WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

Tercer Examen Global de la Ayuda para el Comercio: Mostrar resultados

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Señoras y señores Ministros
Directores de organismos
Embajadores
Distinguidas señoras y señores:

Han sido dos jornadas enriquecedoras.  Salimos de ellas con una descripción certera de la Ayuda para el Comercio.  Se trata de un resumen alentador de la forma en que potenciamos la capacidad comercial, no sólo a corto y mediano plazo sino, lo que es más importante, a largo plazo.  Es una descripción que refleja el compromiso con la Ayuda para el Comercio de la comunidad cada vez más amplia que la apoya.  A las autoridades de las instituciones que me acompañaron por primera vez aquí en 2007, y luego otra vez en 2009, y este año, se han sumado los ministros de los países desarrollados, en desarrollo y Sur-Sur, los directores de organizaciones regionales, la sociedad civil y el sector privado.  Me ha impresionado la calidad del análisis y del debate, y debo decirles que no estamos sólo ante una descripción certera, sino también sustancial.

Permítanme referirme a las dos últimas jornadas y compartir con ustedes algunas reflexiones sobre el camino a seguir.

El Tercer Examen Global ha confirmado nuestra decisión de centrarnos en mostrar resultados.  En este aspecto, he tenido muy presente la necesidad de no alejarnos lo más mínimo de este hilo conductor desde el segundo Examen Global, llevado a cabo en noviembre de 2009.  Los donantes han insistido en este mensaje debido a las presiones presupuestarias.  Los asociados lo han hecho para exigir mayor responsabilidad y transparencia.  En realidad, se trata de lograr que la responsabilidad se traduzca en eficiencia.  No obstante, más allá de los motivos, el mensaje es el mismo:  la mayor exigencia de responsabilidad no tiene marcha atrás.

Estoy convencido de que nuestra iniciativa sale fortalecida de este Examen y es más sólida porque ha hecho suya la idea de responsabilidad.  Sale fortalecida por los resultados que hemos podido presentar, pero también por la franqueza con que hemos debatido las deficiencias de los enfoques y prácticas vigentes, tanto en la distribución como en la utilización de la Ayuda para el Comercio.

Hemos tenido que lograr un delicado equilibrio entre:

  • ser esperanzadores, sin caer en la autocomplacencia;  y a su vez,
  • ser realistas, sin caer en la desmoralización.

En líneas generales, creo que lo hemos hecho bastante bien.  Sí, estamos en condiciones de mostrar resultados.  Pero también debemos reconocer la necesidad de mejorar las prácticas.  Y fortalecer la confianza en el modo en que informamos de los progresos.

Las palabras inspiradoras que pronunció el Secretario General de las Naciones Unidas esta mañana ponen de manifiesto la labor que tenemos por delante.  Me llamó particularmente la atención su planteamiento de que la Ayuda para el Comercio está “traspasando las fronteras artificiales”.  Nos instó a aplicar la misma lógica para garantizar una coherencia mayor con el desarrollo sostenible.  Es preciso reconocer los puntos de intersección de la iniciativa con ese programa más amplio, y al mismo tiempo ser consecuentes con nuestro mandato.

Debemos escuchar a la comunidad del desarrollo y explicar por qué creemos que el comercio es importante para el crecimiento económico.  Podemos esforzarnos por explicar mejor por qué la Ayuda para el Comercio puede servir de apoyo para cumplir objetivos más amplios, como la mitigación de la pobreza, el bienestar social, la seguridad alimentaria, el empoderamiento de las mujeres, la adaptación al cambio climático, la generación de energía y el desarrollo sostenible.  Al hacerlo, profundizaremos la coherencia interna de la iniciativa y también su coherencia con el contexto internacional más amplio.

Asimismo, no debemos perder de vista el hecho de que defender la Ayuda para el Comercio supone defender el sistema multilateral de comercio.  A fin de cuentas, la Ayuda para el Comercio implica conectarse con el sistema de comercio mundial, lo que significa comprender el papel que pueden desempeñar la propiedad intelectual, los servicios y las normas, esferas todas en las que existen acuerdos multilaterales.

