WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG ROBERTO AZEVÊDO


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Buenas tardes, señoras y señores.

Es un placer estar aquí en la Universidad de Victoria, y aquí en Nueva Zelandia.

Quiero dar las gracias a Peter Kennedy y al New Zealand Institute of International Affairs por haber organizado este acto.

Nos encontramos en un momento crucial para el sistema multilateral de comercio, y por eso me complace particularmente estar aquí hoy.

Nueva Zelandia es conocida por defender ardientemente el libre comercio, y por ser una de las economías más abiertas del mundo.

Esta es una nación comerciante. Aproximadamente 4 de cada 10 dólares que produce la economía son generados por las exportaciones.

Este país fue una de las 23 partes firmantes del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio en 1948, y fue Miembro fundador de la OMC en 1995.

Ustedes han dado siempre muestra de un extraordinario liderazgo en el sistema multilateral de comercio, y también en el plano nacional, mediante profundas reformas destinadas a abrir la economía y diversificar su base de exportaciones, ahora incorporadas en la "Business Growth Agenda", su programa de fomento de la actividad empresarial.

Ese liderazgo resulta tanto más notable si se tienen en cuenta el tamaño y el relativo aislamiento geográfico de su país. Creo que Nueva Zelandia es un ejemplo de cómo pueden superarse tales dificultades.

Ustedes han aprovechado sus ventajas competitivas, por ejemplo en la agricultura, para obtener el máximo beneficio del sistema de comercio -lo que les ha permitido llegar a ser líderes mundiales en varios campos-, y han utilizado el sistema multilateral para hacer que su voz sea oída en el plano internacional.

Soy testigo directo de que en la OMC Nueva Zelandia se toma muy en serio su participación en el sistema mundial de comercio. Creo que nadie negará que por eso tienen ustedes mucha más actividad e influencia de lo que cabría esperar teniendo en cuenta únicamente el tamaño de su economía o de su mercado.

Además de participar plenamente en las negociaciones, ustedes utilizan otros elementos del sistema para beneficiar asimismo a los neozelandeses.

Las pequeñas economías pueden obtener grandes beneficios de la plataforma que ofrece la OMC. Por ejemplo, Nueva Zelandia ha logrado en varias ocasiones poner fin a medidas comerciales de economías mucho mayores gracias al mecanismo de solución de diferencias de la OMC.

Como ven, sé que aquí el valor del comercio es ampliamente reconocido.

Con todo, espero, en los próximos minutos, ser capaz de transmitirles por qué la OMC es más importante que nunca para Nueva Zelandia y por qué, un año después del éxito de nuestra Conferencia Ministerial en Bali, su apoyo al sistema multilateral de comercio será absolutamente crucial en las próximas semanas y meses.

Lo cierto es que en esta última semana -por ejemplo, en las recientes Cumbres del APEC y el G-20, en las que Nueva Zelandia ha participado- ha habido algunas buenas noticias para el sistema multilateral de comercio y la OMC. Volveré a este punto en unos instantes.

Pero permítanme que antes, para situar esas noticias en su contexto, les presente un panorama global de la situación del comercio tal y como yo la veo actualmente.

Es indudable que, con la proliferación de acuerdos de libre comercio de carácter no multilateral, la situación del comercio se haya vuelto más compleja en los últimos años.

Nueva Zelandia tiene nueve acuerdos comerciales regionales en vigor, lo que es muestra de su liderazgo en la región de Asia y el Pacífico, como lo son las recientemente concluidas negociaciones con Corea.

Ustedes han tenido también un papel decisivo en el establecimiento de los puentes comerciales que condujeron a muchas de esas iniciativas. Por ejemplo, Nueva Zelandia desempeñó un papel clave en el inicio de las negociaciones del Acuerdo de Asociación Transpacífico.

A mi juicio, esas iniciativas coexisten con el sistema multilateral, y pueden impulsarlo de manera significativa.

Son ladrillos que pueden ayudar a construir el edificio de las normas comerciales mundiales y la liberalización del comercio.

Pero no hay duda de que esos acuerdos se han multiplicado a un ritmo mucho más rápido en los últimos años. La OMC ha recibido más de 250 notificaciones de acuerdos regionales actualmente vigentes.

