WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

Intervención de Pascal Lamy en la sesión inaugural de la conferencia sobre Ayuda para el Comercio en Lima, Perú

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Quiero adherirme al Presidente Moreno en la bienvenida que les ha dado a este primer examen regional de la Ayuda para el Comercio para América Latina y el Caribe. También deseo agradecer sinceramente al Banco Interamericano de Desarrollo — nuestro asociado en esta actividad —, que ha asumido la carga más pesada de la preparación y la organización. No ha sido fácil para Luis Alberto, Toni y el resto del equipo hacerlo desde Washington, a miles de kilómetros, y quiero felicitarlos por sus esfuerzos y por el resultado. Sobre todo, quiero agradecer a nuestro anfitrión, el Gobierno del Perú. Sabemos que son tiempos muy difíciles para su país, tras el reciente terremoto, lo que hace aún más extraordinario su empeño respecto de la celebración de esta conferencia.

Esta reunión tiene un solo objetivo: ayudar a los países de América Latina y el Caribe a crear la capacidad que necesitan para aprovechar el comercio. Forma parte de una iniciativa mundial, puesta en marcha durante la Conferencia Ministerial de la OMC celebrada en Hong Kong en 2005, para ampliar la asistencia financiera internacional orientada a la creación de capacidad en los países en desarrollo. Es la primera de tres conferencias regionales, a la que seguirán una en Asia y otra en África, que nos darán la perspectiva regional sobre la ayuda para el comercio, y que culminarán con el “Examen General” que se celebrará en Ginebra los días 21 y 22 de noviembre. El incremento de la ayuda para el comercio no forma parte de la ronda de negociaciones multilaterales de Doha, cuyo objetivo es reequilibrar las normas de la OMC de una forma más favorable al desarrollo, y que debe tener éxito si realmente deseamos que el comercio fomente el desarrollo. La ayuda para el comercio no es un sucedáneo de mejores normas para el comercio, pero es un complemento importante de un sistema comercial más justo.

Creo que esta iniciativa es crucial, tanto para la región como para el sistema mundial de comercio. La economía mundial actual, que podría ampliarse y fortalecerse mediante la conclusión de la Ronda de Doha, está modificando profundamente la dinámica del desarrollo y creando inmensas posibilidades para que los países en desarrollo hagan del comercio un motor de su crecimiento. Pero para aprovechar esta oportunidad también necesitan tener acceso a la infraestructura básica que impulsa la globalización: corredores de transporte y redes de telecomunicaciones propias del siglo XXI, capaces de conectar a los exportadores con los mercados mundiales; instalaciones aduaneras modernas que hagan más rápido y eficiente el tránsito de los productos a través de las fronteras; laboratorios de pruebas para asegurar que las exportaciones cumplan las normas internacionales; “redes de seguridad” financieras que alivien las preocupaciones relativas a las crisis y los ajustes económicos; y los sofisticados conocimientos técnicos e instituciones indispensables para orientarse en un sistema mundial de comercio de suma complejidad.

Algunos de estos elementos ya están establecidos en esta región, pero muchos otros no lo están; y los países en desarrollo por sí solos no pueden facilitar las inversiones necesarias. La ayuda para el comercio tiene por objeto colmar estas “brechas” mediante la movilización y multiplicación de los recursos financieros necesarios y proporcionar un catalizador para acrecentar los intercambios, la inversión y el crecimiento. Se trata de ayudar a los países en desarrollo para que extraigan provecho del sistema mundial de comercio. Pero también se trata de fortalecer el propio sistema mundial de comercio, asegurando que las oportunidades que brinda se distribuyan de manera más amplia.

Ayer tuvieron ustedes la oportunidad de debatir uno de los actuales programas de ayuda para el comercio en la esfera de las normas. Este programa conjunto de la OMC y el BID ilustra cómo la ayuda específica a los países en desarrollo para cumplir las normas en materia de alimentos puede ayudarles en el acceso a los mercados mundiales.

Se trata de problemas importantes y contamos con poco tiempo para abordarlos. Permítanme, entonces, sugerir tres asuntos fundamentales en que debemos concentrarnos.

