DIRECTOR GENERAL ADJUNTO ALAN WM. WOLFF

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El pasado a modo de prólogo

Tiempo atrás, en una etapa de crisis económica, los Estados Unidos se encontraron con graves dificultades de balanza de pagos. Las importaciones inundaban el mercado en varios sectores de producción, eliminando puestos de trabajo en el sector manufacturero. Se consideraba que la principal causa del problema era determinado país asiático. En este, las políticas estatales prestaban mucho apoyo a sus ramas de producción más importantes. La transparencia con respecto al nivel de intervención estatal era entre escasa y nula. Se crearon los campeones nacionales. La transferencia de tecnologías procedentes de los países en la vanguardia de la innovación era un gran motivo de preocupación. A menudo los competidores extranjeros consideraban que la competencia era desleal. El país, antes muy atrasado en cuanto a desarrollo industrial, se convirtió en una potencia manufacturera. Todos coincidían en que esta trayectoria lo llevaría a dominar incuestionablemente la economía mundial en el siglo siguiente.

Para el Presidente de los Estados Unidos, eso representó un desafío político, habida cuenta de que los perjuicios que la situación causaba a sus partidarios políticos y las preocupaciones surgidas en el seno del Congreso requerían una respuesta clara. Para el Departamento del Tesoro, los problemas eran de mayor alcance, y mucho más alarmantes. Si bien los Estados Unidos tenían un superávit comercial, este empezaba a reducirse. Los gastos de los Estados Unidos en defensa y ayuda exterior eran elevados. En pocas palabras, los Estados Unidos afrontaban una crisis de balanza de pagos.

En aquel entonces el dólar era convertible en oro a 35 dólares la onza. El Gobierno francés estaba liquidando sus dólares. Los aviones de carga sacaban oro en secreto de Fort Knox (Tennessee), donde se almacenaba el oro estadounidense, con destino a Europa. Las reservas de oro del país menguaban. Era una situación insostenible.

El Presidente estadounidense invocó los poderes de emergencia nacional concedidos por el Congreso dos generaciones antes a otro Presidente en circunstancias totalmente distintas. La Administración decidió imponer unilateralmente aranceles adicionales a la totalidad de las importaciones. Casi todos los interlocutores comerciales de los Estados Unidos condenaron esta medida, por ser incompatible con las obligaciones contraídas por los Estados Unidos en virtud de las normas acordadas en el plano internacional. Tampoco sus tres principales interlocutores comerciales acogieron favorablemente la petición estadounidense de concesiones no recíprocas y no arancelarias. El Gobierno de los Estados Unidos, por su parte, consideró que las circunstancias justificaban plenamente esas medidas.

Todo esto ocurrió en 1971.

¿Cuál fue el desenlace? El 18 de diciembre de 1971, cuatro meses y tres días después de imponerse el recargo a las importaciones, se llegó a un acuerdo en la Smithsonian Institution. El dólar se devaluó, otras monedas se revalorizaron, y el recargo a las importaciones se suprimió. En el transcurso de quince meses, el sistema monetario internacional pasó a tipos de cambio flotantes, desvinculándose del oro el valor de las divisas.

Con respecto al comercio, los principales interlocutores comerciales de los Estados Unidos no hicieron en ese momento concesiones no arancelarias. En lugar de eso, en septiembre de 1973 se acordó iniciar una importante ronda de negociaciones comerciales multilaterales. Esta iniciativa, conocida como Ronda de Tokio del GATT, dio lugar, seis años más tarde, a los primeros acuerdos multipartitos para eliminar los obstáculos no arancelarios, a saber, un acuerdo sobre contratación pública, otro sobre valoración en aduana y un tercero sobre normas de productos. Otros países se integraron en el sistema internacional de comercio, que pasó a ser más abierto y basado en normas.

Este episodio, que afectó a las relaciones económicas internacionales en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, recuerda vagamente las circunstancias actuales, pero fue distinto en muchos de sus principales aspectos, sino en todos. Incluyo aquí este episodio histórico por una sola y única razón: una crisis bien gestionada puede llevar a un resultado positivo.

