Gracias, Embajador Agah. Me complace poder
presentar al OEPC mi informe sobre los hechos ocurridos recientemente en
el comercio y en relación con el comercio en el contexto de la crisis
económica y financiera. Voy a dedicar unos minutos a hacer la
presentación del informe y a explicar en qué aspectos agradecería
recibir más orientación del OEPC para que yo mismo y la Secretaría
podamos seguir intentando responder a las preocupaciones y necesidades
de los Miembros de la OMC en este proceso.
Esta iniciativa del OEPC me parece importante, y denota la
responsabilidad que tiene la OMC de actuar activa y constructivamente
para ayudar a afrontar la difícil situación actual de la economía
mundial y a propiciar el pronto fin de la recesión y el restablecimiento
de un crecimiento fuerte y sostenible del comercio mundial. A causa de
la velocidad a la que se ha deteriorado la situación económica desde la
crisis financiera de septiembre del año pasado, ha habido poco tiempo
para celebrar con los Miembros las amplias consultas que suelen preceder
a las iniciativas de este tipo en la OMC. Todos nos vemos obligados a
improvisar.
He tomado debida nota de las preocupaciones que algunos de ustedes
expresaron la semana pasada en el Consejo General acerca del mandato y
la finalidad de este proceso de vigilancia. Les aseguro que las
simientes de esta iniciativa no se sembraron en Davos, ni en el G-20.
Esta es una iniciativa de la casa, que empezó en la OMC y que, en mi
opinión, debería continuar en la OMC mientras lo justifique la situación
económica mundial. El pasado mes de octubre establecí en la Secretaría
un equipo de trabajo encargado de asesorarme sobre las repercusiones de
la crisis financiera en el comercio. Varios Miembros me sugirieron
entonces que esa labor revestía un interés general para todos los
Miembros de la OMC, y me instaron a comunicar los resultados obtenidos
por el equipo de trabajo. Tal vez recuerden ustedes las propuestas que
se hicieron en la reunión de Jefes de Delegación del 12 de noviembre,
por ejemplo la del Embajador Hisham Badr de Egipto, en nombre del Grupo
Árabe, de que yo informase por escrito sobre la labor del equipo de
trabajo de la Secretaría y que hubiera un debate entre los Miembros
sobre el impacto de la crisis financiera mundial en el comercio. Estas
propuestas contaron con el respaldo de otros Miembros desarrollados y en
desarrollo. El 17 de diciembre hice una declaración a este respecto en
la reunión del CNC, y al día siguiente examinamos la cuestión en el
Consejo General. La reunión de hoy es una continuación de esas
deliberaciones.
Para que esta iniciativa tenga éxito, deben ser los Miembros quienes la
impulsen. Tiene que ser obra y redundar en beneficio de todos los
Miembros o, como dijo la semana pasada el Embajador Navarro de Bolivia,
del “G-153”. No creo que nadie ponga en duda que los Miembros de la OMC
tienen la responsabilidad de vigilar el curso de las políticas que están
afectando al comercio internacional y al sistema multilateral de
comercio, ni el gran interés que todos tienen en ello. Dadas las
circunstancias económicas actuales, y el hecho de que el crecimiento del
comercio ya se ha estancado en todo el mundo, es crucial que activemos
el radar para obtener toda la información posible sobre la evolución a
nivel mundial de las políticas relacionadas con el comercio. Las
frágiles perspectivas económicas de todos los Miembros de la OMC son
ahora especialmente vulnerables a la introducción de nuevas medidas que
cierren el acceso a los mercados o distorsionen la competencia. Este es
el caso, sobre todo, de los países en desarrollo, porque el crecimiento
económico de muchos de ellos depende fuertemente del comercio.
La gravedad de la situación económica mundial exige que hagamos un
esfuerzo colectivo para mejorar las perspectivas de una pronta
recuperación. La conclusión de las negociaciones del PDD es
decididamente nuestra contribución más importante en ese sentido.
También es el medio más seguro de que disponemos para proteger los
intereses comerciales de cada uno de nosotros y el sistema multilateral
de comercio frente a la amenaza de un brote de proteccionismo.
Entretanto, puede ser útil que vigilemos los acontecimientos que tienen
lugar en el comercio y en relación con el comercio y aprovechemos las
muchas posibilidades de consulta a que podemos recurrir en la OMC, tanto
informales como formales, para concebir una respuesta colectiva a los
problemas que se vayan planteando -por ejemplo, para corregir los
déficit de financiación del comercio- y asegurarnos de que nuestros
mercados permanezcan abiertos a la actividad económica y nuestras
políticas comerciales se apliquen con transparencia.
