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CONFERENCIA MINISTERIAL DE LA OMC, SINGAPUR, 1996: ALOCUCIÓN INAUGURAL

Alocución inaugural del Primer Ministro de Singapur, Excmo. Sr. Goh Chok Tong

 

Es para Singapur un gran honor dar sede a esta Primera Conferencia Ministerial de la OMC. En nombre de todos los singapurenses y del Gobierno de Singapur, doy a todos una cálida bienvenida.

La decisión de los Miembros de la OMC de celebrar su histórica reunión aquí, en el corazón de la región de Asia y el Pacífico, es un modo significativo de reconocer el dinamismo de esta región. La región de Asia y el Pacífico está desarrollándose rápidamente y contribuyendo al crecimiento del comercio y las inversiones mundiales. Los países de la región son activos defensores del proceso de la OMC porque tienen una experiencia de primera mano de los beneficios resultantes de mantener un entorno del comercio mundial favorable, que sea libre, transparente, global y estable. Singapur es uno de esos beneficiarios.

Estamos en el umbral de una edad de oro de crecimiento económico mundial que ha sido posible por el alto grado de cooperación multilateral. Al integrarse más estrechamente la economía mundial y siendo la OMC el firme fundamento del régimen de comercio mundial, las mercancías, los servicios y los capitales podrán acudir más eficazmente allí donde produzcan mayores beneficios. Esta optimización de los recursos mundiales ofrece enormes ganancias y oportunidades a la comunidad comerciante mundial.

En los 50 últimos años hemos asistido a un desarrollo económico poderoso y a la creación de nuevas fuentes de riqueza y empleo, resultado de la reducción de los obstáculos al comercio y a las inversiones. El comercio mundial de mercancías creció un 10 por ciento anual y su valor pasó de sólo 50.000 millones de dólares EE.UU. en 1947 a 5,6 billones en 1995. Esta expansión ha producido riqueza en los países desarrollados y en los países en desarrollo. Según estimaciones del Banco Mundial, las economías en desarrollo crecieron en promedio anual más del 4 por ciento durante los 30 últimos años, y se prevé que seguirán creciendo a un ritmo aún superior, del 5,2 por ciento, en el próximo decenio.(1)

A medida que los obstáculos al libre flujo del comercio y las inversiones sigan reduciéndose o suprimiéndose, los países podrán utilizar más plenamente sus ventajas comparativas y mirar más allá de las fronteras nacionales y regionales para aprovechar el mercado mundial, más amplio. En consecuencia, cabe esperar que el comercio mundial se ampliará de manera sostenida y producirá un aumento de las inversiones en todo el mundo. Esto traerá consigo niveles de vida todavía más elevados para todos. Y la creciente prosperidad económica dará lugar a su vez a una mayor seguridad y estabilidad en el plano internacional.

Todo esto no es mera fantasía, sino una visión de algo que está a nuestro alcance. Sin embargo, del modo en que cuidemos el proceso de la OMC dependerá en gran medida que podamos avanzar confiadamente para realizar este destino manifiesto o que nos veamos forzados, como Tántalo en la antigua mitología griega(2), a contemplar desesperados las aguas abundantes que retroceden al acercarnos a ellas.

La liberalización del comercio requiere compromiso y esfuerzo sostenido. Los Miembros tendrán que hacer frente inevitablemente a dificultades para ajustarse a las realidades de una economía mundial en rápida evolución y más interdependiente. Algunas economías desarrolladas ya han tenido que reestructurar sus industrias maduras, como las de los textiles y la construcción naval, al abrir nuevos sectores de ventaja comparativa. Las economías emergentes habrán de ampliar su infraestructura económica e incrementar su competitividad rápidamente partiendo de un nivel inferior. A los países en desarrollo debe dárseles tiempo para reajustarse a los cambios producidos por la Ronda Uruguay en las normas y por la presión de las medidas de apertura de los mercados. Deben abordarse en particular las preocupaciones de los países menos adelantados (PMA) de que se les está marginando en el nuevo entorno económico mundial. De manera realista, la liberalización del comercio mundial debe avanzar progresivamente, aun cuando algunos de nosotros prefiramos que lo hiciera por saltos cuantitativos.

