Cuestiones abarcadas por los Comités y Acuerdos de la OMC
EXÁMENES DE LA POLÍTICAS COMERCIALES: PRIMER COMUNICADO DE PRENSA, RESUMEN DEL INFORME DE LA SECRETARÍA Y DEL INFORME DEL GOBIERNO

COMMUNICADO DE PRENSA
PRENSA/TPRB/180
5 de diciembre de 2001

Malasia: Diciembre de 2001

El informe de la Secretaría de la OMC, junto con la declaración de política formulada por el Gobierno de Malasia, servirán de base para el tercer examen de las políticas comerciales de Malasia por el Órgano de Examen de las Políticas Comerciales de la OMC, los días 3 y 5 de diciembre de 2001.

El aumento de las exportaciones ha contribuido a la recuperación sostenida de Malasia pero se avecinan numerosos desafíos

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El aumento del consumo privado, la revitalización de la inversión interna, así como el fuerte aumento de las exportaciones contribuyeron a que Malasia se recuperase de la crisis financiera de 1997. Esa recuperación dio lugar a niveles bajos de desempleo y de inflación en 2000. Pero muchos desafíos se avecinan y una recuperación sostenida de la economía malasia no sólo depende de políticas macroeconómicas atinadas, sino también de la aplicación de reformas estructurales, según un informe de la OMC sobre las políticas y las prácticas comerciales de Malasia.

Según el informe, durante el período objeto de examen (1997-2001), la economía de Malasia se ha mantenido relativamente abierta al comercio y a las inversiones extranjeras. Esto se aplica especialmente al sector de las mercancías; comparado con éste, el sector de los servicios es más cerrado, aunque a juzgar por el Octavo Plan de Malasia, lanzado recientemente, el Gobierno tiene previsto proceder a su apertura gradual.

El informe recuerda que en la segunda mitad de 1997, Malasia se vio azotada por la crisis financiera asiática, que contribuyó a que en 1998 los resultados económicos se deterioraran notablemente. Como resultado de ello, el PIB real, que desde la recesión de 1985 había venido registrando un incremento medio anual de más del 8 por ciento, disminuyó en 1998 en un 7,4 por ciento debido a un pronunciado declive de la demanda interna privada causado, a su vez, por una drástica reducción de las inversiones y también, aunque en menor medida, por la disminución del consumo. En consecuencia, la tasa de desempleo aumentó, la inflación se duplicó y el ringgit bajó.

No obstante, la economía efectivamente se recuperó, el PIB aumentó en un 6,1 por ciento en 1999 y en un 8,3 por ciento en 2000, de modo que a finales de 2000 la producción real en términos de valor alcanzó un nivel superior al registrado antes de la crisis (no obstante, en 2000 los ingresos per cápita seguían siendo de 3.531 dólares EE.UU., es decir alrededor del 20 por ciento menos del nivel alcanzado antes de la crisis). Esa recuperación puede atribuirse al aumento del consumo privado y a la revitalización de la inversión interna, así como al fuerte aumento de las exportaciones, que se debió al hecho de que los interlocutores comerciales de Malasia mantuvieron abiertos sus mercados durante toda la crisis. El desempleo descendió en 2000, a un 3,1 por ciento y la inflación bajó del 2,8 por ciento en 1999 al 1,6 por ciento en 2000.

Este informe dice que si bien a raíz de la crisis financiera de Asia, se impusieron "temporalmente" algunos obstáculos comerciales, al mismo tiempo se atenuaron, también con carácter temporal determinadas restricciones aplicables a las inversiones extranjeras directas (IED). Además, el Gobierno, al promover la reestructuración empresarial y financiera, ha dado los primeros pasos para atajar las debilidades estructurales que se han hecho más patentes durante la crisis. No obstante, subsisten varios obstáculos al comercio y a las inversiones que siguen constituyendo una distorsión potencialmente importante de la competencia y que, por ende, pueden dificultar el desarrollo de Malasia a largo plazo.

El arancel sigue siendo la principal medida en frontera aplicada a las importaciones; también representa el 5,8 por ciento de la recaudación fiscal total. Como consecuencia de los incrementos "temporales" de los tipos en 1998, el nivel medio de los derechos NMF efectivamente aplicados aumentó del 8,1 por ciento en 1997 al 9,2 por ciento en 2001. Este incremento de la protección arancelaria se vio facilitado por el hecho de que un tercio de las líneas arancelarias no están consolidadas y de que, incluso para las líneas objeto de consolidación, los tipos consolidados a menudo superan considerablemente los tipos aplicados. La falta de consolidaciones, junto con la diferencia entre los tipos consolidados y los tipos aplicados, puede conferir cierta imprevisibilidad al arancel de Malasia. Además, la multiplicidad de los tipos aplicados contribuye a la complejidad del arancel. Sin embargo, la reducción de los derechos que no son ad valorem (que pasaron de representar del 4,5 por ciento de todas las líneas arancelarias, en 1997, a tan sólo el 0,7 por ciento, en 2001) ha aumentado la transparencia del arancel, dado que esos derechos suelen ocultar "crestas" arancelarias. Las crestas arancelarias atañen, entre otras mercancías, a los vehículos automóviles, las bebidas, los textiles y el vestido. Dado el incremento en el número de los aranceles tanto inferiores al 10 por ciento como superiores al 30 por ciento, ha aumentado la dispersión en los tipos NMF aplicados, con lo cual existe un riesgo mayor de que el arancel distorsione la asignación de los recursos en detrimento de la economía de Malasia.