Creo que debemos reconocer que ello se debe en parte a la frustración por el ritmo de los resultados en la OMC. Se tiene la impresión de que esos otros acuerdos pueden producir resultados más rápidamente.

Sin embargo, aunque esas iniciativas complementan el sistema multilateral de comercio, es evidente que no pueden sustituirlo. Tenemos que seguir trabajando en todos los planos.

Permítanme explicarles por qué.

Sencillamente, hay muchas cuestiones importantes que solo pueden abordarse eficazmente en el contexto multilateral, a través de la OMC.

Las subvenciones a la agricultura -una cuestión esencial para Nueva Zelandia- no pueden abordarse plenamente en acuerdos bilaterales.

Sé muy bien que continuar las reformas en la agricultura es fundamental para mantener los medios de subsistencia de muchos neozelandeses.

Como destacado exportador de productos agropecuarios, y como primer exportador mundial de productos lácteos, siguen ustedes topando con altos niveles de protección en muchos mercados, tanto en países desarrollados como en países en desarrollo.

Los obstáculos al comercio cuestan a sus exportadores 2.000 millones de dólares al año, lo que equivale aproximadamente a 525 dólares por cada ciudadano de este país.

Por lo tanto, es esencial que hagamos avances en este campo, y el único lugar en el que esos avances pueden ser efectivos es la OMC.

Pero esta no es la única cuestión que es intrínsecamente multilateral.

Las negociaciones sobre la facilitación del comercio en la OMC han concluido con éxito porque, desde el punto de vista económico, no tiene sentido reducir los trámites burocráticos o simplificar los procedimientos comerciales en frontera en uno o dos países: si se hace para un país, se hace, en la práctica, para todos.

No es eficiente liberalizar la reglamentación de los servicios financieros o de las telecomunicaciones solo para un interlocutor comercial: lo mejor es negociar las concesiones recíprocas en materia de servicios en el plano mundial, en la OMC.

Las disciplinas en materia de medidas comerciales correctivas tales como la aplicación de derechos antidumping o compensatorios no pueden ser significativamente más estrictas que las normas de la OMC.

Sencillamente, muy pocos de los grandes desafíos a los que se enfrenta actualmente el comercio mundial pueden resolverse fuera del sistema mundial. Son problemas mundiales que exigen soluciones mundiales.

De hecho, parece innecesario insistir en que empresas mundiales que operan en mercados mundiales exigirán inevitablemente normas mundiales.

Sin embargo, lo cierto es que las empresas mundiales están mejor preparadas y más capacitadas para hacer frente a la complejidad de la reglamentación, aunque ello supone una sangría de recursos cada vez mayor.

Lo más frecuente es que sean los pequeños operadores y las pymes los que salen perdiendo.

Las pymes tienen una proyección internacional cada vez mayor, pero, por su propia naturaleza, no tienen la misma capacidad para superar obstáculos tales como la existencia de sistemas de normas complejos y diversos.

Probablemente serán las pymes las más beneficiadas por la eliminación de los obstáculos que entorpecen el comercio de las empresas. Y así debe ser, porque son ellas por lo general las que más empleo crean.

Las normas mundiales contribuyen a ese objetivo, y son un importante seguro contra el retroceso, que nos garantiza que, aunque no siempre podamos avanzar, el sistema multilateral no permitirá que los países recaigan en malas prácticas y establezcan arbitrariamente nuevos obstáculos.

Pero es necesario examinar el conjunto de la situación.

El débil crecimiento de muchas economías desarrolladas, unido a los signos de descenso del crecimiento en las economías emergentes, ha llevado a algunos a pensar que en los años posteriores a la crisis no solo hemos perdido crecimiento del PIB, sino que también se han reducido las perspectivas de crecimiento.

Por lo tanto, necesitamos encontrar respuestas estructurales para impulsar la productividad, y la liberalización del comercio es sin duda una de ellas.

Ha pasado mucho tiempo desde los últimos grandes avances en este campo: hace ya dos decenios que se concluyó la Ronda Uruguay y se creó la OMC.

