NOTICIAS: NOTICIAS 2004

12 de julio de 2004, Mauricio
DIRECTOR GENERAL

Declaración del Director General distribuida a los Ministros del G-90

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> Comunicado de prensa: Supachai insta a los Ministros del G-90 y a todos los Ministros a que demuestren flexibilidad

Excelencias, señoras y señores,

Desde la celebración de la Conferencia Ministerial de Cancún, en septiembre de 2003, muchos han desplegado esfuerzos heroicos para reactivar el Programa de Doha para el Desarrollo. Por mi parte, he recorrido más de 250.000 kilómetros, deliberado con un número muy representativo de Ministros de la OMC y participado en 11 reuniones ministeriales — en su mayoría celebradas en África, América Latina y el Caribe — además por supuesto, de reunirme personalmente con muchos otros Ministros en Ginebra y en otras partes.

Hemos dedicado todos una gran cantidad de tiempo y de esfuerzos al Programa de Doha para el Desarrollo. Les encarezco personalmente que no permitan que se pierdan esfuerzos, ni las esperanzas y expectativas que llevan consigo. Tenemos la oportunidad de sentar las bases para un acuerdo comercial histórico. Ha llegado el momento de demostrar flexibilidad y de tender puentes. Permítaseme subrayar que este es un llamamiento que he dirigido a todos los Miembros. No me refiero a este Grupo en particular. No obstante, el llamamiento que les hago reviste especial urgencia porque esta Reunión Ministerial del G-90 es la última fase de una larga serie de reuniones ministeriales desde Cancún. El G-90 representa además una importante proporción de los Miembros de la OMC.

Nos quedan apenas 11 días laborables para alcanzar un acuerdo sobre los marcos de las modalidades en la esfera del acceso a los mercados para los productos agrícolas y no agrícolas, sobre la forma de abordar la iniciativa del algodón, y sobre las cuestiones relacionadas con el desarrollo y los “temas de Singapur”. Si fracasamos, el Programa de Doha para el Desarrollo quedará relegado a un segundo plano por un tiempo indeterminado. Ello debilitaría el sistema multilateral de comercio. No nos equivoquemos al respecto, el mundo no mejoraría en absoluto si no logramos nuestro propósito al final de julio; sin duda empeoraría considerablemente.

Comprendo perfectamente las dificultades a que están confrontados numerosos países del G-90. Sé que algunos de ustedes son reticentes a una mayor liberalización del comercio mundial. La OMC no es perfecta e indudablemente puede mejorarse el sistema multilateral de comercio. Pero tampoco es realista, además de ser perjudicial, considerar que existe otra opción como alternativa a la OMC. No es realista porque no hay ningún sistema capaz de lograr un acceso a los mercados igualmente profundo y amplio, ni de ofrecer la certidumbre jurídica de un entorno comercial mundial basado en normas. Es perjudicial porque cualquier digresión en esta etapa crítica de las negociaciones podría comprometer nuestra meta sobre comercio y desarrollo establecida en Doha.

Por último, sólo la OMC a través del Programa de Doha para el Desarrollo puede impulsar reformas imprescindibles y propicias al desarrollo, tales como la eliminación de las subvenciones a la exportación, la reducción sustancial de la ayuda interna causante de distorsión del comercio, así como mejoras sustanciales del acceso a los mercados, incluida la reducción de las crestas arancelarias y de la progresividad arancelaria. Solamente la OMC puede mejorar las normas mundiales por las que se rige el comercio.

Claro que el final del mes de julio no es el final del Programa de Doha para el Desarrollo, pero si perdemos ahora nuestro impulso, corremos el riesgo de que se pierdan todas las flexibilidades y compromisos importantes ofrecidos hasta el momento en las negociaciones. Aun cuando esas flexibilidades no respondan plenamente a todas las exigencias, es evidente que nos hacen llegar mucho más lejos que nunca en el marco de una ronda de negociaciones de la OMC.

Permítaseme subrayar en qué esferas se han puesto en evidencia algunos de estos márgenes de flexibilidad esenciales.