A mediados del decenio de 1980, el dólar estaba de nuevo sobrevalorado. El Congreso amenazó con restricciones comerciales, y la Casa Blanca adoptó medidas comerciales unilaterales. Una vez más se requería un cambio. En septiembre de 1985 se procedió al realineamiento del valor de las divisas por medio del Acuerdo de Plaza, y un año después se iniciaron unas nuevas e importantes negociaciones comerciales multilaterales, que culminaron con una reglamentación más amplia del comercio mundial y, casi de paso, con la creación de la OMC.

No toda imposición de medidas comerciales unilaterales da lugar a un mundo mejor para el comercio, pero así fue en esos dos casos. La lección extraída es que una crisis originada por medidas comerciales puede brindar nuevas oportunidades.

El nacimiento de la OMC no fue fruto de una gran planificación. No se organizó una conferencia como la de Bretton Woods con el fin de crear una nueva institución para el comercio mundial. La Ronda Uruguay -las últimas negociaciones comerciales multilaterales hasta la fecha- se convocó en 1986 para ampliar el alcance de las normas comerciales mundiales, en particular en lo que se refería a los servicios y la propiedad intelectual, y para liberalizar más el comercio. Pero como durante las negociaciones (entre mediados del decenio de 1980 y principios de los años 1990) los Estados Unidos estaban recurriendo otra vez a medidas comerciales unilaterales, el Canadá y después las Comunidades Europeas (CE), ya en una fase relativamente tardía de las negociaciones, empezaron a centrarse en la gobernanza del sistema multilateral de comercio. Este esfuerzo, al principio aceptado y finalmente respaldado por los Estados Unidos, dio lugar a la Organización Mundial del Comercio. La OMC trajo consigo un nuevo elemento de gran importancia: el cumplimiento de las normas de la OMC se aseguraría por medio de decisiones adoptadas a través del mecanismo de solución de diferencias internacional, decisiones que la parte vencida no podía bloquear.

La OMC demostró su resiliencia. La prueba más difícil que tuvo que superar fue la crisis financiera internacional de 2008, y las normas resistieron. Los países, en el empeño de proteger su competitividad, no recurrieron a nuevos obstáculos arancelarios, como los que habían agravado y prolongado la Gran Depresión del decenio de 1930. Al contrario, desde el establecimiento de la OMC en 1995, las exportaciones mundiales de mercancías han aumentado en valor, pasando de USD 5,6 billones en 1995 a USD 17,7 billones en 2017 (es decir, 3,4 veces más), y en volumen, multiplicándose el comercio de mercancías por 2,6. Se calcula que cuando se aplique plenamente el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, que entró en vigor hace dos años, concebido para reducir las fricciones burocráticas relacionadas con la circulación transfronteriza de mercancías, se podrían reducir los costos comerciales un 14,3%, en promedio. Hasta hace unos días, 141 de los 164 Miembros de la OMC habían ratificado el Acuerdo, y el resto tiene previsto hacerlo.

El contexto

Cuando se determina el nivel del comercio mundial, las circunstancias macroeconómicas, en particular el nivel de demanda bruto, tienen una incidencia mucho mayor que las políticas comerciales nacionales. Pero lo que se hace en el ámbito del comercio puede desbarajustar los planes y las proyecciones de los Gobiernos, así como los de las instituciones financieras internacionales y privadas, y causar grandes perturbaciones. Si la OMC no funciona plenamente como está previsto, el crecimiento de la economía mundial podría verse mermado de manera drástica, primero directamente y después por los efectos secundarios, a saber, una reducción de las inversiones y, en última instancia, la erosión de la confianza de las empresas y de los consumidores.

