OMC: NOTICIAS 2013

CONSEJO GENERAL

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Me presenté ante el Consejo General en 2005 cuando era candidato a Director General, y de nuevo en 2009 para intercambiar con ustedes mis puntos de vista sobre la OMC. Hoy me presento ante ustedes por última vez en calidad de Director General, como muestra de mi firme compromiso de rendirles cuentas a ustedes, los Miembros de esta Organización, a los que me he esforzado por servir desde que me nombraron hace ocho años.

Gracias por brindarme esta oportunidad.

Permítanme comenzar diciendo que ha sido un honor y un privilegio inmensos servir a esta Organización.

Considero que es justo decir que juntos hemos fortalecido a la OMC como el organismo del comercio mundial, como un pilar fundamental de la gobernanza económica mundial.

A pesar del intenso viento en contra y de la agitación de la economía mundial y del entorno geopolítico, juntos hemos hecho a esta Organización más grande y más fuerte.

Considero que éste ha sido nuestro mayor logro en los últimos ocho años.

Hemos vivido ocho años de transformaciones. Hemos asistido al ascenso de China hasta el primer lugar entre los exportadores del mundo, a progresos significativos en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y al avance de los países en desarrollo, que han llegado a representar más de la mitad de la actividad económica en el mundo y más de la mitad de las exportaciones mundiales. Pero también nos hemos enfrentado con retos, como dos crisis alimentarias y la mayor crisis financiera y económica desde el decenio de 1930, pandemias y catástrofes naturales que han tenido graves repercusiones en el funcionamiento de las cadenas de producción mundiales.

Pero la OMC ha permanecido firme en medio de la tempestad.

Cuando me presenté ante ustedes en 2005, afirmé que la apertura del comercio y la reducción de los obstáculos al comercio eran esenciales para promover el crecimiento, impulsar el desarrollo sostenible, reducir la pobreza y crear empleo. Son, en definitiva, factores que contribuyen a lograr la paz y la estabilidad. Pero también hice hincapié en que ese proceso no era natural ni automático. Si se quiere obtener más valor del comercio, y no únicamente más comercio, la apertura del comercio tiene que enmarcarse en un conjunto de políticas internas e internacionales. Mi confianza en lo que en 2005 denominé el “Consenso de Ginebra” es hoy incluso más firme.

La OMC es el “sistema” que rige la apertura de los intercambios comerciales en el plano multilateral, la elaboración de las normas del comercio mundial y la observancia de esas normas. La apertura de los mercados y la elaboración de las normas del comercio mundial siguen siendo nuestro principal cometido. Y nuestro principal cometido no está terminado. Al mismo tiempo, la apertura, la no discriminación y la transparencia siguen siendo nuestros valores políticos fundamentales.

Me gustaría describir brevemente, desde esa óptica, la experiencia de estos ocho últimos años.

 

Apertura multilateral del comercio: adaptación a un mundo en evolución

Negociar la apertura del comercio no es la única función de la OMC, pero es sin duda una de sus funciones centrales. Esa función sigue estando encarnada en la Ronda de Doha para el Desarrollo.

Puesto que aún no hemos concluido la Ronda de Doha, algunos podrían sentir la tentación de decir que esta Organización está en crisis, que el multilateralismo en el comercio no funciona, que la OMC ha perdido su relevancia.

Considero que se trata de meras simplificaciones de una realidad mucho más compleja.

Para empezar, debo decir que no creo que el debate gire en torno a la relevancia de la OMC. Gira en torno a su credibilidad, que se deriva de la capacidad para ofrecer resultados. Y ofrecer hoy resultados como la apertura multilateral del comercio no es un asunto intrascendente.

