OMC: NOTICIAS 2012

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Estimado Comisario De Gucht,
Señoras y señores,

Es para mí un honor estar hoy aquí para hablar sobre los resultados del proyecto de la Base de Datos Mundial de insumos-productos y examinar los desafíos a que hace frente Europa, en la realidad cambiante del comercio mundial, con la aparición de nuevos actores y formas diferentes de organizar la producción.

Agradezco a la Comisión Europea que me haya invitado a este seminario, que es importante para la OMC y, en particular, para su iniciativa “Hecho en el mundo”.  Estoy aquí en lugar de Pascal Lamy, que está camino de la reunión del G-20 en México.  También me complace personalmente ver que este proyecto ha satisfecho todas las expectativas que se suscitaron en uno de los primeros seminarios, que tuvo lugar en Viena hace dos años.

Me centraré en el modo en que ha evolucionado el comercio internacional en los últimos años y en lo que esto significa para la forma en que medimos y gestionamos el comercio y las relaciones comerciales internacionales.  También me gustaría destacar la importancia que tiene medir el comercio en función del valor añadido si queremos comprender cabalmente la relación entre comercio y creación de empleo.

Como dijo recientemente, el 16 de marzo, mi jefe, el Sr. Lamy, durante un viaje al Japón, como comunidad internacional, nos enfrentamos a más desafíos que los que hemos tenido que enfrentar en mucho tiempo, a medida que las naciones tratan de sentar una base estable, equitativa y útil para sus relaciones políticas, económicas y comerciales.  Donde ello resulta más evidente, con excepción, tal vez, de las negociaciones sobre cuestiones medioambientales, es en las dificultades que está experimentando la OMC para llevar a término la Ronda de Doha.

Creo que, para explicar las dificultades que plantea la restructuración de la gobernanza a escala mundial y examinar posibles soluciones, debemos analizar dos hechos en el ámbito del comercio internacional que tienen una importancia fundamental a este respecto.

El primero guarda relación con el auge de las principales economías emergentes y el cambio en la realidad económica que ello entraña.  El segundo se refiere a la internacionalización de los procesos productivos, que genera una mayor interdependencia, una ampliación de los vínculos comerciales y un mayor interés común en el buen funcionamiento del sistema de comercio.  El proyecto de la Base de Datos Mundial de insumos-productos, que ofrece los medios necesarios para medir la intensidad y la complejidad de la internacionalización de las cadenas de suministro mundiales, nos permite también comprender mejor los aspectos complementarios y los antagonismos en los mundos de ayer y hoy.

Ya se trate del PIB, el comercio o la inversión, las actuales economías industriales están cediendo el paso a las economías en desarrollo y emergentes en lo que respecta a la participación relativa en la actividad económica, a medida que crece la producción mundial, que se ha duplicado en los últimos 20 años.

Como quedó claro la semana pasada, cuando la OMC presentó su análisis del comercio mundial y los pronósticos para 2012 y 2013, el centro de gravedad del comercio mundial y, lo que es más importante, su dinamismo, se ha desplazado de Occidente a Oriente.

En 1995, cuando se creó la OMC, la demanda de importaciones de bienes de los países en desarrollo representaba menos del 30 por ciento del total, mientras que las economías desarrolladas absorbían casi el 70 por ciento.  Actualmente, la demanda de las economías en desarrollo y los países de la CEI es uno de los principales propulsores del comercio mundial:  sus importaciones representan el 43 por ciento del comercio mundial, mientras que las economías desarrolladas, que siguen predominando, atraen sólo el 57 por ciento de las importaciones mundiales.  Y debemos poner este 57 por ciento en perspectiva, ya que unos 20 puntos porcentuales corresponden al comercio interno de la UE.

Además, las secuelas de la crisis que comenzó en 2008 limitan la demanda de las economías desarrolladas.  Mientras que el volumen de la demanda de importaciones en Europa creció menos del 3 por ciento el pasado año, en la CEI se registró el crecimiento más rápido de las importaciones, con un aumento de casi el 17 por ciento, seguido por el de América del Sur, con el 10 por ciento, y el de Asia, con el 6 por ciento.  Y, según nuestros pronósticos para 2012 y 2013, esta situación no se modificará:  las importaciones procedentes de las economías desarrolladas crecerán menos del 2 por ciento en volumen, mientras que para las importaciones de los países en desarrollo y de la CEI esta cifra será del triple: un 6 por ciento.