Las medidas fiscales, que se cuentan entre los principales instrumentos de los programas de desarrollo económico de Malasia, incluyen un amplio abanico de incentivos a la inversión ofrecidos para diversas actividades manufactureras (incluida su exportación), la agricultura, el turismo y otros sectores de servicios designados al efecto, las actividades de investigación y desarrollo, la formación y la protección medioambiental. Al parecer, algunos de estos incentivos quizás se hayan otorgado como compensación por las prescripciones en materia de contenido nacional impuestas en ocasiones por las autoridades a las inversiones; con la eliminación de la mayoría de esas prescripciones, se plantea la cuestión de si dichos incentivos siguen siendo necesarios. Aunque a veces los incentivos para las inversiones, tanto fiscales como no fiscales, pueden estar justificados por motivos de "mal funcionamiento del mercado", también implican el riesgo de que se subvencionen inversiones de calidad, que no precisan esas ayudas y que podrían haberse efectuado de todos modos, o de transformar inversiones que en otro caso hubiesen sido de dudosa rentabilidad en inversiones redituables. En la medida en que esos incentivos han fomentado las inversiones de este último tipo, es probable que hayan contribuido a la sobreinversión y a una distorsión en la asignación de recursos, y con ello posiblemente al descenso de la productividad total de los factores registrado en Malasia a principios del decenio de 1990.

La economía de Malasia está relativamente abierta al comercio de mercancías y a las inversiones extranjeras, con la notable excepción del arroz y los productos del automóvil. El sector de la electrónica es un buen ejemplo de las ventajas que puede ofrecer un régimen comercial abierto para el fomento del desarrollo. Este sector, en el que la protección arancelaria y no arancelaria ha sido bastante escasa, ha atraído importantes corrientes de inversiones extranjeras directas (IED) y ha aumentado su participación en la producción electrónica mundial hasta situarse en aproximadamente el 2,5 por ciento; el sector de la electrónica, que representa más de la mitad de las exportaciones totales de Malasia, ha constituido uno de los principales motores del crecimiento del país y su intensa competitividad externa ha sido un elemento fundamental en la recuperación de Malasia de la crisis financiera asiática. En cambio, la industria nacional del automóvil ha estado relativamente protegida de la competencia extranjera mediante elevados aranceles y se ha beneficiado de otros incentivos. Este sector ha conseguido hacerse con una parte importante del mercado nacional aunque, contrariamente a los objetivos previstos, sus exportaciones son modestas, lo que indica quizás que la competitividad externa ha sido un tanto escasa.

Malasia es una nación dedicada a los intercambios comerciales, y por tanto las exportaciones y las inversiones extranjeras directas desempeñan un importante papel en su economía. La drástica desaceleración que ha sufrido recientemente la economía estadounidense y el hecho de que el Japón siga debilitándose son factores que plantean serias dificultades para el comercio malasio, al tiempo que empañan las perspectivas relativas a las inversiones y, en consecuencia, las perspectivas económicas a corto y medio plazo. De hecho, el Banco Central prevé que, pese a las estimulantes medidas fiscales adoptadas en el mes de marzo en 2001, el crecimiento disminuirá entre un 5 y un 6 por ciento, debido principalmente a la desaceleración de las exportaciones destinadas a los Estados Unidos (el Banco Asiático de Desarrollo ha previsto para 2001 un crecimiento del 4,9 por ciento). Esto plantea la cuestión de si en su política económica, Malasia no habrá conferido demasiada importancia a las exportaciones, en detrimento de la demanda interna (es decir, el ahorro nacional es excesivo), creando una dependencia excesiva de los mercados extranjeros (con una reducida gama de productos, a saber, los aparatos electrónicos).

El Gobierno ha logrado considerables avances para hacer frente a las diferencias estructurales, más patentes durante la crisis asiática, fomentando la reestructuración empresarial y financiera. Asimismo, un régimen comercial y de inversiones más liberal podría contribuir sobremanera no sólo a la recuperación sostenida de la economía, sino también al desarrollo económico de Malasia a largo plazo.

Nota para las redacciones

En los Exámenes de las Políticas Comerciales, ejercicio prescrito en los Acuerdos de la OMC, se examinan y evalúan a intervalos regulares las políticas comerciales y relacionadas con el comercio de los países Miembros. También se siguen de cerca los acontecimientos importantes que pueden tener consecuencias para el sistema mundial de comercio. Para cada examen se elaboran dos documentos: una exposición de políticas que presenta el gobierno del Miembro objeto de examen, y un informe detallado que redacta de manera independiente la Secretaría de la OMC. Estos dos documentos son luego examinados por el conjunto de Miembros de la OMC en el Órgano de Examen de las Políticas Comerciales (OEPC). Esos documentos y las actas de las reuniones del OEPC se publican poco después. Desde la entrada en vigor del Acuerdo sobre la OMC en 1995, los informes abarcan también las esferas de los servicios y de los aspectos de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio.

