DIRECTORES GENERALES ADJUNTOS

Más información

  

Excelencias, señoras y señores:

Deseo dar las gracias al Gobierno de Kazajstán por la invitación a participar en este Foro y por la oportunidad de dirigir la palabra al distinguido público aquí presente en el día de hoy. También deseo expresar mi agradecimiento a la Sra. Tatyana Valovaya y la Comisión Económica Euroasiática por acoger esta sesión.

El tema de hoy, "Los megabloques regionales. ¿Son el camino hacia la fragmentación o hacia la nueva globalización?", está en sintonía con el debate mundial más amplio.

Tras años de lento crecimiento, la expansión del comercio ha estado repuntando en todo el mundo. Se está registrando un ritmo de crecimiento constante que no habíamos visto desde la crisis financiera mundial. La OMC pronostica un crecimiento del volumen del comercio de mercancías, medido por el promedio de las exportaciones y las importaciones, del 4,4% en 2018, cifra más o menos equiparable al incremento del 4,7% registrado en 2017.

Sin embargo, estas perspectivas más favorables no están exentas de riesgos, y los riesgos son cada vez mayores. En los últimos meses hemos visto reaparecer el espectro del proteccionismo. El riesgo de que se produzca una escalada de los obstáculos al comercio a nivel mundial es evidente.

Este desafío, uno de los más apremiantes a los que hacemos frente en la actualidad, guarda relación en dos sentidos fundamentales con la conversación que mantenemos hoy aquí sobre "la fragmentación y la nueva globalización".

En primer lugar, los Miembros de la OMC deben trabajar juntos para evitar esta peligrosa situación. En lugar de recurrir cada vez más a la amenaza de imponer obstáculos al comercio en una escalada cuyo único resultado sería la reducción del crecimiento económico mundial, los Miembros de la OMC tienen que encontrar formas de solucionar sus conflictos constructivamente. Hoy día es de vital importancia preservar el espíritu de cooperación internacional, sin cultivar la confrontación. Es este espíritu de cooperación internacional lo que guió el establecimiento del sistema multilateral de comercio en el período de posguerra.

En segundo lugar, debemos asegurarnos de que la aparición de nuevos desafíos al comercio mundial no menoscabe los esfuerzos que se están haciendo actualmente en Ginebra; de hecho, debería ocurrir todo lo contrario. Ahora esos esfuerzos son más indispensables que nunca:

  • para abordar los restantes obstáculos al acceso a los mercados y las prácticas causantes de distorsión del comercio en las esferas de la agricultura, los productos industriales y los servicios;
  • para corregir los actuales desequilibrios entre los países que participan en el comercio mundial en cuanto a derechos y obligaciones; y
  • para crear normas nuevas adaptadas a las actuales realidades del comercio mundial.

Adoptar estas medidas allanará el camino para reducir los restantes obstáculos, abrir mercados nuevos y crear oportunidades.

Ahora -más que nunca- tenemos que fortalecer el sistema multilateral de comercio.

El sistema multilateral de comercio -representado por el GATT y la OMC- ha sido todo un éxito. Ha promovido una mayor cooperación entre las naciones durante 70 años, propiciando avances significativos en el bienestar económico en todo el mundo y apoyando la creación de empleo, la prosperidad y el desarrollo, y ha contribuido a sacar de la pobreza a millones de personas.

La OMC proporciona un foro para las negociaciones encaminadas a reducir los obstáculos al comercio internacional y a asegurar condiciones de igualdad para todos. La integración regional debe esforzarse por alcanzar esos mismos objetivos.

Hoy día se observa la aparición de una nueva generación de acuerdos de integración -llamados "megarregionales"- que van más allá del mero aumento de los vínculos comerciales. En ellos se prevén asociaciones de integración más profundas, que tienen la finalidad tanto de eliminar los obstáculos al comercio como de armonizar las reglamentaciones y las normas que rigen las mercancías, los servicios, las inversiones y los mercados de contratación pública.

Esto puede ser positivo cuando la creación de comercio que promueven estos acuerdos es superior a la desviación de comercio que causan. Cada uno de estos acuerdos debe estar concebido de forma que sea un elemento básico que contribuya al fortalecimiento del sistema multilateral de comercio. La meta final debe ser un sistema mundial de comercio que maximice los beneficios en interés de todos y a la vez mejore las economías de los países signatarios de cada acuerdo regional.