Por el momento, las principales amenazas que pesan sobre el comercio residen en el futuro. A pesar de las actuales medidas comerciales que los Estados Unidos y China están aplicándose mutuamente y de las medidas impuestas con respecto al acero y el aluminio, el comercio mundial está creciendo, no reduciéndose. Según el Informe sobre el Comercio Mundial de la OMC, en 2018 el crecimiento del volumen del comercio de mercancías mundial, medido por el promedio de las exportaciones y las importaciones, se situó en el 4.4%, cifra más o menos equiparable al incremento del 4,7% registrado en 2017. En el Informe 2018 de la OMC, se previó que el crecimiento se reduciría al 4,0% en 2019, por debajo de la tasa media del 4,8% registrada desde 1990 pero aún muy por encima de la media posterior a la crisis, del 3,0%. Sin embargo, había señales de que quizá las crecientes tensiones comerciales estuvieran ya afectando negativamente a la confianza de las empresas y las decisiones de inversión.1

La OMC rebajó sus perspectivas comerciales el pasado mes de septiembre a raíz de la escalada de las diferencias comerciales y el endurecimiento de las condiciones de crédito en los mercados. Actualmente está previsto que el crecimiento del comercio se ralentice, situándose en el 3,7% en 2019 (frente al 3,9% previsto en 2018), pero estas estimaciones podrían revisarse a la baja si las condiciones del comercio siguen deteriorándose. Por otra parte, el crecimiento del comercio podría repuntar rápidamente si aumentara la certidumbre y mejorara el entorno normativo.2

En lo que se refiere a las repercusiones en el PIB mundial, los actuales aranceles adicionales (los aranceles entre los Estados Unidos y China y los aranceles relacionados con el acero y el aluminio) reducirán la actividad económica mundial total en algo más de un 0,5% de aquí a 2020. Si China y los Estados Unidos aumentan el nivel arancelario, cumpliendo sus actuales amenazas, la actividad económica mundial descendería aún más. Si a eso le sumamos los aranceles relativos a los automóviles y los camiones -en caso de que lleguen a aplicarse-, la pérdida de confianza y las reacciones del mercado, se calcula que la disminución del PIB mundial se puede situar en un 0,8%, lo que equivale a una reducción de unos USD 800.000 millones a nivel mundial.3

En resumidas cuentas, los factores macroeconómicos prevalecen sobre los microeconómicos hasta que estos últimos empiezan a causar perturbaciones suficientes para que ambos factores, combinados, lastren el crecimiento mundial. Esa posibilidad no puede descartarse.

Los desafíos a los que el sistema multilateral de comercio debe hacer frente en la actualidad

El sistema multilateral de comercio se enfrenta a una serie de desafíos que acaparan los titulares de los periódicos. Pueden enumerarse fácilmente: el aumento de los aranceles en el marco del conflicto comercial entre los Estados Unidos y China, el bloqueo de la función de apelación del mecanismo de solución de diferencias de la OMC previsto para mediados de diciembre de este año, y los casos relativos a la seguridad nacional (el aumento de los aranceles aplicados al acero y el aluminio y las medidas comerciales de retorsión adoptadas a modo de respuesta). Pero el principal desafío ha sido la incapacidad de la OMC para evolucionar, para cambiar, a fin de atender las necesidades modernas del comercio mundial.

Vencer la parálisis

En cuanto a este desafío principal, empieza a verse una respuesta. En la Conferencia Ministerial celebrada en Buenos Aires en diciembre de 2017, se hicieron dos importantes avances, y se atisbó la promesa de un tercero. En primer lugar, comenzó a reconocerse el hecho de que la OMC debe reformarse. En segundo lugar, los Miembros de ideas afines pusieron en marcha iniciativas conjuntas (no suscritas por todos los Miembros pero sí abiertas a todos). Por otra parte, todos los Miembros se comprometieron a limitar las subvenciones a la pesca, que van en detrimento de muchos pescadores de los países costeros en desarrollo.

