WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

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Excelencias, señoras y señores,

Quisiera, antes de nada, darles la bienvenida al tercer Examen Global de la Ayuda para el Comercio de la OMC.  Una vez más han aceptado mi invitación y ello es una clara reafirmación de su continuo compromiso político con la consecución de los objetivos establecidos en 2005 cuando pusimos en marcha esta iniciativa.

Comenzaré mi discurso sobre el desarrollo con una cita, a menudo atribuida a un antiguo sabio oriental, que afirma que el progreso es un “viaje de mil pequeños pasos” o que “el éxito es un viaje, no un destino”.  Permítanme que siga con una cita de una fuente más moderna.  Me gustaría poder decirles que fue escrita a mano por un calígrafo y estampada en seda.  Pero, no, ¡salió de la impresora de una oficina de las Naciones Unidas el año pasado!  Su prosaico origen no deja traslucir su extraordinario contenido.

“En un período de 25 años, la tasa de pobreza en Asia Oriental disminuyó de casi el 60 por ciento a menos del 20 por ciento.”

La impresora constituye una buena metáfora de por qué vamos bien encaminados a cumplir el Objetivo de Desarrollo del Milenio de reducir a la mitad la proporción de personas que viven con ingresos inferiores a un dólar por día antes de 2015.

La oficina de las Naciones Unidas donde se encuentra la impresora es el último eslabón de una cadena que consta de muchos cientos de participantes que trabajan en miles de sitios distintos de todo el mundo.  Es el testimonio de un “comercio de funciones” dentro de cada cadena, aún más sofisticado, y resume una impresionante historia de innovación tecnológica.  El atractivo de la tecnología radica en hacer que algo intrincado y desafiante parezca trivial.

Los productos “Hechos en el mundo”, “Made in the world”, como las impresoras, y la innovación tecnológica en los que se sustentan, constituyen uno de los motivos de estos avances en la reducción de la pobreza, y no sólo en Asia.  Las cadenas mundiales de suministro o del valor están ampliándose cada vez más en la medida en que cautivan bajo su hechizo a países de Asia, América Latina y cada vez más también de África.

Este proceso arrancó en ese mismo período de 25 años a que se hace referencia en la cita de las Naciones Unidas.  Para utilizar una analogía con la Web, cabe afirmar que ¡se propaga a velocidad vírica!  A mediados del decenio de 1980, las empresas estadounidenses, europeas y japonesas invirtieron en el montaje de vehículos en China.  En 2010, las empresas chinas abrieron plantas de montaje de vehículos en el Camerún y Zambia.  Y no se trata únicamente de China o sólo de las manufacturas.  Estas mismas tendencias se manifiestan en la inversión kenyana en la Comunidad del África Oriental y en la inversión brasileña en América Central y en África, en particular.  Tampoco se trata sólo de las manufacturas.  Los servicios también se están expandiendo.

Este poder transformador de los mercados globales constituye el soporte intelectual de la Ayuda para el Comercio.  Es también la razón por la que sigo empeñado en lograr que el Programa de Doha para el Desarrollo tenga un resultado positivo;  en asegurar que las normas multilaterales de comercio aporten la certeza jurídica que necesitan las empresas para llevar a cabo sus actividades más allá de sus fronteras.  Como en el caso de nuestra respuesta colectiva a la recesión global, esas normas son nuestro mejor seguro contra la influencia empobrecedora del proteccionismo.

Evidentemente las normas no se hacen respetar por sí mismas.  La misma confianza mutua que subyace en la compleja cadena de la impresora es también el fundamento del sistema multilateral de comercio y sus normas, que fueron sometidas a una dura prueba durante la reciente crisis.  Sin embargo, nuestra respuesta colectiva a esa crisis me hace creer en el poder de lo que podemos lograr juntos.  También por eso considero que la Ayuda para el Comercio es fundamental en nuestros esfuerzos por conseguir que los beneficios del sistema multilateral de comercio se distribuyan de la manera más amplia posible.

Las normas no bastan por sí solas para superar las limitaciones con que tropiezan los países en desarrollo, para acceder a este proceso en particular los menos adelantados.  Por este motivo, ustedes me encomendaron en diciembre de 2005, en Hong Kong, que movilizara una financiación adicional, previsible, sostenible y eficaz destinada a la Ayuda para el Comercio, con el objetivo de ayudar a superar las limitaciones del lado de la oferta y de la infraestructura relacionada con el comercio.

¿Cuál es entonces el balance casi seis años después de Hong Kong?  Este va a ser el foco de nuestra atención durante los próximos dos días.  Quisiera esbozar las áreas en las que creo que podemos mostrar resultados y explicar los aspectos en que a mi juicio podemos mejorar.

¿De qué resultados podemos dar cuenta?

  • La cifra más notoria es el aumento del 60 por ciento en términos reales de los recursos de Ayuda para el Comercio movilizados desde 2005, a lo que se unen señales positivas de que la financiación se mantiene a pesar de los efectos persistentes de la recesión en las finanzas públicas.  Además, ese aumento no se ha producido a expensas de otras categorías de ayuda.  Y hoy se destina más a los más pobres que en 2005.
  • Hay signos positivos de que se han hecho progresos en el logro de una mayor coherencia entre las políticas de desarrollo nacionales y regionales, integrando objetivos de comercio en los marcos normativos y viceversa.  Y los donantes apoyan cada vez mejor esas prioridades, tanto por el apoyo que ofrecen como por el modo en que coordinan su apoyo.

Todos ellos son logros encomiables, pero no resultados.  Tenemos que mostrar lo que esos logros han producido sobre el terreno.  Lo que podemos mostrar se basa en el ejercicio de vigilancia conjunto que Angel y yo iniciamos el año pasado y que se describe en la edición de 2011 de la publicación “La Ayuda para el Comercio en síntesis”.