En lo que respecta al presente examen, el Órgano de Examen de las Políticas Comerciales examinará el informe de la Secretaría de la OMC y la exposición de políticas preparada por el Gobierno de Malasia los días 3 y 5 de diciembre de 2001. Él informe de la Secretaría abarca la evolución de todos los aspectos de las políticas comerciales de Malasia desde el último examen, inclusive sus leyes y reglamentos internos, el marco institucional, las políticas comerciales por medidas y la evolución de determinados sectores.

Se adjuntan al presente comunicado de prensa las observaciones recapitulativas que figuran en el informe de la Secretaría y algunos extractos de la exposición de políticas del Gobierno. Los informes de la Secretaría y del Gobierno se pueden obtener seleccionando el nombre del país en la lista completa de Miembros objeto de examen. Estos dos documentos, el acta de los debates del OEPC y el resumen del Presidente se publicarán oportunamente en una versión encuadernada y podrán obtenerse en la Secretaría, Centro William Rappard, 154 rue de Lausanne, 1211 Ginebra 21.

Desde diciembre de 1989 se han finalizado los siguientes exámenes: Argentina (1992 y 1999), Australia (1989, 1994 y 1998), Austria (1992), Bahrein (2000) Bangladesh (1992 y 2000), Benin (1997), Bolivia (1993 y 1999), Botswana (1998), Brasil (1992, 1996 y 2000), Brunei Darussalam (2001), Burkina Faso (1998), Camerún (1995 y 2001), Canadá (1990, 1992, 1994, 1996, 1998 y 2000), Chile (1991 y 1997), Chipre (1997), Colombia (1990 y 1996), Comunidades Europeas (1991, 1993, 1995, 1997 y 2000), Corea, Rep. de (1992, 1996 y 2000), Costa Rica (1995 y 2001), Côte d'Ivoire (1995), Egipto (1992 y 1999), El Salvador (1996), Estados Unidos (1989, 1992, 1994, 1996, 1999 y 2001), Fiji (1997), Filipinas (1993 y 1999), Finlandia (1992), Gabón (2001), Ghana (1992 y 2001), Guinea (1999), Hong Kong (1990, 1994 y 1998), Hungría (1991 y 1998), India (1993 y 1998), Indonesia (1991, 1994 y 1998), Islandia (1994 y 2000), Islas Salomón (1998), Israel (1994 y 1999), Jamaica (1998), Japón (1990, 1992, 1995,1998 y 2000), Kenya (1993 y 2000), Lesotho (1998), Macao (1994 y 2001), Madagascar (2001), Malasia (1993, 1997 y 2001), Malí (1998), Marruecos (1989 y 1996), Mauricio (1995 y 2001), México (1993 y 1997),Mozambique (2001), Namibia (1998), Nicaragua (1999), Nigeria (1991 y 1998), Noruega (1991, 1996 y 2000), Nueva Zelandia (1990 y 1996), OECO (2001), Pakistán (1995), Papua Nueva Guinea (1999), Paraguay (1997), Perú (1994 y 2000), Polonia (1993 y 2000), República Checa (1996 y 2001), República Dominicana (1996), República Eslovaca (1995 y 2001), Rumania (1992 y 1999), Senegal (1994), Singapur (1992, 1996 y 2000), Sri Lanka (1995), Sudáfrica (1993y 1998), Suecia (1990 y 1994), Suiza (1991, 1996 y 2000 (junto con Liechtenstein)), Swazilandia (1998), Tailandia (1991, 1995 y 1999), Tanzanía (2000), Togo (1999), Trinidad y Tabago (1998), Túnez (1994), Turquía (1994 y 1998), Uganda (1995), Uruguay (1992 y 1998), Venezuela (1996), Zambia (1996) y Zimbabwe (1994).

 

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Informe de la Secretaría  

ÓRGANO DE EXAMEN DE LAS POLÍTICAS COMERCIALES
MALASIA
Informe de la Secretaría — Observaciones recapitulativas

El entorno económico

Durante el período objeto de examen (1997-2001), la economía malasia se ha mantenido relativamente abierta al comercio y a las inversiones extranjeras. Esto se aplica especialmente al sector de las mercancías; comparado con éste, el sector de los servicios es más cerrado, aunque a juzgar por el Octavo Plan de Malasia, lanzado recientemente, el Gobierno tiene previsto proceder a su apertura gradual. Entre 1997 y 2000, las importaciones y exportaciones de mercancías y servicios equivalieron, en término medio, a un 106 y a un 117 por ciento, respectivamente, del PIB. El valor de las inversiones extranjeras directas (IED) de otros países en Malasia, que suelen representar entre una cuarta y una tercera parte de las inversiones privadas efectuadas cada año, equivale actualmente a casi la mitad del PIB. Por otro lado, con arreglo a un índice de globalización empleado recientemente en un estudio independiente, Malasia figura entre las 20 economías más globalizadas del mundo.