La OMC tiene una función crucial que desempeñar en este proceso, pues sólo podremos aprovechar al máximo las ventajas que comporta para todos la nueva economía mundial si contamos con un guardián fuerte, eficaz y fiable del régimen de comercio multilateral. Si surgen sentimientos proteccionistas y aislacionistas que hagan retroceder los importantes beneficios que la OMC ha conseguido, las perspectivas de la economía mundial para el futuro se oscurecerán en vez de aclararse.
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El proceso del GATT

Hemos recorrido una gran distancia desde las tragedias sombrías de la Gran Depresión y las dos guerras mundiales. Con gran costo humano y material, muchas veces el mundo aprendió de esas catástrofes lecciones inapreciables y surgió, como el fénix proverbial, de las cenizas. Los miembros de la comunidad mundial reconocieron que sus destinos estaban cada vez más vinculados entre sí y que para beneficiarse de esa gran interdependencia, ninguna nación podía ya aplicar con sentido políticas aislacionistas o proteccionistas.

Con la reconstrucción y el desarrollo se creó una serie de instituciones multilaterales para salvaguardar el nuevo orden internacional -en particular, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, establecidos ambos en la Conferencia de Bretton Woods en 1944, y las Naciones Unidas, nacida en 1945 para preservar la paz internacional. Con el fin de completar las funciones del FMI y del Banco Mundial en tanto que pilares de la estabilidad económica internacional, 23 países se reunieron en Ginebra en 1947 para echar los cimientos de un proceso que condujo en último término a la creación de la OMC actual. A pesar de su carácter provisional, el GATT perduró más de 40 años y, aun sin ser formalmente una organización, fue de facto la institución que supervisó el comercio internacional.

Las ocho rondas del GATT consiguieron un éxito notable en la reducción de los obstáculos arancelarios y no arancelarios. Cuando el GATT se creó, el promedio de los derechos arancelarios aplicados a los productos industriales por los países desarrollados era del 40 por ciento aproximadamente.(3) Después de la Ronda Uruguay, los compromisos están cumpliéndose cabalmente, el promedio de los derechos aplicados a los productos industriales se reducirá al 3,9 por ciento.(4) Hemos necesitado cinco decenios para llegar a este punto. Ha sido un largo viaje, pero la liberalización del comercio es inevitablemente un proceso evolutivo que precisa tiempo para generar un impulso crítico y saltos ocasionales para llegar a resultados revolucionarios.

La Ronda Uruguay es uno de esos saltos. Cualquiera que sea el criterio con que se mida, es una realización sobresaliente en el proceso de liberalización del comercio mundial. Los aranceles industriales se reducirán en un promedio ponderado cercano al 40 por ciento. Este importante logro vino a añadirse a la reducción media del 35 por ciento lograda en la Ronda Kennedy y a la del 34 por ciento conseguida en la Ronda de Tokio.(5) Los principales países comerciantes negociaron eficazmente para algunos sectores, en particular para el de los productos farmacéuticos, compromisos de reducción cero por cero que suprimirán por completo los aranceles. Se amplió considerablemente el número de las consolidaciones arancelarias, que establecen un límite para los derechos arancelarios que un país puede aplicar a las importaciones. Se consolidarán virtualmente todos los derechos arancelarios de los países desarrollados y casi el 60 por ciento de los aranceles de los países en desarrollo.(6)

La realización cumbre de la Ronda Uruguay y la clave de la naciente OMC es el establecimiento de un proceso de solución de diferencias transparente e imparcial. El Entendimiento sobre Solución de Diferencias ha demostrado ser en sí mismo un eficaz mecanismo decisorio para aclarar y resolver diversos litigios comerciales. Desde que el Entendimiento sobre Solución de Diferencias se estableció en 1995, se ha resuelto más de una cuarta parte de los litigios notificados en su marco, la mayoría de ellos en la fase de consultas bilaterales, sin necesidad de decisiones de los grupos especiales de la OMC.

