OMC: NOTICIAS 2009

Gracias, Embajador Agah. Me complace poder presentar al OEPC mi informe sobre los hechos ocurridos recientemente en el comercio y en relación con el comercio en el contexto de la crisis económica y financiera. Voy a dedicar unos minutos a hacer la presentación del informe y a explicar en qué aspectos agradecería recibir más orientación del OEPC para que yo mismo y la Secretaría podamos seguir intentando responder a las preocupaciones y necesidades de los Miembros de la OMC en este proceso.

Esta iniciativa del OEPC me parece importante, y denota la responsabilidad que tiene la OMC de actuar activa y constructivamente para ayudar a afrontar la difícil situación actual de la economía mundial y a propiciar el pronto fin de la recesión y el restablecimiento de un crecimiento fuerte y sostenible del comercio mundial. A causa de la velocidad a la que se ha deteriorado la situación económica desde la crisis financiera de septiembre del año pasado, ha habido poco tiempo para celebrar con los Miembros las amplias consultas que suelen preceder a las iniciativas de este tipo en la OMC. Todos nos vemos obligados a improvisar.

He tomado debida nota de las preocupaciones que algunos de ustedes expresaron la semana pasada en el Consejo General acerca del mandato y la finalidad de este proceso de vigilancia. Les aseguro que las simientes de esta iniciativa no se sembraron en Davos, ni en el G-20. Esta es una iniciativa de la casa, que empezó en la OMC y que, en mi opinión, debería continuar en la OMC mientras lo justifique la situación económica mundial. El pasado mes de octubre establecí en la Secretaría un equipo de trabajo encargado de asesorarme sobre las repercusiones de la crisis financiera en el comercio. Varios Miembros me sugirieron entonces que esa labor revestía un interés general para todos los Miembros de la OMC, y me instaron a comunicar los resultados obtenidos por el equipo de trabajo. Tal vez recuerden ustedes las propuestas que se hicieron en la reunión de Jefes de Delegación del 12 de noviembre, por ejemplo la del Embajador Hisham Badr de Egipto, en nombre del Grupo Árabe, de que yo informase por escrito sobre la labor del equipo de trabajo de la Secretaría y que hubiera un debate entre los Miembros sobre el impacto de la crisis financiera mundial en el comercio. Estas propuestas contaron con el respaldo de otros Miembros desarrollados y en desarrollo. El 17 de diciembre hice una declaración a este respecto en la reunión del CNC, y al día siguiente examinamos la cuestión en el Consejo General. La reunión de hoy es una continuación de esas deliberaciones.

Para que esta iniciativa tenga éxito, deben ser los Miembros quienes la impulsen. Tiene que ser obra y redundar en beneficio de todos los Miembros o, como dijo la semana pasada el Embajador Navarro de Bolivia, del “G-153”. No creo que nadie ponga en duda que los Miembros de la OMC tienen la responsabilidad de vigilar el curso de las políticas que están afectando al comercio internacional y al sistema multilateral de comercio, ni el gran interés que todos tienen en ello. Dadas las circunstancias económicas actuales, y el hecho de que el crecimiento del comercio ya se ha estancado en todo el mundo, es crucial que activemos el radar para obtener toda la información posible sobre la evolución a nivel mundial de las políticas relacionadas con el comercio. Las frágiles perspectivas económicas de todos los Miembros de la OMC son ahora especialmente vulnerables a la introducción de nuevas medidas que cierren el acceso a los mercados o distorsionen la competencia. Este es el caso, sobre todo, de los países en desarrollo, porque el crecimiento económico de muchos de ellos depende fuertemente del comercio.

La gravedad de la situación económica mundial exige que hagamos un esfuerzo colectivo para mejorar las perspectivas de una pronta recuperación. La conclusión de las negociaciones del PDD es decididamente nuestra contribución más importante en ese sentido. También es el medio más seguro de que disponemos para proteger los intereses comerciales de cada uno de nosotros y el sistema multilateral de comercio frente a la amenaza de un brote de proteccionismo. Entretanto, puede ser útil que vigilemos los acontecimientos que tienen lugar en el comercio y en relación con el comercio y aprovechemos las muchas posibilidades de consulta a que podemos recurrir en la OMC, tanto informales como formales, para concebir una respuesta colectiva a los problemas que se vayan planteando -por ejemplo, para corregir los déficit de financiación del comercio- y asegurarnos de que nuestros mercados permanezcan abiertos a la actividad económica y nuestras políticas comerciales se apliquen con transparencia.