En la segunda mitad de 1997, Malasia se vio azotada por la crisis financiera asiática, que contribuyó a que en 1998 los resultados económicos se deterioraran notablemente. Ese deterioro sobrevino pese a la aparente solidez de las variables fundamentales de la economía del país (que, entre otras cosas, había logrado el pleno empleo, una baja inflación, una elevada tasa de ahorro nacional, una política fiscal prudente y un sistema bancario razonablemente sólido). Sin embargo, tanto la productividad del capital como la productividad total de los factores empezó a crecer a un ritmo notablemente más lento (la tasa media anual de crecimiento de la productividad total de los factores, que en el período 1990-1995 había sido del 2,4 por ciento, descendió en el período 1995-2000 a un 0,9 por ciento), debido quizás a la sobreinversión, cuando no a una asignación cada vez más ineficiente del capital. Como resultado de todo ello, el PIB real, que desde la recesión de 1985 había venido registrando un incremento medio anual de más de 8 por ciento, disminuyó en 1998 en un 7,4 por ciento debido a un pronunciado declive de la demanda interna privada causada, a su vez, por una drástica reducción de las inversiones y también, aunque en menor medida, por la disminución del consumo. En consecuencia, la tasa de desempleo aumentó del 2,5 por ciento registrado en 1997 al 3,3 por ciento en 1998. La inflación se duplicó, pasando del 2,6 por ciento en 1997 al 5,3 por ciento en 1998, debido en parte a la subida de los precios de importación resultante de la depreciación del ringgit, cuya tasa de cambio aumentó de aproximadamente 2,8 ringgit por dólar EE.UU. en el tercer cuatrimestre de 1997 a 3,8 ringgit por dólar EE.UU. al cabo de un año.

Inicialmente, Malasia respondió ante la crisis aplicando una política financiera más restrictiva, pero al comprobar que la situación económica seguía empeorando, el Gobierno dio un giro a su política monetaria y fiscal hacia finales de 1998, bajando los tipos de interés y aumentando el gasto público con objeto de estimular la economía. Además, con miras a apoyar a los mercados financieros internos y permitir cierto margen para relajar las políticas monetaria y fiscal, se empezaron a aplicar controles temporales a determinadas transacciones por cuenta de capital y se estableció un tipo de cambio fijo de 3,80 ringgit por dólar EE.UU.

La cuestión de si estas políticas macroeconómicas, en particular la imposición de controles a las transacciones de capital, ayudaron a Malasia a recuperarse más rápidamente de la crisis ha sido ampliamente debatida. En realidad, en el momento en que se instauraron esos controles, tanto en Malasia como en otros países de Asia Sudoriental los mercados ya parecían haberse estabilizado. Con todo, la economía efectivamente se recuperó y el PIB aumentó en un 6,1 por ciento en 1999 y en un 8,3 por ciento en 2000, de modo que a finales de 2000 la producción real en términos de valor alcanzó un nivel superior al registrado antes de la crisis (no obstante, en 2000 los ingresos per capita seguían siendo de 3.531 dólares EE.UU., es decir, un 20 por ciento menos del nivel alcanzado antes de la crisis). Esa recuperación puede atribuirse al aumento del consumo privado y a la revitalización de la inversión interna, así como al fuerte aumento de las exportaciones, que se debió al hecho de que los interlocutores comerciales de Malasia mantuvieran abiertos sus mercados durante toda la crisis. La tasa de desempleo descendió en 2000 al 3,1 por ciento y la inflación bajó del 2,8 por ciento en 1999 al 1,6 por ciento en 2000.

La recuperación sostenida de la economía malasia no sólo depende de políticas macroeconómicas atinadas, sino también de la aplicación de reformas estructurales. La crisis asiática desveló puntos débiles en varias esferas, por ejemplo en la estructura social y la buena gestión de las empresas, así como en el sistema financiero. En consecuencia, el Gobierno ha adoptado medidas o anunciado planes de reestructuración de los sectores empresarial y financiero, que vienen a sumarse a un programa de privatización y a reformas del mercado laboral iniciados hace ya algún tiempo. El Gobierno también ha tomado una serie de medidas encaminadas a diversificar la economía, ampliando y consolidando aún más la base industrial, fomentando la contribución de la agricultura al PIB y promoviendo el desarrollo del sector de los servicios.

Cambios que afectan al marco institucional

Desde el último Examen de las Políticas Comerciales, el marco institucional de Malasia relacionado con el comercio ha experimentado algunos cambios dignos de mención. En enero de 1998, se creó el Consejo Nacional de Acción Económica como órgano consultivo del Gabinete con el cometido de buscar solución a los problemas económicos provocados por la crisis financiera asiática, y en julio de 1998, dicho Consejo anunció la puesta en marcha del Plan Nacional de Recuperación Económica. Por otro lado, con miras a reforzar la solidez del mercado financiero de Malasia, se crearon, en virtud del Plan Nacional de Recuperación Económica, Danaharta (la empresa nacional de gestión de activos), Danamodal (un mecanismo especial para revitalizar el sector bancario) y el Comité Empresarial de Reestructuración de la Deuda. En 1997 se estableció el Consejo Nacional de Consumo, bajo la presidencia del Ministro de Comercio Interior y Consumo, para abordar cuestiones de protección de los consumidores.

