DIRECTOR GENERAL

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El discurso completo del Director General en la Cena del Comercio Mundial figura a continuación.

Señoras y señores,

Buenas noches. Es un gran placer para mí estar aquí con ustedes. Deseo dar las gracias al Consejo Nacional de Comercio Exterior por su invitación para dirigirme a ustedes esta noche.

Para empezar, quiero aprovechar esta oportunidad para rendir homenaje al Presidente George H.W. Bush.

En estos últimos días se ha hablado mucho de su liderazgo en política exterior, y ese liderazgo, por supuesto, abarcó también las cuestiones comerciales. El Presidente Bush desempeñó un destacado papel en el esfuerzo para impulsar las negociaciones de la Ronda Uruguay, que transformaron el sistema mundial de comercio y dieron lugar al establecimiento de la Organización Mundial del Comercio.

En nuestro actual empeño de fortalecer la OMC, proseguimos esa labor. Espero, pues, que la excepcional vida y el carácter ejemplar del Presidente Bush nos inspiren en ese cometido.

Señoras y señores, no cabe duda de que el comercio mundial atraviesa una etapa trascendental.

Nos enfrentamos a muy diversos desafíos. Aun así, pienso que esta es una oportunidad única de renovar el sistema de comercio y también creo que hay algunas noticias positivas.

He venido a Washington directamente desde Buenos Aires, donde participé en la Cumbre de dirigentes del G-20. Fue una reunión sumamente productiva, que concluyó con una importante declaración de todos los dirigentes del G-20, entre ellos el de los Estados Unidos. Este podría ser un hecho decisivo en nuestros esfuerzos para hacer frente a los actuales desafíos que se plantean en el comercio mundial. Por tanto, acojo la declaración con sumo agrado.

Contiene un compromiso con el comercio como motor de crecimiento, productividad, innovación, creación de empleo y desarrollo. Y reconoce la contribución del sistema multilateral de comercio a este fin.

En la declaración se afirma asimismo que el sistema de comercio puede funcionar mejor. Por esa razón, los dirigentes son partidarios de llevar a cabo un proceso de modernización y fortalecimiento del sistema, lo que describen como una "reforma necesaria".

Trabajaré con el conjunto de los Miembros de la OMC para hacer avanzar este debate en interés de todos.

Estoy plenamente de acuerdo en que el sistema se puede mejorar. Yo mismo he estado luchando por mejorarlo y fortalecerlo desde que asumí mis funciones en 2013. Y debo decir que hemos realizado progresos significativos.

En los últimos cinco años, los Miembros han concertado varios acuerdos, como la eliminación de las subvenciones a la exportación de productos agropecuarios, la ampliación del Acuerdo sobre Tecnología de la Información y, por supuesto, el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio. Estas medidas, tomadas en conjunto, representan las mayores reformas del comercio realizadas en toda la historia de la OMC. Y debo poner de relieve el papel que ha desempeñado el Consejo Nacional de Comercio Exterior para movilizar el apoyo a estos acuerdos.

Por supuesto, no vamos a conformarnos con eso: podemos hacer mucho más y queremos seguir obteniendo resultados. En la actualidad, los Miembros están trabajando arduamente con miras a cumplir el plazo de 2019 establecido para concluir un acuerdo sobre las subvenciones a la pesca, y los Estados Unidos participan activamente. Esa es una importantísima labor que nos permitiría alcanzar una meta fundamental de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. También tratamos de hacer avanzar otras cuestiones importantes y de larga data, como la agricultura, los servicios y el desarrollo.

Asimismo, vemos que algunos Miembros están estudiando formas de avanzar nuevas y creativas. Grupos de Miembros de la OMC han puesto en marcha varias nuevas "iniciativas conjuntas" para examinar diversas esferas de creciente interés económico. El comercio electrónico es una de esas esferas, en la que también los Estados Unidos se han mostrado muy activos. Otras esferas son la facilitación de las inversiones, el apoyo a las pequeñas empresas para que puedan comerciar y el empoderamiento económico de la mujer.