En la esfera de la agricultura tenemos una auténtica oportunidad histórica de eliminar todas las formas de subvenciones a la exportación dentro de un plazo determinado. También existe una convergencia de voluntades para proceder a reducciones sustanciales de la ayuda interna causante de distorsión del comercio. Sabemos todos a ciencia cierta que estas reducciones nunca tendrán lugar en el contexto de acuerdos de libre comercio regionales o bilaterales. La flexibilidad también se ha puesto de manifiesto en el acceso a los mercados. La denominada fórmula “mixta” para las reducciones de aranceles, a la que no es favorable el G-90, es probable que ya no sea la base para el pilar del acceso a los mercados en la agricultura. Existe ahora una creciente convergencia sobre el enfoque “estratificado”, que está destinado no solamente a lograr cortes arancelarios globales y sustanciales, sino también a abordar el problema de las crestas arancelarias y la progresividad arancelaria.

Permítanme asimismo recordarles que el trato especial y diferenciado será un elemento integrante de los tres pilares de la agricultura. Incluirá tasas de reducción menores y períodos de aplicación más prolongados. También hay posiciones convergentes sobre varios nuevos instrumentos como los Productos Especiales (PE) y un nuevo mecanismo de salvaguardia para la agricultura en favor de los países en desarrollo (MSE) para atender a las preocupaciones de los países en desarrollo en materia de seguridad alimentaria, seguridad de los medios de subsistencia y desarrollo rural. Claro está, persisten algunas diferencias importantes. Pero es un hecho innegable que podrían verdaderamente cobrar realidad, progresos con los que apenas podíamos soñar hace tan sólo unos pocos años, no solamente al acceso a los mercados y la competencia de la exportaciones, sino también a la reducción de la ayuda interna. Como todos ustedes saben, un progreso decisivo en la esfera de la agricultura desbloquearía el Programa de Doha para el Desarrollo.

En relación con los llamados “temas de Singapur”, recordarán que no hace mucho los proponentes deseaban entablar negociaciones sobre los cuatro “temas de Singapur”, a saber, la facilitación del comercio, la transparencia de la contratación pública, la inversión y la competencia. Se rechazaba categóricamente cualquier solución que disocie estas cuestiones, tratándolas separadamente.

Los proponentes han ofrecido apartarse considerablemente de esa posición. Han señalado su voluntad de prepararse para entablar negociaciones sólo sobre un tema — la facilitación del comercio — y colocar en un segundo plano los otros tres temas, fuera del “todo único”, es decir, fuera del Programa de Doha para el Desarrollo. Los Miembros han manifestado asimismo su voluntad de abordar algunas de las principales preocupaciones de este Grupo acerca del texto final sobre las modalidades en materia de facilitación del comercio, a condición de que el resultado sea equitativo para todos los participantes.

Les ruego que comparen esta situación con la posición inicial de los proponentes en la Conferencia Ministerial de Singapur en 1996. Las preocupaciones que ustedes han expresado constantemente han causado efecto. Hemos presenciado una reducción considerable del nivel de exigencia. Sin embargo, siempre en cualquier negociación hay un límite para el grado de exigencia, a partir del cual el acuerdo se desmorona. Al igual que a ustedes les incumbe la responsabilidad de determinar la mejor manera de responder, me corresponde a mí el deber de evaluar con franqueza la situación. Adherirse a la opción de proseguir la labor de esclarecimiento sobre la facilitación del comercio y abandonar totalmente al mismo tiempo los otros tres temas, probablemente no conducirá a un acuerdo. No tratar cuidadosamente esta cuestión puede comprometer la totalidad del acuerdo en julio, como sucedió en Cancún. Tenemos ahora una excelente oportunidad de hallar una solución tras ocho años de discusiones. Si no la aprovechamos podríamos volver nuevamente al punto de partida, y que los proponentes insistan en la celebración de negociaciones sobre los cuatro temas.

Como saben, por lo que se refiere a la iniciativa del algodón, los Miembros de la OMC en su mayoría desearían que se abordase esta importante cuestión en el marco de las negociaciones sobre la agricultura. Al mismo tiempo, los proponentes manifiestan la preocupación de que la cuestión del algodón se pierda en el marco más amplio de las negociaciones sobre la agricultura. A mi juicio es perfectamente posible hallar la forma de conciliar estas dos posiciones definiendo un lugar apropiado para el algodón en el marco de la agricultura.

Si en el mes de julio, podemos hacer un progreso importante en las negociaciones sobre la agricultura, entonces la iniciativa del algodón quedaría encaminada en un proceso que avanzaría con un impulso considerable en la dirección apropiada. En este caso se podría incluir el trato específico de la cuestión del algodón en el marco de la aplicación de los resultados del Programa de Doha para el Desarrollo.

