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1ª sesión: La Ayuda para el Comercio en síntesis, 2013: Conectarse a las cadenas de valor

Bienvenidos a la cuarta edición del Examen Global de la Ayuda para el Comercio. El tema de este año es “Conectarse a las cadenas de valor”.

Permítanme empezar con una frase que quizá no hayan oído antes: los “países menos conectados”. Esta frase resume el motivo por el cual, hoy, Angel Gurría y yo presentamos la nueva publicación “La Ayuda para el Comercio en síntesis”. Nuestra publicación conjunta responde a dos preguntas: ¿Cómo podemos conectar a los países menos conectados al comercio internacional mediante las cadenas de valor? Y, ¿cómo podemos utilizar la Ayuda para el Comercio para superar los obstáculos a que se enfrentan? Antes de responder a esas preguntas, voy a explicar qué quiero decir con “los países menos conectados”.

¿Quiénes son los menos conectados? Esta expresión la acuñó la Unión Internacional de Telecomunicaciones. El año pasado, la UIT informó de que el número de suscripciones de telefonía móvil había llegado a 6.000 millones. Cuando firmas el contrato de un teléfono inteligente, nadie te pide un título en telecomunicaciones o en informática. Lo inteligente es el teléfono ...

Lo mismo puede decirse de las cadenas de valor mundiales. No hay por qué conocer los pormenores de la maquinaria para poder montar un teléfono, fabricar la cubierta de plástico o desarrollar aplicaciones informáticas.

En resumen, un mundo de cadenas de valor ofrece muchos puntos de entrada para que las empresas se conecten a la red comercial mundial. Nuestro sistema de comercio se basa cada vez más en el comercio de tareas, y no en el comercio de productos finales. Te conectas siendo competente en una tarea y aprendiendo después otras; básicamente, se trata de pasar de una tarea a otra y de ir ascendiendo.

 

El aumento de la conectividad

Para incorporarse a una red de producción no hace falta ser un Henry Ford para fabricar todas las partes y los componentes del modelo T bajo el mismo techo. Lo que sí hay que entender es cómo Henry Ford transformó los procesos industriales. Cómo los dividió en funciones distintas en sus cadenas de montaje. Su visión comercial transformó las fábricas de automóviles. Más de un siglo después, podemos ver cómo este proceso ha transformado la fabricación mundial y la estructura del comercio. En la actualidad, el 60% del comercio mundial consiste en el intercambio de partes y componentes.

Pondré algunos ejemplos: Samoa produce cableado preformado para automóviles; el Senegal se está convirtiendo en un centro de montaje de automóviles indios. Ford ha añadido a la fábrica de Detroit donde se produce el modelo T plantas de producción en Viet Nam, la India y el Brasil. Los productos están hechos en el mundo, y no ya en éste o aquel país. La idea de Adam Smith con su fábrica de alfileres se ha propagado por todas partes.

No hay nada nuevo en estos procesos. La novedad está en su alcance y su profundidad. Impulsadas por las revoluciones del transporte y de las tecnologías de la información y por la certidumbre jurídica que ofrece la estructura de la OMC, las redes de producción llegan ahora a todo el mundo.

No se puede fragmentar la producción de una vaca o de un pollo, pero sí la producción del tractor que ara el campo y del camión frigorífico que transporta la carne. Los mismos procesos de las cadenas de valor que trajeron la carne de vacuno refrigerada de América del Sur a Europa en el siglo XIX ahora penetran en los mercados internos de los países en desarrollo. Sólo hay que pensar en la revolución de los supermercados en el África Oriental.

Volvamos por un momento al teléfono inteligente: ¿se trata de un producto o de un servicio? Los ingresos derivados de los servicios pueden ser mayores que los derivados de la venta del dispositivo físico. Y si se tiene en cuenta el componente de servicios del proceso de fabricación anterior a la compra del teléfono, más todos los servicios de transporte, financiación, diseño y venta al por menor, esa proporción es incluso mayor.

No se trata de una reflexión esotérica. Un mensaje muy importante que se desprende de nuestro estudio de vigilancia conjunto con la OCDE es que las empresas de los países en desarrollo quieren aportar valor añadido. Quieren ascender en la cadena de valor. Gran parte del valor reside en los servicios, con independencia de que los productos que se venden sean petróleo y gas, cobre, alimentos o teléfonos. La verdadera novedad reside en los aspectos de la economía mundial relacionados con los servicios. Como diría la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas, 1.000 millones de viajes privados o de negocios representan 1.000 millones de oportunidades de negocio.

