WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

Desafíos en el comercio de productos básicos con China


> Discursos: Pascal Lamy

  

Señoras y señores,

Es un honor para mí que hayan dejado a mi cargo las “observaciones finales” en el Trading Forum de este año. No me extenderé en mis observaciones. Mi principal objetivo será conectar su mundo -el del comercio de productos básicos- con el mundo de la elaboración de normas comerciales, que constituye la principal actividad de la OMC.

Muchos de los aquí presentes participan en el comercio físico o financiero de productos básicos. En la Organización Mundial del Comercio, 153 Miembros se dedican a elaborar y aplicar normas para el comercio mundial. En otras palabras, establecen el marco reglamentario en el que se desarrollan las actividades en el mundo de ustedes.

Aunque no son perfectas, las normas que los Miembros de la OMC han creado hasta ahora impiden que impere la “ley de la selva” en las relaciones comerciales internacionales. Si consideran que los mercados de productos básicos son hoy en día volátiles, piensen por solo dos segundos en cuánto más volátiles, por no decir injustos, serían si el sistema mundial de comercio dejara de existir, si no hubiera normas para los aranceles o las subvenciones, ni límites para las fortalezas que los países podrían construir para aislarse del resto del mundo.

No me estoy olvidando de que tengo ante mí a muchos compradores y vendedores que prefieren y desean la volatilidad. No he olvidado mis años en el sector bancario. Sin embargo, estoy seguro de que incluso ustedes estarían de acuerdo en que las fluctuaciones totalmente salvajes que nos desconectaran por completo de los principios fundamentales del mercado podrían volverse contra nosotros.

Hay muchos compradores y vendedores de productos básicos, como, por ejemplo, Rusia, el Irán y Kazajstán, que siguen fuera del sistema de la OMC. Esperamos, ciertamente, que puedan contarse entre nuestros Miembros en un futuro no demasiado lejano. La propia China, que ha sido un protagonista central de la conferencia de hoy, incluso quizás de los mercados de productos básicos en general en los últimos años, es un Miembro bastante reciente de la OMC.

China se adhirió en 2001 —el mismo año y, de hecho, en la misma conferencia en que se inició la Ronda de Doha de negociaciones comerciales, la Ronda que nos estamos esforzando por finalizar, y que actualizará, aclarará y mejorará el entorno en el que desarrollan ustedes sus actividades. Este mensaje se puso de manifiesto en la reunión sobre productos básicos organizada por la UNCTAD en Ginebra este lunes. No es necesario destacar la competencia y experiencia de la UNCTAD en la esfera de los productos básicos.

Señoras y señores, en los últimos 50 años, los precios de los productos básicos han evolucionado en forma cíclica, con aumentos y disminuciones de diversa magnitud y duración. Tras un período de disminución constante entre 1995 y 2002, los precios internacionales invirtieron su tendencia.

Entre 2002 y 2008, aumentaron de forma sostenida —hasta alcanzar a veces niveles sin precedentes, que dieron de hecho lugar a la crisis alimentaria de todos conocida—. Desde entonces, los precios han comenzado a disminuir marcadamente. No obstante, en lo que respecta a los alimentos, la OCDE y la FAO nos advierten de que algunos de los factores estructurales que provocaron la reciente subida de los precios harán que los precios reales de los alimentos se mantengan a niveles más altos que antes. En este contexto, no podemos permitirnos perder de vista a los pobres y los hambrientos ni obviar la necesidad de buenas políticas de desarrollo agrícola que permitan que la oferta responda al aumento de los precios. En el caso de otros productos básicos, como los minerales, tengo entendido que la crisis financiera afectó de manera particularmente considerable las “prospecciones”. La financiación del comercio, que había desaparecido temporalmente, también redujo las corrientes comerciales.

Dado que me dedico personalmente a la tarea “a largo plazo” de la elaboración de normas, permítanme que haga algunas observaciones sobre las tendencias a largo plazo del comercio de productos básicos. En este panorama de fluctuaciones de precios que acabo de describir, lo sorprendente es que algo no haya fluctuado durante por lo menos 20 años. Me refiero a la participación de los países en desarrollo, en comparación con los países desarrollados, en el comercio internacional de menas, metales, minerales e incluso alimentos. A grandes rasgos, en los años noventa los países desarrollados importaban y exportaban aproximadamente el 70 por ciento de estos productos básicos, y los países en desarrollo el 30 por ciento restante, y sigue siendo así. Aunque tras esas cifras agregadas para los países en desarrollo se oculta el hecho de que la participación de países como China y la India sin duda está cambiando, la participación de los países en desarrollo en su conjunto es prácticamente la misma.