Mi informe tiene por fin contribuir a esa tarea, pero insisto en que no
debe considerarse definitivo. Les agradecería que me diesen hoy sus
opiniones sobre cómo puede mejorarse. Para que una labor de vigilancia
de este tipo sea útil, tiene que hacerse regularmente y basarse en datos
precisos lo más completos posible.
Cuando se elaboraba este primer informe, se puso de manifiesto que en
este momento la Secretaría no está en condiciones de garantizar que la
información que buscamos sea precisa ni completa, ya que tiene que
recurrir para encontrarla a fuentes ad hoc y del dominio público. Los
Miembros tienen que tomar mucha más conciencia de la importancia de
aportar esa información. He recibido de Corea observaciones muy útiles
en las que se corrige la información que figura en mi informe sobre los
cambios que ha habido recientemente en sus políticas comerciales y
relacionadas con el comercio. El Embajador Montano del Ecuador también
facilitó, en su declaración de la semana pasada ante el Consejo General,
información adicional valiosa sobre los cambios en las políticas
comerciales de su país, entre ellos la reciente adopción de importantes
medidas de liberalización del comercio. Esta información me servirá para
empezar a mejorar la calidad de mi informe, pero será preciso que todos
los Miembros de la OMC participen en la tarea si queremos establecer un
proceso de vigilancia verdaderamente objetivo y completo.
En la OMC ya disponemos de instrumentos, en la forma de múltiples
disposiciones sobre notificación y transparencia, que nos permitirían
recabar mucha más información sobre el curso actual de las políticas si
los Miembros las aplicasen con el espíritu con el que se concibieron.
Con mucho gusto ofreceré a los Miembros un resumen sucinto de esas
disposiciones, si piensan que puede serles útil. Creo que también merece
la pena considerar la posibilidad de involucrar en esta labor a los
países en proceso de adhesión, a condición de que se muestren dispuestos
a brindar a los Miembros información sobre los cambios que hayan tenido
lugar recientemente en sus políticas comerciales y relacionadas con el
comercio. De momento, mi informe es un documento de carácter reservado,
y sugeriría que lo dejásemos así hasta que los Miembros se sientan más
satisfechos con su contenido.
Por último, señor Presidente, voy a repetir la conclusión a la que he
llegado en mi informe de que, hasta la fecha, se ha tenido constancia de
pocos casos en que los que se haya recurrido a nuevas medidas de
restricción del comercio o causantes de distorsión del comercio en el
contexto de la crisis económica y financiera. Las acertadas
disposiciones adoptadas recientemente por el Presidente Lula del Brasil
y el Presidente Obama de los Estados Unidos para resistir a las
presiones proteccionistas internas y asegurar que sus economías
permanezcan abiertas a la competencia extranjera me llevan a creer que
la situación, en términos generales, está bajo control. Debo decir, sin
embargo, que mi sexto sentido me indica que todavía tenemos que madurar
bastante la respuesta política mundial a la recesión económica, y que
creo que la vigilancia debe continuar.
Observaciones finales del Director General
Quiero hacer algunas observaciones breves en
respuesta a las declaraciones formuladas.
Deseo encomiar, ante todo, la seriedad y eficacia con que han abordado
ustedes esta tarea. Ello me alienta a seguir trabajando con el
Presidente de este órgano, en el que están ustedes participando junto
con la Secretaría y conmigo. Como han indicado muchos, si no todos los
oradores, éste es el primer paso. Sin duda, aún queda trabajo por hacer
y por mejorar, y les agradezco sobremanera las sugerencias que han
formulado. Gracias a sus declaraciones, hemos recabado una gran cantidad
de información muy valiosa que nos permitirá continuar con esta labor.
Todas estas sugerencias de los diversos Miembros sobre la utilización de
los distintos procedimientos de notificación -y estoy seguro de que el
Presidente del Órgano de Examen de las Políticas Comerciales volverá a
referirse a ellas- resultan útiles; todas ellas. Gracias.
Tomo nota de las preocupaciones expresadas por algunos de ustedes en
relación con el procedimiento. Hay trabajo por hacer en esta esfera. Con
respecto a la vinculación con debates más generales sobre la función de
la OMC en términos de vigilancia, quiero hacer algunas observaciones
breves.
