Observaciones introductorias
Muchas gracias, Embajador Major.
Me complace presentar al Órgano de Examen de las Políticas Comerciales mi
tercer informe sobre la crisis económica y financiera y los hechos ocurridos
recientemente en relación con el comercio. Quisiera dedicar algunos minutos
a hablar sobre los últimos acontecimientos económicos y hacer luego una
breve presentación del informe de vigilancia.
Desde la última vez que nos reunimos en este mismo Órgano, el 14 de abril de
2009, la economía mundial ha seguido siendo frágil y las perspectivas
económicas todavía son inciertas. Recientemente ha habido algunos indicios
alentadores en forma de resultados mejores de lo esperado aquí y allá.
Algunos lo interpretan como una señal de que estamos dejando atrás los malos
tiempos y hay de nuevo perspectivas de volver a las pautas anteriores de
crecimiento económico.
Yo me mostraría precavido ante un optimismo excesivo. Si bien es cierto que
los mercados financieros muestran indicios de estabilización, la crisis
dista de haber concluido, en particular en muchos países en desarrollo, que
sólo ahora empiezan a notar todos sus efectos sobre su comercio y
crecimiento económico. La demanda agregada todavía sigue disminuyendo
drásticamente en la economía mundial, mientras el desempleo continúa
creciendo. No deberíamos olvidar que esta crisis carece de precedentes por
su profundidad, amplitud y repercusión mundial. Tenemos que mantenernos
vigilantes y actuar colectivamente para enviar los mensajes adecuados e
instaurar un entorno apropiado, que permita la recuperación sostenible de
todos.
La economía mundial sigue contrayéndose y, según las previsiones del Banco
Mundial, se reducirá un 2,9 por ciento en 2009. Por lo que respecta al
comercio, la última previsión de la Secretaría de la OMC apunta a una
contracción del volumen del comercio de mercancías del 10 por ciento en
2009, lo que supone una reducción con respecto a nuestra estimación
anterior, que era del 9 por ciento; una disminución del 14 por ciento en los
países desarrollados y del 7 por ciento en los países en desarrollo.
Algunos sectores del comercio de servicios parecen resistir mejor que otros,
y en conjunto el comercio de servicios lo hace mejor que el de mercancías.
Obviamente, se trata de una buena noticia, aunque no basta por sí sola para
alterar la perspectiva de que la economía mundial mantenga una tendencia de
recesión o crecimiento reducido durante cierto tiempo, y de que la
recuperación, cuando se produzca, probablemente sea mucho más lenta de lo
que quisiéramos.
Como dije en nuestra reunión anterior, esta es una crisis mundial que
requiere soluciones mundiales. Hemos visto que ninguna economía en el mundo
es inmune a ella. Está afectando más duramente a la mayoría de los países en
desarrollo, que no disponen de margen para aliviar su repercusión. No
cuentan con medios financieros para aplicar conjuntos de incentivos fiscales
que contribuyan a reimpulsar el crecimiento de sus economías, ni para
conceder subvenciones que ayuden a sus agricultores o empresas a
sobreponerse a la contracción de sus mercados, ni de redes de seguridad
social para proteger a sus poblaciones ante la disminución de sus ingresos o
impedir que las familias vuelvan a caer por debajo del umbral de pobreza.
La comunidad mundial tiene que actuar conjuntamente para ayudar a los países
en desarrollo, especialmente los más pobres, a atenuar los peores efectos de
la crisis mundial. La reunión organizada por la OMC la semana pasada para
llevar a cabo el segundo Examen Global de la Ayuda para el Comercio
constituyó una oportunidad única de evaluar nuestros esfuerzos
multilaterales a este respecto, y estudiar cómo pasar del compromiso a la
acción. La Ayuda para el Comercio es esencial hoy en día, al igual que las
inversiones que permitirán a muchos países en desarrollo preparar su salida
de la crisis mejorando su capacidad comercial.
También considero alentadores los mensajes provenientes de la reciente
reunión del G 8 ampliado a la que he asistido y en la que los líderes han
reconocido la importancia de mantener la apertura del comercio y se han
comprometido a concluir la Ronda de Doha el año que viene.
El nuevo informe de vigilancia presenta un panorama ambiguo de la evolución
reciente de las políticas comerciales.
Por una parte, ha persistido la tendencia hacia mayores restricciones y
distorsiones en determinados sectores de mercancías comerciables de la
economía mundial.
Por otra parte, se han observado algunos signos de mejora, pues en los tres
últimos meses ha aumentado el número de gobiernos que han introducido
medidas de apertura y facilitación del comercio. Eso es exactamente lo que
necesitamos que hagan los responsables de las políticas comerciales en las
circunstancias actuales, que reafirmen su compromiso de abrir los mercados y
su confianza en dicha medida.
Pero todavía no hay indicios de que los gobiernos den marcha atrás o
supriman las medidas restrictivas o distorsionadoras del comercio que
impusieron en las primeras etapas de la crisis.