Los Acuerdos de la OMC siguen desempeñando un papel crucial en la formulación de la política de Malasia en materia de comercio y cuestiones afines; no obstante, son también de importancia los acuerdos regionales, especialmente aquéllos en que participa la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia (ASEAN) y el Foro de Cooperación Económica de Asia y el Pacífico, así como los diversos acuerdos bilaterales, incluso en ámbitos no cubiertos por los Acuerdos de la OMC. Malasia coordina sus políticas sobre asuntos propios de la OMC con otros miembros de la ASEAN y, al mismo tiempo, se esfuerza por asegurar que su participación en acuerdos comerciales regionales esté en consonancia con los principios fundamentales en que se basan los Acuerdos de la OMC.

Los intercambios comerciales y las políticas, prácticas y medidas relacionadas con el comercio

Durante el período objeto de examen, la economía malasia se ha mantenido relativamente abierta en lo que respecta al comercio internacional de mercancías y a las inversiones extranjeras. A raíz de la crisis financiera de Asia, se impusieron “temporalmente” algunos obstáculos comerciales, aunque al mismo tiempo se atenuaron, también con carácter temporal, determinadas restricciones aplicables a las inversiones extranjeras directas (IED). Además, el Gobierno, al promover la reestructuración empresarial y financiera, ha dado los primeros pasos para atajar las debilidades estructurales que se han hecho más patentes durante la crisis. No obstante, subsisten varios obstáculos al comercio y a las inversiones que siguen constituyendo una distorsión potencialmente importante de la competencia y que, por ende, pueden dificultar el desarrollo de Malasia a largo plazo.

El arancel sigue siendo la principal medida en frontera aplicada a las importaciones; también representa el 5,8 por ciento de la recaudación fiscal total. Como consecuencia de los incrementos “temporales” de los tipos en 1998, el nivel medio de los derechos NMF efectivamente aplicados aumentó del 8,1 por ciento en 1997 al 9,2 por ciento en 2001. Este incremento de la protección arancelaria se vio facilitado por el hecho de que un tercio de las líneas arancelarias no están consolidadas y de que, incluso para las líneas objeto de consolidación, los tipos consolidados a menudo superan considerablemente los tipos aplicados. Esta falta de consolidaciones, junto con la diferencia entre los tipos consolidados y los tipos aplicados, puede conferir cierta imprevisibilidad al arancel de Malasia. Además, la multiplicidad de tipos aplicados contribuye a la complejidad del arancel. Sin embargo, la reducción de los derechos que no son ad valorem (que pasaron de representar el 4,5 por ciento del conjunto de líneas arancelarias, en 1997, a tan sólo el 0,7 por ciento, en 2001) ha aumentado la transparencia del arancel, dado que esos derechos suelen ocultar "crestas" arancelarias. Las crestas arancelarias atañen, entre otras mercancías, a los vehículos automóviles, las bebidas, los textiles y el vestido. Dado el incremento en el número de los aranceles tanto inferiores al 10 por ciento como superiores al 30 por ciento, ha aumentado la dispersión en los tipos NMF aplicados, con lo cual existe un riesgo mayor de que el arancel distorsione la asignación de los recursos en detrimento de la economía de Malasia.

El nivel medio de protección arancelaria es inferior a lo que indica el promedio aritmético de los tipos NMF aplicados, debido a las concesiones arancelarias, a menudo otorgadas para los bienes de capital y los insumos intermedios, así como a los tipos preferenciales, en particular los estipulados en favor de los países de la ASEAN; de hecho, el tipo medio de los derechos aplicados a las importaciones totales fue del 1,3 por ciento en 2000 (frente al 3 por ciento correspondiente a 1997). La diferencia creciente que se observa entre el nivel medio de los derechos NMF efectivamente aplicados y el nivel medio del arancel preferencial para la AFTA ha incrementado el riesgo de que se produzca una desviación de las corrientes comerciales. La parte de las importaciones malasias correspondiente a la ASEAN aumentó de manera sustancial entre 1996 y 1999, si bien esa tendencia puede deberse más a la depreciación de las monedas de los países de la ASEAN a raíz de la crisis financiera asiática que a la AFTA. De producirse efectivamente una desviación de las corrientes comerciales a causa de la AFTA, y de ser ésta superior a la creación de comercio, podrían resultar perjudicados los interlocutores comerciales de Malasia que no son miembros de la ASEAN.

Junto con las prohibiciones a la importación aplicadas por razones de seguridad nacional, religiosas y medioambientales, también se utilizan como instrumentos de la política comercial y de desarrollo de Malasia diferentes medidas en frontera no arancelarias que constituyen obstáculos. En concreto, la proporción de líneas arancelarias para las que se exigen licencias de importación es cada vez mayor; en el caso de algunos productos agropecuarios e industriales, ese régimen de licencias aparentemente puede conferir a las autoridades un margen de discreción administrativa. En cambio, Malasia no recurre con frecuencia a medidas especiales; durante el período objeto de examen, ha adoptado pocas medidas antidumping y ninguna medida compensatoria ni de salvaguardia.