Estamos viviendo de las rentas de la liberalización lograda por nuestros antecesores, de las reformas negociadas hace una generación.

Y todos sabemos que los grandes beneficios no van a lograrse negociando acuerdos de libre comercio con países que ya tienen aranceles bajos, sino con aquellos que aún tienen grandes reducciones por hacer.

Por lo tanto, tenemos que hacer progresos en el plano multilateral para generar los empleos, el crecimiento y el desarrollo que todos deseamos.

Ha pasado ya un año desde que logramos cerrar con éxito la Conferencia Ministerial de la OMC en Bali.

Fue un momento extraordinario:

  • En primer lugar, porque los Miembros llegaron a una serie de acuerdos muy importantes sobre la facilitación del comercio, la agricultura y el desarrollo que prometen dar un verdadero impulso a la economía.
  • Y, en segundo lugar, porque fue el primer acuerdo multilateral que lograba la OMC en casi 20 años.

Quiero aprovechar esta oportunidad para dar las gracias al Gobierno de Nueva Zelandia por los esfuerzos que desplegó para que la Conferencia de Bali fuera un éxito.

El Ministro Tim Groser sigue siendo un ardiente defensor del sistema multilateral de comercio, y son pocos los que lo conocen mejor que él. El Embajador de Nueva Zelandia en Ginebra, John Adank, también ha desempeñado un papel clave, al igual que muchos de sus predecesores. Actualmente, John es Presidente del Grupo de Negociación sobre la Agricultura de la Ronda de Doha.

Por lo tanto, una vez más, el liderazgo de Nueva Zelandia a todos los niveles tiene una importancia vital.

Bali insufló nueva vida a la Organización, y durante el primer semestre del año avanzamos con una sensación de confianza e ímpetu renovados.

Por ello tratamos de abordar algunas de las cuestiones más importantes de la Ronda de Doha, que habían estado estancadas durante varios años.

Pero el mundo de las negociaciones comerciales nunca es fácil; hay muchos altibajos. En julio, apenas unos meses después de Bali, incumplimos un importante plazo para la aplicación del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio.

Las diferencias de opinión sobre la aplicación de dos decisiones de Bali -las relativas a la facilitación del comercio y a los programas de constitución de existencias públicas- desembocaron en un estancamiento.

Y ello ha dado lugar en la práctica a una parálisis del conjunto de las negociaciones de la OMC.

Como es natural, hemos trabajado firmemente desde julio para encontrar un modo de avanzar.

Y aquí es donde voy a referirme a las buenas noticias que hemos recibido en los últimos siete días.

El jueves pasado recibí noticias muy positivas: los Estados Unidos y la India habían llegado a un entendimiento que podría ayudarnos a salir del estancamiento y abrir una vía que haga posible la aplicación de todas las decisiones de Bali, incluido el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio.

Acojo con gran satisfacción esta noticia y aplaudo el liderazgo de que han dado muestra la India y los Estados Unidos para lograr un avance.

Se trata de un paso significativo en nuestros esfuerzos por volver a encarrilar el Paquete de Bali y el sistema multilateral de comercio.

Y el domingo, en Brisbane, hubo más buenas noticias: el firme compromiso de todos los dirigentes del G-20 de aplicar todos los elementos del Paquete de Bali. Todos ellos acogieron con gran satisfacción el logro de la India y los Estados Unidos, que podría ayudar ahora a allanar el camino para aplicar todos los elementos del Paquete de Bali, incluido el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio de la OMC.

Por eso, inmediatamente después de esta reunión, iré al aeropuerto y tomaré un avión para volver a Ginebra.

Ahora tenemos que celebrar consultas en Ginebra para forjar un consenso entre todos los Miembros de la OMC. Tenemos una reunión extraordinaria del Consejo General el 26 de noviembre, en la que espero que podamos confirmar que el Paquete de Bali está de nuevo encarrilado.

Es esencial que aprovechemos este impulso para avanzar en todas las esferas de nuestra labor.

Nos encontramos en un momento crucial para el futuro de la OMC.

En primer lugar, tenemos que lograr el apoyo del conjunto de los Miembros de la OMC para el acuerdo alcanzado entre los Estados Unidos y la India.