Permítanme resumir las áreas en las que creo que podemos mostrar resultados y dejar para otros los detalles del balance.

  • Hemos logrado una rica y variada gama de resultados en las actividades de Ayuda para el Comercio sobre el terreno, que incluyen proyectos y programas en países tan distantes geográfica y alfabéticamente como Azerbaiyán y Zimbabwe, y en la mayoría de los países entre los dos.  Los resultados van desde mayores volúmenes de las exportaciones y plazos de despacho aduanero más cortos a más empleo y reducción de la pobreza.  Es digno de mención el impacto positivo que han tenido los citados resultados para la mujer.
  • Hemos entendido cómo la Ayuda para el Comercio puede fomentar la apertura comercial y la reforma económica para que tengan repercusiones directas positivas en el crecimiento económico y la mitigación de la pobreza.  El apoyo de la comunidad de donantes ha contribuido a consolidar los programas de apertura comercial y reforma económica, como han mencionado países tan diversos entre sí como Cabo Verde, Costa Rica y Viet Nam.
  • Y disponemos de un nuevo corpus de investigación que establece un vínculo claro y positivo entre la Ayuda para el Comercio y la mejora de los resultados comerciales.

Por supuesto, cualquier balance de situación debe incluir una cuenta deudora, por lo que me gustaría resumirles brevemente aquellos ámbitos en que, a mi entender, la Ayuda para el Comercio debe mejorar.

  • Tenemos que avanzar en la incorporación de la gestión orientada a la obtención de resultados de desarrollo en la Ayuda para el Comercio.  Abordar más en serio la gestión basada en resultados.  Por parte de los donantes, por motivos de contabilidad evidentes.  Pero más importante todavía es que los asociados dispongan de herramientas para evaluar el impacto de sus actividades.
  • Tenemos que mejorar la eficacia de la ayuda que presta la Ayuda para el Comercio.  Es evidente que factores como la alineación, la apropiación y otros principios de la Declaración de París determinarán el éxito de nuestra iniciativa.  Sin embargo, con excesiva frecuencia se mencionan deficiencias como problemas en la gestión de los proyectos, financiación insuficiente, falta de sostenibilidad y problemas en los sistemas de los países asociados.
  • Tenemos que impulsar la participación del sector privado en el programa de Ayuda para el Comercio.  A mi juicio, esto es vital para que las intervenciones de la Ayuda para el Comercio se sostengan una vez finalizados los proyectos.  En cierto modo, la Ayuda para el Comercio debería transformarse en “Inversión para el Comercio”.

He insistido en la necesidad de mostrar resultados desde el Primer Examen Global de 2007 por una sencilla razón:  debemos mostrar resultados si queremos que se mantengan el interés político y los recursos financieros en tiempos de limitaciones presupuestarias inevitables y crecientes para muchos donantes tradicionales.

Ahora que estoy por concluir estas palabras, permítanme volver a los sabios de nuestra época y a su próspero negocio de las impresoras.  El sistema de comercio mundial les ha brindado la oportunidad de poner a prueba su visión empresarial.  Sin embargo, centrar la atención únicamente en su negocio es perder de vista la cadena de la que forman parte.

¿Podemos atribuir los avances en la mitigación de la pobreza en Asia Oriental a la empresa de las impresoras únicamente?  Por supuesto que no.  Si observamos la cadena de valor en su conjunto, ¿podemos empezar a ver la relación de causalidad?  Es posible que empecemos a ver pistas.  Y lo mismo sucede con la Ayuda para el Comercio.  Si comparásemos esta labor con la pintura de un lienzo gigante, la Ayuda para el Comercio no sería más que uno de los muchos colores de nuestra paleta.  La iniciativa que pusimos en marcha en 2005 ha engrosado la pátina y la ha vuelto más brillante, sin duda, pero sólo es parte de un todo más amplio.

Debemos ser más estrictos con nuestro modo de plantear la vigilancia y la evaluación, para poder explicar mejor la contribución que nuestras pinceladas aportan al lienzo.

No he vuelto a utilizar la cita del sabio que hice al inicio de este discurso, así que permítanme referirme a ella para concluir estas palabras.  Al fin y al cabo, soy un funcionario encargado de asuntos comerciales que habla del desarrollo.  Y uno de nuestros logros más destacados ha sido permitir que estas dos comunidades entablen un diálogo.  En realidad, la profundidad del diálogo nos ha sorprendido y nos anima a todos.  Ciento cuarenta cuestionarios y doscientos setenta y cinco relatos de experiencias es un resultado fantástico.  También lo es la buena voluntad del Secretario General de las Naciones Unidas, que nos acompañará mañana, de los directores de los organismos que trabajan junto con nosotros, y de los Ministros que están aquí presentes, que han querido reunirse aquí en Ginebra, por tercera vez, para proceder al examen de la Ayuda para el Comercio, la Ayuda para el Comercio de ellos y la de ustedes, en estas dos jornadas.

Retomo mi cita para terminar.  Si el éxito es un viaje de mil pequeños pasos, puedo decirles con toda certeza que este viaje ahora es más corto.  La Ayuda para el Comercio, que permite a los países insertarse en la economía mundial, contribuye a que su viaje sea más corto.  ¿Puedo decirles cuántos pasos les ahorra?  No, las cuentas debemos hacerlas mejor.  ¿Estoy seguro de que la Ayuda para el Comercio, que contribuye a que los países en desarrollo se integren en este mundo del “comercio de funciones”, abre posibilidades inéditas de crecimiento económico, aumento de los ingresos y mitigación de la pobreza?  No me cabe ninguna duda.

Muchas gracias.

 

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