DIRECTOR GENERAL ADJUNTO ALAN WM. WOLFF

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Director General Adjunto Yamamoto,
Director General Adjunto Torero,
Distinguidos relatores de las sesiones técnicas,
Apreciados participantes del Foro,
Señoras y señores:

Ha sido un placer para la OMC acoger en su sede este Foro Internacional sobre inocuidad alimentaria y comercio durante los últimos dos días. Para empezar, daré las gracias a la FAO y la OMS por su apoyo, así como a todos los participantes por su interés y sus aportaciones. Ciertamente, la inocuidad alimentaria es un tema que nos interesa a todos, y más aún después de las excelentes exposiciones de estos dos días.

Ninguno de nosotros olvidará el desgarrador relato del hijo de dos años de uno de nuestros primeros ponentes, que sufrió una muerte horrible 12 días después de ingerir agentes patógenos transmitidos por los alimentos.

Debemos recordar que, anualmente, casi una de cada diez personas en todo el mundo enferma a causa de la ingestión de alimentos contaminados, y 420.000 mueren por esa razón (un tercio de las cuales son niños).

En total, se pierden 33 millones de años de vida saludable como consecuencia de las enfermedades transmitidas por los alimentos.

Debemos recordar que, para la humanidad, el problema representa una carga tan grande como el paludismo o la tuberculosis.

Ahora sabemos que, según estimaciones, los países de ingresos bajos y medianos, en conjunto, sufren una pérdida de productividad de alrededor de USD 95.000 millones al año debido a los alimentos nocivos.

Se trata de grandes desafíos que debemos afrontar juntos. Me ha complacido, pues, que se hayan abordado de manera prospectiva las nuevas tecnologías, la facilitación del comercio y la reglamentación armonizada, todo ello en interés de la inocuidad alimentaria.

Los efectos de la creciente digitalización y la utilización de nuevas tecnologías ya se están dejando notar en la inocuidad alimentaria y el comercio, como hemos oído en la primera sesión temática de esta mañana. La digitalización está creando nuevas oportunidades en lo que se refiere a la mejora de la conectividad, la transparencia y la reducción del fraude, contribuyendo así a un funcionamiento más eficaz de las cadenas de valor alimentarias.

Hemos oído que la mejora de la trazabilidad ha disminuido el tiempo de seguimiento de un envase de mangos troceados, que ha pasado de 6 días a solo unos segundos. Gracias a eso se reduce la distancia entre los agricultores y los consumidores y es posible garantizar la inocuidad y la calidad del producto en su paso desde la explotación agrícola hasta la mesa.

Simultáneamente, para asegurarnos de que la digitalización sea equitativa, fiable e inclusiva, es necesario abordar diversos desafíos, entre ellos el de garantizar la gobernanza, la confianza y la creación de capacidad a lo largo de las cadenas de valor. Es necesario que al implantar los adelantos tecnológicos se encuentre un punto de equilibrio entre la innovación y el factor humano a fin de que los beneficios lleguen a los agricultores y los consumidores.

Los Gobiernos tienen un papel fundamental que desempeñar en la creación de un "sistema alimentario más inteligente", en particular mediante el desarrollo de infraestructura tecnológica y de comunicaciones, la creación de capacidad y la prestación de apoyo a la investigación y el desarrollo. Hacen falta inversiones para difundir el valor de la digitalización y minimizar los riesgos asociados.

Como hemos oído en la segunda sesión, las tecnologías digitales pueden desempeñar un papel fundamental en la aplicación del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio de la OMC, en particular los sistemas de ventanilla única y la certificación electrónica, como han observado el Canadá y Singapur esta mañana.

El Acuerdo sobre Facilitación del Comercio tiene por objeto reducir los trámites innecesarios, disminuir los costos del comercio y contribuir a que los intercambios comerciales sean más fluidos. Otra finalidad no menos importante es acortar el tiempo necesario para los procedimientos en frontera, lo cual es indispensable para los productos perecederos, en particular la fruta y la verdura frescas. Naturalmente, la facilitación del comercio nunca debe lograrse a expensas de la inocuidad alimentaria. Los organismos encargados de la inocuidad de los alimentos deben ser capaces de velar por que se apliquen controles eficaces de los alimentos importados, y deben participar en los debates acerca de la aplicación del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio.

