WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

Conferencia de alto nivel sobre la seguridad alimentaria mundial — Roma

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Señoras y señores:

El principal mensaje que les quiero transmitir hoy es sencillo; a fin de hacer frente al desmesurado incremento de los precios de los alimentos, la oferta debe ajustarse a la demanda. Y el comercio contribuirá a ello. Intercambios comerciales más fáciles y abiertos pueden fortalecer la capacidad de producción de los países en desarrollo y hacer a estos países menos vulnerables. Soy consciente de que no todos comparten esta opinión y que algunos piensan que un comercio más abierto puede perjudicar su capacidad de producción interna. Pero analicemos las cifras.

Al revisar la lista de los 22 países que la FAO ha identificado como los más “vulnerables” a la crisis de los precios de los alimentos, observamos que algunos de ellos figuran entre las economías del mundo “menos integradas al comercio” en el sector agrícola. Entre esos países están, por ejemplo, Zambia, que importa únicamente el 4 por ciento de su abastecimiento total de cereales, y Camboya, que importa sólo el 5 por ciento de ese abastecimiento. Si estos países se encuentran entre los más vulnerables a la crisis de los precios de los alimentos ello no se debe a su integración en los mercados agrícolas internacionales. Más bien, se debe a que importan casi el 100 por ciento de su petróleo, y con el aumento de los precios de ese producto, se han empobrecido.

Muy por el contrario, el comercio internacional puede ayudar a mitigar la escasez de alimentos canalizándolos hacia donde se necesitan. También puede mejorar la eficiencia desplazando la producción hacia los países que tienen la mayor ventaja comparativa. Mediante una competencia más intensa y leal, el comercio internacional puede ayudar a reducir los precios. Pero todo esto presupone que se encare el problema de las subvenciones a la agricultura causantes de distorsión del comercio, que han dado una ventaja injusta a los agricultores ricos del mundo. También sería necesario reducir los aranceles. Los Miembros de la OMC acordaron estos dos objetivos cuando pusieron en marcha la Ronda de Doha para el Desarrollo en 2001.

El cambio climático también figura en el orden del día de esta reunión y con justa razón, dadas las muchas repercusiones que tendrá en la agricultura, una de las cuales es el agravamiento potencial de la escasez de agua. En 2006, el Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD señaló a nuestra atención el ahorro de agua que podía conllevar el comercio internacional. El “comercio virtual de agua” —como lo llamó el PNUD— podría permitir la reducción del consumo de agua en los países importadores. En el Informe figura el notable ejemplo de Egipto. Si ese país intentara lograr la autosuficiencia en la agricultura, ¡tendría que importar agua!

Igualmente, si los países del Norte se fijaran el objetivo de aumentar la producción agrícola en invernaderos, muy pronto su huella de carbono complicaría las ya de por sí complejas negociaciones sobre el cambio climático.

La FAO sostiene que, contrariamente a algunos argumentos que se escuchan en el sentido de que el mundo se acerca al “máximo” de lo que puede producir, la producción agrícola puede aumentar. Puede seguir el ritmo de la creciente demanda de alimentos. No obstante, para que el equilibrio “mundial” entre la oferta y la demanda se traduzca en equilibrios a “nivel nacional”, es necesario hacer frente a las numerosas restricciones al comercio y distorsiones injustas que obstaculizan la producción y el transporte de los alimentos.

Por ello las negociaciones comerciales de la Ronda de Doha que se celebran en la OMC pueden ser parte de la respuesta a plazo medio y largo a la crisis de los precios de los alimentos. Podrían dar lugar a la reducción de las subvenciones causantes de distorsión del comercio que han menoscabado la capacidad de producción del mundo en desarrollo. También podrían llevar a la reducción de los aranceles —si bien manteniendo redes de seguridad adecuadas— con lo que aumentaría el acceso de los consumidores a los alimentos gracias a los precios más bajos. De esa forma se ganaría en eficiencia. Estaría en falta si no mencionara que las negociaciones también ofrecen la posibilidad de fortalecer las normas de la OMC relativas a las restricciones a la exportación.

Señoras y señores, sabemos que la crisis a la que nos enfrentamos actualmente tiene muchas facetas y que para combatir los elevados precios de los alimentos será necesario adoptar diversas iniciativas de política a nivel nacional e internacional a corto, medio y largo plazo. La reducción de los obstáculos injustos al comercio puede ser parte de la solución, pero dista de ser suficiente. Estoy convencido de que es vital fortalecer la capacidad de producción del mundo en desarrollo, que, como nos ha dicho Jacques Diouf, es el desafío número uno.

Gracias.

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