En cuanto al crecimiento de las cadenas de suministro, se trata de un fenómeno que no es completamente nuevo, pero que cada vez es más general e importante y al que se presta una mayor atención en los círculos relacionados con la formulación de políticas.  Las cadenas internacionales de suministro tienen distintos nombres:  integración vertical, producción compartida, externalización y deslocalización.  Sin embargo, todos ellos se refieren fundamentalmente a lo mismo, la fragmentación de los procesos productivos a nivel internacional.  En varias regiones, cada vez más actividades manufactureras y muchos sectores de servicios se caracterizan por la producción de cadena de suministro, y casi todas las cadenas de suministro tienen una dimensión internacional.

Teniendo en cuenta esta realidad, puede inducir a error utilizar como medida exclusivamente las corrientes comerciales brutas.  En cambio, debemos medir el valor añadido, y eso explica la importante contribución del proyecto de la Base de Datos Mundial de insumos-productos.  Quiero señalar a la atención de los presentes tres aspectos fundamentales de esta contribución.  Se trata de una medición más efectiva de la relación entre comercio y empleo, de las consecuencias para las balanzas comerciales y de la naturaleza de la interdependencia a través del comercio.

En primer lugar, las estadísticas comerciales brutas pueden ser engañosas y dar la impresión de que un teléfono inteligente Nokia importado de China está hecho en China, lo que significaría que todos los empleos necesarios para producir ese artículo son empleos chinos.  Pero esto es sumamente engañoso, si se tienen en cuenta los resultados de una investigación realizada en Finlandia.1

En efecto, únicamente el 2 por ciento del precio final corresponde a costos de montaje, mientras que el 33 por ciento del costo corresponde a bienes intermedios y el 31 por ciento es el propio valor añadido por Nokia.  Muchos otros países de Europa, así como los Estados Unidos, el Japón y Corea, han añadido valor y creado empleo mediante el diseño, la producción de componentes, la creación de la marca, la comercialización y otros servicios que forman parte del producto.

Esta realidad tiene enormes consecuencias para la forma en que enfocamos las repercusiones del comercio;  desde el punto de vista de la economía en su totalidad es erróneo pensar unidimensionalmente que las importaciones reducen el empleo y las exportaciones lo crean.  La situación es mucho más compleja.

En segundo lugar, la forma de medir las corrientes comerciales afecta marcadamente a los debates sobre políticas.  Por ejemplo, si se mide en función del valor añadido, el superávit comercial de China con los Estados Unidos de los últimos tiempos, es un 40 por ciento inferior a lo que cabría suponer si se toman las cifras comerciales brutas.

Mi tercer argumento se desprende de los dos anteriores.  Todavía pensamos como los mercantilistas de principios del siglo XIX:  tengo que reducir mis importaciones y aumentar mis exportaciones.  Ello ha dado lugar a un enfoque antagónico y ha logrado que se pierda de vista la verdadera naturaleza de nuestra interdependencia y de los beneficios del comercio entre las naciones.  Este hecho guarda también una relación muy importante con el tema del primer grupo de esta reunión, la competitividad;  en un mundo de cadenas de valor globales, mis importaciones pasan a ser un componente fundamental de mis exportaciones.  Sin acceso a importaciones competitivas para mis ramas de producción, éstas pierden competitividad y participación en el mercado a escala internacional.

Uno de los principales desafíos es, desde luego, la medición, y es en esta esfera donde los resultados del proyecto de la Base de Datos Mundial de insumos-productos cobran importancia.  Es más difícil medir el comercio en función del valor añadido que en valores brutos.  Nos vemos obligados a trabajar con cifras globales que ocultan muchos de los detalles, y sólo se pueden apreciar esos detalles examinando las cadenas de suministro de productos específicos.  También me gustaría felicitar, por cierto, a la Comisión Europea por la labor que viene realizando EUROSTAT para vincular las estadísticas comerciales y los registros empresariales, una iniciativa a escala microeconómica que complementará el enfoque macroeconómico aplicado por la Base de Datos Mundial de insumos-productos o la OMC y la OCDE.