Las prescripciones en materia de contenido nacional fueron derogadas en 2000, salvo en el caso de la industria automotriz. Los procedimientos de contratación pública, en particular los márgenes preferenciales, suelen favorecer a las empresas de propiedad malasia, sobre todo cuanto se trata de cuantías relativamente modestas. Por lo general, los proveedores extranjeros quedan excluidos cuando se conceden contratos de importes superiores, salvo que no existan en el país los suministros o servicios de que se trate; en cuanto a los contratos de obras, se permite participar a contratistas extranjeros si no existe personal técnico especializado nacional. Malasia no es parte en el Acuerdo sobre Contratación Pública, aunque participa en el Grupo de Trabajo sobre la Transparencia de la Contratación Pública de la OMC. Por otro lado, las restricciones a la propiedad extranjera propician la participación nacional en las empresas que operan en Malasia, si bien se tiende a aplicar restricciones menos estrictas cuando se trata de empresas con volúmenes de exportación más importantes.

Algunas partidas (en particular, los productos forestales, el petróleo crudo y determinados productos del aceite de palma) están sujetas a derechos de exportación, que suponen aproximadamente el 2 por ciento de los ingresos fiscales totales. Algunos pocos productos también están sujetos a prohibiciones, limitaciones y prescripciones en materia de licencias. Al mismo tiempo, se presta ayuda a las exportaciones mediante concesiones arancelarias, desgravaciones fiscales, la creación de zonas de elaboración para la exportación, seguros, garantías y créditos en condiciones de favor, etc. y se respalda asimismo la promoción y comercialización de los productos.

Las medidas fiscales, que se cuentan entre los principales instrumentos de los programas de desarrollo económico de Malasia, incluyen un amplio abanico de incentivos a la inversión ofrecidos para diversas actividades manufactureras (incluida su exportación), la agricultura, el turismo y otros sectores de servicios designados al efecto, las actividades de investigación y desarrollo, la formación y la protección medioambiental. Al parecer, algunos de estos incentivos quizás se hayan otorgado como compensación por las prescripciones en materia de contenido nacional impuestas en ocasiones por las autoridades a las inversiones; con la eliminación de la mayoría de esas prescripciones, se plantea la cuestión de si dichos incentivos siguen siendo necesarios. A menudo, los incentivos fiscales resultan costosos (si se consideran como ingresos fiscales no percibidos) y su eficacia no siempre está del todo clara. Aunque a veces los incentivos para las inversiones, tanto fiscales como no fiscales, pueden estar justificados por motivos de “mal funcionamiento del mercado”, también implican el riesgo de que se subvencionen inversiones de calidad, que no precisan esas ayudas y que podrían haberse efectuado de todos modos, o de transformar inversiones que en otro caso hubiesen sido de dudosa rentabilidad en inversiones redituables. En la medida en que esos incentivos han fomentado las inversiones de este último tipo, no es descabellado pensar que hayan contribuido a la sobreinversión y a una distorsión en la asignación de recursos, y con ello posiblemente al descenso de la productividad total de los factores registrado en Malasia a principios del decenio de 1990.

Malasia ha emprendido la unificación progresiva de sus normas nacionales con las normas internacionales. El 31 por ciento de las 2.862 normas de Malasia actualmente en vigor están armonizadas con normas internacionales, o se basan en éstas, y el 80 por ciento de las nuevas normas elaboradas por Malasia en 1998 y 1999 se corresponden con normas internacionales.

Desde el examen anterior (realizado en 1997), Malasia ha promulgado dos nuevas leyes y ha modificado otras cuatro con el fin de asegurar una mayor protección de los derechos de propiedad intelectual y poner la legislación nacional en conformidad con el Acuerdo sobre los ADPIC. Asimismo, ha reforzado la aplicación de las leyes relativas a los derechos de propiedad intelectual, especialmente las relativas al derecho de autor.

Las empresas estatales siguen desempeñando un papel importante en la economía de Malasia, especialmente por cuanto respecta a las actividades relacionadas con el petróleo, la electricidad, el transporte, las telecomunicaciones y los servicios postales. Además de costear sus propias operaciones, algunas de esas empresas ofrecen financiación a otras empresas estatales y también a empresas privadas. Por ejemplo, PETRONAS, la empresa petrolera estatal, que destaca por su elevada rentabilidad, ha adquirido participaciones, entre otras, en empresas pertenecientes a la industria automotriz y en compañías navieras y Khazanah Holdings, una empresa de inversiones estatal, ha adquirido participación en una compañía privada de telecomunicaciones. Sin embargo, el Gobierno emprendió hace ya algún tiempo un programa de privatización, que a raíz de la crisis asiática al parecer ha venido aplicándose a un ritmo más lento; de hecho, el Gobierno ha readquirido participaciones en algunas empresas.

En la actualidad, Malasia no cuenta con una ley que englobe todas las cuestiones relacionadas con la competencia, aunque existen varias leyes de otra índole que regulan las actividades de las empresas y protegen los intereses de los consumidores. Además, con miras a fomentar la competencia en el sector de las telecomunicaciones, el Gobierno ha establecido recientemente para dicha industria una serie de directrices en materia de competencia. Por otro lado, se están adoptando medidas encaminadas a mejorar la gestión empresarial en Malasia.