Aquí es donde el mundo de ustedes, de comercio físico y financiero, empieza a interactuar con el nuestro —el mundo de la elaboración de normas—. Me pregunto si es posible que haya obstáculos al comercio internacional de productos básicos que contribuyan, al menos en parte, a que esta proporción haya permanecido invariable durante tanto tiempo. Aunque los obstáculos al comercio no son en modo alguno los únicos factores determinantes de las pautas del comercio, y los ingresos y el crecimiento demográfico, junto a la evolución tecnológica, son factores críticos, tienen también sin duda su importancia.

Desde la creación del sistema multilateral de comercio hace unos 60 años, los aranceles medios aplicados a nivel mundial a los productos industriales y agrícolas han disminuido considerablemente. Se han creado normas para las subvenciones y la competencia leal. Se han establecido normas para las reglamentaciones sanitarias y fitosanitarias que afectan al comercio de productos básicos como el trigo, el arroz y el maíz. Y el libro de normas de la OMC sigue abierto.

Pero, gracias a la Ronda de Doha de negociaciones comerciales, los Miembros de la OMC tienen la oportunidad de desmantelar un número aún mayor de los obstáculos que dificultan el comercio de productos básicos, la oportunidad de reducir las crestas arancelarias que subsisten en los países desarrollados (como los aranceles abusivos sobre el arroz, las patatas y otros alimentos que aún existen en partes del Hemisferio Norte), y la oportunidad de reducir los aranceles de las economías emergentes y las subvenciones a la agricultura otorgadas en los países desarrollados que distorsionan el comercio internacional. Estas subvenciones dejan a los países en desarrollo fuera de los mercados internacionales y les impiden competir en condiciones justas.

Para algunos de los países más pobres del mundo, cuyo comercio internacional depende de sólo uno o dos productos básicos, la Ronda es también una oportunidad de abordar la progresividad arancelaria, es decir, el fenómeno del aumento de los aranceles con la elaboración, que desalienta la industrialización en los países en desarrollo y que es un legado de las pautas comerciales coloniales. De hecho, al concluir esta Ronda, los países menos adelantados obtendrían un acceso a los mercados de los países desarrollados casi totalmente libre de derechos y de contingentes.

La Ronda de Doha también ofrece una oportunidad, aunque limitada, para abordar los impuestos a la exportación y las restricciones a la exportación de productos agrícolas. Muchos de ustedes se han quejado ante mí de estos obstáculos, en particular durante la crisis alimentaria, cuando se impusieron al arroz y otros alimentos. No cabe duda de que hay un desequilibrio en el libro de normas de la OMC entre la severidad de las normas aplicables a las importaciones y su relajación en lo que respecta a las exportaciones. Por ejemplo, en la OMC se permiten algunas prohibiciones y restricciones a la exportación destinadas a aliviar las escaseces críticas de alimentos. Tal vez los países deseen abordar en algún momento esta cuestión.

Una vez concluida, la Ronda de Doha lubricará los engranajes del comercio internacional de productos básicos, dando al mundo en desarrollo su justa parte del mercado. Mejorará el funcionamiento de lo que, en definitiva, no es más que una correa de transmisión entre los países en los que hay demanda y aquellos en los que hay oferta. En el caso del comercio de alimentos, la crisis medioambiental hace aún más necesaria una correa de transmisión que funcione adecuadamente. Las sequías y otras catástrofes naturales no deberían privar de alimentos a ninguna parte del mundo.

El comercio de recursos naturales es, de hecho, este año el tema del Informe sobre el Comercio Mundial, que es la publicación emblemática anual de la OMC. Hemos creado un foro de debate en línea sobre este Informe y les invito a que participen en él y den a conocer sus opiniones. Pueden ustedes así ayudarnos a configurar el Informe.

Señoras y señores, permítanme concluir con la esperanza de que se reconozca plenamente la importancia de la interacción entre nuestros mundos y de que todos ustedes hagan escuchar su voz en la Ronda de Doha y en todas las demás actividades de la OMC.

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