Es alentador observar que, para resolver sus desacuerdos comerciales, los Miembros de la OMC recurren al mecanismo de solución de diferencias más bien que a medidas unilaterales o bilaterales menos deseables, como son las sanciones comerciales. Al aplicar la disciplina multilateral a los que pueden ser asuntos sensibles de importante alcance político y económico, los Miembros de la OMC demuestran su confianza en el sistema basado en normas y, al proceder así, lo fortalecen.

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La Primera Conferencia Ministerial  

En Marrakech, los Ministros de Comercio de los países Miembros de la OMC decidieron reunirse cada dos años. Lo que esto exige de todos los Miembros de la OMC es que se aseguren de que estas conferencias ministeriales son algo más que meras ocasiones simbólicas y ceremoniales. Un programa establecido de exámenes ministeriales bienales proporciona a los procesos de la OMC un ímpetu político oportuno para impedir su estancamiento. Como el ciclista que escala un puerto, si dejamos de pedalear sostenidamente llegaremos a perder nuestro impulso y retrocederemos. Estas reuniones ministeriales periódicas contribuyen a que la atención del mundo se mantenga centrada en el progreso de la liberalización del comercio mundial y permiten a la OMC prever rápidamente los cambios del entorno comercial mundial y ajustarse rápidamente a ellos.

La conclusión exitosa de esta Primera Conferencia Ministerial será pues un valioso paso adelante en el camino hacia el futuro de la OMC, que tiene apenas dos años.

Esta reunión de Singapur ofrece a los Miembros de la OMC la posibilidad de renovar su fe en la liberalización del comercio mundial y el mejor medio de elevar los niveles de vida en el mundo, consolidar las importantes realizaciones de la Ronda Uruguay, reafirmar sus compromisos para dotar de contenido al programa incorporado, y tomar decisiones audaces para asegurarse de que la OMC sigue siendo pertinente y creíble. Esta semana disponen ustedes de una oportunidad única para adoptar medidas tangibles encaminadas a aumentar la estatura, ya creciente, de la OMC como institución eficaz y a mantener el impulso positivo de la liberalización del comercio mundial.
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Aplicación  

Según las estimaciones, el Acuerdo de la Ronda Uruguay puede incrementar los ingresos mundiales en 500.000 millones de dólares EE.UU. de aquí al año 2005. Tal es la recompensa a la que pueden ser acreedores todos los Miembros de la OMC, pero únicamente si se aplica plenamente el Acuerdo en todos sus aspectos.

Algunos Miembros han tropezado con dificultades para cumplir sus compromisos, y, en particular, los países en desarrollo Miembros necesitarán, para cumplir sus obligaciones, asistencia técnica adicional y ayuda de otro tipo. La comunidad de la OMC debe hacer frente común y ayudar a los países menos desarrollados Miembros a aprovechar las enormes oportunidades que ofrece el mercado mundial y a beneficiarse de ellas. Colectivamente, los Miembros de la OMC deben poner en primera línea de su programa la aplicación plena y fiel de los acuerdos, analizar críticamente los progresos que hemos hecho hasta ahora y velar por que los considerables beneficios de la Ronda Uruguay alcancen su máxima dimensión.

Por último, es necesario que la OMC revista un interés inmediato para los medios empresariales y los trabajadores y consumidores de todo el mundo. A falta de resultados tangibles de la aplicación, el sector privado perderá su confianza en el proceso de la OMC y la OMC su gran predicamento en las comunidades de base. Si el sistema multilateral de comercio se quiebra y los conflictos comerciales siguen sin resolverse, las empresas se asfixiarán y su crecimiento quedará atrofiado, lo que a su vez afectará a las personas empleadas por esas empresas y a los consumidores que aprecian los productos y servicios competitivos. La OMC, si garantiza el cumplimiento estricto de los compromisos de reducir las estructuras arancelarias y no arancelarias, hará patente su carácter de organización importante para el hombre de la calle.
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Retos futuros  

Es necesario que en estas Conferencias bienales los Ministros tengan visión de futuro. El entorno económico mundial cambia rápidamente y plantea importantes retos a la OMC.