Por consiguiente, les insto a que trabajen conjuntamente con sus interlocutores comerciales para hallar alguna fórmula de compromiso que pueda servir de base para el acuerdo sobre el algodón en el mes de julio. Fue para mí alentador comprobar, en la tercera reunión de Ministros de Comercio de los PMA, celebrada en Dakar, una actitud abierta de los Ministros de estos países que era en realidad un firme deseo de explorar esta vía. Espero que ustedes darán aquí muestras de la misma flexibilidad.

Sobre el acceso a los mercados de los productos no agrícolas, al igual que en relación con los productos agrícolas, es cada vez más generalizada la opinión de que no deberíamos sobrecargar a los Miembros más débiles y más vulnerables. De los PMA, que representan una mayoría de los países del G-90, no se espera que apliquen a sus aranceles ninguna fórmula de reducción acordada, ni que participen en ningún enfoque sectorial. Se reconoce asimismo la necesidad de abordar de manera válida la cuestión del deterioro de las preferencias. Además, los países del G-90, como todos los países en desarrollo, se beneficiarán indudablemente de las disposiciones relativas al trato especial y diferenciado destinadas a proteger los intereses de todos los países en desarrollo.

Sé que hay expectativas por lo que se refiere a las “exenciones” propuestas en la carta de los Comisarios Lamy y Fischler. Interpreto la intención del Comisario Lamy en el sentido de que los elementos contenidos en su carta son fundamentalmente conceptos políticos, que requerirían deliberaciones y negociaciones adicionales. Deberían ustedes tener asimismo en cuenta que numerosos países en desarrollo Miembros, incluidos los PMA, en ocasión de nuestras consultas en Ginebra han manifestado su preocupación por la posible creación de una categoría adicional de países en desarrollo. Si me permiten hablaré sin ambages. Me han dicho que si se insiste en este momento en el concepto de “exención” de las reducciones arancelarias para el G-90 como grupo, se tropezará con la firme objeción de otros países en desarrollo y se podría hacer fracasar el acuerdo.

Otra cuestión que según me consta reviste un gran interés para ustedes es la erosión de las preferencias en el acceso a los mercados tanto de los productos agrícolas como no agrícolas. Algunos países se han mostrado dispuestos a abordar las preocupaciones del G-90. Pero no queda claro todavía dentro de qué límites estarán dispuestos a proceder concretamente, y hay otros que manifiestan una oposición tenaz. La forma de tratar la cuestión de la erosión de las preferencias depende de las negociaciones. Considero que podemos hallar un enfoque aceptable en la etapa de definición de un marco. Pero no los induciré a error sosteniendo que las preferencias se pueden preservar indefinidamente. El entorno comercial mundial ha cambiado, y si cambia no sólo se debe a las negociaciones de la OMC, sino también, entre otras cosas, a la aparición de nuevos productores que fabrican a bajo costo, así como a la proliferación de acuerdos comerciales regionales y bilaterales.

Las preocupaciones relativas al “desarrollo” forman parte integrante de las negociaciones, y el desarrollo está presente en la totalidad del Programa de Doha. Nadie pone en tela de juicio el hecho de que las preocupaciones relativas al desarrollo deban aparecer debidamente reflejadas en el paquete de julio. Hay asimismo una opinión que indudablemente gana terreno entre los Miembros de la OMC, en favor de que se dé una importancia primordial, en julio, a nuestro mandato de hacer más preciso, eficaz y operativo el trato especial y diferenciado existente. Los países en desarrollo representan más de las dos terceras partes de los Miembros de la OMC. Y en una gran medida, debemos el inicio exitoso del Programa de Doha para el Desarrollo, a la confianza depositada en la OMC por los países en desarrollo en cuanto a la capacidad de la Organización de lograr resultados en respuesta a sus necesidades y expectativas. Para que las negociaciones culminen con éxito, será preciso que todos los Miembros, desarrollados y en desarrollo, estén dispuestos a reconocer y a dar cabida a las necesidades de sus homólogos, y a hacer concesiones para alcanzar el consenso.

Hace apenas unas semanas dije en la XI UNCTAD que no podíamos permitirnos el lujo de esperar. Tampoco, en mi opinión, tenemos mucho para elegir. Si deseamos que el comercio funcione como motor del crecimiento y del desarrollo, es indispensable que culmine con éxito el Programa de Doha para el Desarrollo. Todos los Ministros, así como los Jefes de Estado y de Gobierno, con los que me he reunido me han señalado que desean el éxito del Programa de Doha. En sus recientes declaraciones y afirmaciones, los grupos del mundo entero han reiterado su adhesión al Programa de Doha para el Desarrollo y su voluntad de hacer lo necesario para concluir un acuerdo sobre un paquete de medidas en el mes de julio. Algunos grupos de Miembros ya han mostrado importantes signos de flexibilidad. El interrogante que hoy se plantea es: ¿cómo responderá el G-90?

