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Pregunta específica al Embajador Wolff: En vista de la amenaza que supone el cambio climático para el mundo que conocemos, ¿cómo puede la OMC reformar sus normas para tener en cuenta las preocupaciones sociales y ambientales junto con los intereses de eficiencia económica?

La OMC contribuye de manera eminentemente positiva a mejorar el medio ambiente en todo el mundo. Antes de examinar qué reformas habría que llevar adelante, es preciso comprender para qué sirven concretamente las normas y los procedimientos de la OMC.

El cambio climático está alterando dónde es posible producir alimentos y piensos, y dónde hay que consumirlos. Evitar el hambre y la inanición es un deber primordial de la humanidad. Las normas de la OMC proporcionan un marco que facilita el traslado de alimentos desde las zonas en que hay excedentes a aquellas en que hay déficit, independientemente de que ello sea consecuencia de una sequía prolongada, un exceso de lluvias, malas cosechas debidas a otras causas, o de que el propósito sea abastecer zonas catastróficas que necesitan provisiones de manera urgente. Este aspecto de la globalización es esencial para el bienestar de las personas y no debe pasar inadvertido.

El ejemplo más reciente de cómo la OMC contribuye de forma definitiva al desarrollo sostenible es el acuerdo alcanzado para prohibir las subvenciones a la exportación de productos agropecuarios. Es evidente que este acuerdo, alcanzado en Nairobi en 2015, beneficia principalmente a los agricultores de aquellos países que son demasiado pobres como para poder competir en materia de subvenciones a la exportación.

El principal espacio de consenso en la Conferencia Ministerial de Buenos Aires en diciembre del año pasado se abrió en torno al compromiso de todos los Miembros de concluir, antes de la próxima Conferencia Ministerial, un acuerdo para someter a disciplinas las subvenciones a la pesca. Las embarcaciones subvencionadas agotan las poblaciones de peces de los océanos al tiempo que destruyen los medios de vida de los pescadores costeros. Para la OMC este es un objetivo clave en materia ambiental, así como un objetivo de desarrollo sostenible fundamental.

Dejar margen a las políticas que permitan una producción ineficiente conduce a una degradación del medio ambiente. Algunos de los peores desastres ambientales del último siglo sucedieron en contextos aislacionistas, fuera del marco de los beneficios que aporta el comercio. El catastrófico labrado de las estepas y la desecación y salinización de gran parte del Mar de Aral fueron el resultado de políticas iliberales, que rechazaban la integración en la economía mundial.

Tengo el honor de presidir el Marco consultivo de la OMC sobre los aspectos de la cuestión del algodón relativos al desarrollo. Se trata de uno de los ámbitos menos controvertidos del comercio mundial. Los principales países productores de algodón, a saber: los Estados Unidos, la India, el Pakistán, el Brasil y Australia cooperan para ayudar a los países más pobres, como el Chad, Malí, Benin y Burkina Faso a aumentar sus rendimientos reduciendo, al mismo tiempo, el uso de abonos.

Hace solo unas semanas, tuvo lugar en la OMC un diálogo entre dirigentes de alto nivel organizado conjuntamente con ONU-Medio Ambiente titulado “Poner el comercio al servicio del medio ambiente, la prosperidad y la resiliencia”. Erik Solheim, Director Ejecutivo de ONU-Medio Ambiente, transmitió un mensaje muy claro en el debate: Gracias al comercio han bajado los precios de las tecnologías de energía renovable, millones de personas han salido de la pobreza y es posible utilizar los recursos de manera más eficiente; y todo ello ha redundado en beneficio del medio ambiente. Dijo que, en su opinión, el comercio formaba parte de la solución e instó a utilizarlo para crear oportunidades que presentaran una ventaja triple: crearan empleo, aumentaran el bienestar y mejoraran el aprovechamiento de los recursos. Cuanto mejor utilicemos nuestros recursos, más personas sacaremos de la pobreza y mejor será para el medio ambiente.

La disyuntiva “comercio o medio ambiente” no existe y nunca ha sido el propósito o el efecto de las normas de la OMC. El principio del desarrollo sostenible se recoge en el acuerdo fundacional de la Organización Mundial del Comercio. El párrafo uno de la página uno dice:

“[…] acrecentar la producción y el comercio de bienes y servicios, permitiendo al mismo tiempo la utilización óptima de los recursos mundiales de conformidad con el objetivo de un desarrollo sostenible y procurando proteger y preservar el medio ambiente […]”.

Este ha sido un principio muy poderoso y eficaz. Las normas de la OMC no son un obstáculo para el logro de las metas medioambientales sino un medio para alcanzarlas.

