WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO

FORO MUNDIAL DE LA INFANCIA, “REPERCUSIONES DEL COMERCIO EN LOS DERECHOS DEL NIÑO”


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Señoras y señores, me complace enormemente estar hoy aquí.

Desearía agradecer a Sus Majestades su invitación a participar hoy con ustedes en este Foro y felicitarles por esta excelente iniciativa.

Voy a hablarles de lo que el comercio puede hacer por los niños.

Cuando se supo que vendría aquí a hablarles de estas cuestiones, algunos dijeron que no veían cuál podía ser la relación.

Sin embargo, yo creo que los vínculos son bastante obvios.

Para empezar, la Organización Mundial del Comercio nació en 1995, así que, en realidad, todavía está en la adolescencia.

Hablando en serio, la finalidad del sistema mundial de comercio es crear algunas de las condiciones esenciales que se necesitan para mejorar las vidas de los niños y sus perspectivas de futuro.

Al fin y al cabo, cuando diariamente vamos al trabajo en Ginebra eso es lo que tratamos de hacer.

Pero seamos un poco más específicos. Quiero utilizar esta intervención para señalar tres cuestiones destacadas en las que los intereses del comercio y los de la infancia coinciden, y en las que quizá cada uno de nosotros puede hacer un poco más para que nuestra actuación tenga más repercusión. Una concierne a los países desarrollados y las otras dos a los países en desarrollo.

 

1. DESEMPLEO JUVENIL

Esta es la primera cuestión: la crisis de los últimos años ha afectado gravemente a muchas economías occidentales, y una de sus consecuencias más preocupantes son los elevados índices de desempleo juvenil.

Estos índices han alcanzado el 50% en algunos países. Sus repercusiones son muy significativas y mucho más perjudiciales que la simple pérdida de capacidad productiva de la economía.

Los estudios sobre los jóvenes ponen de manifiesto el efecto corrosivo que puede tener el desempleo en su confianza, su motivación y su visión del futuro, y despiertan el fantasma de una “generación perdida”.

El comercio puede ser parte de la solución, puesto que uno de los aspectos fundamentales en los que puede contribuir es la creación de empleo.

El pasado mes de diciembre, la OMC alcanzó en Bali un importante acuerdo comercial a nivel multilateral, que podría marcar una gran diferencia a este respecto, ya que los economistas predicen que podría generar 21 millones de puestos de trabajo.

Naturalmente, la relación causa-efecto es compleja. En 2012 llevamos a cabo un gran estudio sobre esta cuestión junto con la OCDE y otras entidades.

Los resultados obtenidos revelan que el comercio puede desempeñar una función determinante, pero para que resulte eficaz se han de incluir reformas comerciales en políticas que favorezcan el logro de esos objetivos.

Los países en los que la apertura del comercio no ha logrado estimular el crecimiento tienen como denominador común políticas macroeconómicas inestables, derechos de propiedad inadecuados, una inversión pública insuficiente para superar las limitaciones de la oferta u otras limitaciones de índole sociopolítica.

Así pues, para que los efectos positivos del comercio se materialicen de forma que permitan atajar el desempleo juvenil, debemos reconocer sus vínculos con otras esferas de política.

Si se adopta el enfoque adecuado, el comercio no sólo genera más empleos, sino que se transforma en un instrumento para que esos empleos sean de mejor calidad.

En los empleos orientados a la exportación el salario suele ser más elevado. En Europa Occidental, el salario de los empleados de esas empresas centradas en la exportación es entre un 10% y un 20% superior al salario medio. (Y, por cierto, en el África Subsahariana esa cifra es incluso superior: el 34%.)

Por supuesto, también hay que afrontar el reto de garantizar que los trabajadores con bajo nivel de cualificación no queden marginados.

Pero la recompensa es que estos empleos orientados a la exportación, gracias a que ofrecen mejores perspectivas y a la oportunidad que brindan a los jóvenes desempleados de acceder al mercado laboral, también pueden proporcionar un renovado sentido de la confianza y la esperanza, lo cual tiene un valor inestimable.

 

2. POBREZA INFANTIL

La segunda cuestión, volviendo al ámbito de los países en desarrollo, se refiere a la persistente tragedia de la pobreza infantil.

Al apoyar el crecimiento económico y la mitigación de la pobreza, el comercio puede ser un importante motor de cambio y contribuir así a mejorar sustancialmente las perspectivas de los niños.

Los responsables del estudio “Young Lives”, realizado por la Universidad de Oxford durante 15 años en la India, Etiopía, el Perú y Viet Nam, determinó que el crecimiento ofrece a los gobiernos y las familias un espacio financiero para invertir en los niños y crear mejores infraestructuras y oportunidades.

Es ilustrativo el hecho de que uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, reducir a la mitad el índice de pobreza extrema antes de 2015, se haya alcanzado bastante antes de lo previsto.

Sirva como ejemplo China, donde el desarrollo de un modelo de crecimiento basado en las exportaciones ha llevado al país a ser la segunda economía del mundo y la primera nación en términos comerciales. Al mismo tiempo, también ha logrado reducir los índices de pobreza infantil del 60% al 12% entre 1990 y 2010.