Los resultados obtenidos por la Base de Datos Mundial de insumos-productos se suman al creciente caudal de conocimientos de varias iniciativas nacionales e internacionales.  Como sucede a menudo con las estadísticas, los nuevos datos dan respuesta a preguntas antiguas, pero también plantean nuevos interrogantes que son importantes no sólo para los investigadores sino también para los encargados de formular políticas:  en la reunión del G-20 que se celebra esta semana en México se examinará las consecuencias de las cadenas de suministro internacionales y el comercio en valor añadido en la forma en que la comunidad internacional encara la gobernanza mundial.

Varias cuestiones se perfilan como temas para la investigación cuando pensamos desde la perspectiva de la formulación de políticas.  Una de ellas consiste precisamente en la forma de descomponer los complejos elementos de la producción de cadena de suministro en sus elementos constitutivos, especialmente en el caso de los servicios.  Una mejor comprensión de los insumos de los servicios permite a los gobiernos ver la forma de facilitar el comercio y aumentar la competitividad.  Esto es particularmente importante para los denominados “países industrializados”, donde los “servicios” son de hecho la principal fuente de ventajas competitivas y de empleo .

Cuando se trata de empleo, otro desafío consiste en la forma de alentar la participación de las pequeñas y medianas empresas (PYME) en la producción de cadena de suministro, ya que las PYME figuran entre los principales creadores de empleo.  Una investigación de la Comisión de Comercio Internacional de los Estados Unidos, basada en una metodología muy similar a la del proyecto de la Base de Datos Mundial de insumos-productos, ha demostrado que si se considera el valor añadido indirecto, las PYME crean buena parte del valor de las exportaciones de los Estados Unidos.  Las estadísticas tradicionales muestran que menos del 30 por ciento de las exportaciones es imputable a pequeñas y medianas empresas, mientras que el 70 por ciento corresponde a grandes empresas;  pero, si se hace el cálculo en función del valor añadido, las PYME contribuyen más del 40 por ciento del total (directo e indirecto) del valor nacional de las exportaciones estadounidenses y generan 4 millones de empleos.

Así pues, al disponerse de mejores datos puede verse que las PYME son más activas de lo que se pensaba, y el número de empleos que genera el comercio internacional es mayor de lo que se suponía inicialmente.

Por último, me referiré brevemente a la forma en que las nuevas mediciones del comercio en función del valor añadido afectan a la comprensión de la competitividad y la elaboración de políticas de fomento del comercio.  En lo que respecta a las cadenas de suministro, los obstáculos al comercio, especialmente cuando se interponen en una etapa temprana e inicial de la cadena, tendrán efectos adicionales cada vez que los componentes o servicios afectados crucen una frontera.

Los obstáculos se multiplican en las estructuras de integración verticales.  Esto no sólo afecta a la facilitación del comercio, en el sentido habitual del concepto, sino también a los reglamentos y las normas nacionales.  Puede ser tentador incrementar la complejidad de la reglamentación como medio de proteger el mercado interno frente a la competencia extranjera, pero lo que nos muestran las cadenas de suministro mundiales es que los mecanismos de producción deslocalizada de las grandes empresas multinacionales se pueden adaptar fácilmente a esa reglamentación, mientras que las pequeñas y medianas empresas nacionales tienen que hacer frente a los costos y la complejidad adicionales y pierden competitividad y participación en el mercado, con la consiguiente repercusión en el empleo.

Europa ha dado prioridad a la inversión en nuevas tecnologías e innovación.  Este esfuerzo es digno de encomio, pues es una fuente de competitividad para la región y un bien público para el resto del mundo.  Sin embargo, la eliminación de los obstáculos normativos y administrativos innecesarios debería ser también una prioridad a fin de incrementar la competitividad y facilitar la participación de las pequeñas empresas en las cadenas de suministro internacionales.  Por cierto, ello no tiene costo, lo cual constituye un detalle atractivo en momentos en que la mayoría de los países de Europa se enfrentan a enormes desafíos presupuestarios.

Agradezco nuevamente a la Comisión su amable invitación, y espero que los debates sean animados y que el seminario logre formular recomendaciones sobre la forma de seguir desarrollando estadísticas comerciales sobre cadenas globales de valor que reflejen un entorno social y económico cambiante, y proporcionen las cifras necesarias para un análisis apropiado de nuestro futuro como aldea global.

 

Notas

1.Ali-Yrkkö, Rouvinen, Seppälä e Ylä-Anttila, publicado en septiembre de 2011, “Who captures value in global supply chains?  Case Nokia N95 Smartphone”, Journal of Industry, Competition and Trade, Vol. 11.Volver al texto

 

 

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