DIRECTOR GENERAL ADJUNTO ALAN WM. WOLFF

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Se han planteado preguntas de gran trascendencia.

  • ¿Cuáles son los principales riesgos estructurales para el sistema internacional de comercio? ¿Y pueden las actuales estructuras soportar este período de mayor proteccionismo e incertidumbre política?
  • ¿Es posible convencer a los Estados Unidos de que pongan fin a su veto al nombramiento de nuevos Miembros del Órgano de Apelación y resuelvan el estancamiento actual? ¿Cuáles serían las repercusiones para el comercio mundial si el Órgano de Apelación no pudiera seguir desempeñando sus funciones a partir del 10 de diciembre?
  • ¿Existe un programa de trabajo constructivo para una gran reforma de la OMC y el orden multilateral de comercio?
  • A falta de consenso en la OMC, ¿son los acuerdos plurilaterales una forma de avanzar en el comercio mundial?

Corren tiempos difíciles:

  • ha aumentado la protección hasta el punto de la guerra económica;
  • existe cierto grado de incertidumbre en cuanto a la adhesión a las normas actuales, e incluso hay un país importante que pone en duda su continuidad como Miembro de la OMC;
  • es probable que pronto perdamos el sistema de solución de diferencias tal y como está estructurado en la actualidad;
  • hay discrepancias en torno a cuáles son los Miembros de la OMC a los que debe otorgarse trato especial cuando reivindican la condición de país en desarrollo;
  • un número significativo de Gobiernos da a entender con su comportamiento que, aparentemente, prefiere los acuerdos bilaterales preferenciales, y
  • no existe un documento único que establezca un programa de reforma, pese a los llamamientos del G-7 y el G-20 a la reforma de la OMC.

¿Está capacitada la actual estructura multilateral para responder a los desafíos que se nos presentan?

Para mí, la respuesta está clara. El sistema multilateral de comercio aguantará y se adaptará.

Eso no significa que todo vaya bien. No es así. Pero el sistema está en mejores condiciones de lo que piensa la mayoría de los comentaristas.

Antes de iniciarse las crisis en el pasado reciente, pocos eran los que conocían la OMC o a los que les importaba si existía o no, aparte de unos cuantos especialistas vinculados a Gobiernos o al mundo académico.

La OMC era en gran medida invisible hasta que comenzó a ponérsela a prueba, y a partir de ese momento el discurso ha estado dominado por las críticas y las acusaciones de fracaso.

Esta imagen dista mucho de ajustarse a la realidad. ¿Qué pruebas hay de ello?

  • La mayor parte del comercio mundial sigue llevándose a cabo al amparo de las normas de la OMC. La prosperidad del mundo depende de ello.
  • El hecho de que haya una gran guerra comercial, y otras varias en ciernes, indica lo que todos deberíamos haber aprendido de la historia. Ningún acuerdo internacional impide la guerra. Pero ninguna guerra dura eternamente, y hay muchos buenos ejemplos de que la paz posterior contribuye a fortalecer el sistema internacional de comercio. Esa posibilidad no debería descartarse en la actualidad.
  • En un momento de crecientes sentimientos populistas y de desaceleración del crecimiento económico mundial, la OMC es aún más esencial. El populismo se define como la convicción de que los sistemas, sean cuales sean, no están cumpliendo sus promesas. La OMC sí las cumple. Sus normas proporcionan equidad. A nivel del individuo.
  • Equidad significa que los productos de un obrero industrial accederán a los mercados mundiales, sin ser bloqueados por normas de producto proteccionistas.
  • Equidad significa que los agricultores pueden vender en cualquier sitio, sin hacer frente a prescripciones proteccionistas que limiten las importaciones de productos alimenticios o piensos.
  • Equidad significa que las próximas generaciones crearán productos, servicios e ideas desde sus ordenadores portátiles; que, a través de la red, tendrán el mundo entero como mercado y, con este acceso digital, podrán ganarse el sustento en cualquier lugar donde haya acceso a Internet y libre flujo de datos.
  • Equidad significa que los suministros necesarios para las actividades productivas pueden obtenerse en cualquier sitio.
  • Equidad significa no solo prevenir la discriminación - contra bienes y contra servicios-, sino además disponer de información para localizar fuentes de suministros y encontrar mercados.
  • Equidad significa flexibilidades que permitan a todos participar en el comercio internacional; eso reportará beneficios, hoy insuficientes, a las mujeres y las microempresas y las pequeñas y medianas empresas.
  • Los acuerdos bilaterales y regionales no sustituyen al sistema multilateral de comercio, se basan en él; lo necesitan como fundamento indispensable.

