CONSEJO GENERAL

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Observaciones finales

Permítanme comenzar señalando que ha sido un privilegio poder estar a su servicio como Presidente del Consejo General. A continuación presentaré mis reflexiones generales sobre lo sucedido en el último año.

Es cada vez más evidente que nuestra labor está expuesta a las crecientes preocupaciones acerca de las repercusiones que tienen la globalización, el comercio y los acuerdos comerciales en la seguridad en el empleo, las desigualdades y el desarrollo. Numerosos países en desarrollo ya habían manifestado esas preocupaciones en el pasado. Sin embargo, el hecho de que actualmente sean los ciudadanos de países desarrollados quienes expresen preocupaciones similares de manera más decidida es una novedad significativa que afecta profundamente a nuestra labor.

Muchos de ustedes ya saben que este año se celebra el centenario del nacimiento de Nelson Mandela. Hace 20 años, el Presidente Mandela pronunció un magnífico discurso sobre el sistema multilateral de comercio en un acto en Ginebra en el que se conmemoraba el quincuagésimo aniversario del GATT. Aún resuenan muchas de las cuestiones que planteó, y una de ellas sigue teniendo especial relevancia hoy en día. El Presidente Mandela declaró lo siguiente: "Las normas deben aplicarse [...], pero si contienen prescripciones que no todos pueden cumplir, o si quienes se benefician de sus resultados son demasiado pocos, surgirá la injusticia. Es por ello prudente recordar que no hay norma, ni aplicación de normas, que pueda derrotar a quien lucha con la justicia de su lado". Evidentemente, el Presidente Mandela se inspiraba en su propia experiencia en la lucha por la libertad de Sudáfrica, pero sus palabras guardan relación con nuestra labor.

En nuestra Organización, donde las decisiones se toman por consenso, las expresiones continuas y prácticas de los principios de transparencia e inclusión son el punto de referencia de un multilateralismo más equitativo, inclusivo y favorable al desarrollo. El principio de inclusión requiere, como mínimo, que en nuestros procesos y decisiones se tengan plenamente en cuenta las opiniones de Miembros con distintos niveles de desarrollo, de todas las regiones geográficas, pero en los procesos y decisiones también se deberían respetar plenamente las perspectivas y prioridades contrapuestas de los Miembros en materia de políticas.

Todos sabemos que el Consejo General supervisa en su totalidad la labor ordinaria de la OMC relativa a la aplicación continuada de los Acuerdos de la Ronda Uruguay y las Decisiones Ministeriales ulteriores. Asimismo, sabemos que el Consejo General deberá ocuparse del seguimiento de cuatro de las cinco Decisiones adoptadas en la Undécima Conferencia Ministerial.

No obstante, desde mi perspectiva como Presidente del Consejo, ahora tengo una idea mucho más clara de la infinidad de procesos, procedimientos y decisiones que conforman la labor diaria de la Organización. La adopción eficaz de decisiones a ese nivel es fundamental para el funcionamiento adecuado de la Organización y, por lo general, estos procesos y decisiones son sencillos.

Sin embargo, cuando los procedimientos no están claramente definidos y se requieren medidas discrecionales, es posible que la transparencia y la inclusión sean aún más importantes a fin de generar la confianza necesaria para proseguir nuestra labor colectiva y multilateral. A lo largo del año se plantearon con regularidad cuestiones a ese respecto que deberíamos abordar con prudencia.

En el transcurso del año también afrontamos otros desafíos. Al principio del año tuvimos un serio retraso en la designación de los Presidentes de los órganos ordinarios y de negociación. En la reunión de mayo del Consejo General tuvimos dificultades para adoptar el orden del día del Consejo. Soy consciente de que todas estas dificultades reflejan la importancia que otorgan los Miembros a todos los aspectos de la labor de la Organización y son la expresión de sus intereses legítimos.