La apertura del comercio y la elaboración de normas multilaterales se han visto afectadas por profundos cambios geopolíticos y económicos. El antiguo modelo de dos velocidades en un mundo dividido entre países desarrollados y países en desarrollo ya no refleja la realidad económica actual. Es necesario hacer un ajuste conceptual importante. Si queremos lograr la apertura multilateral del comercio, debemos encontrar un nuevo equilibro entre reciprocidad y flexibilidad en un conjunto de Miembros multidimensional.

La situación se complica cuando se adoptan políticas a corto plazo que cada vez son más incompatibles con el establecimiento de objetivos a medio y largo plazo, fundamentales para elaborar políticas comerciales coherentes.

Además, la apertura del comercio se ha visto mermada por la crisis económica más profunda desde el decenio de 1930, que ha dejado a millones de personas sin empleo en las economías avanzadas y que ahora pone en peligro la sostenibilidad del crecimiento de las economías emergentes.

También considero que es demasiado fácil decir que el multilateralismo en el comercio no funciona.

Vimos que el multilateralismo en el comercio  funcionaba en Hong Kong en 2005. Vimos que funcionaba cuando se adoptó el Mecanismo de Transparencia para los Acuerdos Comerciales Regionales. Vimos que funcionaba cuando se renegoció el Acuerdo sobre Contratación Pública. Vimos que funcionaba cuando se simplificaron las normas que rigen la adhesión de los países menos adelantados (PMA) a la OMC. Y estoy convencido de que veremos que funciona en Bali con la conclusión satisfactoria de un acuerdo sobre facilitación del comercio, así como sobre algunas cuestiones relacionadas con el desarrollo, los PMA y la agricultura, y quizá incluso con la conclusión del ATI [Acuerdo sobre Tecnología de la Información].

También hemos visto que funcionaba en las negociaciones que han traído a 11 nuevos Miembros a la familia de la OMC. Grandes economías, como Rusia, la Arabia Saudita, Viet Nam y Ucrania. Pequeñas economías como Tayikistán y Montenegro. Y cinco PMA: Samoa, Vanuatu, Tonga, Lao y Cabo Verde. A ello hay que sumar que el Yemen parece listo para adherirse en septiembre. En conjunto, equivalen a una economía del tamaño de Alemania.

Quiero dejar un mensaje de cautela para el futuro: asegúrense de no crear una brecha entre los Miembros de reciente adhesión y el resto de los Miembros, esto es, una situación en la que el nivel medio de los compromisos de los primeros sea más elevado que el del resto. Debemos esforzarnos para que el sistema de comercio sea más convergente.

Oigo a menudo que lo que hay que hacer es abandonar la OMC y regirse simplemente por acuerdos plurilaterales o regionales. Pero todos hemos visto la suerte que han corrido varios de esos pactos plurilaterales como el ACTA o el Sistema Global de Preferencias Comerciales entre Países en Desarrollo. También sabemos que detrás de los titulares que anuncian mega acuerdos regionales, como se denominan a veces, se ocultan tremendas dificultades y que, en ocasiones, ni siquiera se llega a un acuerdo final, como sucedió con el Área de Libre Comercio de las Américas.

No quiero que se me malinterprete. No soy contrario a la apertura del comercio fuera de la OMC. Opino que los acuerdos plurilaterales, los mega acuerdos regionales, los acuerdos regionales y bilaterales y las disposiciones unilaterales PUEDEN contribuir a la apertura del comercio y, por lo tanto, a igualar las condiciones del comercio mundial, que en definitiva debe seguir siendo nuestro objetivo común. Porque de eso trata la equidad. Sin embargo, considero que haríamos bien en reconocer que no se trata de la apertura de comercio DENTRO de la OMC frente a la apertura del comercio FUERA de la OMC. Hoy se nos plantea la cuestión de las dificultades que entraña la apertura del comercio. Las políticas comerciales nacionales son ahora más problemáticas y los acuerdos comerciales más complejos, debido a que la naturaleza de los obstáculos al comercio ha cambiado. Ya no negociamos sólo la reducción de los aranceles, sino también la de los obstáculos no arancelarios, que han cobrado una enorme importancia.