  • Ante la amenaza del cambio climático, debemos centrar nuestros esfuerzos en utilizar el comercio para:
    1. Acelerar la difusión de soluciones tecnológicas ecológicamente racionales en los lugares donde son más necesarias. Al mismo tiempo, un mercado mundial más integrado puede reducir los costos de esas tecnologías, lo que facilitará que los países puedan sustituir soluciones tecnológicas obsoletas y contaminantes por otras que no dañen el medio ambiente.
    2. Si los 18 países en desarrollo que emiten más gases de efecto invernadero eliminaran esos obstáculos podrían importar:
      1. un 63% más de aparatos de iluminación de alta eficiencia energética,
      2. un 23% más de equipos de generación de energía eólica,
      3. un 14% más de equipos de generación de energía solar.
    3. Promover una asignación más eficiente de los recursos en todo el mundo.De este modo la OMC también contribuye a reducir las diferencias en la dotación de recursos de los distintos países y a paliar su escasez en algunas regiones. Es probable que en los próximos decenios esa función del comercio cobre más importancia si cabe, a medida que los efectos del cambio climático se dejen sentir, en diversa magnitud, en diferentes partes del mundo.
    4. Facilitar la creación y expansión de los mercados de productos sostenibles,incluidos los productos agropecuarios. Un comercio abierto, transparente y justo de productos agropecuarios sostenibles podría contribuir a iniciativas de reducción de la pobreza de mayor envergadura en los países en desarrollo, si los países pudieran superar las múltiples restricciones que limitan la capacidad de los pequeños agricultores para participar en los mercados mundiales.

Poner en práctica todo esto tiene más que ver con lograr la voluntad política y el liderazgo nacional necesarios que con cualquier posible reforma de las normas de la OMC.

Las normas de la OMC ya permiten un amplio margen de maniobra para que las políticas públicas reflejen consideraciones ambientales. Cada año los Miembros de la OMC notifican en promedio más de 1.000 nuevas medidas ambientales, lo que supone más de 10.000 desde 2009. En la actualidad, 1 de cada 6 notificaciones que se presentan a la OMC está relacionada con el medio ambiente; hace 20 años la proporción era 1 de cada 10. Esta evolución pone de manifiesto que las normas de la OMC no han impedido a los gobiernos adoptar medidas para proteger el medio ambiente (cada vez son más las medidas relacionadas con la mitigación del cambio climático o la adaptación a este) ni tampoco esas normas han dado lugar a multitud de diferencias sobre cuestiones comerciales y ambientales. Las notificaciones tienen por objeto que los interlocutores comerciales puedan comentar sobre mejores prácticas y difundir su uso.

Más de 20 años de jurisprudencia en la OMC demuestran que las normas comerciales no son un impedimento para actuar en favor del medio ambiente. En los pocos casos en que se consideró que una medida ambiental contravenía las normas de la OMC, nunca se cuestionó la meta ambiental. En todos los casos, uno o varios elementos de la medida eran arbitrarios o constituían una discriminación injustificable que obraba en detrimento de las metas ambientales, no a su favor. En definitiva, lo que se condenaba era el elemento proteccionista de las medidas.

El proteccionismo repercutiría negativamente en la consecución de las metas ambientales, por ejemplo, haciendo más caras y menos accesibles las tecnologías ambientales. Erik Solheim, Director Ejecutivo de ONU-Medio Ambiente dijo recientemente [en una entrevista con Climate Home News], a propósito de un mayor proteccionismo que “[S]ería muy negativo para el medio ambiente porque se malgastarían recursos en lugar de utilizarse eficazmente. Ralentizará la difusión de las tecnologías ambientales. Y, evidentemente, condenará a más personas a seguir viviendo en la pobreza durante más tiempo”.

La OMC cuenta con un Comité dedicado a la esfera del comercio y el desarrollo, en el que los Miembros debaten, intercambian experiencias, aprenden unos de otros y discuten sobre cuál es la mejor forma de lograr políticas que beneficien a todos. Por ejemplo, en los últimos años, los Miembros de la OMC han examinado periódicamente cuestiones como las políticas de eficiencia energética, el etiquetado y la huella de carbono, los elementos relacionados con el comercio en las estrategias de mitigación del cambio climático y los esfuerzos de lucha contra la explotación forestal ilegal. Las negociaciones que estamos manteniendo sobre la elaboración de disciplinas sobre las subvenciones a la pesca que llevan a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada nacieron a partir del debate surgido en el Comité de Comercio y Medio Ambiente. El Comité también es el foro para los intercambios relativos a los acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático participa con frecuencia en este.

Por último, considero que el comercio constituye un instrumento fundamental para lograr los objetivos del Acuerdo de París y de la Agenda 2030 sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El comercio es fundamental para ofrecer las mejores soluciones que permiten un aprovechamiento óptimo de los recursos para atender las necesidades en materia de desarrollo y medio ambiente. El comercio reporta importantes mejoras en la eficiencia a nivel mundial, lo que permite un mejor aprovechamiento de los recursos naturales. Nunca ha sido una cuestión de elegir entre “comercio o medio ambiente” sino de utilizar “el comercio para el desarrollo sostenible”.

Es cierto que son necesarias reformas en la OMC. Hay grandes defensores de que se busque el modo de exigir el cumplimiento de las obligaciones en materia de transparencia. Si no se dispone de información actualizada y precisa, las políticas nacionales repercuten de forma negativa unas sobre otras, con frecuencia se trata de países en desarrollo que están en peores condiciones de aguantar la competencia de las subvenciones, normas excesivamente restrictivas o discriminatorias y otras medidas que distorsionan el comercio. Ahora bien, defender un mayor margen para las políticas proteccionistas constituye un uso indebido de la palabra “reforma”.

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