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CONFERENCIA MINISTERIAL DE LA OMC, GINEBRA, 1998: BRASIL

Declaración del Excmo. Sr. Fernando Henrique Cardoso Presidente, Brasil

 

1. Me es muy grato participar en la conmemoración del Cincuentenario del GATT y de la entrada en vigor del sistema multilateral de comercio.  Al igual que muchos otros países amigos aquí representados, el Brasil contribuyó al establecimiento de este sistema y ha intervenido activamente en todas las etapas de su desarrollo.

2. Durante estos primeros cuatro años transcurridos desde la conclusión de la Ronda Uruguay, la economía brasileña ha experimentado profundos cambios.  Se alcanzó la estabilidad y empezamos a transitar el camino del desarrollo con justicia social.  En su comercio exterior, el Brasil avanzó con paso valiente tanto en el plano regional como en el mundial.  Se consolidó el MERCOSUR como instrumento para la integración abierta, al mismo tiempo que el Brasil incrementaba de manera significativa sus importaciones de todos los orígenes.  Este incremento ilustra la medida en que nuestros interlocutores han podido aprovechar el potencial de nuestro mercado.  También demuestra la determinación del Gobierno brasileño de adoptar una perspectiva a largo plazo del comercio internacional, en un empeño dirigido al equilibrio dinámico antes bien que a los excedentes comerciales momentáneos.

3. Para que estas condiciones sigan prevaleciendo, es, sin embargo, necesario que los bienes y servicios brasileños gocen, por su parte, de mejores oportunidades de acceso a los principales mercados, así como de un trato no discriminatorio.  El Brasil figura hoy entre las 10 mayores economías del mundo, con una base industrial diversificada y una agricultura competitiva que puede proseguir su expansión sobre una vasta superficie territorial.  Esta abundancia de factores productivos nos permite suministrar a nuestros interlocutores una variedad de productos correspondientes a diferentes fases de elaboración.  La suma de nuestras exportaciones e importaciones está situada aún en torno al 13 por ciento del PIB, cifra que pone de relieve las posibilidades de ulterior expansión.

4. Empero, para que se produzca esta expansión es imperativo que continúe creciendo la economía mundial y, por consiguiente, que no sufra una recaída la tendencia a la liberalización del comercio internacional.  Es imperativo resistir las demandas proteccionistas de quienes se oponen a la competencia.  Es además imperativo preservar íntegramente la letra y el espíritu del multilateralismo, que es el pilar del sistema que hoy conmemoramos.

5. Preocupa al Brasil la aplicación de una legislación comercial de dudosa compatibilidad con los Acuerdos de la OMC.  A menudo se utilizan de manera lesiva los derechos compensatorios o las medidas antidumping para proteger industrias obsoletas.  En los países desarrollados no es inhabitual descubrir que, bajo la apariencia de medidas de defensa comercial, una burocracia gubernamental eficiente ha compensado con creces la deficiente competitividad de ciertos sectores.

6. Nos preocupan igualmente los intentos de erigir obstáculos al acceso de nuestros productos con el pretexto de asegurar una mejor protección del medio ambiente.  Hoy en día la sociedad brasileña exhibe una aguda conciencia medioambiental, a la que mi Gobierno ha correspondido adoptando políticas de amplio alcance.  Hemos participado activamente en el Comité de Comercio y Medio Ambiente de la OMC e intervenido en los debates de manera abierta y constructiva.

7. Con respecto a la cuestión de la relación entre el comercio y las normas del trabajo, nos parecería injusto e insensato, dada la concepción misma que inspira al GATT, buscar garantías para el mejoramiento de las condiciones de trabajo a través de medidas comerciales punitivas cuya única consecuencia sería agravar la cuestión social.  En todo caso, el trato multilateral de la cuestión quedó resuelto en 1996 en virtud de una decisión adoptada a nivel ministerial en Singapur.

8. La cuestión social, tan compleja y urgente y que afecta prácticamente a todos los países, representa un desafío fundamental para la cooperación internacional y exige una acción más intensa y directa en los foros apropiados.

9. En el comercio agropecuario mundial, el Brasil y muchos otros países continúan presenciando con perplejidad el funcionamiento del mayor aparato de proteccionismo y subvención jamás montado para la salvaguarda de los intereses de un sector.  Los países desarrollados continúan gastando más de 160.000 millones de dólares EE.UU. cada año para impedir que su agricultura quede expuesta a las normas de la competencia.  Y, lo que es más, para excluir la aplicación de esas normas en terceros mercados.  El pasado mes de abril, en Sydney, el Grupo de Cairns reafirmó lo que había acordado en Río de Janeiro en 1997 y recordó la necesidad de que las próximas negociaciones agrícolas de la OMC integren la agricultura en las normas del sistema multilateral de comercio.