Las políticas comerciales nacionales requieren un diálogo permanente con la sociedad civil y el público en general. También requieren que el comercio se sitúe en el contexto adecuado: el de un instrumento que sirva para generar crecimiento y crear empleo. La política comercial es UN instrumento; importante, pero no EL instrumento. Y es un instrumento para el bienestar de todos, no un arma contra él.

El hecho de que los obstáculos no arancelarios estén pasando a ser el principal obstáculo al comercio nos obliga a replantearnos la forma en que los tratamos. ¿Cómo nos aseguramos de que limitamos el efecto negativo en el comercio de medidas que a menudo se adoptan para proteger a los consumidores? Se trata de una cuestión que interesa a todos los Miembros y cuya dimensión todavía no se ha reconocido verdaderamente en esta Organización. Si las medidas no arancelarias son los principales obstáculos al comercio del presente y del futuro, tenemos que asegurarnos de que las abordamos de una forma que contribuya a igualar las condiciones y no a introducir desigualdades en ellas. La OMC no es un organismo normativo en relación con la inmensa mayoría de las medidas no arancelarias, pero está bien situada para convertirse en una plataforma desde la cual vigilar la convergencia de esas medidas, de forma similar a lo que hemos hecho con respecto a la Ayuda para el Comercio.

Por último, considero que los críticos tienen razón cuando dicen que se puede mejorar la forma en que llevamos a cabo las negociaciones multilaterales. Se podría ahorrar mucho tiempo en el proceso de negociación si, después de la etapa inicial de definición de los objetivos que se quieren alcanzar y los principios que se deben observar, que da lugar a un mandato, se encomendara a la Secretaría que movilizara sus conocimientos especializados para presentar propuestas en torno a las cuales se celebrarían las negociaciones. Y ello en el entendimiento de que correspondería a los Miembros adoptar la decisión definitiva. Se trata del proceso que siguen otras organizaciones internacionales.

Todas esas enseñanzas son valiosas para el Programa de Doha para el Desarrollo, que sigue siendo una promesa incumplida. Y habrá que cumplirla para corregir los desequilibrios en algunas de nuestras normas, que son una herencia del pasado, en primer lugar en lo que respecta a la agricultura. Creo que no hay más remedio que alcanzar resultados positivos en la Ronda de Doha. Como tampoco hay más remedio que ajustar el contenido de la Ronda de Doha a la realidad actual. Para ello habrá que introducir nuevos elementos en el contenido de la Ronda, que tendrán que ser abordados desde una perspectiva multilateral a fin de nivelar mejor las condiciones del comercio.

 

Administración de los acuerdos vigentes: reforzar la vigilancia

Si la apertura del comercio y la elaboración de nuevas normas comerciales son esenciales para la credibilidad de esta Organización, la administración de las normas vigentes es lo que le da su razón de ser. Como reza el dicho, “el sol es el mejor desinfectante”.

Quizá se deba a que desde 1999 los Miembros se han centrado sobre todo en el pilar de negociación de la OMC, o a que todos hemos dado por sentada la administración de las normas vigentes, pero la realidad es que durante algunos años los resultados de la función de vigilancia de la OMC han sido insuficientes. Los mandatos relativos a la notificación y el examen por homólogos existen efectivamente, pero su aplicación ha sido algo irregular, por decirlo de forma suave.

A mi juicio, la situación en este aspecto ha mejorado, aunque queda mucho por hacer.

Se han logrado progresos en materia de transparencia en la esfera de los acuerdos comerciales regionales, y se han examinado casi 100 acuerdos desde 2006. En respuesta a la crisis de 2008 se ha puesto en marcha un nuevo sistema de vigilancia de las medidas de política comercial. Ha mejorado el nivel de notificación a los comités, gracias en parte a la asistencia técnica centrada en ayudar a los países en desarrollo a cumplir las prescripciones de notificación y gracias también al mejor uso de los exámenes de las políticas comerciales. Además, los comités se han esforzado para mejorar los exámenes por homólogos.