El tiempo dirá cómo evolucionan estas iniciativas. Aunque no cuentan con el apoyo de todos los Miembros, los proponentes están creando un verdadero impulso.

Por supuesto, los propios Miembros decidirán qué quieren debatir exactamente y en qué términos; volveré sobre este punto más adelante. En todo caso, lo esencial es que el comercio y el sistema de comercio sigan desempeñando un papel económico positivo, como queda recogido en la declaración del G-20.

La economía presenta un crecimiento sólido por primera vez desde la crisis financiera. Debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para asegurarnos de que siga por ese camino. La OMC ha señalado que existen riesgos y que las restricciones al comercio podrían precipitar una ralentización de la economía mundial. Eso mismo sostienen el FMI y el Banco Mundial.

Los estudios de la OMC ponen de manifiesto que en los últimos seis meses se ha producido un drástico aumento de las restricciones al comercio. Los pedidos de exportación ya han disminuido de manera considerable. Nuestros economistas han estado evaluando varias situaciones posibles para simular esa perspectiva, entre ellas las repercusiones de una guerra comercial total a nivel mundial. Las cifras varían, según los parámetros de cada situación. Pero un resultado común en todas las simulaciones es que el crecimiento económico y comercial se ralentizará y que todos los países, sin excepción, saldrán perdiendo en caso de guerra comercial a nivel mundial.

Está claro que no podemos permitirnos ir por esa vía. Debemos encontrar maneras de dar marcha atrás. La mejor forma de abordar el problema es realizar un esfuerzo de cooperación, que se puede hacer a través de varias vías diferentes y complementarias.

También a este respecto se han observado avances positivos en los últimos días, entre ellos la firma del nuevo Tratado entre México, los Estados Unidos y el Canadá. Este podría inspirar avances en otros frentes, lo que complementaría la labor que llevamos a cabo en la OMC. Por otra parte, en Buenos Aires, los Estados Unidos y China mantuvieron una reunión bilateral, que puso de manifiesto la vital importancia del diálogo y los esfuerzos a ese nivel. Confío en que ese encuentro haya permitido establecer una vía para resolver las diferencias entre ambas partes.

Las iniciativas bilaterales y regionales de esa índole son esenciales. Pero no lo es menos buscar soluciones a nivel mundial, a través de la OMC. Los dirigentes del G-20 lo dejaron claro. Consideran que resolver los problemas en el marco de la OMC es fundamental para establecer un camino a seguir positivo.

Algunos sostienen que las actuales fricciones comerciales se deben sobre todo a que las normas de la OMC no reflejan plenamente las diversas dificultades que observamos hoy día sobre el terreno. Algunos afirman asimismo que cada vez resulta más difícil lograr avances en la OMC, y que debemos encontrar maneras más rápidas de concertar acuerdos y propiciar la actividad comercial.

Permítanme, pues, referirme brevemente al debate sobre la reforma de la OMC.

Se han presentado diversas ideas para dar respuesta a las distintas preocupaciones expresadas. Aunque hay un verdadero impulso detrás de ese debate, se encuentra aún en sus etapas iniciales. Por tanto, hoy por hoy, no está claro qué dirección tomará exactamente. No obstante, están surgiendo diversas cuestiones.

Una es la mejora de las notificaciones y la transparencia. A este respecto, los Estados Unidos están trabajando con la UE y el Japón y hay una propuesta concreta sobre la mesa.

Otra esfera fundamental es el sistema de solución de diferencias y el bloqueo de los nombramientos de los Miembros del Órgano de Apelación. Al final, esto podría representar una amenaza para el funcionamiento de todo el sistema de solución de diferencias tal como lo conocemos, y disponemos de un tiempo limitado para resolver el problema. Es posible que a finales del año próximo el Órgano de Apelación no cuente con el número mínimo de Miembros necesario para entender en un recurso de apelación. A este respecto, los Estados Unidos han expresado claramente sus preocupaciones, y se observan indicios de una participación más seria de todas las partes, lo que incluye la presentación de propuestas.