Sólo faltan 11 días laborables para el final de julio. Nuestra tarea es difícil pero no imposible. Buscamos la convergencia sobre los marcos que nos permitan avanzar hasta la próxima fase de las negociaciones. No podemos esperar del paquete de julio que responda a todas las interrogantes y que aborde todas las preocupaciones. Será preciso zanjar algunas cuestiones más adelante. Pero podemos y debemos esperar que ese paquete de medidas sea ambicioso y equilibrado. Para que suceda, todos los Miembros deberán contribuir con realismo y dar muestras de circunspección y confianza. Todos los Miembros, incluidos los países del G-90, deben evitar encerrarse innecesariamente en posiciones rígidas. El peligro consiste en que adoptando hoy posturas tácticas intransigentes, sus negociadores no dispondrán de un margen de maniobra cuando más lo necesiten en los días venideros.

No hay palabras mejores que las del Presidente Kagame de Rwanda, que en su muy reciente discurso pronunciado ante los Ministros de Comercio de la Unión Africana afirmó tan acertadamente:

“Este es un margen de oportunidad real y no podemos permitirnos perderlo. Está claro que debemos aprovechar la ocasión, dar muestras de una auténtica imaginación y ser lo más constructivos que sea posible ... . Todos tenemos nuestras prioridades e intereses. Este sería un factor que complicaría cualquier negociación. Por ese motivo, la búsqueda de compromisos tiene una importancia primordial. Y nadie debería considerar que la flexibilidad y una disposición favorable al compromiso constituyen un signo de debilidad o una capitulación. Debe interpretarse en cambio como la voluntad de hacer avanzar nuestros intereses comunes para dar lugar a una situación beneficiosa para todos”.

Huelga recordarles la decepción de Cancún y la meditación profunda que tuvo lugar posteriormente. Por mi parte, no deseo en absoluto que se repita Cancún. Pero si las delegaciones no tienen en cuenta las sabias palabras del Presidente Kagame, entonces me temo lo peor. De nada vale pasar por alto las dificultades. Es motivo de preocupación que hayamos visto tan poca búsqueda de un terreno común y un afianzamiento excesivo de las posiciones. Si fracasamos en julio, incurriremos en los mismos errores históricos y seremos los únicos responsables de ello.

Permítaseme recordar que cuando regresamos de Cancún, los Miembros de África, el Caribe, y América Central y del Sur se contaron entre los primeros en expresar su determinación de lograr que nuestras negociaciones se reactivasen lo antes posible. Figuraron también entre los primeros que reafirmaron su adhesión al Programa de Doha para el Desarrollo y su deseo de participar positivamente. Me impresionó sobremanera el profundo sentimiento de movilización personal permanente que demostraron los Ministros de estos países. En todas las conferencias ministeriales en las que participé, los Ministros me aseguraron que continuarían ejerciendo personalmente una estrecha vigilancia, con objeto de reactivar el Programa de Doha para el Desarrollo.

La línea divisoria entre el éxito y el fracaso es sin duda muy tenue. Como ya lo he dicho — pero siempre conviene insistir — tenemos ante nosotros la oportunidad de escribir la historia si realizamos la reforma fundamental de la agricultura en el Programa de Doha para el Desarrollo. Por otra parte, la incapacidad de lograr un acuerdo marco al final de este mes puede significar el desmembramiento de las ofertas formuladas por los países desarrollados para eliminar las subvenciones a las exportaciones agrícolas y otras formas subvencionadas de competencia de las exportaciones. Nadie puede estar sinceramente convencido de que tal desmembramiento signifique un progreso.

En esta etapa avanzada, es de importancia primordial que evitemos crear cualesquiera divisiones innecesarias o añadir obstáculos adicionales en el camino de las negociaciones. No es momento de flaquear en nuestro compromiso y determinación de alcanzar nuestros objetivos fijados en Doha hace tres años. Cuento con que todos ustedes aprovecharán esta reunión altamente importante para demostrar que el G-90 está resuelto a desempeñar el papel que le incumbe en la solución de los complejos problemas que enfrentamos, y a tender los puentes que conduzcan al progreso.