El movimiento de reforma fue anunciado por los Estados Unidos, que presentaron su programa inicial en la Conferencia Ministerial de la OMC celebrada en diciembre de 2017. Consistió en las siguientes propuestas: 1) que los Miembros de la OMC cumplan sus compromisos en materia de transparencia; 2) que los Miembros hagan una utilización más meditada de la reivindicación de la condición de país en desarrollo; y 3) que se reduzca lo que los Estados Unidos consideran una extralimitación "judicial" que afecta a los derechos y las obligaciones de los Miembros tal como se negociaron. A partir de ahí se inició un movimiento de reforma con múltiples componentes: en primer lugar, una iniciativa trilateral (entre el Japón, los Estados Unidos y la UE) sobre diversos temas muy poco reglamentados por la OMC (las disciplinas que rigen a las empresas públicas, las subvenciones a la industria y la creación de sobrecapacidad, y la transferencia forzosa de tecnología); en segundo lugar, una iniciativa de Ottawa sobre el funcionamiento de la OMC; y, por último, un diálogo entre los Estados Unidos y China. También presentaron propuestas China y Honduras. El movimiento de reforma se concretó en un mandato del G-20, y se espera un informe sobre la situación en junio, durante la cumbre que se celebrará en Osaka (Japón).

La segunda innovación de Buenos Aires fue la puesta en marcha de cuatro iniciativas conjuntas. Varios Miembros interesados se reunieron para debatir y, con el tiempo, negociar sobre esferas de interés común: el comercio electrónico, la facilitación de las inversiones, la reglamentación nacional de los servicios, las microempresas y las pequeñas y medianas empresas, y la mayor participación de las mujeres en el comercio. Un grupo de países que representan tres cuartas partes del PIB mundial suscribieron estas iniciativas, abiertas a todos los Miembros. Otros participan activamente. Solo el futuro puede decir cuál será el resultado de esos esfuerzos y en qué medida serán aceptados.

La primera etapa de la reforma, que acaba de iniciarse, consiste en redactar las propuestas. La segunda consiste en impulsarlas hasta su adopción.4 Si no queremos que se frustre la promesa de esta primavera de la OMC, es imprescindible que no decaiga el impulso iniciado y que las ambiciones permanezcan intactas. El éxito o el fracaso de esta empresa no causará perturbaciones en los mercados, pero sí afectará al crecimiento económico mundial a largo plazo.

En el marco del sistema de comercio, el posible fracaso de la reforma entraña un riesgo de desafección, que con el tiempo puede llevar a soluciones que disten de ser deseables.

Desafíos inmediatos:

  • El conflicto comercial entre los Estados Unidos y China
    Dudo en utilizar el término "guerra", porque aunque el actual enfrentamiento entre China y los Estados Unidos se restrinja al comercio, cada parte podría infligir a la otra daños mucho más graves en caso de una guerra económica a gran escala.5 Aun así, las actuales circunstancias son graves. Antes he expuesto la estimación de los costos económicos brutos, y estos no son insostenibles para el mundo: el comercio mundial sigue creciendo. Todavía no se han calculado los costos reales desde el punto de vista de los cambios producidos en las pautas de inversión y en las cadenas de suministro, como tampoco desde el punto de vista de los beneficios perdidos y los mayores costos para los consumidores. Se observan algunos indicadores negativos: una tasa de crecimiento menor en China (debido a las restricciones comerciales pero también a diversas causas internas) y, según algunos informes, ciertas perturbaciones en las cadenas de suministro y en los mercados como consecuencia del aumento de los aranceles. Por ejemplo, Harley Davidson, cuyos beneficios se han esfumado, ha anunciado el redireccionamiento de sus fuentes de suministro a lugares de producción en el extranjero, con el consiguiente descenso de las exportaciones estadounidenses.

Cabe pensar que las actuales medidas restrictivas del comercio adoptadas en forma de aranceles son aberraciones, y que difícilmente serán permanentes. Con eso no quiero decir que en los próximos años no vayan a continuar las fricciones entre los Estados Unidos y China, incluso en forma de medidas y contramedidas. Es muy posible que las divergencias entre sus sistemas económicos y los distintos medios que utilizan para alcanzar sus objetivos alimenten la discordia hasta que se establezca un nuevo equilibrio o modus vivendi, por provisional que sea. La lección que se desprende del auge del Japón es que las relaciones comerciales entre este país y los Estados Unidos no se estabilizaron del todo desde el decenio de 1960 hasta finales de los años 1990.6