Nuestras economías cambian a medida que nuestra revolución de la conectividad se acelera. Los agricultores etíopes pueden presentar cuentas por teléfono y a la mañana siguiente el dinero ya está en su cuenta bancaria. Los servicios de dinero móvil se han disparado en el África Oriental. Bangladesh se está introduciendo en la externalización de los procesos empresariales. Kenya es en la actualidad el mayor usuario de banca móvil del mundo. Los sistemas informáticos han permitido reducir el tiempo necesario para el despacho de aduana a menos de 10 minutos en algunas fronteras de América Central. Y hay más ejemplos en que la Ayuda para el Comercio ha sido la chispa que ha encendido la llama ...

 

El desafío de la conectividad

Aunque el comercio mundial está creciendo, todavía vivimos en un mundo donde poco más del 1% de ese comercio corresponde a los países menos adelantados (PMA) y 1.100 millones de personas viven en la pobreza absoluta. Pero también es un mundo en que la proporción entre quienes viven en la pobreza absoluta y la población total de los países en desarrollo bajó del 43% al 21% entre 1990 y 2010. Una reducción de casi 1.000 millones de personas, y eso en un momento en que disminuían los obstáculos al comercio y las normas de la OMC aportaban mayor certidumbre, ¿es una coincidencia? No me lo parece. Ahora que la agenda para el desarrollo después de 2015 empieza a tomar forma, considero que podemos hacer aún más para que el comercio desempeñe un papel positivo en el desarrollo.

Nuestro estudio de vigilancia apunta a varias cuestiones con respecto a las cuales el sector privado, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo, nos dice exactamente en qué esferas podemos hacer más. Se trata de cuestiones como el acceso a la financiación para las empresas y el comercio, el tiempo que llevan los trámites en frontera, una facilitación del comercio más eficaz, la capacidad de cumplir las normas, la mejora del entorno empresarial o la mejora de la capacitación.

 

La Ayuda para el Comercio marca la diferencia

Ahora tenemos pruebas sólidas para afirmar que la Ayuda para el Comercio marca la diferencia. Estamos avanzando. Unos 275 relatos de experiencias concretas, un número cada vez mayor de estudios econométricos y otras investigaciones me hacen confiar en que la Ayuda para el Comercio hace una diferencia. Pero nuestra tarea no se acaba aquí.

Desde 2005, exportar un contenedor de 20 pies desde un PMA lleva 8 días menos que antes, pero en promedio todavía hacen falta 33 días. Son 14 días más que en el caso de las economías en desarrollo que no son PMA. Y si procede de un país sin litoral, estamos hablando de una media de 42 días y unos costos que pueden duplicarse con creces. Así pues, se ha avanzado, pero queda mucho por hacer para reducir los costos del comercio ...

Del mismo modo que su navegador es su ventana abierta a Internet, la facilitación del comercio es su ventana abierta al sistema de comercio. Si su navegador es lento, no está usted conectado. Lo mismo se aplica a las aduanas y los demás servicios en frontera. De ahí la importancia de la declaración que se publicará esta mañana en la primera actividad paralela del día y la importancia de encontrar el camino para llegar a un Acuerdo sobre Facilitación del Comercio en Bali.

La crisis financiera compromete seriamente la situación. Las corrientes de la Ayuda para el Comercio son objeto de presiones. El sector privado participa cada vez más en las iniciativas de creación de capacidad, en colaboración con el sector público y con sus propias actividades. Y los asociados Sur-Sur están incrementando sus actividades. Pero las corrientes son objeto de presiones.

Juntos tenemos que explicar de forma convincente por qué sigue siendo importante la Ayuda para el Comercio. Cómo puede ayudar a los menos conectados a conectarse. Por qué debe formar parte integrante de la agenda para el desarrollo después de 2015. Estoy seguro de que el Cuarto Examen Global lo demostrará. Nos centraremos en los resultados concretos sobre el terreno y en los retos futuros, con el estímulo de los avances realizados.

Para terminar, necesitamos una visión de conjunto. Tenemos que ver la Ayuda para el Comercio en el contexto de la inversión extranjera directa, que es tan importante para conectar a los países a las cadenas de valor. La Ayuda para el Comercio marca la diferencia. Pero esa diferencia puede ser aún más positiva si tiene en cuenta los factores necesarios para mejorar el entorno empresarial y de inversiones; para conectar a quienes están menos conectados.

Muchas gracias.

 

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