En muchos casos, la clave para hacer frente a estos desafíos es abordar y enfocar las distintas cuestiones de modo que todos los Miembros tengan la certeza de que sus preocupaciones se toman en consideración de manera imparcial. Mi opinión personal es que, de existir algún tipo de parcialidad, esta debería favorecer a nuestros Miembros menos desarrollados.

El año pasado se invirtió mucho tiempo en la preparación de la Undécima Conferencia Ministerial y, globalmente, no hubo muchos contratiempos. No obstante, hay cuestiones delicadas, como las relativas a la condición de observador, que plantean dificultades que en ocasiones no se pueden solventar en el marco de la OMC. La mayoría de los Miembros parece coincidir en que la labor que llevamos a cabo justo antes de la Undécima Conferencia Ministerial en relación tanto con el documento final como con el comercio electrónico fue positiva y me sorprendió que en el proceso hubiera un verdadero esfuerzo constructivo por acercar posturas entre los Miembros, si bien es cierto que, al final, no lo conseguimos.

Doy las gracias a los Presidentes de los órganos ordinarios, ya que los trabajos realizados bajo su supervisión permitieron que el Consejo General entregase a los Ministros informes exhaustivos de todas nuestras actividades en la sesión inaugural de la Undécima Conferencia Ministerial. Quisiera volver a felicitar a la Argentina por la excelente organización de la Conferencia Ministerial que, como muchos han apuntado, alcanzó unos niveles muy elevados de inclusión y transparencia. Este éxito se debe en gran medida a las cualidades que la Ministra Malcorra ha aportado al proceso. Debemos trabajar sobre la base de esa experiencia.

Exceptuando algunos momentos difíciles, mi presidencia del Consejo General ha sido una experiencia enriquecedora, tanto a nivel personal como profesional, por razones que no me hubiera podido imaginar hace solo un año. He aprendido mucho gracias a las numerosas oportunidades de trabajar junto a personas excepcionales, como embajadores, delegados y miembros de la Secretaría con una larga trayectoria a sus espaldas.

Quisiera agradecerte personalmente, Roberto, tu colaboración en el transcurso del último año, especialmente en el período previo a la Undécima Conferencia Ministerial y durante su celebración. También quisiera dar las gracias a Victor y a todos los miembros de su equipo por el apoyo y las orientaciones que han proporcionado a lo largo del año, haciendo gala siempre de un espíritu de colegialidad y de buen humor. El apoyo de Stefania ha sido casi constante, aunque puede que haya puesto a prueba su paciencia con las infinitas revisiones de las notas. También quisiera agradecer a Zainab y Joan su apoyo prestado en este año, en particular durante las intensas semanas previas a la Undécima Conferencia Ministerial y durante su transcurso.

Siempre he sido consciente de que la Secretaría es una fuente de conocimientos institucionales adquiridos a lo largo del tiempo, pero ahora valoro en mayor medida la amplitud y la profundidad de esos conocimientos especializados. Si bien la OMC es una organización dirigida por sus Miembros, es totalmente evidente que la Secretaría es un valioso activo que constituye un pilar indispensable de su sistema.

Habida cuenta de los desafíos que afrontamos con respecto a las funciones de negociación y de solución de diferencias de la OMC, puede que tengamos que prestar más atención –como de hecho es nuestra obligación- a proteger el carácter internacional de la Secretaría, velando por que siempre esté por encima de las posiciones partidistas de los Miembros.

Permítanme concluir expresando mi agradecimiento a todas las delegaciones por su arduo trabajo y su apoyo en este año. Quisiera también reiterar mi agradecimiento al Grupo Africano por haberme presentado como su candidato para presidir el OSD en 2016, año en que, tras un largo período de rotación de seis años, volvió a ser el turno de África. Tras un año como Presidente del Consejo General, me alegra poder volver a integrar el Grupo.

Con esto doy por concluida mi intervención. Muchas gracias por su atención.

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