La cooperación entre los distintos organismos que intervienen en frontera desempeña un papel fundamental. Medidas muy prácticas, tales como coordinar los horarios de apertura o evitar que distintos organismos exijan la presentación de los mismos documentos originales, pueden tener verdadera incidencia.

A un pequeño comerciante de un país en desarrollo puede resultarle desalentador el esfuerzo de averiguar qué debe hacer exactamente para que sus productos crucen una frontera. Permitir un fácil acceso a esa información es otra medida sencilla que puede ayudar a los productores y los comerciantes a cumplir las prescripciones en materia de inocuidad alimentaria, reduciendo al mismo tiempo los costos del comercio.

Los organismos de reglamentación de todo el mundo se encuentran ante el desafío de garantizar la inocuidad alimentaria y simultáneamente hacer posible que los productores, los proveedores y los consumidores se beneficien del comercio. La identificación de los principales riesgos para la inocuidad alimentaria y la elaboración de una política clara encaminada a abordarlos es importante tanto para los países exportadores como para los países importadores. Compartir la responsabilidad de la inocuidad alimentaria con el sector privado y centrar los controles en los riesgos prioritarios puede liberar recursos. Se nos ha informado de que Singapur importa el 90% de sus alimentos de 180 países y garantiza un alto nivel de inocuidad alimentaria mediante controles en frontera mínimos.

El diálogo y los intercambios periódicos entre los organismos de reglamentación son necesarios para compartir información sobre los enfoques adoptados y para velar por que estos sean compatibles. Los Comités de la OMC son foros en los que los Miembros de la OMC entablan esta clase de diálogo sobre cuestiones relacionadas con el comercio, con el objetivo de comprender mejor las medidas que los Miembros se plantean adoptar y de crear y seguir las mejores prácticas. La FAO y la OMS proporcionan importantes foros desde los puntos de vista de la agricultura y la salud. También aquí la colaboración entre los distintos sectores es esencial, por ejemplo, para afrontar desafíos como la resistencia a los antimicrobianos.

Como se ha remarcado en la tercera sesión, la Comisión Mixta FAO/OMS del Codex Alimentarius desempeña un papel fundamental a este respecto. Establece las normas internacionales sobre productos alimenticios que orientan a los Miembros en la elaboración de su reglamentación nacional en materia de inocuidad de los alimentos. Estas normas internacionales son básicas para los Miembros de la OMC, y como tales se les hace referencia en el Acuerdo sobre la Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias. La armonización de las prescripciones nacionales en materia de inocuidad alimentaria es otra medida práctica que los Miembros pueden adoptar para mejorar la inocuidad alimentaria y, al mismo tiempo, facilitar un comercio seguro.

Por fácil que esto parezca, para conseguirlo hacen falta inversiones en capacidad a nivel nacional, a fin de velar por que las normas del Codex se puedan aplicar y se hagan cumplir. También hacen falta inversiones, así como la participación en la labor del Codex, para que las normas del Codex reflejen las distintas realidades del mundo y para proporcionar una nueva orientación en respuesta a los desafíos examinados hoy aquí. Un objetivo que todos compartimos es conseguir que las normas creadas sean más accesibles y menos gravosas para las microempresas y las pequeñas y medianas empresas.

Durante estos dos días hemos oído que, para mejorar la inocuidad alimentaria, se necesita un enfoque multisectorial, interdisciplinario y colaborativo que abarque la agricultura, la salud, el comercio, el desarrollo económico, el turismo y otras esferas.

La inocuidad alimentaria es una responsabilidad compartida y depende de la creación de capacidad y de la mejora de la cooperación entre los distintos organismos gubernamentales, así como con el sector privado, las organizaciones de consumidores y otros participantes en la cadena alimentaria.

Es esencial forjar asociaciones sólidas, entre organizaciones internacionales y regionales, entre los distintos colectivos interesados de las cadenas de valor, y entre los sectores público y privado.

Una vez más, damos las gracias a cuantos han participado en este Foro Internacional sobre inocuidad alimentaria y comercio, tanto a quienes han presentado exposiciones como a quienes han planteado preguntas perspicaces. Todos ustedes han hecho una importante contribución al proceso de colaboración internacional en estos últimos dos días que, estoy seguro, no acabará aquí.

Dicho esto, doy por concluido este Foro.

Les deseo a todos un regreso a casa sin percances.

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