En el sistema multilateral de comercio, no hay desafíos estructurales insuperables. Más importante aún, los Miembros tienen la firme determinación de buscar soluciones a cuestiones tanto antiguas como emergentes.

Se ha planteado la pregunta concreta de si el bloqueo de los nombramientos de los Miembros del Órgano de Apelación de la OMC terminará pronto. No hay señales de que eso vaya a ocurrir, aunque se está avanzando hacia el consenso en el empeño de abordar varias de las cuestiones planteadas. La discrepancia fundamental entre la Unión Europea y los Estados Unidos reside en la naturaleza del sistema de solución de diferencias de la OMC. ¿Son los grupos especiales y las apelaciones como un tribunal, donde los Miembros no tienen influencia sobre la evolución de la ley, determinada esta por un proceso judicial independiente, o la finalidad del grupo especial y el sistema de apelación es fomentar la solución de diferencias sin sustituir la negociación de nuevas normas? Estas son discrepancias importantes que van más allá de lo filosófico. Se requerirá una solución política.

¿Qué ocurrirá entretanto? El rasgo distintivo de la OMC, a saber, que las normas comerciales son de cumplimiento exigible, perdurará. Seguirán presentándose reclamaciones y seguirán solucionándose diferencias, tanto si el Órgano de Apelación en su forma actual continúa funcionando como si no.

Se preferirán las soluciones pragmáticas al caos y el unilateralismo.

En cuanto a la reforma de la OMC, no existe un programa de reforma único y preciso, recogido en un documento; no existe una lista oficial. No hay ningún documento titulado "Construir la OMC 2.0". Y si lo hubiera, difícilmente sería completo. En su lugar, hay una intensa actividad entre los Miembros, que representan la mayor parte del comercio y la actividad económica mundiales:

  • para ampliar las normas relativas al comercio electrónico,
  • para facilitar las inversiones,
  • para suministrar servicios a través de las fronteras más libremente,
  • para facilitar las inversiones transfronterizas,
  • para salvar las discrepancias con respecto al sistema de solución de diferencias,
  • para mejorar las normas y prestar asistencia para el desarrollo a las poblaciones de los países más pobres.
  • Se está desarrollando una intensa labor en los comités de la OMC, las iniciativas conjuntas (que en la actualidad adoptan la forma de negociación de acuerdos plurilaterales abiertos), y otros varios marcos de negociación.

Conviene aligerar la perspectiva actual, descrita a menudo en términos desalentadores, teniendo en cuenta la realidad de lo que se está haciendo para mantener y mejorar el sistema. Los vaticinios sobre el fin del sistema multilateral de comercio no están bien fundamentados. Así y todo, existen riesgos considerables, y por tanto debemos permanecer atentos.

Estos no son tiempos para volver a la complacencia. Se requiere acción. Tiene que haber una OMC 2.0. Es preciso aumentar el nivel de ambición. Las crisis crean oportunidades. Mediante improvisaciones para salir del paso no se conseguirá mejorar el sistema. Chatham House, con su labor y su poder de convocatoria, así como otras instituciones similares, puede tener verdadera incidencia. Ahora es más necesario que nunca defender y mejorar el sistema mundial de comercio. Puede y debe hacerse más.

El futuro aún no está escrito. Será tal como lo forjemos nosotros.

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