WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

Movilizando la ayuda para el comercio: Asia y el Pacífico
Intervención de Pascal Lamy en la sesión inaugural de la conferencia sobre Ayuda para el Comercio en Manila, Filipinas.

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Bienvenidos a este primer examen regional de la Ayuda para el Comercio en Asia y el Pacífico. En primer lugar, quisiera dar las gracias a nuestro asociado en esta actividad, el Banco Asiático de Desarrollo. El Presidente Kuroda y su equipo han asumido la carga más pesada de la preparación y la organización, por lo que el excelente resultado conseguido no ha de extrañar a quienes conozcan la atención al detalle, la energía y la profesionalidad que caracterizan a esta institución.

También quisiera expresar mi gratitud a nuestro anfitrión, el Gobierno de Filipinas, que ha brindado su apoyo entusiasta a la idea desde que la abordé por primera vez con la Presidenta Arroyo en el mes de abril. Tiene perfecto sentido que estemos celebrando este evento en uno de los países más dinámicos de la que muy posiblemente sea la región más dinámica de la economía mundial. China, la India y otras enérgicas potencias asiáticas han creado un nuevo modelo, y una nueva fuente de inspiración, para el mundo en desarrollo. Un modelo que permite encauzar la globalización, a través del comercio y la integración, para convertirla en un motor de crecimiento sin precedentes capaz de mejorar los niveles de vida y reducir la pobreza. Parte de nuestro reto en el día y medio que tenemos por delante consistirá en aprender del éxito del continente asiático y en transmitir a otros esas enseñanzas.

Esta reunión, que tiene como único objetivo ayudar a los países de Asia y el Pacífico a crear la capacidad que necesitan para obtener provecho del comercio, forma parte de una iniciativa mundial que se puso en marcha en la Conferencia Ministerial de la OMC celebrada en Hong Kong en 2005 con el fin de ampliar la asistencia financiera internacional a la creación de capacidad comercial en los países en desarrollo. Es la segunda de tres conferencias regionales — tras la organizada en Lima la semana pasada y antes de la que tendrá lugar en Dar es Salaam a comienzos de octubre- que ofrecerán la perspectiva regional de la Ayuda para el Comercio y culminarán en un "Examen Mundial" que tendrá lugar en Ginebra los días 21 y 22 de noviembre.

La principal contribución de la OMC al crecimiento y el desarrollo -en esta región y en el mundo- es la actual Ronda de Doha de negociaciones comerciales multilaterales, que, en términos de apertura de los mercados y fortalecimiento de las normas internacionales, promete tener un mayor alcance que la Ronda Uruguay. No obstante, aunque imprescindible para el desarrollo, la liberalización del comercio no basta por sí sola. Lo que Asia nos ha demostrado es que los países también necesitan tener acceso a la infraestructura básica que impulsa la globalización: corredores de transporte y redes de telecomunicaciones propias del siglo XXI, capaces de conectar a los exportadores con los mercados mundiales; instalaciones aduaneras modernas que hagan más rápido y eficiente el tránsito de los productos a través de las fronteras; laboratorios de pruebas para asegurar que las exportaciones cumplan las normas internacionales, y los sofisticados conocimientos técnicos e instituciones indispensables para orientarse en un sistema mundial de comercio de suma complejidad.

Algunos de esos elementos ya están presentes en esta región, pero otros faltan, y los países más pobres no pueden facilitar en solitario las inversiones necesarias. La Ayuda para el Comercio tiene el cometido de colmar estas “brechas” mediante la movilización y multiplicación de los recursos financieros necesarios y actuando de catalizador para el aumento de los intercambios comerciales, la inversión y el crecimiento. Se trata de ayudar a los países en desarrollo para que se beneficien del sistema mundial de comercio. Pero también se trata de fortalecer el propio sistema mundial de comercio, asegurando que las oportunidades que brinda se distribuyan de manera más amplia.

Son éstos problemas importantes, y contamos con poco tiempo para abordarlos. Permítanme, pues, sugerir tres asuntos fundamentales en que debemos concentrarnos:

En primer lugar, la importancia de la perspectiva nacional, respaldada por una estrategia integral para alcanzar las metas. Nadie puede decirle a un país cómo debe comerciar o hacerse más competitivo. La única estrategia de crecimiento impulsado por las exportaciones que puede tener éxito es la que los propios países desean, la que formulan y aplican por sí mismos y la que no cambia de rumbo a lo largo del tiempo. Por ello, el primer paso para la movilización de la Ayuda para el Comercio es hacer de la capacidad y la infraestructura relacionadas con el comercio una prioridad nacional compartida por toda la administración, con inclusión de los ministerios fundamentales, como los de comercio, finanzas, planificación y agricultura. Y, puesto que el comercio atraviesa las fronteras, estas prioridades tienen a menudo un alcance regional, lo que significa encontrar nuevas formas de financiar y aplicar proyectos a escala regional. Espero que en el próximo día y medio podamos dedicar tiempo a escuchar sus estrategias, incluidas las regionales, y la manera en que tienen previsto ejecutarlas.