Asimismo, se ha logrado un avance enorme al reunir en un único lugar toda la información sobre las políticas comerciales, con la creación del Portal Integrado de Información Comercial (I‑TIP). Ayer mismo presentamos el nuevo módulo que abarca los servicios. El I-TIP ofrecerá a los Miembros una ventanilla única que les permitirá acceder fácilmente a información sobre las medidas no arancelarias en relación con toda la gama de los Acuerdos de la OMC, así como a información sobre aranceles y comercio. También hemos empezado a colaborar con asociados como la UNCTAD y el Banco Mundial para asegurar un uso más coherente de los recursos en esta esfera. En resumen, tenemos ahora una mayor transparencia y un acceso más sencillo a la información comercial.

Pero, por supuesto, podemos y debemos hacer más: el nivel de notificación es demasiado bajo, los exámenes por homólogos podrían ser más eficaces y el I-TIP requerirá una inversión considerable para llegar a ser EL depositario de toda la información de la OMC sobre políticas comerciales.

Permítanme referirme ahora a la solución de diferencias, la otra función principal de la OMC. Desde septiembre de 2005 se ha establecido la composición de 58 grupos especiales, 43 de ellos a instancias del Director General. El sistema de solución de diferencias es sólido y funciona satisfactoriamente. El proceso de examen del Entendimiento sobre Solución de Diferencias (ESD) ha seguido su curso, pero mientras tanto, bajo el liderazgo del Director General Adjunto Jara, se han introducido mejoras a fin de reducir los costos de administración del sistema. También hemos avanzado mucho en el desarrollo de un registro digital que permitirá plantear los asuntos por medios electrónicos.

En cuanto al futuro, el principal reto en la esfera de la solución de diferencias será hacer frente a los picos de actividad, en particular en el nivel de las apelaciones. Otro desafío es la participación de los países en desarrollo en la solución de diferencias. La formación y la asistencia técnica, así como el apoyo del Centro de Asesoría Legal en Asuntos de la OMC, son cruciales; de ahí mi apoyo personal para asegurar que el Centro cuente con una financiación adecuada.

Por último, considero que sería conveniente usar mejor y más frecuentemente los buenos oficios, la mediación y el arbitraje, todos ellos previstos en nuestras actuales normas. Desde 2005, sólo se han utilizado en el caso del banano.

 

Contribuir a una mayor coherencia en la formulación de la política económica a nivel internacional

Voy a referirme ahora a la coherencia. Recurriendo a la terminología de un informe del Órgano de Apelación, la OMC no está “aislada clínicamente” sino que forma parte de un sistema más amplio de gobernanza mundial, de ahí la importancia de velar por la coherencia en la formulación de la política económica a escala mundial.

Hemos reforzado nuestra cooperación con el FMI y el Banco Mundial, de conformidad con el mandato explícito de coherencia que figura en el Acuerdo de Marrakech. Pero también hemos ampliado notablemente esa cooperación a muchas más organizaciones, en particular al sistema de las Naciones Unidas -y permítanme que rinda homenaje aquí al Secretario General de las Naciones Unidas y le agradezca el apoyo que siempre ha brindado a la OMC y a mí personalmente- así como a los bancos regionales de desarrollo y a varias organizaciones económicas regionales.