El más evidente de esos retos es el que plantea a la OMC el ritmo espectacular de la integración económica mundial. El crecimiento del volumen del comercio mundial ha sido sistemáticamente superior al de la producción económica mundial, y las inversiones internacionales han aumentado continuamente. Según el World Investment Report de 1996 de la UNCTAD, el año pasado el valor de las inversiones extranjeras directas en todo el mundo superó en 300.000 millones de dólares EE.UU., es decir casi en un 40 por ciento, al de las efectuadas en 1994. Hay muchas posibilidades de que esa tendencia ascendente se mantenga, dado que aún no se han materializado plenamente los logros de la Ronda Uruguay y que hay aún amplio margen para seguir avanzando a partir de esos logros.

Con el fin de amplificar el doble efecto del crecimiento del comercio y de las inversiones mundiales, muchos países se han vinculado por acuerdos comerciales regionales. El ritmo se ha intensificado en el último decenio. Entre otros importantes ejemplos al respecto pueden citarse el TLCAN, el APEC y el MERCOSUR. En muchas ocasiones, dado el menor número de sus miembros y los estrechos lazos económicos que hay entre ellos, esos acuerdos pueden dar lugar a una liberalización más rápida entre sus miembros e impulsar la liberalización multilateral, sirviendo así de elementos catalizadores de la liberalización del comercio mundial.

No obstante, la posibilidad de que los diversos acuerdos comerciales regionales se conviertan en bloques comerciales de hecho, desviando de terceros países las corrientes comerciales y las inversiones, es motivo de preocupación. Aunque, afortunadamente esa preocupación ha resultado hasta ahora infundada, sigue habiendo inquietud, sobre todo en caso de que algunos bloques comerciales lleguen a ser lo suficientemente grandes para ser autosuficientes. Es imprescindible que la OMC defina claramente el marco general en que se encuadran esos acuerdos, para que no frenen el ritmo de la posterior liberalización mundial, sino que la complementen. La OMC debe velar por que los acuerdos comerciales regionales que concluyan los países adopten el principio del regionalismo abierto y, de ese modo, se conviertan en bloques de construcción del proceso de liberalización del comercio. A este respecto, el recientemente establecido Comité de Acuerdos Regionales Comerciales cobra especial importancia.

El éxito duradero de la OMC depende en gran medida de su capacidad de hacer a todos los miembros de la comunidad mundial, y no solamente a una parte de ella, beneficiarios del nuevo sistema económico mundial. Para que el sistema de la OMC se mantenga, es imprescindible que no se polarice en función de una "línea divisoria Norte-Sur" que enfrente a los Miembros desarrollados y en desarrollo. En lugar de ello, hay que hacer todos los esfuerzos posibles para conseguir la igualdad de oportunidades para beneficiarse del proceso de liberalización del comercio mundial. Es alentador que los Miembros de la OMC hayan reconocido las dificultades especiales con que se encuentran los países menos adelantados para integrarse en la economía mundial y participar significativamente en ella. El Plan de Acción establecido en el Comité de Comercio y Desarrollo merece una valoración muy favorable. Por su parte, Singapur está dispuesto a contribuir a la satisfacción de las necesidades de asistencia técnica de esos países.

La OMC cuenta actualmente con 128 Miembros. La Organización, a la que han solicitado adherirse unos 30 países, está en condiciones de convertirse en una organización realmente mundial. Dado que algunos de esos países en proceso de adhesión son, como China y Rusia, importantes actores económicos, su adhesión a la OMC tendría una repercusión positiva en el sistema multilateral de comercio basado en normas. Naturalmente, la adhesión de los nuevos solicitantes debe llevarse a cabo en condiciones mutuamente aceptables.

La OMC debe buscar la forma de dar curso, con razonable rapidez, a las solicitudes de adhesión presentadas, para no someter a un período de espera demasiado dilatado a los países que aspiran a convertirse en Miembros de la Organización. Cuanto mayor sea el número de Miembros de la OMC, mayor será el número de países sujetos a sus normas y disciplinas y mayor su interés en preservar el sistema multilateral de comercio.