En segundo lugar, debemos concentrarnos en la financiación necesaria, y en la forma de movilizarla y de facilitarla con mayor eficiencia y eficacia. Ayer tuvieron ustedes la oportunidad de debatir uno de los actuales programas de Ayuda para el Comercio en la esfera de las normas. Este programa conjunto ilustra cómo la ayuda específica a los países en desarrollo para cumplir las normas en materia de alimentos puede ayudarles en el acceso a los mercados mundiales. Espero que en el próximo día y medio tengamos ocasión de debatir un amplio abanico de programas y proyectos, y analizar qué tipo de recursos, tanto en forma de asistencia al desarrollo como de préstamos multilaterales, se precisan para llevarlos adelante. Parte del desafío consiste en lograr que los donantes y los organismos internacionales se concentren más en el comercio y el crecimiento en sus respectivos planes de desarrollo y convencer de que en la actual economía mundial abierta e integrada no puede haber reducción de la pobreza ni se pueden alcanzar otras metas sociales de largo plazo sin intensificar el comercio y el crecimiento económico. En esta jornada y media no vamos a cerrar la brecha del financiamiento, pero sí determinaremos las medidas inmediatas y de largo plazo necesarias para ello.

En tercer lugar, debemos concentrarnos en el papel del sector privado, por la simple razón de que quienes comercian son los agricultores, empresas y sociedades, y no los gobiernos. Me alienta que estén con nosotros tantos representantes del sector privado. Queremos que nos hablen de los obstáculos con que tropiezan y de las medidas prioritarias que hace falta adoptar. También queremos saber cómo se pueden incorporar de forma más directa las opiniones e ideas del sector privado en los planes y estrategias comerciales nacionales. Y puesto que la inversión privada, tanto externa como interna, debe ser parte fundamental de la solución en materia de creación de capacidad e infraestructura, debemos concentrarnos en los incentivos que se requieren para movilizar los recursos privados.

Lo que estamos emprendiendo es ambicioso. Creo que la ambición es buena; es lo que permite obtener resultados. Pero así como las mejoras en la capacidad y la infraestructura para el comercio no se darán de la noche a la mañana, tampoco podemos pretender que todas las respuestas se encuentren en Manila, ni debemos proponérnoslo. Debemos recordar que ésta es una labor en curso, y que estamos al principio de lo que será un largo camino. Lo importante es ponerla en marcha; y lo estamos haciendo.

También debemos recordar que no hay una única solución mágica para todas las dificultades que he descrito, sino muchas soluciones, y que la respuesta no es crear un nuevo mecanismo, sino hacer que los muchos mecanismos ya existentes colaboren de forma más eficaz. El éxito dependerá fundamentalmente de la “coherencia”: la cooperación con todos los presentes en esta sala, con sus colegas en las capitales y con los profesionales que actúan sobre el terreno. En esta reunión no se trata de imponer soluciones “desde arriba”, sino de crear conciencia, intercambiar información y generar incentivos, poniendo el problema en primer plano a fin de que todos nosotros trabajemos juntos para encontrar y aplicar soluciones.

He empezado diciendo que nuestra meta es una Ayuda para el Comercio mayor y mejor, orientada a ayudar a los países en desarrollo a aprovechar la apertura comercial y el sistema de comercio. Con ese criterio habrán de medirse nuestros éxitos o nuestros fracasos. Pero en ese desafío yace implícita la importancia de cambiar mentalidades y no solamente construir más caminos y puentes. La economía mundial actual está modificando drásticamente la dinámica del desarrollo y creando inmensas posibilidades para que los países en desarrollo hagan del comercio un motor de su crecimiento. Confío en que esta conferencia nos anime a centrarnos en los profundos cambios económicos que nos rodean, en el modo de adaptarnos a estos cambios y sacar partido de ellos y en las posibilidades de extender a todos los países de la región la perspectiva asiática del desarrollo.

He aquí un reto estimulante para una región estimulante. Pongamos manos a la obra.

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