Ése debería ser el tema principal de nuestro próximo programa de trabajo.  En mi intervención de clausura de 2009, afirmé que la Ayuda para el Comercio era “coherencia en acción”.  En 2011, quiero proponer “Profundizar la coherencia”.

En 2009 nos reunimos en el punto culminante de la crisis económica.  En ningún ámbito se notó tanto la crisis como en el mercado de financiación del comercio en pleno colapso.  Organizamos un acto mediático para lanzar el Programa de liquidez para el comercio mundial y hoy, gracias a ese programa, se han desembolsado 1.800 millones de dólares en concepto de financiación del comercio.  En estos dos días hemos oído hablar del éxito de los esfuerzos que han hecho todos ustedes al respecto.  Pero aún no estamos fuera de peligro.  Aunque los mercados hayan recobrado liquidez, han salido a relucir problemas estructurales a más largo plazo.  Ahora el reto es el acceso a la financiación, no la disponibilidad, en particular en África.  Y en ese sentido podríamos servirnos del pensamiento innovador que se expresó aquí ayer y hoy.

Cuando la comunidad del desarrollo nos pide indicadores de la Ayuda para el Comercio que permitan hacer un seguimiento de la reducción de la pobreza y otros objetivos, en realidad nos pide que nos miremos en el espejo del sistema multilateral;  y nos invita a evaluar la imagen que este nos devuelve.  No se trata meramente de los efectos de la Ayuda para el Comercio en el desarrollo;  apunta a la base de nuestros argumentos en defensa de los beneficios del sistema multilateral de comercio desde el punto de vista del desarrollo.  Se refiere a las razones por las que el Programa de Doha para el Desarrollo es una ronda para el desarrollo.

A mi juicio, al insistir en la vigilancia y la evaluación debemos recordar que también hay que examinar los progresos en el logro de los objetivos de desarrollo de nuestros Miembros y sus organizaciones regionales.  Ello significa no sólo implicar a los países asociados y a las instituciones regionales en este proceso, sino que éstos lo asuman como propio.  Es un punto que quedó muy claro a lo largo del evento.  Debemos conseguir que la vigilancia y la evaluación funcionen a ese nivel.  Debemos integrar esa dimensión en la tarea global.  En síntesis, al hacer la evaluación, en particular la de los efectos, debemos aplicar los principios de la Declaración de París sobre la identificación de los países con las actividades.  La evaluación es un reto que ha ganado relevancia en la agenda política, dada la presión presupuestaria que afrontamos.  Pero debemos conciliarlo de forma adecuada con las aspiraciones a largo plazo.  Para que se materialice la relación de causa efecto que queremos conseguir, tenemos que ser realistas en el calendario que nos fijamos.
Ello también implica que debemos:

  • Redoblar los esfuerzos realizados conjuntamente con la OCDE para elaborar una lista de indicadores de resultado significativos que tanto donantes como asociados puedan utilizar para la planificación y la aplicación;
  • Estudiar nuevas técnicas, como la evaluación de los efectos, e impulsar el enfoque de gestión basada en resultados;
  • Intensificar los esfuerzos que estamos haciendo para medir los resultados y fomentar el aprendizaje y la colaboración entre las regiones.  Agradezco especialmente que el Banco Africano de Desarrollo y el Banco Asiático de Desarrollo estén colaborando en la financiación del comercio.

Al mismo tiempo, no podemos permitir que el énfasis en los resultados entorpezca la implementación de la iniciativa.  Analizar la rentabilidad es útil, pero tiene un precio.  Además, no hay que transmitir la sensación de que aquello que no hemos medido no ha funcionado.  No exageremos.  Debemos mostrar mejor los resultados, pero no obsesionarnos con encontrarlos.  El ejercicio de vigilancia y evaluación es un elemento importante, que quizás hayamos descuidado en el pasado, pero no debería ser el único en el nuevo programa de trabajo.

