OMC: NOTICIAS 2010

> Asian Development Outlook 2010

  


Discurso pronunciado en la presentación de una publicación del Banco Asiático de Desarrollo

Es para mí un gran placer acoger al Banco Asiático de Desarrollo en la OMC con ocasión de la presentación en Ginebra de Asian Development Outlook 2010. Deseo dar una calurosa bienvenida al equipo del BAsD y a los demás expertos y participantes en este acto. Se trata de un nuevo ejemplo de colaboración entre nuestras dos instituciones, colaboración que se ha intensificado considerablemente a todos los niveles en los últimos tiempos. Los objetivos que perseguimos son similares: un desarrollo sostenible y un aumento oportunidades para nuestros Miembros.

El equipo del BAsD presenta por vez primera en nuestra Organización su emblemático informe anual y trae consigo buenas noticias económicas. Según este informe, “se ha iniciado la recuperación mundial y las perspectivas para el Asia en desarrollo parecen más favorables. Se pronostica que el crecimiento del PIB registrará un repunte, hasta situarse en el 7,5 por ciento en 2010, y que todas las subregiones obtendrán resultados mejores que los del año anterior.”

Esto es muy importante porque son muchos los que hoy cuentan con la ayuda de Asia para que la economía mundial se recupere de la recesión. Este interés por la región asiática lo manifiestan tanto los países que la integran como los que no forman parte de ella, y se explica por las relaciones comerciales y de inversión entre los países y por la importancia del comercio internacional para la recuperación en el período que se avecina. Como dice el informe sobre las perspectivas para 2010,“la recuperación gradual del comercio internacional es tanto una consecuencia del repunte de la economía como una fuerza que lo impulsa”.

Una característica importante de este repunte o recuperación que ha seguido a un descenso histórico de la actividad económica es la relativa rapidez con que la economía mundial ha logrado invertir la situación, en comparación con crisis económicas anteriores. Un elemento fundamental de esta extraordinaria evolución positiva ha sido la coordinación y cooperación entre las naciones para hacer frente a la crisis. La presencia de instituciones multilaterales dispuestas a cooperar, entre las que se cuentan la OMC y el BAsD, ha facilitado enormemente esos esfuerzos. Como señaló ayer el Director General de la OMC, Pascal Lamy, en el discurso que pronunció en Santiago de Chile, una de las principales diferencias entre la actual crisis económica mundial y la de los años treinta es que ahora contamos con la disciplina que representan las normas comerciales en cuyo marco actúan los Miembros de la OMC. Por ese motivo, a pesar de la crisis, las rutas comerciales se han mantenido abiertas en gran medida durante los dos últimos años, lo que ha contribuido de manera significativa al proceso de recuperación.

El informe del BAsD que ahora se presenta trata de la gestión macroeconómica más allá de la crisis (soy yo quien hace hincapié en este aspecto). Casi por definición, cuando examinamos cuestiones macroeconómicas lo hacemos a un nivel global, es decir, a un nivel sistémico. En ocasiones, de la experiencia adquirida en la solución de un problema sistémico, como por ejemplo la gestión macroeconómica, pueden sacarse enseñanzas para otras cuestiones sistémicas, como el sistema de normas comerciales o las oportunidades que brinda el régimen de comercio internacional. En este contexto, considero importantes algunas afirmaciones del informe que deseo compartir con ustedes: “Una larga tradición de prudencia fiscal y monetaria ha prestado grandes servicios a la región durante la crisis. ... En el ámbito de la política fiscal, si bien es de suma importancia preservar la sostenibilidad mediante unos marcos sólidos a medio plazo, hay una amplia gama de medidas que pueden contribuir a un crecimiento más equilibrado al eliminar los obstáculos estructurales a la demanda interna. ... La cooperación multilateral es igualmente importante para evitar conflictos bilaterales sobre tipos de cambio y cuestiones comerciales.”

También el sistema de la OMC, como estos pasajes del informe, hace hincapié en la prudencia y la disciplina, en la supresión de los obstáculos a la demanda y en la necesidad de evitar conflictos relacionados con cuestiones comerciales. Además, ha sido la cooperación multilateral basada en los intereses mutuos la que ha hecho que las normas de la OMC hayan sido especialmente importantes durante los dos últimos años de crisis económica, en los que ha habido fuertes presiones internas en favor de un aumento de las restricciones comerciales. El principal interés de estas disciplinas se deriva, entre otras cosas, de los efectos sistémicos de gran envergadura que podrían tener las distintas medidas comerciales. Si bien la economía comercial no es en sí un asunto macroeconómico, los vínculos internacionales entre los mercados y la posibilidad de que se adopten medidas de retorsión hacen que los efectos adquieran rápidamente un alcance mucho mayor de lo que se preveía al inicio. Si examinamos esa interdependencia, podemos observar que, al igual que las políticas macroeconómicas, el régimen de disciplinas multilaterales de la OMC ofrece también el marco macroeconómico más amplio que se necesita para que numerosas naciones obtengan una amplia gama de resultados positivos. Lo cierto es que los efectos de las políticas comerciales y las disciplinas que conlleva un sistema multilateral de comercio como el de la OMC constituyen un marco megamacroeconómico, puesto que su alcance va mucho más allá de un único país.