La OMC no es el principal foro en cuyo seno se abordan los problemas entre los Estados Unidos y China. Los dos países están intentando resolver sus diferencias a nivel bilateral. Como naciones soberanas y como Miembros de la OMC que son, están en su derecho. La OMC dispone de varios mecanismos que se pueden utilizar, entre ellos los procedimientos de solución de diferencias. Además de esto, parte de cualquier solución, por provisional que sea, puede incluir normas de conducta acordadas, que se definan y añadan a las normas de la OMC en el marco de los esfuerzos para llevar a cabo una reforma sistémica. Si eso se consigue, cabe prever que sus relaciones se estabilicen con el tiempo. Hoy por hoy, nada indica que estos dos países se planteen la reforma de la OMC como parte de la solución de sus diferencias. Pero eso podría cambiar. Los Estados Unidos, la UE y el Japón están proponiendo ideas que se podrían contemplar en este contexto, entre ellas la imposición de límites a las subvenciones a la industria y un entendimiento sobre la conducta comercial de las empresas públicas.

  • Seguridad nacional y aranceles de retorsión conexos
    Un segundo desafío guarda relación con la forma en que las medidas aplicadas por razón de seguridad nacional y las consiguientes medidas de retorsión adoptadas afectan al sistema de comercio. Los aranceles aplicados a un solo producto (el aluminio y el acero) y los aranceles impuestos a modo de respuesta causan perturbaciones en determinados sectores de la economía, las cadenas de suministro y las decisiones relativas a las inversiones, pero no tienen una gran repercusión en el crecimiento económico mundial. En cambio, la eventual propagación de los actuales aranceles y la posibilidad de que otros países imiten las políticas de los actuales antagonistas podrían conllevar un riesgo económico mayor. No obstante, en la actualidad los indicios de riesgo de contagio son escasos o inexistentes. La mayor parte del comercio sigue llevándose a cabo de conformidad con los compromisos contraídos por los Miembros en el marco de la OMC.

En la actualidad, el mecanismo de solución de diferencias se encarga de examinar la compatibilidad de las medidas actuales con las normas de la OMC. Naturalmente, los Miembros pueden estar muy sensibles al hecho de que un grupo especial de solución de diferencias les indique cuáles son los límites de su derecho a invocar la excepción a las normas de la OMC relativa a la seguridad nacional. Se trata de una cuestión sobre la que hasta la fecha, en los setenta años de jurisprudencia de la OMC y el GATT, nunca se ha llegado a una conclusión a través de la litigación. El problema se reconoció en la elaboración de la disposición original de la Organización Internacional de Comercio relativa a los "intereses esenciales en materia de seguridad", pero la tensión entre la libertad de acceso a la excepción y el riesgo de abusos nunca se resolvió.

El diferencial del Brexit

Según las estimaciones del Departamento del Tesoro británico, si el Reino Unido pierde el acceso al mercado único de la UE y sus relaciones comerciales pasan a regirse por las normas de la OMC, su PIB se reducirá un 8,6% o más de aquí a 2035. Cuando se publicó esta cifra, pedí a un economista altamente cualificado que hiciera un cálculo aproximado de lo que una situación similar representaría para la economía mundial, en otras palabras, cuál sería la diferencia entre tener un mercado único mundial y mantener la OMC tal como es ahora. Estimó que el mundo perdería, en términos de PIB acumulado, alrededor de USD 90 billones de aquí a 2035. En aras de la brevedad, podemos denominar a esa pérdida "diferencial del Brexit".

Ningún Miembro de la OMC ha manifestado el menor deseo de crear un mercado único mundial, pero el diferencial del Brexit muestra que todavía queda mucho por hacer para alcanzar mayor libertad comercial mediante la mejora del sistema multilateral de comercio. Abarcar el comercio electrónico, ampliar la cobertura de los servicios comerciales, abrir más los mercados a los productos agropecuarios o industriales, reducir la ayuda interna a la agricultura y limitar las subvenciones a la industria, así como un sinfín de cuestiones más, son asuntos que pueden abordarse en acuerdos multilaterales sin tratar de convertir la economía mundial en un mercado único. Vale la pena realizar avances con miras a reducir ese diferencial del Brexit a nivel mundial.