Permítanme pues destacar los temas que, en mi opinión, deberán abordarse en el futuro programa de trabajo:

  • Movilización de recursos:  ese fue el verdadero tema central de nuestro trabajo desde Hong Kong hasta el Segundo Examen Global de 2009, y debe seguir siendo una cuestión fundamental.  También espero sinceramente que nuestra excelente relación de trabajo con el G-20 continúe y siga dando frutos.  El compromiso de Seúl de mantener los recursos de la Ayuda para el Comercio en los niveles de 2006 a 2008 constituye una buena garantía.  Y, como varios de ustedes han señalado, debe también ser más equitativo y respetuoso con los desafíos particulares a los que se enfrentan muchos de los Miembros presentes en esta sala.
  • Aprovechamiento de otras fuentes de financiación:  debemos también utilizar mejor los recursos de que disponemos y estudiar nuevas formas de aprovechar la financiación adicional.  Debemos seguir haciendo hincapié en asegurar una financiación adecuada del comercio.  Al mismo tiempo, como se dijo esta mañana, necesitamos identificar nuevos instrumentos financieros que permitan que la Ayuda para el Comercio explore los mercados financieros en busca de activos locales, además de contar con la habitual financiación internacional preferencial.
  • Incorporación del comercio:  los comentarios de los Ministros y otras intervenciones de ponentes y participantes, así como el excelente evento paralelo del PNUD, han puesto de manifiesto el progreso ostensible que hemos logrado en situar el comercio en los marcos de planificación regional y nacional, promoviendo la coherencia desde la base.  Pero esto no es un proceso único y definitivo.  Los planes se actualizan, los gobiernos sufren modificaciones, las prioridades cambian;  mantener el comercio en el centro de esos marcos y planes operativos es un desafío constante.  Y es un desafío para los Miembros en todos los niveles de desarrollo, ya sean PMA o no.  Necesitamos considerar cómo podemos apoyar ese proceso en los países en desarrollo Miembros.
  • Participación del sector privado:  este es el Tercer Examen Global, pero el primero que cuenta con una verdadera participación del sector privado.  La calidad de los debates en las mesas redondas de ayer pone de relieve los beneficios de incluir más al sector privado en la iniciativa, y aumentar nuestros esfuerzos por comprometerlo en el terreno.  Está claro que el objetivo principal de la Ayuda para el Comercio debe consistir en preparar el terreno para el crecimiento del sector privado, no sólo a nivel nacional, sino más allá de sus fronteras.  Debemos también recordar que no son los organismos de desarrollo los que venden sus productos en las cadenas de valor mundiales, sino las empresas.  Ellas son las que garantizarán que nuestras iniciativas de desarrollo del comercio realmente promueven un comercio que perdure después de la finalización del proyecto, y de que contemos con las condiciones adecuadas en el terreno.  Pero incluir el sector privado también significa entender que, en realidad, la “Ayuda para el Comercio” está íntimamente relacionada con la necesidad de generar “Inversiones para el Comercio”.
  • Creo que es necesario dar un papel más central a la agenda de la eficacia de la ayuda para el desarrollo en la iniciativa de Ayuda para el Comercio.  Se trata de responder a las preocupaciones que suscita su utilización eficaz y puntual, y de ser más rigurosos a la hora de medir los efectos de nuestras intervenciones.  Ese es un tema que con gusto me comprometo a tratar personalmente en el Cuarto Foro de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda al Desarrollo, que se celebrará en Busan, Corea, en noviembre de este año.  En esa ocasión también analizaremos el rol de la Ayuda para el Comercio en el aprovechamiento de otras formas de financiación del desarrollo.
  • Análisis de la relación de la Ayuda para el Comercio con otros programas:  en mis palabras introductorias utilicé la metáfora de la impresora de oficina, pero también soy el Director General que quiere crear una Secretaría sin soporte de papel.  Debemos tener en cuenta el llamamiento del Secretario General de las Naciones Unidas que insta a mantener la coherencia con el programa de desarrollo sostenible más amplio.  Creo que un programa de trabajo basado en un aumento de la coherencia nos dará la flexibilidad necesaria para afrontar ese desafío, sin alejarnos de nuestro mandato fundamental.
  • Mejorar la cooperación Sur-Sur:  tenemos buenos resultados que mostrar, pero se puede lograr más en el ámbito de la transferencia de conocimientos y capacitación.
  • Por último, la integración regional, que se manifestó en todas las sesiones como una esfera en la que coexisten buenos resultados y retos pendientes.  Esta cuestión debe ocupar nuevamente un lugar preponderante en nuestro próximo programa de trabajo, al igual que el apoyo a las actividades de los bancos de desarrollo regionales.