Los acuerdos bilaterales y regionales plantean riesgos además de beneficios. No deben dividir el sistema multilateral de comercio en unidades megarregionales, porque de ese modo la suma de las partes será inferior al todo.

Está claro que se conciertan cada vez más acuerdos bilaterales y regionales, tanto si están al nivel establecido por la OMC como si no. El grado en que contribuyen al sistema multilateral de comercio depende de su coherencia y su dirección. Es esencial que las partes interesadas, al perseguir objetivos de política interna para satisfacer sus estrechos intereses comerciales, tengan presente el panorama más amplio y promuevan los pilares comunes de la liberalización del comercio y la inversión en consonancia con los esfuerzos de otros grupos regionales, en pro de un interés común más amplio consistente en mejorar el sistema multilateral de comercio.

En estos tiempos en que se están poniendo a prueba los acuerdos comerciales, todos deben demostrar la solidez del sistema multilateral de comercio. Una de las maneras de conseguirlo es llevar a cabo nuevas reformas multilaterales.

En 2013, la OMC concertó el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, que fue el primer gran acuerdo multilateral en la historia de la Organización. Este Acuerdo tiene una gran trascendencia económica. La plena aplicación podría reducir los costos del comercio a nivel mundial en el 14,3% en promedio, un efecto mayor que la eliminación de todos los aranceles que se aplican aún en el mundo en la actualidad.

Más tarde, dos años después de este logro, la OMC introdujo la mayor reforma jamás realizada en materia de agricultura con la decisión de eliminar las subvenciones a la exportación de productos agropecuarios.

Además de eso, un gran grupo de Miembros, que representan el 90% del comercio mundial de productos de TI, convino en ampliar el Acuerdo sobre Tecnología de la Información de la OMC. Gracias a la actualización de este Acuerdo, se eliminan los aranceles sobre una serie de productos de TI de última generación, cuyo comercio alcanza un valor de 1,3 billones de dólares anuales.

Estos acuerdos no han quedado solo en papel, sino que se han llevado a la realidad. El año pasado entraron en vigor el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio y la enmienda del Acuerdo sobre los ADPIC, que facilita el acceso de los países más pobres a los medicamentos esenciales.

Más allá de su trascendencia económica, estos avances son algo más que la suma de sus partes. Demostraron que los 164 Miembros de la OMC podían trabajar en provechosa colaboración para resolver los problemas más complejos a que se enfrentan.

Igual importancia tiene el hecho de que, en la Undécima Conferencia Ministerial celebrada en Buenos Aires a finales de 2017, se observara un nuevo dinamismo. Muchos Miembros presentaron varias iniciativas abiertas en otras esferas de trabajo, tales como el comercio electrónico, la facilitación de las inversiones, y las microempresas y las pequeñas y medianas empresas (MIPYME). Resulta interesante reparar en la composición de estos nuevos grupos. No representan una división entre el Norte y el Sur, sino que engloban países desarrollados, en desarrollo y menos adelantados, grandes y pequeños.

Es sumamente alentador que todas estas iniciativas se lleven a cabo de manera abierta, transparente e inclusiva, y que se invite a los países no signatarios de las declaraciones originales a participar en las reuniones si así lo desean.

Por otro lado, encontramos una importante prueba de multilateralismo en las nuevas adhesiones a la OMC. Treinta y seis Gobiernos se han adherido a la Organización desde su fundación en 1995, mandando al mundo el mensaje de que desean tener regímenes comerciales previsibles, transparentes y no discriminatorios. Kazajstán, que se adhirió a la OMC en 2015, era ya Estado miembro de la Unión Económica Euroasiática. Belarús, también Estado miembro de la Unión Económica Euroasiática, concluirá su adhesión a la OMC, cabe esperar, en un futuro muy cercano.

A fecha de hoy, hay 22 procesos de adhesión en curso, muchos de los cuales se encuentran en una fase avanzada. La ampliación de la Membresía de la OMC es otra indicación de la importancia del sistema multilateral de comercio y del compromiso común de seguir fortaleciéndolo.

Todos los países comerciantes deben mantener el impulso, fortalecer el sistema mundial de comercio y mejorarlo para que pueda generar más crecimiento, desarrollo e inclusividad. En este contexto, es de la mayor importancia velar por que los acuerdos de integración bilateral y regional no queden fuera del sistema mundial, sino que contribuyan a su avance.

Muchas gracias.

Compartir


Si tiene problemas para visualizar esta página,
sírvase ponerse en contacto con [email protected], y proporcionar detalles sobre el sistema operativo y el navegador que está utilizando.