El informe del BAsD contiene además varias otras informaciones e ideas interesantes. Por ejemplo, muestra que los vínculos comerciales del Asia en desarrollo se han extendido con el tiempo hasta llegar más allá de los principales mercados desarrollados, como los Estados Unidos, la Unión Europea y el Japón, y más allá también del Asia en desarrollo. Consideremos, por ejemplo, la región que queda fuera de los Estados Unidos, la Unión Europea, el Japón y el Asia en desarrollo. El informe muestra que la proporción de las exportaciones del Asia en desarrollo a esa “otra región” aumentó sustancialmente durante el período comprendido entre 2000 y 2008. Esto es un indicio de la importancia cada vez mayor que tendrán probablemente diversos mercados fuera de Asia, los Estados Unidos o la Unión Europea, así como de la importancia continua o incluso en aumento del sistema multilateral de comercio.

Se observan notables variaciones en las tasas de crecimiento de los 45 países del Asia en desarrollo comprendidos en el informe. Los países que hoy se encuentran en una situación relativamente mejor han alcanzado su nivel actual gracias a medidas concertadas, aprovechando las oportunidades que ofrecían los mercados internacionales y valiéndose de la ayuda proporcionada para aumentar su capacidad. Estos países evidencian tanto su propio potencial como las posibilidades que tienen a su alcance las naciones relativamente más desfavorecidas desde el punto de vista económico. Por lo que respecta a este último grupo de países, en particular los países de bajos ingresos y los pequeños Estados insulares de Asia y el Pacífico, es absolutamente necesario que aumenten su capacidad para desarrollar mejor su potencial económico. La iniciativa de la Ayuda para el Comercio de la OMC desempeña un papel fundamental en el logro de esos objetivos. Junto con varios otros organismos y donantes, el BAsD realiza también una importante contribución a la Ayuda para el Comercio a través de sus programas. La Ayuda para el Comercio impulsa el fortalecimiento de la capacidad comercial y el crecimiento económico, favorece los corredores regionales para el comercio y el transporte y puede ser un instrumento eficaz de desarrollo y reducción de la pobreza. La mejora de la capacidad resultante propicia un aumento del comercio dentro y fuera de la región. El proyecto subregional del Delta del Mekong es un ejemplo del modo en que la Ayuda para el Comercio puede estimular la inversión, movilizar la afluencia de capital privado, aumentar las corrientes de mercancías y servicios y mejorar los procedimientos de facilitación del comercio.

Otra cuestión que se señala en el informe es que, debido en parte a la falta de progresos en la Ronda de Doha, el número de acuerdos de libre comercio está creciendo rápidamente. El informe indica que, si bien los acuerdos de libre comercio pueden ser elementos fundamentales para establecer acuerdos comerciales multilaterales, también pueden constituir un escollo para terceros países. Con el tiempo, habrá que armonizar las diferentes condiciones y normas de origen a fin de mejorar las operaciones. La necesidad de este proceso de armonización indica que la facilitación del comercio exigirá una multilateralización efectiva de dichos acuerdos. Además, es importante tomar nota de que los acuerdos de libre comercio no permiten resolver de manera adecuada algunas de las principales distorsiones y perturbaciones que afectan a los países en desarrollo, como las subvenciones a la agricultura de los países desarrollados y el creciente recurso a medidas especiales de protección. Para abordar eficazmente esas cuestiones, necesitamos un acuerdo comercial multilateral como el que se está negociando en el marco de la Ronda de Doha.

El informe muestra también que el sector de los servicios es fundamental para reforzar el crecimiento y el empleo, y pone de manifiesto la importancia de eliminar los obstáculos normativos a fin de desarrollar el comercio de servicios. En este contexto es evidente la pertinencia de las negociaciones sobre los servicios de la Ronda de Doha.

En el informe se examinan asimismo los factores a los que debemos prestar atención para lograr una recuperación sostenida. A este respecto es importante observar que el análisis y los datos muestran que la creación de empleo requiere más tiempo que el restablecimiento del crecimiento económico. Así pues, incluso si la economía se recupera en 2010, los gobiernos necesitarán un período de tiempo considerable para solucionar el desempleo y otros problemas sociales. Continuarán, por lo tanto, siendo objeto de presiones proteccionistas internas, a las que es fundamental que no sucumban. Deben seguir esforzándose en luchar contra los factores que ponen en peligro la continuidad de la recuperación y la creación de empleo. Lo más importante de todo es que se mantenga la apertura de los mercados. En estas circunstancias son evidentes la crucial importancia del sistema de la OMC y los beneficios que reporta.

La forma adecuada de actuar consiste esencialmente en seguir adoptando políticas racionales y responsables. Por lo que respecta a las políticas macroeconómicas, el informe dice que “[a] medida que retroceda la crisis mundial y que retorne la normalidad, el Asia en desarrollo deberá volver a las políticas fiscales y monetarias racionales y responsables que favorecieron su estabilidad macroeconómica y su crecimiento sostenido. ... El entorno mundial posterior a la crisis, que podría plantear más dificultades, da mayor peso a los argumentos en favor del establecimiento de unos marcos fiscales a corto plazo que sean firmes y creíbles y puedan resistir a situaciones desfavorables aún más graves.”

Del mismo modo, en lo que respecta al sistema multilateral de comercio, debemos establecer marcos mejorados y más equitativos, que le permitan resistir mejor a los embates, y crear condiciones más equitativas. El Programa de Doha para el Desarrollo refleja estas aspiraciones. Será la cooperación multilateral, fruto de una conclusión satisfactoria de la Ronda de Doha, la que constituya el verdadero fundamento de un período prolongado de crecimiento y progreso tanto en Asia como en el resto del mundo. Como dijo ayer en Santiago el Director General de la OMC, Pascal Lamy, “las normas comerciales han resistido las presiones proteccionistas, pero ahora debemos asegurarnos de que esta cultura de cooperación nos lleve a la finalización de la Ronda de Doha”.

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