Mi informe tiene por fin contribuir a esa tarea, pero insisto en que no debe considerarse definitivo. Les agradecería que me diesen hoy sus opiniones sobre cómo puede mejorarse. Para que una labor de vigilancia de este tipo sea útil, tiene que hacerse regularmente y basarse en datos precisos lo más completos posible.

Cuando se elaboraba este primer informe, se puso de manifiesto que en este momento la Secretaría no está en condiciones de garantizar que la información que buscamos sea precisa ni completa, ya que tiene que recurrir para encontrarla a fuentes ad hoc y del dominio público. Los Miembros tienen que tomar mucha más conciencia de la importancia de aportar esa información. He recibido de Corea observaciones muy útiles en las que se corrige la información que figura en mi informe sobre los cambios que ha habido recientemente en sus políticas comerciales y relacionadas con el comercio. El Embajador Montano del Ecuador también facilitó, en su declaración de la semana pasada ante el Consejo General, información adicional valiosa sobre los cambios en las políticas comerciales de su país, entre ellos la reciente adopción de importantes medidas de liberalización del comercio. Esta información me servirá para empezar a mejorar la calidad de mi informe, pero será preciso que todos los Miembros de la OMC participen en la tarea si queremos establecer un proceso de vigilancia verdaderamente objetivo y completo.

En la OMC ya disponemos de instrumentos, en la forma de múltiples disposiciones sobre notificación y transparencia, que nos permitirían recabar mucha más información sobre el curso actual de las políticas si los Miembros las aplicasen con el espíritu con el que se concibieron. Con mucho gusto ofreceré a los Miembros un resumen sucinto de esas disposiciones, si piensan que puede serles útil. Creo que también merece la pena considerar la posibilidad de involucrar en esta labor a los países en proceso de adhesión, a condición de que se muestren dispuestos a brindar a los Miembros información sobre los cambios que hayan tenido lugar recientemente en sus políticas comerciales y relacionadas con el comercio. De momento, mi informe es un documento de carácter reservado, y sugeriría que lo dejásemos así hasta que los Miembros se sientan más satisfechos con su contenido.

Por último, señor Presidente, voy a repetir la conclusión a la que he llegado en mi informe de que, hasta la fecha, se ha tenido constancia de pocos casos en que los que se haya recurrido a nuevas medidas de restricción del comercio o causantes de distorsión del comercio en el contexto de la crisis económica y financiera. Las acertadas disposiciones adoptadas recientemente por el Presidente Lula del Brasil y el Presidente Obama de los Estados Unidos para resistir a las presiones proteccionistas internas y asegurar que sus economías permanezcan abiertas a la competencia extranjera me llevan a creer que la situación, en términos generales, está bajo control. Debo decir, sin embargo, que mi sexto sentido me indica que todavía tenemos que madurar bastante la respuesta política mundial a la recesión económica, y que creo que la vigilancia debe continuar.

 

Observaciones finales del Director General

Quiero hacer algunas observaciones breves en respuesta a las declaraciones formuladas.

Deseo encomiar, ante todo, la seriedad y eficacia con que han abordado ustedes esta tarea. Ello me alienta a seguir trabajando con el Presidente de este órgano, en el que están ustedes participando junto con la Secretaría y conmigo. Como han indicado muchos, si no todos los oradores, éste es el primer paso. Sin duda, aún queda trabajo por hacer y por mejorar, y les agradezco sobremanera las sugerencias que han formulado. Gracias a sus declaraciones, hemos recabado una gran cantidad de información muy valiosa que nos permitirá continuar con esta labor. Todas estas sugerencias de los diversos Miembros sobre la utilización de los distintos procedimientos de notificación -y estoy seguro de que el Presidente del Órgano de Examen de las Políticas Comerciales volverá a referirse a ellas- resultan útiles; todas ellas. Gracias.

Tomo nota de las preocupaciones expresadas por algunos de ustedes en relación con el procedimiento. Hay trabajo por hacer en esta esfera. Con respecto a la vinculación con debates más generales sobre la función de la OMC en términos de vigilancia, quiero hacer algunas observaciones breves.