¿QUIÉN LLEVA EL TIMÓN? Una reforma a largo plazo

A principios de este mismo mes, muchos altos funcionarios, entre ellos algunos de la Casa Blanca, señalaron en sus declaraciones la necesidad de reformar la OMC. Reprocharon a la OMC su incapacidad de adaptarse a las circunstancias actuales. Los Miembros de la OMC deben examinar en qué medida ha fracasado la gobernanza de la OMC, tomada en su conjunto. Se piensa erróneamente que la OMC constituye una forma de organización supranacional. No lo es. Pero presenta una serie de características (quizá defectos) muy difíciles de encontrar en las organizaciones humanas: no tiene poder ejecutivo; no se ha hecho uso de la función legislativa desde la fundación de la institución, salvo por notables excepciones; y el "poder judicial" ha perdido legitimidad a ojos, como mínimo, de un Miembro importante. A nivel mundial existen pocos ejemplos de gobernanza exitosa en estas circunstancias. En cierta medida, eso recuerda al Congreso Continental de los Estados Unidos, constituido por Estados muy soberanos cuyos intereses percibidos diferían entre sí. No era una forma efectiva de gobernanza.

No cabe duda de que, tarde o temprano, cualquier esfuerzo de reforma de la OMC debe tener en cuenta las cuestiones básicas de gobernanza. Está claro que las peticiones que anteponen los intereses de un proponente a los intereses de otros, a nivel individual o colectivo -cosa que ocurre con demasiada frecuencia-, son una fórmula infalible para el estancamiento. La preservación de la igualdad no sirve para nada si impide todo avance multilateral. Se deben examinar todos los aspectos de la institución, incluida la función de la Secretaría de la OMC, que podría servir más eficazmente a los Miembros de la OMC vigilando las condiciones del comercio, informando al respecto y presentando propuestas.

Durante decenios los Estados Unidos han estado al mando, a veces conjuntamente con la UE, después en otras configuraciones, entre ellas una cuadrilateral y una "sala verde" donde se reunía un grupo representativo de destacados Miembros. De momento la institución no ha encontrado un camino organizativo claro para elaborar un programa de trabajo exhaustivo.

Si la gobernanza del sistema multilateral de comercio fracasara, la OMC correría el peligro de quedarse obsoleta, dejar de ser utilizada y ser cada vez más soslayada, en gran medida mediante acuerdos bilaterales y regionales. Algunos acuerdos regionales son exactamente eso: intentos de fortalecer la integración regional. En la actualidad, el mayor de estos esfuerzos es el Acuerdo sobre la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA). El comercio intracontinental es muy escaso, situándose aproximadamente en un 10%. El AfCFTA puede ser un elemento básico que a la postre contribuya a la consolidación del sistema internacional de comercio.

Los acuerdos comerciales regionales también pueden ser laboratorios donde poner a prueba innovaciones que posteriormente puedan trasladarse a Ginebra para incorporarlas al sistema multilateral de comercio. Asimismo pueden contribuir, como Jacob Viner pretendía, a crear comercio más que a desviar el comercio. Ahora bien, actualmente no existe ningún análisis sistemático de la OMC que permita determinar si ese es el caso. Incidentalmente, vemos que gran parte del examen que se ha llevado a cabo en el seno de la OMC previo a la Iniciativa Conjunta sobre el Comercio Electrónico se basa en disposiciones ya convenidas en acuerdos bilaterales y regionales. Se trata de un avance que puede ser muy positivo.

Conclusión

Para tratarse de un organismo integrado por 164 países soberanos (con inclusión de la UE), la OMC presenta en general resultados sólidos; cabe destacar, por ejemplo, que durante la crisis financiera de 2008 evitó un mayor resurgimiento de las medidas proteccionistas. Esa situación representó una importante prueba de resistencia, que el sistema internacional de comercio superó con éxito. Cierto es que no sabemos qué nos deparará la próxima recesión -el futuro es insondable-, pero parece razonable reforzar las normas ahora.