Otra esfera en la que se están centrando los Miembros es la elaboración de normas. Aquí se trata de cómo podemos lograr más resultados y cómo lograrlos más deprisa. Los Miembros han estado estudiando cuáles son las modalidades que permitirían obtener resultados con mayor rapidez a nivel tanto multilateral como plurilateral. Hay muchas conversaciones en curso en ambas vías.

Un buen ejemplo de labor constructiva en la vía multilateral son las negociaciones sobre las subvenciones a la pesca. Y también siguen los debates en otras esferas.

En el frente plurilateral, tenemos las diversas "iniciativas conjuntas" que ya he mencionado, impulsadas por grupos de Miembros.

Promover una mayor flexibilidad en nuestra manera de trabajar puede parecer un detalle técnico o de procedimiento, y de hecho la OMC ya admite una gran diversidad de enfoques distintos. Pero estos enfoques, en la medida en que permiten a los Miembros llevar adelante sus prioridades con mayor facilidad, pueden tener efectos claramente transformadores.

Estas son solo algunas de las cuestiones que están planteando los Miembros en este amplio debate. Y no cabe duda de que, conforme se desarrolle este diálogo sobre la reforma, se plantearán otras cuestiones de muy diversa índole. Muy probablemente a ustedes algunas les resultarán más atractivas que otras. Y muy probablemente algunas de esas cuestiones resultarán más atractivas a otros, pero no a ustedes. Pero así son las negociaciones sobre el comercio.

Lo importante es que intentemos hacer avanzar esas negociaciones con actitud pragmática.

No estamos hablando de iniciar una nueva ronda, ni de nada parecido. Estamos hablando de introducir cambios prácticos y pragmáticos, para adaptar este sistema de inestimable valor con el fin de que funcione mejor para todos.

Todo esto puede ser muy prometedor, en el sentido de que estamos iniciando una nueva era para el diálogo en la OMC. Pero no nos engañemos. Todo proceso que introduce cambios significativos y concretos es por fuerza difícil y complejo. Por tanto, para llevarlo a cabo, es vital contar con apoyo político y determinación. Y esto no solo depende de los Gobiernos; depende también de quienes están sobre el terreno. O sea, ustedes.

Los exhorto a participar activamente en los esfuerzos para mejorar el sistema de comercio. Los exhorto a hacer oír sus opiniones, tanto en Washington como en Ginebra. Y -lo que es aún más importante- los exhorto a seguir alzando sus voces en defensa del comercio como fuerza positiva.

Para poder defender el comercio, es de suma importancia tener en cuenta el contexto actual.

En primer lugar, en algunos sentidos seguimos bajo los efectos de la crisis de 2008. Por más que esté aumentando el crecimiento económico, todavía son muchos los que padecen las secuelas de esa crisis.

En segundo lugar, estamos viviendo una nueva era, la cuarta revolución industrial, en la que las nuevas tecnologías están transformando muchos aspectos de nuestras vidas y de la economía, por ejemplo, el lugar de trabajo.

Estos acontecimientos históricos han generado una sensación de miedo e incertidumbre en cuanto al futuro y han suscitado un mayor rechazo al comercio y lo extranjero.

A este respecto, un elemento importante es la percepción de que el comercio priva a las personas de sus puestos de trabajo y las obliga a abandonar sus países. En realidad, la principal causa de la pérdida de empleos es la innovación y el aumento de la productividad por efecto de la tecnología. Estas fuerzas, y no el comercio, son las causantes del 80% de la pérdida de empleos.

Independientemente de las causas, está claro que la gente tiene la sensación de que el cambio económico la deja atrás. Este cambio se está produciendo. Y seguirá produciéndose a un ritmo nunca visto. Ante eso es necesario adoptar medidas concretas en el ámbito de las políticas internas para ayudar a los trabajadores a adaptarse. Todos los Gobiernos -y las propias empresas- están tratando de responder a esto a su manera.