En primer lugar, el Órgano de Examen de las Políticas Comerciales no es un comité; es un órgano, y al igual que el Órgano de Solución de Diferencias, es un Consejo General con una función diferente.

En segundo lugar, estoy seguro de que tendremos la oportunidad de volver a examinar la cuestión de la vigilancia antes de finales de mayo, como se indicó en la reunión del Consejo General.

Con respecto a la cuestión de la coordinación con otras organizaciones internacionales -el FMI, la OCDE y el Banco Mundial, por nombrar las más citadas-, existen vínculos de los que nos hemos servido tanto la Secretaría como yo, y los fortaleceremos cuando sea necesario.

Por lo que se refiere a la financiación del comercio, tengan la seguridad de que seguiremos movilizando a los diversos colectivos interesados, como se indicó en el Consejo General la pasada semana; en ese marco, se establecieron algunos de los resultados, aunque huelga decir que aún queda mucho por hacer.

En cuanto a la cuestión de fondo, está claro que, entre el conjunto de las medidas de estímulo, se ha recurrido a las subvenciones. Por nuestra parte, éste es el tema al que debemos prestar atención. Cuando digo “nuestra parte”, también me refiero a ustedes. Como suele ocurrir, el meollo de la cuestión está en los detalles. Lo que necesitamos son textos precisos que nos permitan evaluar debidamente los daños causados y las repercusiones de los programas de subvenciones.

Desde un punto de vista general y habiendo escuchado atentamente sus declaraciones, diría que estoy de acuerdo con la idea de que nuestros análisis y nuestro ámbito de trabajo, por lo que respecta a este proceso de vigilancia de las políticas comerciales y en el contexto de la crisis económica, deberían abarcar todas las medidas que tienen un efecto negativo, o incluso positivo, en las corrientes comerciales, sean o no medidas compatibles con las obligaciones de los Miembros.

Uno de los problemas que se plantean es determinar si las medidas adoptadas son compatibles y, en ese sentido, disponemos en nuestro arsenal de la OMC de procedimientos y conductos que pueden utilizarse para ello. Se trata de recursos probados y comprobados, y pienso que, en realidad, no necesitamos nada nuevo. No obstante, al mismo tiempo, es cierto que necesitamos una visión tan global como sea posible de los efectos en el comercio y, en particular, de los efectos de esas medidas en los países en desarrollo. En esto deberíamos centrar nuestra labor a lo largo de este ejercicio.

Este criterio se ajusta perfectamente al proceso por países de los exámenes de las políticas comerciales, con el que están todos bien familiarizados y en el que participan con regularidad. La Secretaría prepara dos partes de un informe; en primer lugar, sobre la compatibilidad con los compromisos y con referencia a los efectos económicos. Como saben, en este proceso de examen de las políticas comerciales no se hace ningún juicio de valor con respecto a la compatibilidad. No se presupone nada, y creo que ese espíritu en que se basan los exámenes de las políticas comerciales, país por país, también debería aplicarse de manera natural a este ejercicio transversal que estamos realizando.

Por último, el Presidente de este órgano, Richard Eglin, sus colegas y yo continuaremos nuestras consultas antes del próximo ejercicio de este tipo, que pienso que tendrá lugar hacia mediados de marzo.

Celebraremos consultas teniendo presentes dos principios: en primer lugar, la transparencia, y, en segundo lugar, la urgencia. La transparencia para seguir aplicando en nuestro trabajo lo que algunos de nosotros aplicamos en la iglesia los domingos, algo de esa base moral. Y quiero infundir además un sentido de urgencia; debemos redoblar nuestros esfuerzos para responder a las necesidades que plantea esta crisis sin precedentes y acelerar nuestro habitual ritmo de trabajo, en cierta medida sosegado. Quiero expresar mi agradecimiento a Alberto Dumont [Embajador de la Argentina] por haber abierto las preguntas y el debate esta mañana, y creo que debe tener algún tipo de poderes sobrenaturales porque ha adivinado cuáles iban a ser las conclusiones cuando dijo, y cito textualmente, que “tenemos que ser más exigentes con nosotros mismos”. Creo que, sin duda, está en lo cierto y ha resumido a la perfección la tarea que venimos realizando hasta la fecha y que tenemos la intención de continuar.

Gracias, Sr. Presidente.

> Observaciones formuladas por el Presidente a modo de conclusión

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