Otras economías han seguido una trayectoria similar, al utilizar el sistema de comercio para aumentar rápidamente su crecimiento económico y recortar los índices de pobreza extrema.

Fíjense en Viet Nam o en los países que han abandonado recientemente la categoría de países menos adelantados: Samoa, Cabo Verde y Maldivas. Una vez más queda patente hasta qué punto el comercio y una mayor inversión pueden marcar la diferencia en el logro de un desarrollo socioeconómico más inclusivo.

No obstante, el índice de reducción de la pobreza en su conjunto no siempre se refleja en el ámbito de la pobreza infantil. En el estudio “Young Lives” también se sostiene que, aunque el crecimiento económico es trascendental, lo más importante para la infancia es la naturaleza o la calidad de ese crecimiento.

Tenemos que aprovechar más eficazmente el crecimiento y transformarlo en un cambio social que beneficie a los niños pobres y sus familias. He aquí un desafío apremiante para los políticos:

  • a nivel internacional, facilitar los marcos y mecanismos apropiados para un crecimiento de calidad; y
  • a nivel nacional, garantizar que nadie queda al margen, especialmente los niños.

Así pues, el debate que se está desarrollando para concretar los objetivos que sustituirán a los Objetivos de Desarrollo del Milenio será crucial a este respecto, especialmente porque determinará el programa de trabajo hasta 2030.

Para los más de 300.000 bebés que nacerán hoy, ese período abarca prácticamente toda su infancia y su adolescencia futuras. Por ello, este debate es sumamente importante.

Hace sólo unas semanas me reuní con Ban Ki-moon para tratar sobre el proceso hacia los nuevos “objetivos de desarrollo sostenible” propuestos. Y creo que algunas cuestiones importantes relativas a la labor de la OMC en Ginebra se mantienen en el debate actual:

  • ¿De qué modo deberíamos reconocer la función del comercio en la reducción de la pobreza y el apoyo al crecimiento?
  • ¿Cómo podemos establecer vínculos entre el programa de comercio y crecimiento económico y las medidas eficaces contra la pobreza infantil?
  • Y quizá lo más importante, ¿cómo podemos garantizar que la voz de los afectados esté presente en el debate? ¿Cómo podemos asegurar que se escucha debidamente la voz de los niños y sus familias?

 

3. UN CONOCIMIENTO MÁS AMPLIO DEL DESARROLLO

Esto me lleva a la tercera y última cuestión: sacar a los niños de la pobreza es esencial, pero no es suficiente.

Debemos contemplar las vidas de los niños de un modo más holístico.

Robert F. Kennedy advirtió sobre lo limitadas que son las mediciones económicas e hizo la siguiente información:

“El producto nacional bruto no tiene en cuenta la salud de nuestros hijos, la calidad de su educación ni su felicidad cuando juegan. […] En resumen, lo mide todo, excepto lo que hace que la vida merezca la pena.”

Naturalmente, en esto consiste el Índice de Desarrollo Humano, en la necesidad de situar a las personas en el centro de la elaboración de las políticas.

Y, como señalaba antes, el comercio no se basa únicamente en dólares y centavos ni en coronas y öre.

Debemos tener una mayor amplitud de miras. Creo que el comercio puede contribuir a establecer las condiciones que permitan a los niños llevar una vida mejor.

Y en el plano más fundamental, podemos lograrlo mediante el sostenimiento de la familia, por ejemplo, reduciendo la conflictividad, ayudando a crear un entorno estable y unas condiciones previsibles, y favoreciendo la obtención de mayores niveles de ingresos.

A su vez, esto puede ayudar a proporcionar servicios educativos y sanitarios de mayor calidad, mientras que unas comunicaciones mejoradas gracias al comercio también pueden contribuir a brindar un mejor acceso a la medicina.

Amartya Sen, uno de los creadores del Índice de Desarrollo Humano, sostiene que el verdadero desarrollo se alcanza a través de la libertad.

Creo que al alentar la apertura, la cooperación y la democracia, el comercio también respalda esta idea.

 

CONCLUSIÓN

No me cabe duda de que, aunque el comercio quizá no pueda transformar la vida de los niños por sí mismo, puede ser un factor muy importante si se combina de forma adecuada con otras políticas.

Deberíamos, pues, aprovechar al máximo este potencial.

Para terminar, desearía compartir con ustedes una última reflexión.

Con la creación de un sistema mundial de comercio tras la segunda guerra mundial no se pretendía simplemente apoyar al comercio como un fin en sí mismo, sino como instrumento para alcanzar un objetivo.

Se basó en el convencimiento de que el comercio genera paz y estabilidad, impulsa el crecimiento y el desarrollo y nos ayudar a vivir mejor y más felices.

Traicionaríamos esa misión si no intentásemos garantizar que los intereses de la infancia ‑especialmente en los países en desarrollo- estén siempre en nuestros pensamientos y en nuestros corazones.

Muchas gracias.

 

 

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