Y como estamos tratando la cuestión de la integración regional, quizás sea el momento oportuno para mencionar que mañana se publicará el Informe sobre el Comercio Mundial.  Los acuerdos comerciales bilaterales y regionales están aumentando no sólo en cantidad, sino también en complejidad, lo que refleja los cambios de la estructura de la producción mundial, tema que hemos debatido en los últimos dos días.  Esta evolución requiere que nos replanteemos la forma tradicional de analizar los acuerdos comerciales preferenciales.  Esos esquemas de integración profunda plantean un desafío diferente al sistema multilateral de comercio, y los responsables de la formulación de las políticas deben aprender a orientarse satisfactoriamente en ese nuevo entorno.  Es una cuestión que debatiremos con más detalle mañana, y que necesitamos incluir en nuestro nuevo programa de trabajo de la Ayuda para el Comercio, que confío estará listo para la Conferencia Ministerial de la OMC que se celebrará a fin de año.

Antes de terminar, permítanme rendir un homenaje especial a nuestro gran equipo de la Ayuda para el Comercio, de la Secretaría de la OMC.  Y con “gran” no me refiero al número de personas que lo integran, que puedo contar con los dedos de una mano, sino a su dedicación, nivel intelectual, y capacidad de escuchar, establecer contactos e informar.

En primer lugar quiero mencionar a Valentine Rugwabiza, a quien creo que algunos de ustedes han apodado “la Señora de la Ayuda para el Comercio”.  Desde 2005 ha puesto al servicio de esta iniciativa su vasta experiencia, su profunda comprensión de las diferentes realidades sobre el terreno, su calidad humana especial y su conocida perseverancia.  Ha supervisado un grupo compuesto por Shishir Priyadarshi, Michael Roberts, Matthew Wilson, Debbie Barker y el equipo de secretarias de la división de desarrollo las otras muchas personas que han hecho posible en la Secretaría que ustedes puedan participar en este evento.  Y, en este caso, voy a hacer una excepción a mi regla de no mencionar a los integrantes de mi equipo, ellos son:  Arancha Gonzalez, Joshua Setipa y Susan Conn.

Creo que todos ellos merecen un gran aplauso.

Y para terminar, permítanme compartir con ustedes una anécdota:

  • Cuando comencé a desempeñar mis funciones de Director General en 2005, el coordinador del Marco Integrado de un país de África Occidental solía traernos a mí y a mi equipo una caja de mangos;
  • Ahora, además de mangos, trae también dulce de mango y hojuelas de mango cuando nos visita.

Me parece un ejemplo muy pertinente que demuestra el poder de transformación de la Ayuda para el Comercio, y de cómo la Ayuda para el Comercio puede liberar el potencial comercial y hacer escalar posiciones en la cadena de valor.

Sigamos trabajando teniendo en cuenta que el Cuarto Examen de la Ayuda para el Comercio se celebrará dentro de dos años.  Y espero que en ese momento hayamos dado un paso más en el proceso de poner la apertura del comercio al servicio del desarrollo.


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