financiera mundial, los Ministros de Finanzas de los demás países tampoco pueden permitirse ignorar las repercusiones comerciales.

Ahora bien, se han barajado varias opciones, porque los países que más van a sufrir este tipo de repercusiones son los países en desarrollo. Lo que debemos hacer es considerarlo una iniciativa mundial, y eso es en lo que Pascal ha estado trabajando de manera muy activa.

PASCAL LAMY: Bueno, me reuní con la EFIC el lunes cuando estuve en Sydney, precisamente para examinar y evaluar su propio diagnóstico y sus opiniones sobre la situación. En términos generales, en noviembre teníamos un problema de aumento vertiginoso de las primas de riesgo y escasez de liquidez. Se celebrará otra reunión sobre esta cuestión el 18 de marzo en Ginebra.

En este momento creo que la cuestión del riesgo se está estabilizando, pero que seguimos teniendo un problema importante con respecto a la liquidez. Y, naturalmente, como ustedes saben, si el exportador chino no puede encontrar cartas de crédito a 90 días, simplemente no exportará.

Considero que, aquí en Australia, el problema puede ser menor que en otros lugares. ¿Por qué? Probablemente porque el sistema financiero ha estado relativamente más preservado y ha habido más prudencia que en otras regiones. Toquemos madera, si hay madera cerca.

La capacidad del sistema financiero australiano para ofrecer financiación para el comercio probablemente está menos limitada que en otras regiones lo que, una vez más, es una buena noticia.

Dicho esto, la EFIC, como parte de la Unión de Berna, está dispuesta a trabajar en algunas de estas nuevas ideas que hemos propuesto, junto con el Presidente del Banco Mundial, como la idea de crear un fondo de liquidez, en particular en esta región.

PREGUNTA: ¿De dónde vendrá el dinero?

PASCAL LAMY: Un fondo de liquidez. Sabe usted, hay varios países en esta región que cuentan con reservas sustanciales, e inyectar liquidez en un sistema de cartas de crédito renovables a corto plazo garantizadas por bienes es simplemente otorgar créditos renovables con una comisión que compensa el costo de la liquidez. Se trata probablemente del producto financiero menos tóxico que puede encontrarse en el mercado, es financiación del comercio. Es sencillo, renovable y a corto plazo y está garantizado. ¿Qué más podría pedir un banquero? [risas].

PREGUNTA: [Ininteligible] para Landline, un programa de la ABC sobre agricultura. Quisiera conocer su opinión sobre lo que ocurrirá si la próxima Ronda [ininteligible]. ¿Y qué significaría para la agricultura en países como Australia, que sí creen en el libre comercio [ininteligible]?

PASCAL LAMY: Mire, si la Ronda no tuviera éxito, ello significaría para Australia que, de momento, las únicas disciplinas aplicables con respecto al acceso a los mercados o las subvenciones serían las establecidas en la Ronda Uruguay, celebrada en 1995. Y eso es así. Es un límite muy alto para las subvenciones causantes de distorsión del comercio en los Estados Unidos, la UE, el Japón.

Son importantes niveles autorizados de subvenciones a la exportación y de protección arancelaria, con algunas crestas arancelarias, que en ese momento se aceptaron como solución de transacción en las negociaciones.

Así que la reducción general de todos esos niveles no estaría a disposición de un país como Australia, que es un beneficiario neto en lo que respecta a la agricultura, con independencia de las cifras que se tengan en cuenta. Puede discutirse si obtendría beneficios netos grandes, medianos o pequeños, pero sería un beneficiario neto. Pero, no podría contar con esto.

PREGUNTA: Ayer, un funcionario de la Comisión Europea negó que lo que hemos hecho con las subvenciones a la exportación de productos lácteos era de hecho [ininteligible] los mecanismos existentes. Cuando usted habla de que hasta ahora hay pocos indicios de [ininteligible], [ininteligible] un criterio bastante amplio o bastante restringido respecto de lo que constituye [ininteligible]?

PASCAL LAMY: Mire nuestra lista y determine usted mismo si adoptamos un criterio amplio o restringido. Yo creo que hacemos las cosas seriamente. Hacemos un seguimiento de todos los cambios significativos de las políticas comerciales de nuestros 153 Miembros. Y, dado que Rusia es miembro del G-20, incluso lo hacemos con Rusia por el mismo precio.

Ahora bien, esta subvención de las CE a la exportación de productos lácteos está incluida claramente en la lista que publicamos en enero. Forma parte de lo que señalamos como algo preocupante.

PREGUNTA: Sr. Crean, ¿podría aclarar si Australia contribuiría a [ininteligible]?

SIMON CREAN: Bueno, una vez más, es algo que estamos debatiendo. Lo que hemos dicho es que estamos dispuestos a adoptar medidas en el país si se complica la situación y que queremos desempeñar un papel constructivo con respecto a las soluciones que se propongan o a las peticiones de soluciones que se hagan en la OMC. Lo estamos debatiendo.

PREGUNTA: Entonces, ¿es posible [ininteligible]?

SIMON CREAN: Bueno, veamos cómo evolucionan los debates.

Ahora responderemos a una pregunta más y luego tenemos que irnos porque creo que los dos estamos apurados de tiempo.

PREGUNTA: Sólo quisiera saber qué tipo de marco institucional tienen en mente. ¿Será sólo una especie de acuerdo informal excepcional entre quienes tienen dinero y quienes lo necesitan? ¿O es, debe ser, un mecanismo más formal?

PASCAL LAMY: La OMC no tiene ninguna competencia en materia de financiación del comercio. No tenemos ningún mandato. No forma realmente parte de nuestras actividades básicas. Lo que ocurre simplemente es que, debido a la crisis económica y al gran impacto que puede tener el agotamiento de los recursos para la financiación del comercio, en particular en los países emergentes, nos han pedido que desempeñemos una especie de función facilitadora, razón por la que hemos juntado a las instituciones financieras multilaterales [ininteligible] los bancos y los bancos comerciales —lo que queda de los bancos comerciales— de todo el mundo para tratar de ver cómo podemos aliviar la situación mejorando la relación entre estos tres grupos.

Así pues, se trata de una especie de buenos oficios. Sabe, no tiene nada que ver con la construcción de una casa de piedra. No, es como montar una tienda de campaña. Si con ello aumenta la financiación del comercio, bien.

Y, por cierto, ya se ha logrado que los bancos regionales de desarrollo, como el Banco Asiático de Desarrollo, el BERD y el Banco Africano de Desarrollo, intervengan con fuerza. El Banco Mundial ha multiplicado por cinco sus líneas de garantía en un año, lo que considero que es una reacción razonable y un buen resultado para el tiempo que hemos dedicado a esta cuestión. Espero que a mediados de marzo haya novedades para que podamos presentar resultados y tal vez recibamos un poco más de impulso del G-20 en abril.

SIMON CREAN: De acuerdo, muchas gracias.

PASCAL LAMY: Gracias.

(Transcripciones por gentileza de la oficina del Sr. Crean.)

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