En primer lugar, el Órgano de Examen de las Políticas Comerciales no es
un comité; es un órgano, y al igual que el Órgano de Solución de
Diferencias, es un Consejo General con una función diferente.
En segundo lugar, estoy seguro de que tendremos la oportunidad de volver
a examinar la cuestión de la vigilancia antes de finales de mayo, como
se indicó en la reunión del Consejo General.
Con respecto a la cuestión de la coordinación con otras organizaciones
internacionales -el FMI, la OCDE y el Banco Mundial, por nombrar las más
citadas-, existen vínculos de los que nos hemos servido tanto la
Secretaría como yo, y los fortaleceremos cuando sea necesario.
Por lo que se refiere a la financiación del comercio, tengan la
seguridad de que seguiremos movilizando a los diversos colectivos
interesados, como se indicó en el Consejo General la pasada semana; en
ese marco, se establecieron algunos de los resultados, aunque huelga
decir que aún queda mucho por hacer.
En cuanto a la cuestión de fondo, está claro que, entre el conjunto de
las medidas de estímulo, se ha recurrido a las subvenciones. Por nuestra
parte, éste es el tema al que debemos prestar atención. Cuando digo
“nuestra parte”, también me refiero a ustedes. Como suele ocurrir, el
meollo de la cuestión está en los detalles. Lo que necesitamos son
textos precisos que nos permitan evaluar debidamente los daños causados
y las repercusiones de los programas de subvenciones.
Desde un punto de vista general y habiendo escuchado atentamente sus
declaraciones, diría que estoy de acuerdo con la idea de que nuestros
análisis y nuestro ámbito de trabajo, por lo que respecta a este proceso
de vigilancia de las políticas comerciales y en el contexto de la crisis
económica, deberían abarcar todas las medidas que tienen un efecto
negativo, o incluso positivo, en las corrientes comerciales, sean o no
medidas compatibles con las obligaciones de los Miembros.
Uno de los problemas que se plantean es determinar si las medidas
adoptadas son compatibles y, en ese sentido, disponemos en nuestro
arsenal de la OMC de procedimientos y conductos que pueden utilizarse
para ello. Se trata de recursos probados y comprobados, y pienso que, en
realidad, no necesitamos nada nuevo. No obstante, al mismo tiempo, es
cierto que necesitamos una visión tan global como sea posible de los
efectos en el comercio y, en particular, de los efectos de esas medidas
en los países en desarrollo. En esto deberíamos centrar nuestra labor a
lo largo de este ejercicio.
Este criterio se ajusta perfectamente al proceso por países de los
exámenes de las políticas comerciales, con el que están todos bien
familiarizados y en el que participan con regularidad. La Secretaría
prepara dos partes de un informe; en primer lugar, sobre la
compatibilidad con los compromisos y con referencia a los efectos
económicos. Como saben, en este proceso de examen de las políticas
comerciales no se hace ningún juicio de valor con respecto a la
compatibilidad. No se presupone nada, y creo que ese espíritu en que se
basan los exámenes de las políticas comerciales, país por país, también
debería aplicarse de manera natural a este ejercicio transversal que
estamos realizando.
Por último, el Presidente de este órgano, Richard Eglin, sus colegas y
yo continuaremos nuestras consultas antes del próximo ejercicio de este
tipo, que pienso que tendrá lugar hacia mediados de marzo.
Celebraremos consultas teniendo presentes dos principios: en primer
lugar, la transparencia, y, en segundo lugar, la urgencia. La
transparencia para seguir aplicando en nuestro trabajo lo que algunos de
nosotros aplicamos en la iglesia los domingos, algo de esa base moral. Y
quiero infundir además un sentido de urgencia; debemos redoblar nuestros
esfuerzos para responder a las necesidades que plantea esta crisis sin
precedentes y acelerar nuestro habitual ritmo de trabajo, en cierta
medida sosegado. Quiero expresar mi agradecimiento a Alberto Dumont
[Embajador de la Argentina] por haber abierto las preguntas y el debate
esta mañana, y creo que debe tener algún tipo de poderes sobrenaturales
porque ha adivinado cuáles iban a ser las conclusiones cuando dijo, y
cito textualmente, que “tenemos que ser más exigentes con nosotros
mismos”. Creo que, sin duda, está en lo cierto y ha resumido a la
perfección la tarea que venimos realizando hasta la fecha y que tenemos
la intención de continuar.
Gracias, Sr. Presidente.
> Observaciones formuladas por el Presidente a modo de conclusión
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