Ha habido amplias discusiones y debates sobre las llamadas "nuevas cuestiones" que habría de abordar la OMC. Concretamente, las cuestiones de las normas del trabajo y de las inversiones son especialmente polémicas. Es evidente que los bajos costos de la mano de obra son una ventaja comparativa legítima de los países en desarrollo y que las normas del trabajo no deben utilizarse como medida proteccionista encubierta, pero no lo es tanto que sea procedente y justificable que las normas del trabajo se examinen en el marco de la OMC. En lo que respecta a las inversiones, aunque nadie discute la relación entre comercio e inversiones, no hay acuerdo acerca del momento y la forma mejores para abordar la cuestión en el marco de la OMC.

Para que no se desvíe innecesariamente a la OMC de su objetivo central de promover y preservar el régimen multilateral de libre comercio, es necesario que se aclare pronto si esas cuestiones guardan relación directa con el comercio internacional y si la OMC es el foro más adecuado para analizarlas de manera significativa y que se llegue cuanto antes a un acuerdo a ese respecto. Sólo entonces podrá la OMC avanzar hacia el futuro con confianza firme y claridad de visión.

La marea irresistible de la revolución tecnológica, especialmente en las esferas de las telecomunicaciones y de la tecnología de la información, brinda oportunidades enormes a los Miembros de la OMC. En un mundo cada vez más vinculado por medios electrónicos y en el que los productos de la tecnología de la información tienen una participación cada vez más importante en el comercio mundial, los beneficios económicos que entraña para todos la eliminación de los obstáculos en los sectores de las telecomunicaciones y de la tecnología de la información son muy importantes. Según algunas estimaciones, el tamaño del mercado mundial de la tecnología de la información puede llegar a alcanzar un valor de 500.000 millones de dólares al año. La OMC, teniendo en cuenta la importancia de esos grandes sectores emergentes en el próximo milenio, no debe tardar demasiado en eliminar los obstáculos arancelarios en dichos sectores.
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Conclusión  

Hemos avanzado considerablemente en nuestra empresa de conseguir un comercio mundial más libre; pero esa empresa aún no está terminada a pesar de las ocho rondas de negociaciones del GATT. Queda aún mucho para hacer realidad nuestra visión común de un mundo mejor y más próspero. Confío en que los delegados adopten en sus debates una perspectiva amplia y a largo plazo y que pongan de manifiesto su admirable buena fe, y espíritu de transacción y consenso. El bienestar económico de cada uno de los países está íntimamente unido al de los demás. Debemos aunar fuerzas, colocando en primer plano los intereses de toda la OMC y evitando quedar paralizados por consideraciones monotemáticas a corto plazo, para salvaguardar nuestro futuro económico común, no sólo para la generación presente, sino también para nuestros hijos y nuestros nietos.

Parafraseando las palabras que pronunció Nehru hace medio siglo, la OMC se dirige a una reunión inminente con un destino común pleno de promesas y esperanzas. Insto a todos los delegados a que aprovechen la ocasión y den un importante paso adelante hacia un mundo de cohesión y prosperidad.

Les deseo que esta semana sea muy fructífera y que tengan una estancia cómoda y agradable en nuestra ciudad jardín.

Notas:

1 : Perspectivas de la Economía Mundial y los Países en Desarrollo. Banco Mundial, 1995. Volver al texto

2 : Tántalo ofendió a los dioses griegos y fue condenado en los infiernos a padecer sed teniendo a la vista agua que no podía alcanzar. Volver al texto

3 : GATT - Ayudar al mundo a crecer, Secretaría del GATT, Ginebra, 1990. Volver al texto

4 : The Uruguay Round: An Assessment, Jeffrey J. Schott, Institute for International Economics, Wáshington D.C., 1994. Volver al texto

5 : The Uruguay Round: An Assessment, Jeffrey J. Schott, Institute for International Economics, Wáshington D.C., 1994. Volver al texto

6 : Íbid. Volver al texto