Pero no se podrá ayudar a nadie si se ponen obstáculos al comercio. Todo lo contrario.

El comercio forma parte de la solución.

Ha ayudado a crear un mundo más próspero y debemos asegurarnos de que siga siendo así, de una manera aún más inclusiva.

Sabemos lo que puede hacer el comercio. La realidad sigue siendo que el comercio, acompañado de las políticas adecuadas, ayuda a bajar los precios en los estantes y permite ofrecer una mayor selección de productos. Ayuda a crear puestos de trabajo, y además puestos de trabajo que, por lo general, están mejor remunerados. Crea oportunidades para la venta de bienes y servicios en el extranjero. Ayuda a sostener un crecimiento económico más sólido y más estable.

Y este no es más que uno de muchos aspectos. Además, el comercio nos conecta con el mundo: con otras personas y otras culturas. Y gracias a las relaciones más estrechas y estables que fomenta podemos disfrutar de relaciones más pacíficas con otras naciones.

Según una encuesta, los estadounidenses coinciden con este argumento en sentido amplio. El 74% de ellos considera que el comercio es positivo para el país. Pero, según esa misma encuesta, muchos albergan dudas sobre algunos de los aspectos concretos. Por ejemplo, solo un tercio de los estadounidenses cree que el comercio abarate los precios. Esta percepción existe en muchas economías avanzadas. La gente sigue estando intuitivamente a favor del comercio, pero no lo relaciona con los beneficios reales que cada día ofrece.

Debemos, pues, redoblar nuestros esfuerzos para restablecer esa relación para concretar de nuevo el vínculo entre los beneficios del comercio y las vidas de las personas.

Y debemos abandonar la idea de que el comercio es una proposición de suma cero. No lo es. Todo el mundo puede beneficiarse.

También debemos asegurarnos de que todos los interlocutores comerciales consideren que se dan las condiciones para una relación equilibrada y mutuamente beneficiosa. Ese es precisamente el objetivo de las normas comerciales multilaterales. Pero está claro que todavía no hemos llegado a ese punto.

Reequilibrar el debate sobre el comercio es algo que nos corresponde a todos nosotros. Me consta que el Consejo Nacional de Comercio Exterior está haciendo todo lo posible a este respecto.

Permítanme, pues, concluir con la siguiente observación.

El Consejo Nacional de Comercio Exterior es desde hace tiempo un destacado y resuelto defensor del comercio y el sistema mundial de comercio. Quiero darles las gracias una vez más por su apoyo.

Es ciertamente un gran placer para mí tomar la palabra en la famosa Cena del Comercio Mundial anual. La reputación de este evento es de sobra conocida. Pero lo que yo no sabía era que la primera Cena del Comercio Mundial se celebró en 1914, año de la fundación del Consejo Nacional de Comercio Exterior.

Por tanto, en las conversaciones de estas cenas se ha podido seguir todo lo ocurrido en el largo camino de la historia: los devastadores períodos de depresión y las preciadas épocas de bonanza. En ellas se ha escrito la crónica de la ardua labor de los Gobiernos de todo el mundo para crear el sistema de comercio que hoy tenemos. La transformación que ha tenido lugar desde que se celebró la primer cena ha sido extraordinaria.

Para mí, ver las cosas a tan largo plazo permite extraer algunas enseñanzas.

En primer lugar, debemos considerar desde la perspectiva adecuada los problemas a los que nos enfrentamos hoy. Podemos superar las dificultades, y juntos lo conseguiremos.

En segundo lugar, no somos los dueños del sistema de comercio, sino solo los guardianes. Tenemos la responsabilidad de legar a la próxima generación un sistema más fuerte que el que nosotros recibimos.

Y, en tercer lugar, el comercio está firmemente inscrito en el ADN de este país. Los Estados Unidos siempre se han situado a la vanguardia de las naciones comerciantes modernas del mundo. Y no me cabe duda de que así seguirá siendo.

Muchas gracias por su atención.

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