No quiero dar a entender que eso representa el brote de un proteccionismo de
gran intensidad que conlleve un recurso generalizado a la restricción del
comercio y la adopción de medidas de retorsión. Nos infunde aliento el hecho
de que las normas multilaterales sobre comercio de la OMC continúan
ofreciendo una valiosa póliza de seguro contra una espiral descontrolada de
proteccionismo. Pero, mientras sigamos sin pagar las primas de esa póliza de
seguro, al retrasar la conclusión de la Ronda de Doha para el Desarrollo, no
nos podremos permitir ninguna complacencia acerca del futuro.
En unos momentos en los que la economía mundial sigue siendo frágil a lo
largo y ancho del planeta, y ante la disminución sin precedentes de las
corrientes comerciales, debemos transmitir un mensaje claro y creíble de que
el proteccionismo no es la respuesta. Hemos recibido un mensaje así de claro
de los líderes del G 20 reunidos en abril y de otros Miembros de la OMC que
adoptaron una iniciativa similar en la reunión que celebró el Consejo
General en mayo. Como ya he dicho, también hemos oído ese mensaje de boca de
los líderes del G 8 ampliado que se reunieron en Italia. En aras de la
credibilidad no hay mejor garantía que concluir el PDD, y me complace
señalar que estamos asistiendo a la renovación del compromiso de alto nivel
en las negociaciones del PDD y a un deseo genuino de llevar finalmente esas
conversaciones a una conclusión satisfactoria.
Quisiera realizar unas pocas observaciones finales sobre el proceso de
vigilancia. Espero que estén ustedes de acuerdo en que la Secretaría ha
respondido de manera constructiva a los comentarios que formularon en la
última reunión informal del OEPC que celebramos el 14 de abril, en la que
pidieron que el proceso tuviera mayor alcance y precisión. Como es natural,
eso también depende de que ustedes, los Miembros, contribuyan en la mayor
medida posible a incrementar la transparencia. Aprecio las contribuciones
que me han hecho llegar las delegaciones en respuesta a mi solicitud de
información sobre sus políticas y medidas comerciales y relacionadas con el
comercio, así como su participación constructiva en el proceso de
verificación de la información contenida en los anexos de este nuevo informe.
Pero, al mismo tiempo, tengo que precisar que todavía hay margen de mejora,
y quisiera exhortar a todas las delegaciones a que contribuyan a esta
empresa colectiva.
La Secretaría ha seguido tratando de rastrear lo mejor posible los elementos
relacionados con el comercio de los recientes programas de incentivos
fiscales y medidas de apoyo industrial y financiero. Este aspecto continúa
siendo uno de los más complejos del proceso, debido a la dificultad de
recopilar datos sólidos sobre esas esferas. Sin esos datos no se puede
evaluar la repercusión de los programas y medidas en las corrientes
comerciales. Los líderes del G 20 reconocieron que la inyección de fondos
públicos tan cuantiosos en la economía, unida a la influencia de los
gobiernos sobre cómo han de emplearse, podría distorsionar los mercados y la
competencia, y acordaron reducir al máximo sus efectos negativos. En el
Examen Global de la Ayuda para el Comercio, el Director Gerente del FMI
señaló a la atención de los asistentes los peligros del proteccionismo
financiero. Se trata de una esfera del proceso de vigilancia en la que, en
mi opinión, todos debemos reconocer que aún podemos elevar nuestro nivel de
exigencia.
A petición del Presidente del Consejo General, todos los consejos y comités
de la OMC están examinando posibles maneras de mejorar la puntualidad y
exhaustividad de las notificaciones y otras corrientes de información sobre
medidas comerciales en sus esferas de responsabilidad específicas. Tengo la
intención de incluir un resumen de estos acontecimientos en mi próximo
informe de vigilancia. Hay una esfera que desearía mencionar específicamente
hoy: la mejora del suministro a la Base Integrada de Datos (BID) de las
estadísticas sobre importación y tipos arancelarios NMF aplicados. La
recopilación y difusión de este tipo de información es una tarea fundamental
de la OMC. Sé que el Comité de Acceso a los Mercados está deliberando sobre
esta cuestión. Quisiera exhortar a todas las delegaciones a que cooperen
plenamente para incrementar el valor de la BID, lo que redundará en
beneficio de todos los Miembros.
Quiero comunicar a los Miembros que, en colaboración con los dirigentes del
FMI, la OCDE y la UNCTAD, tengo la intención de rendir informe en la próxima
Cumbre de Líderes del G 20, que se celebrará en Pittsburgh en septiembre,
acerca del cumplimiento por dichos líderes de los compromisos que han
contraído en relación con las medidas sobre comercio e inversión, en
consonancia con la petición que formuló el G 20 en la Cumbre de Londres,
celebrada en abril. Naturalmente, se pondrá a disposición de todos los
Miembros de la OMC una copia de dicho informe.
Por último, en aras de la transparencia y como ocurrió con el informe
anterior, no publicaré mi último informe al OEPC en nuestro sitio Web hasta
que no hayamos tenido la oportunidad de examinarlo en la presente reunión.
Gracias.
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