Cuestiones sectoriales

La economía de Malasia está relativamente abierta al comercio de mercancías y a las inversiones extranjeras, con la notable excepción del arroz y los productos del automóvil. El sector de la electrónica es un buen ejemplo de las ventajas que puede ofrecer un régimen comercial abierto para el fomento del desarrollo. Este sector, en el que la protección arancelaria y no arancelaria ha sido bastante escasa, ha atraído importantes corrientes de inversiones extranjeras directas (IED) y ha aumentado su participación en la producción electrónica mundial hasta situarse en el 2,5 por ciento; el sector de la electrónica, que representa más de la mitad de las exportaciones totales de Malasia, ha constituido uno de los principales motores del crecimiento del país y su intensa competitividad externa ha sido un elemento fundamental en la recuperación de Malasia de la crisis financiera asiática. En cambio, la industria nacional del automóvil ha estado relativamente protegida de la competencia extranjera mediante elevados aranceles y se ha beneficiado de otros incentivos; este sector ha conseguido hacerse con una parte importante del mercado nacional aunque, en contra de los objetivos previstos, sus exportaciones son modestas, lo que indica quizás que la competitividad externa ha sido un tanto escasa.

El Octavo Plan de Malasia lanzado recientemente por el Gobierno prevé una apertura gradual del sector de los servicios que representa más de la mitad del PIB de Malasia, aunque no ha alcanzado aún el grado de liberalización existente en los sectores agropecuario y manufacturero. Esto se debe fundamentalmente a las restricciones a la inversión extranjera directa, que es necesaria para establecer una presencia comercial, el principal modo de suministro de la mayoría de los servicios. La presencia comercial se limita por lo general a las empresas conjuntas, en las que la participación extranjera combinada no puede superar el 30 por ciento. Los obstáculos a la presencia comercial limitan la competencia en lo que a prestación de servicios se refiere y menoscaban la eficacia del sector, ya que los precios abonados por las empresas y los particulares por esos servicios son superiores a los que se pagarían si el mercado fuera más competitivo. Los elevados costos comerciales resultantes ponen trabas a la competitividad de todas las empresas de Malasia que necesitan como insumos servicios esenciales (energía, finanzas, telecomunicaciones y transporte) para la producción y suministro de bienes y servicios.

Los planes del Gobierno para seguir abriendo el sector de los servicios financieros a la competencia internacional, las medidas de reforma adoptadas por la Comisión de Valores y las actividades emprendidas para fomentar la buena gestión y la reorganización empresariales se complementan mutuamente.

Perspectivas

Malasia es una nación dedicada a los intercambios comerciales, y por tanto las exportaciones y las inversiones extranjeras directas desempeñan un importante papel en su economía. La drástica desaceleración que ha sufrido recientemente la economía estadounidense y el hecho de que el Japón siga debilitándose son factores que plantean serias dificultades para el comercio malasio, al tiempo que empañan las perspectivas relativas a las inversiones y, en consecuencia, las perspectivas económicas a corto y medio plazo. De hecho, el Banco Central prevé que, pese a las estimulantes medidas fiscales adoptadas en el mes de marzo en 2001, el crecimiento disminuirá entre un 5 y un 6 por ciento, debido principalmente a la desaceleración de las exportaciones destinadas a los Estados Unidos (el Banco Asiático de Desarrollo ha previsto para 2001 un crecimiento del 4,9 por ciento). Esto plantea la cuestión de si, dentro de su política económica, Malasia no habrá conferido demasiada importancia a las exportaciones, en detrimento de la demanda interna (es decir, el ahorro nacional es excesivo), creando una dependencia exagerada de los mercados extranjeros (con una reducida gama de productos, a saber, los aparatos electrónicos).

Otro desafío importante que se avecina para Malasia es la inminente adhesión de China a la OMC. China no sólo es un peligroso competidor en los mercados de exportación malasios, sino que también libra con Malasia una reñida carrera por la obtención de IED. De hecho, China se ha hecho en los últimos tiempos con la mayor parte de las IED de otros países destinadas a la región.

El Gobierno ha logrado considerables avances en sus esfuerzos por hacer frente a las debilidades estructurales que se han hecho patentes durante la crisis asiática, fomentando la reestructuración empresarial y financiera. Asimismo, un régimen comercial y de inversiones más liberal podría contribuir sobremanera no sólo a la recuperación sostenida de la economía, sino también al desarrollo económico a largo plazo de Malasia.

 

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Informe del Gobierno  

ÓRGANO DE EXAMEN DE LAS POLÍTICAS COMERCIALES
MALASIA
Informe del Gobierno — Economic Development

Con una tasa media anual de crecimiento del 7,8 por ciento, el período comprendido entre 1991 y 1997 se caracterizó por la continuación de un rápido desarrollo económico, iniciado a mediados del decenio de 1980. Debido a la crisis financiera, el PIB de Malasia se redujo en 1998 en un 7,4 por ciento, si bien la economía volvió a recuperarse enseguida en el segundo cuatrimestre de 1999 para alcanzar una tasa media de crecimiento del 7,2 por ciento durante el período 1999-2000.