Tengo la plena convicción de que el sistema multilateral de comercio perdurará, que mejorará y que, de hecho, prosperará. No obstante, esta convicción no justifica la autocomplacencia. El esfuerzo que deberemos realizar será enorme, pero también lo serán las oportunidades para un cambio positivo. El sistema está siendo puesto a prueba como nunca antes en sus setenta años de historia, pero existen razones fundadas para el optimismo.

La mayor parte del comercio mundial sigue llevándose a cabo de conformidad con los compromisos contraídos por los Miembros de la OMC. Ninguno de los 164 países Miembros ha optado por abandonar la OMC. Al contrario, 22 países están en espera de adherirse.

En las conversaciones entre los Miembros de la OMC prevalece la voluntad de fortalecer la Organización -no de debilitarla-, de reformarla para que sea capaz de dar respuesta tanto a las cuestiones de larga data como a las cuestiones nuevas generadas por las tecnologías que impulsan un sistema mundial de comercio en rápida evolución.

Como señaló el Primer Ministro japonés Abe el 23 de enero en Davos:

Me gustaría que se recuerde el G-20 de Osaka durante mucho tiempo como la cumbre en la que nació la gobernanza mundial de los datos … bajo la égida de la OMC. En la Sociedad 5.0, lo que conecta e impulsa el mundo no es ya el capital sino los datos, que ayudan a salvar la brecha entre los ricos y los menos privilegiados …. Aún tenemos que ponernos a la par de la nueva realidad, en la que todo se basa en los datos, en la que la libre circulación de datos con entera confianza debería ocupar un lugar prioritario en el programa de nuestra nueva economía.

Mientras la OMC siga siendo pertinente, desempeñará un papel central en el sistema mundial de comercio.

 

Notas:

  1. https://www.wto.org/spanish/news_s/pres18_s/pr820_s.htm Vuelta al texto
  2. https://www.wto.org/spanish/news_s/news19_s/wtoi_19feb19_s.htm Vuelta al texto
  3. El crecimiento mundial apunta a la baja debido a los riesgos existentes. Si la escalada de las tensiones comerciales va más allá de lo previsto, seguirá siendo una importante fuente de riesgo para el futuro. Las condiciones financieras se han endurecido desde el pasado otoño. Aparte de la escalada de las tensiones comerciales, otros elementos desencadenantes podrían desatar un mayor deterioro en la aversión al riesgo, con consecuencias adversas para el crecimiento, en particular habida cuenta de los altos niveles de deuda pública y privada. Entre estos posibles desencadenantes se incluyen la retirada del Reino Unido de la Unión Europea sin acuerdo y una desaceleración mayor de lo previsto en China. Perspectivas de la Economía Mundial, FMI, enero de 2019. Vuelta al texto
  4. Andy Grove, cofundador de Intel Corporation, se complacía en decir que "Inspiración sin puesta en aplicación es alucinación". (Cito de memoria, así que quizá esté parafraseando las palabras originales) Vuelta al texto
  5. Para poner esto en perspectiva, en diciembre de 1807, el Presidente Thomas Jefferson promulgó la Ley de Embargo que prohibía a los buques comerciales estadounidenses entrar en cualquier puerto extranjero. Actuó así en represalia contra franceses y británicos, que habían capturado buques comerciales estadounidenses. Ni siquiera un embargo total, sumado a la captura de buques, se recuerda como una "guerra". Eso vino más tarde. Vuelta al texto
  6. Podemos saber en todo momento en qué estado se encuentran las relaciones bilaterales entre los Estados Unidos y China, pero nos es imposible prever cómo evolucionarán esas relaciones, a qué ritmo y cuándo se producirá el próximo cambio. Véase por ejemplo el principio de incertidumbre o principio de indeterminación, enunciado en 1927 por el físico alemán Werner Heisenberg, según el cual la posición y la velocidad de un objeto no pueden medirse con precisión al mismo tiempo ni siquiera en la teoría. De hecho, los conceptos mismos de posición exacta y velocidad exacta, unidos, no tienen sentido en la naturaleza. https://www.britannica.com/science/uncertainty-principle. Vuelta al texto

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