La Ayuda para el Comercio, el Marco Integrado mejorado y el Mecanismo del Marco Consultivo sobre el Algodón son ejemplos evidentes de la coherencia en acción. No es que hayamos hecho de la OMC un organismo de desarrollo, ni que hayamos aumentado considerablemente los recursos de la Secretaría para trabajar en esas esferas, ni tampoco que hayamos dejado en cierta forma que nuestra misión cambie. Antes bien, hemos aprovechado nuestro poder de convocatoria, nuestra legitimidad, nuestra notoriedad y nuestro liderazgo en las cuestiones comerciales para que la creación de capacidad comercial vaya de la mano de la apertura del comercio. Y que los beneficios de la apertura del comercio no sean tan solo una esperanza lejana para muchos de nuestros Miembros más pobres. Los numerosos ejemplos de resultados prácticos que se presentaron en el Cuarto Examen Global de la Ayuda para el Comercio constituyen un testimonio patente del buen criterio colectivo que llevó a poner en marcha esa iniciativa en 2005. Y el mérito por ello corresponde, en gran parte, a la Directora General Adjunta Valentine Rugwabiza.

Pero ha habido muchos más ejemplos de cooperación y mayor coherencia: en la financiación del comercio; en la agricultura y la seguridad alimentaria en el marco del Equipo de tareas de alto nivel de las Naciones Unidas sobre la seguridad alimentaria presidido por el Secretario General de las Naciones Unidas (y quisiera rendir homenaje al Director General Adjunto Harsha Singh por su contribución al respecto); en el cambio climático con el PNUMA; en la  medición del comercio en valor añadido con la OCDE y muchas más organizaciones; en el acceso a medicamentos e innovación médica con la OMPI y la OMS; en las normas sanitarias y fitosanitarias en el marco del STDF; en las medidas no arancelarias con la UNCTAD y el ITC; en el empleo con la OIT.

La OMC también está presente en la mesa del G-20 y ha preparado informes periódicos sobre proteccionismo en materia de comercio e inversión y sobre la Ayuda para el Comercio. Además, hemos cooperado con el sistema de las Naciones Unidas en el contexto de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y la Agenda para el Desarrollo después de 2015. Por último, hemos participado en la totalidad de las 16 reuniones de la Junta de los Jefes Ejecutivos del Sistema de las Naciones Unidas para la Coordinación celebradas durante ese período.

La coherencia entre las organizaciones internacionales impulsadas por sus miembros es muy importante, pero lo que cuenta realmente es la coherencia de esos miembros. Espero que se haga más en lo que respecta a la coherencia interna y en otros ámbitos, por ejemplo, la relación entre la OMC y la OIT. Por supuesto, esa tarea les corresponde a ustedes.

 

Una labor de difusión más intensa y mejor orientada

Hubo una época en que podían celebrarse negociaciones comerciales y concertarse acuerdos, e incluso aplicarlos, en gran medida lejos de la vista del público. Como dice el refrán francés, “pour vivre heureux, vivons cachés”. Pero nuestras sociedades ya no permiten algo así. No solo porque el comercio sigue siendo políticamente sensible: las numerosas personas que se benefician guardan silencio y las que sufren, como se puede comprender, hacen oír su voz. Hay que escuchar esas voces porque suelen ser las de los más débiles, los trabajadores, menos capacitados o especializados, a menudo mujeres. El escrutinio público es inevitable. Resulta cada vez más necesario entablar un diálogo con las partes interesadas y con el público en general.

He ahí la razón de que la participación de los ministros y las capitales revista una importancia decisiva. Sin embargo, la experiencia demuestra que la colaboración con los ministros y los embajadores es un ejercicio delicado. Si se dedica mucho tiempo a los ministros, los embajadores empiezan a inquietarse. Si se pasa mucho tiempo con los embajadores, los ministros se distancian y resulta más difícil movilizar su apoyo en el momento preciso. A este respecto, mi sucesor tendrá que encontrar la fórmula justa. ¡La mía no siempre funcionó!

Se han hecho muchos progresos en la interacción con las partes interesadas y el público. Hemos intensificado las relaciones con los Miembros pequeños que carecen de representación en Ginebra, a lo que ha contribuido considerablemente la creación de una plataforma de aprendizaje electrónico que ha pasado de unos 250 participantes en 2005 a casi 5.000 en 2013. A finales de 2012, 22.000 participantes habían tenido acceso al aprendizaje electrónico. Se trata de uno de los principales logros de la asistencia técnica de la OMC en estos ocho años: un apoyo más racional y enfocado y más eficiente en relación con los costos.