Esa rápida recuperación puede atribuirse a los esfuerzos desplegados por el Gobierno, a partir de mediados de 1998, por hacer menos estricta la política monetaria y asegurar un estímulo fiscal que reactivara la demanda interna, así como al notable aumento de las exportaciones en 1999 y 2000. La renta per cápita en ringgit disminuyó en 1998 para volver a situarse en 2000 en 13.359 ringgit, es decir, un nivel superior a los 11.234 ringgit (4.493 dólares EE.UU.) alcanzados en 1996, aunque, expresada en dólares de los Estados Unidos, registró un valor inferior, equivalente a 3.515 dólares EE.UU.

La tasa de desempleo registró un promedio del 2,9 por ciento para el período 1997-2000, alcanzándose en 1998 el nivel más alto, del 3,3 por ciento, y en 1997 el más bajo, del 2,5 por ciento. La tasa de inflación basada en el índice de precios al consumo se mantuvo en un promedio del 3,1 por ciento, arrojando un máximo del 5,3 por ciento en 1998 y un mínimo del 1,6 por ciento en 2000.

Las manufacturas y los servicios, tomados conjuntamente, fueron los sectores que más contribuyeron al PIB total, aumentando del 81,8 por ciento en 1997 al 83,7 por ciento en 1998, al 85,1 por ciento en 1999 y al 86,1 por ciento en 2000. Durante dicho período, la contribución del sector manufacturero al PIB osciló entre un 27,9 y un 33,4 por ciento, en tanto que la correspondiente al sector de los servicios fluctuó entre un 51,9 y un 55,8 por ciento. La parte del PIB correspondiente al sector agropecuario se mantuvo constantemente por encima del 9 por ciento, salvo en 2000 cuando bajó al 8,4 por ciento. El sector de la construcción vio disminuir su contribución al PIB del 4,8 en 1997 al 3,3 por ciento en 2000.

Durante el período objeto de examen, las inversiones internas, basadas en proyectos aprobados, se redujeron en 1999 drásticamente a 4.700 millones de ringgit, tras haber llegado a alcanzar en 1997 los 14.300 millones y en 1998 los 13.200 millones, aunque en 2000 volvieron a recuperarse para alcanzar los 13.700 millones de ringgit. No obstante, las IED mantuvieron su solidez, ascendiendo a 11.400 millones de ringgit en 1997, a 13.000 millones de ringgit en 1998, a 12.200 millones de ringgit en 1999 y a 19.800 millones de ringgit en 2000.

Las inversiones internas efectuadas en el período 1997-2000 se centraron principalmente en siete sectores, a saber: los productos del petróleo (incluidos los productos petroquímicos), los aparatos electrónicos y eléctricos, los productos de metal básico, el gas natural, las sustancias y productos químicos, el equipo de transporte y los productos minerales no metálicos. Durante el citado período, estas siete industrias acapararon conjuntamente el 76 por ciento de las inversiones internas totales destinadas a proyectos manufactureros aprobados.

Las exportaciones malasias, tras alcanzar los 77.300 millones en 1997, se redujeron en 1998 en un 7,2 por ciento para situarse en 71.800 millones de dólares EE.UU. En cambio, en 1999 y 2000 las exportaciones aumentaron en un 1,6 y un 17 por ciento, respectivamente, debido principalmente a la demanda sostenida de artículos eléctricos y electrónicos. La proporción de exportaciones de productos primarios disminuyó, debido en gran medida a la bajada de los precios y a la disminución del volumen de exportación del aceite de palma. Con todo, la subida de los precios del petróleo crudo y del gas natural contribuyó a compensar el crecimiento de las exportaciones en este sector. Las importaciones siguieron la misma tendencia durante el período en cuestión, registrando en 1998 una disminución del 26 por ciento, en 1999 un aumento del 12,9 por ciento y un nuevo incremento del 34,4 por ciento en 2000. La disminución de las importaciones registrada en 1998 puede atribuirse en gran medida a la desaceleración de la actividad empresarial, al aplazamiento de importantes proyectos de infraestructura y a la debilidad de la demanda de productos de consumo. Los bienes de importación que experimentaron un declive fueron la maquinaria y equipo, el equipo de transporte y los productos siderúrgicos. En 2000 Malasia ocupó el decimoctavo puesto tanto dentro de los exportadores como dentro de los importadores más importantes del comercio mundial.

Por cuanto respecta a la balanza de pagos, las reservas externas aumentaron a finales de 1999 a 30.900 millones de dólares EE.UU., lo que equivale a 5,9 meses de importaciones no reexportadas, aunque a finales de 2000 bajaron a 29.900 millones de dólares EE.UU., equivalentes a 4,5 meses de importaciones no reexportadas, debido en gran medida al hecho de que el superávit de la balanza de mercancías se redujo al superar el crecimiento de las importaciones al de las exportaciones. Además, pese a que el Gobierno siguió aplicando el estímulo fiscal para el año 2000, el déficit fiscal se mantuvo en un nivel sostenible del 6,3 por ciento del PIB.

El 1° de septiembre de 1998, Malasia introdujo medidas selectivas de control cambiario con objeto de restaurar la estabilidad en los mercados financieros y en la economía. La estabilidad que se ha logrado como fruto de esos controles ha permitido al país acelerar la reestructuración del sector financiero y empresarial. En la actualidad, las únicas normas que siguen aplicándose a las entradas a corto plazo consisten en medidas destinadas a impedir la internacionalización del ringgit.