Salir del estancamiento será solo el comienzo de nuestra labor para aplicar lo acordado en Bali.

Tenemos que iniciar la aplicación del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio y hacer avanzar nuestros trabajos encaminados a lograr una solución permanente en relación con la constitución de existencias públicas con fines de seguridad alimentaria. También tenemos que llevar a la práctica todos los demás elementos del Paquete de Bali, centrándonos especialmente en las cuestiones relacionadas con los PMA.

Es necesario que avancemos también en lo que concierne al programa de trabajo posterior a Bali. Por eso observé con satisfacción el firme respaldo de los dirigentes del G-20 a nuestros esfuerzos para elaborar un programa de trabajo a este respecto lo antes posible.

De hecho, en las deliberaciones sobre el comercio que los dirigentes del G-20 mantuvieron en Brisbane, me fue muy grato constatar su reconocimiento claro e inequívoco de la importancia del sistema multilateral de comercio. Y el Primer Ministro Key estuvo entre los que con mayor rotundidad hablaron de la importancia del comercio como motor del crecimiento.

Por supuesto, los líderes también reconocieron que tenemos problemas, por eso observé con aun mayor agrado que decidieran celebrar otra reunión en Turquía el año próximo para examinar específicamente cómo podemos lograr que el sistema funcione mejor. Este es un resultado importante y significativo.

Una prioridad inmediata, que servirá para seguir fortaleciendo la certidumbre y la confianza, será concluir el programa de trabajo posterior a Bali, que, en principio, debía haberse finalizado para el mes de diciembre. Los trabajos han estado suspendidos desde julio, y ese plazo es ya claramente inalcanzable, por lo que es necesario que reajustemos el calendario.

A mi juicio, el programa de trabajo es factible y, de hecho, es esencial que hagamos avances en esta esfera, porque ese será el primer paso para abordar las grandes cuestiones de la agricultura que tan importantes son para el futuro de esta economía.

Como he dicho, aunque los demás acuerdos comerciales pueden ser importantes, la agricultura solo puede abordarse adecuadamente en el plano multilateral.

Harán falta tiempo y mucha voluntad política. Pero es esencial que avancemos. Tenemos que trabajar con empeño redoblado en el plano multilateral.

Y, aunque hay mucho que hacer, tenemos motivos para ver el futuro con optimismo.

Además del desbloqueo del Paquete de Bali, la semana pasada también tuvimos noticias positivas en relación con una posible ampliación del Acuerdo sobre Tecnología de la Información.

Nueva Zelandia es parte en el Acuerdo sobre Tecnología de la Información desde el momento de su firma en 1996.

Desde 2012 se están haciendo esfuerzos para ampliar el Acuerdo de manera que abarque aproximadamente 200 productos más, habida cuenta de los nuevos avances tecnológicos.

Hay quienes contemplan introducir en el ATI un conjunto de medidas de liberalización que abarcaría un volumen de comercio de hasta 1,4 billones de dólares EE.UU. Esa cifra supera la del volumen actual del comercio de vehículos automóviles, y triplica la del comercio del sector textil.

Por lo tanto, observo con gran satisfacción este avance, que nos acerca un poco más a la ampliación del Acuerdo.

Se trata de una noticia positiva para Nueva Zelandia.

Además, el mes pasado, después de dos años de negociaciones, Nueva Zelandia se adhirió al Acuerdo sobre Contratación Pública de la OMC. La participación en ese Acuerdo da a las empresas neozelandesas acceso a oportunidades de contratación cifradas en 1,7 billones de dólares.

Creo que esto demuestra que en la OMC están pasando cosas.

Ahora, el reto que afrontamos es aprovechar este impulso.

Volver a encarrilar la aplicación del Paquete de Bali es un primer paso imprescindible.

En cada una de las etapas de este empeño será esencial que ustedes continúen implicándose y tomando la iniciativa.

El apoyo de Nueva Zelandia es esencial para la OMC.

Y, como espero haber demostrado hoy, una OMC fuerte y viable también es imprescindible para Nueva Zelandia.

Muchas gracias por su atención.

 

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