También hemos ampliado la labor de difusión destinada a las partes interesadas externas.

Hemos intensificado considerablemente nuestro diálogo con las ONG, las empresas y la sociedad civil en general durante mis visitas a los Miembros de la OMC, así como en Ginebra, en particular por medio del Foro Público, que ha atraído a un creciente número de participantes cada año.

Hemos seguido promoviendo nuestros contactos con parlamentarios, para los que hemos creado un boletín periódico y hemos organizado seminarios locales y regionales a fin de informarles sobre asuntos relacionados con el comercio.

Y hemos mejorado nuestras relaciones con los círculos académicos, en particular con los de los países en desarrollo, mediante la creación de las Cátedras de la OMC, el Premio de Ensayo para Jóvenes Economistas y la remodelación de los Centros de Referencia de la OMC.

Por último, hemos procurado estar cerca del público en general mediante la remodelación del sitio Web de la OMC, que es muy apreciado, la relación con los medios informativos de todo el mundo, el aumento de la asistencia técnica y las actividades de divulgación, e iniciativas como el Día de puertas abiertas, que han ayudado a acercar nuestra Organización a su entorno inmediato en Ginebra.

Todas esas iniciativas han contribuido a reposicionar la OMC en el marco de la gobernanza económica mundial y han mejorado la visibilidad y la imagen de la Organización.

Sin embargo, esa tarea está muy lejos de terminarse. La OMC, con su única sede de Ginebra y sus recursos muy limitados, no puede suplir a una labor activa de difusión por parte de sus Miembros. Será indispensable realizar actividades de ese tipo a más largo plazo para sostener la legitimidad de una institución cuya misión fundamental -reducir los obstáculos al comercio- tendrá que abarcar las medidas no arancelarias, que están más basadas en valores y, por lo tanto, son políticamente más sensibles.

 

Una Secretaría profesional al servicio de los Miembros

Se me ocurren tres adjetivos al pensar en la Secretaría de la OMC: pequeña, sobria e hipercompetente. Con sus 650 funcionarios, la Secretaría es muy pequeña en comparación con nuestras organizaciones hermanas, que tienen miles de empleados. Pero hay en ella una reserva increíble de conocimientos especializados puestos al servicio de los Miembros.

Mi objetivo ha consistido en modernizar la Secretaría, introducir cambios no solo para adaptarla a la evolución de las circunstancias, sino también para potenciar su eficiencia y optimizar el uso de los recursos. Al fin y al cabo, seguimos siendo una organización financiada por los contribuyentes. Quisiera de paso dar las gracias a los que me han ayudado a que sus capitales paguen los atrasos. Desde luego, no ha sido una tarea fácil y, aunque aún no ha concluido, se han hecho grandes progresos.

No entraré en detalles acerca de los cambios que se han introducido en la gestión de los recursos y que han sido objeto de un informe por separado que ya les he presentado. Quiero insistir más bien en la importancia de que la Secretaría ofrezca orientación intelectual en la esfera del comercio.

Eso supone fomentar la investigación y alentar la reflexión y la publicación. Creo que se ha logrado mucho en ese ámbito y el mérito es de los funcionarios. Las investigaciones sobre el comercio en valor añadido, los trabajos sobre las cadenas de valor, el análisis de los acuerdos comerciales regionales, la preparación de los exámenes de las políticas comerciales, los informes sobre el comercio mundial, la asistencia prestada a los grupos especiales y el Órgano de Apelación, etc. Hoy día, la OMC es LA referencia en materia de conocimientos sobre el comercio.