10. Nos perturba el uso continuo de consignas y conceptos de dudosa solidez antropológica o ambiental para tratar de justificar por qué la competencia entre interlocutores en beneficio de los consumidores y los contribuyentes no puede aplicarse al sector agropecuario como se aplica a los demás.  Considero que esto no es justificable ni justo.  Los países en desarrollo también tenemos que hacer frente a una competencia -a menudo perjudicial- de productos importados, así como a las presiones que el desempleo ejerce sobre la trama social.  Aun así, y a pesar de la inmensa desventaja que conllevan los niveles más bajos de renta, productividad y capacidad tecnológica, tratamos de hacer lo que a nuestro juicio es necesario para avanzar en la dirección de la liberalización del comercio.  También estamos expuestos a cuestionamiento por parte del poder legislativo y de la opinión pública.  La persistencia del proteccionismo y de las subvenciones a la exportación en el comercio agrícola no es solamente la mayor anomalía que queda por corregir sino también la más injusta para los países en desarrollo que son competitivos en este sector.

11. El Brasil reitera su adhesión a la primacía del sistema multilateral de comercio y tiene una visión optimista del futuro de esta Organización.  Nos enorgullece haber sido una de las 23 partes contratantes iniciales del Acuerdo General en 1947, lo mismo que nos enorgullece nuestra contribución a su desarrollo y al proceso actual de mejoramiento.

12. Entre los grandes progresos que se hicieron durante la Ronda Uruguay, no puedo dejar de destacar el nuevo sistema de solución de diferencias.  Este sistema tiene la función fundamental de garantizar la defensa rápida e imparcial de los derechos de todos.  Debe merecer la confianza de todos los países e impedir que algunos caigan en la tentación de recurrir a la fuerza con objeto de imponer su propia interpretación de las normas.

13. Una vez fortalecido por la Ronda Uruguay, el sistema debe constituir una salvaguardia frente a todo intento de viciar el verdadero espíritu del multilateralismo.

14. Las negociaciones sectoriales, rápidamente concluidas entre algunos Miembros con el fin de ampliarlas a otros, no contradicen la cláusula de la nación más favorecida.  Se desvían, sin embargo, del principio consagrado en el preámbulo del Acuerdo de Marrakech por el que se establece esta Organización y que trata de garantizar que "los países en desarrollo [...] obtengan una parte del incremento del comercio internacional".  Aunque esos acuerdos afecten a sectores dinámicos, las negociaciones que se desarrollan por separado se convierten en un medio de proteger de la competencia a ciertos sectores obsoletos que, como la agricultura misma, siguen estando protegidos artificialmente y quedan al margen del impulso central del proceso de negociación.

15. Esta Organización tiene ante sí una agenda que proviene de acuerdos y entendimientos anteriormente concertados y establece un programa de negociaciones en ciertas esferas específicas.  El Brasil no eludirá el examen de la ampliación del programa (en lo que ya se está denominando "Ronda del Milenio"), siempre que esa ampliación no interfiera con el proceso de negociación ya definido para la agricultura ni tenga por objeto incorporar únicamente sectores específicos de interés para algunos países.

16. En cualquier caso, este proceso no debe desarrollarse mientras no se hayan cumplido los compromisos contraídos en la Ronda Uruguay, con objeto de no perturbar el equilibrio de las concesiones entonces acordadas.

17. Esta Organización es garante de un sistema cuya fuerza y prestigio deseamos no dejen nunca de aumentar.  Como signatario original y parte activamente participante, el Brasil hará cuanto esté en su poder para lograrlo.  La fuerza del sistema dependerá, no obstante, de que todos perciban que los beneficios se están compartiendo equitativamente.  Es indispensable que los principales interlocutores comerciales se adhieran plenamente a las normas acordadas y cumplan las decisiones adoptadas por la Organización en sus diversos niveles.  Es igualmente esencial demostrar coraje político para resistir presiones y trabajar para que el comercio mundial no constituya simplemente un medio para llegar a una forma selectiva y exclusiva de globalización.

18. En los últimos 50 años, el sistema multilateral de comercio ha contribuido a un aumento sustancial del comercio internacional, potenciando así la producción y el empleo.  

19. El sistema, es decir, actualmente la OMC, haciéndose eco de las intensas transformaciones del mundo contemporáneo, ha adquirido vocación universal y contraído más amplias responsabilidades.  Su principal objetivo es hoy en día contribuir, mediante una serie de normas comerciales equitativas, a la corrección de las desigualdades de desarrollo y bienestar que siguen afligiendo al mundo en que vivimos.

20. Debemos ser ambiciosos y comprender que el comercio es un instrumento fundamental para que nuestros países alcancen los objetivos más importantes de la paz, el desarrollo y la justicia social.  La liberalización que buscamos sólo tiene sentido si nos acerca a esos objetivos, y sólo alcanzará su plena justificación si contribuye a superar las desigualdades entre las naciones y dentro de ellas.