En primer lugar, la importancia de una dirección y una perspectiva nacionales, con el respaldo de una estrategia global para alcanzar las metas. Nadie puede decirle a un país cómo debe comerciar o hacerse más competitivo. La única estrategia de crecimiento impulsado por las exportaciones que puede tener éxito es la que los propios países desean, formulan y aplican por sí mismos. Por ello, el primer paso para la movilización de la ayuda para el comercio es hacer de la capacidad y la infraestructura relacionadas con el comercio una prioridad nacional compartida por toda la administración, con inclusión de los ministerios fundamentales, como los de comercio, finanzas, planificación, agricultura y otros. Y, puesto que el comercio atraviesa las fronteras, estas prioridades tienen a menudo un alcance regional, lo que significa encontrar nuevas formas de financiar y aplicar proyectos a escala regional. Espero que en el próximo día y medio podamos dedicar tiempo a escuchar sus estrategias, incluidas las regionales, y la manera en que tienen previsto ejecutarlas.

En segundo lugar, debemos tratar la financiación necesaria, la forma de lograrla y facilitarla con mayor eficiencia y eficacia. Esta región ha tenido experiencias –buenas y malas- en cuanto a procurar asistencia financiera para proyectos relacionados con el comercio. Debemos analizar qué ha funcionado, qué no, y por qué. Nuestro problema consiste en gran medida en lograr que los donantes y los organismos internacionales se concentren más en el comercio y el crecimiento en sus propios planes de desarrollo y convencer de que en la actual economía mundial abierta e integrada no puede haber reducción de la pobreza ni se pueden alcanzar otras metas sociales de largo plazo sin intensificar el comercio y el crecimiento económico. En esta jornada y media no vamos a cerrar la brecha del financiamiento; pero sí determinaremos las medidas inmediatas y de largo plazo necesarias para ello.

En tercer lugar, debemos concentrarnos en el papel del sector privado, por la simple razón de que quienes comercian son agricultores, empresas y sociedades, y no los gobiernos. Me alienta que estén con nosotros tantos representantes del sector privado. Queremos que nos hablen de los obstáculos a que se enfrentan y de las medidas prioritarias que hace falta adoptar. También queremos saber cómo se pueden incorporar de forma más directa las opiniones e ideas del sector privado en la planificación y las estrategias comerciales nacionales. Y puesto que la inversión privada, tanto externa como interna, debe ser parte fundamental de la solución en materia de creación de capacidad e infraestructura, debemos concentrarnos en los incentivos que se requieren para movilizar los recursos privados.

Lo que estamos emprendiendo es ambicioso. Creo que la ambición es buena; es lo que permite obtener resultados. Pero así como las mejoras en la capacidad y la infraestructura para el comercio no se darán de la noche a la mañana, tampoco podemos pretender que todas las respuestas se encuentren en Lima, ni debemos proponérnoslo. Debemos recordar que esta es una labor en curso, y que estamos al principio de lo que será un largo camino. Lo importante es ponerla en marcha; y lo estamos haciendo.

También debemos recordar que no hay una única solución mágica para todas las dificultades que he descrito, sino muchas, y que la respuesta no es crear un nuevo mecanismo, sino hacer que los muchos mecanismos ya existentes colaboren de forma más eficaz. El éxito dependerá fundamentalmente de la “coherencia”: la cooperación con todos los presentes en esta sala, con sus colegas en las capitales y con los profesionales que actúan. En esta reunión no se trata de imponer soluciones “desde arriba” se trata de crear conciencia, compartir información y crear incentivos, poniendo el problema en primer plano a fin de encontrarle y aplicarle soluciones.

Dije al comienzo que nuestra meta es una ayuda para el comercio mayor y mejor, orientada a ayudar a los países en desarrollo a aprovechar la apertura comercial y el sistema de comercio. Con ese criterio habrán de medirse nuestros éxitos o nuestros fracasos. Pero en ese desafío yace implícita la importancia de cambiar mentalidades y no solamente construir más caminos y puentes. Se trata de concentrarse en los profundos cambios económicos a escala mundial que nos rodean, en lo que esta región debe hacer para adaptarse a esos cambios, y para explotarlos, y en la visión que se necesita para conseguirlo. La empresa es ardua, pero también emocionante. Pongamos manos a la obra.

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