Pero no podemos dormirnos en los laureles. La Secretaría tiene que continuar mirando al futuro, estar plenamente al tanto de las nuevas cuestiones y examinar los futuros obstáculos al comercio. Para ello será necesario establecer redes con los Miembros y con otras partes interesadas. En el personal de la Secretaría tienen ustedes un activo increíble. Sigan invirtiendo en él. Y plantéense cómo podrían aprovechar mejor sus posibilidades, tal como se sugiere en el informe del Grupo de Reflexión que convoqué el año pasado para analizar el futuro del comercio. Lo que les puedo garantizar es que la neutralidad y la independencia están profundamente enraizadas en los valores de la Secretaría. Y, por ello, merece que le otorguen más confianza.

 

Consejos de un Director General saliente

Estoy llegando al final de mi declaración y creo que es el momento de empezar a mirar hacia el futuro.

Estos ocho años han sido testigos de la construcción de una institución más sólida. Y no me refiero únicamente a la renovación de los locales. La OMC es ahora una institución, lo que es más que una organización. Además de los beneficios que aporta a sus Miembros, la OMC, como institución, es un activo en sí misma, un bien público mundial que todos y cada uno de sus Miembros deben sustentar. Naturalmente, el Director General representa al sistema y debe velar siempre por él. Pero no puede ser que el “Director General viva en Venus”, el planeta del bien público mundial, y los “Miembros vivan en Marte”, el planeta en el que los Miembros luchan por sus intereses individuales. Tienen que mirar más allá de sus intereses y preocuparse también por esta institución, no solo por ser los propietarios, sino por ser partes interesadas.

En estos ocho años también he visto cómo la economía política de la apertura del comercio se ha integrado mejor en un conjunto de políticas nacionales e internacionales. Se trata de un importante paso adelante para superar el desafío de la “convergencia”, que ha quedado tan bien reflejado en el informe sobre el futuro del comercio mundial. El apoyo a un comercio más abierto no podrá sostenerse si no se logra una mayor equidad entre los que se benefician y los que salen perjudicados de esa apertura, y sin una mayor convergencia de las preferencias basadas en valores que son la razón de las diferencias en la esfera de las medidas no arancelarias. Se trata de un reto para el futuro.

El 31 de agosto dejaré el puesto de Director General. Me llevaré conmigo grandes recuerdos, muchos amigos, también algunas lecciones amargas, pero, sobre todo, la sensación de haber cumplido en lo que, hasta ahora, ha sido una trayectoria profesional al servicio del interés público.

Todo ello no habría sido posible sin el apoyo que ustedes me han otorgado durante mis dos mandatos, sin su colaboración e incluso, algunas veces, sin haber levantado la voz aquí y allá.

Todo ello no habría sido posible sin el “equipo A” de Directores Generales Adjuntos con los que he trabajado durante estos ocho años. Están detrás de muchos de los logros de estos últimos años. Han sido mis brazos, mis ojos y mis oídos para prestarles a ustedes nuestro mejor servicio. Alejandro, Harsha, Rufus, Valentine: gracias por vuestro apoyo y vuestra amistad.

Todo ello tampoco habría sido posible sin mi gabinete, un equipo pequeño, pero estupendo, de funcionarios abnegados que han aguantado mi ritmo frenético y exigente de trabajo y de viajes sin perder nunca, o casi nunca, la calma y la sonrisa. Vaya a todos ellos no solo mi sincero aprecio sino mi más profunda gratitud.

Para terminar, mis últimas palabras de agradecimiento las dedico a los funcionarios de la Secretaría. A todos y a todas sin excepción. A los profesionales y al personal de apoyo, a los directores y a los funcionarios de a pie; a los servicios de seguridad, a todos los que han hecho posible esta aventura. Me han ayudado a aprender algo todos y cada uno de los días de estos ocho años, lo que considero un privilegio excepcional.

Mi viaje en la OMC toca a su fin. Es el momento de un poco de emoción en público, lo que no es precisamente mi estilo. Es el momento de que yo emprenda una nueva etapa de mi vida.

 

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