DIRECTOR GENERAL ADJUNTO ALAN WM. WOLFF

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La labor de la Organización Mundial del Comercio y el negocio del sector de los seguros tienen mucho en común: la reducción del riesgo.  Las aseguradoras tratan de suavizar los efectos de los sucesos que se escapan al control de sus clientes, los asegurados.  La OMC trata en buena medida de impedir que los intereses comerciales de sus Miembros se vean perjudicados.  A tal fin, en ambos casos se utilizan contratos; en las empresas del sector se formalizan contratos con los asegurados y en la OMC se concluyen acuerdos internacionales. 

En conjunto, tanto la OMC como el sector de seguros tenemos éxito.

Nos ha llevado siglos desarrollar el ramo de los seguros.  Durante milenios han existido normas y acuerdos comerciales de diversa índole, pero el sistema multilateral de comercio es mucho más reciente.  Data de 1947.  La propia OMC, la organización que representa ese sistema mundial, se creó hace tan solo 24 años. 

Durante casi 75 años el mundo se ha beneficiado enormemente del comercio.  La existencia de normas acordadas que han traído aparejada una mayor apertura de los mercados, unidas a los avances tecnológicos y las vastas fuentes de financiación internacionales, han brindado grandes oportunidades a las empresas, grandes y pequeñas, de competir en los mercados mundiales,  y han acelerado la creación de cadenas de valor mundiales.  Como resultado:

  • El volumen del comercio de mercancías en el mundo se ha multiplicado por tres desde 1995, el año en que nació la OMC.
  • En términos monetarios, el valor de las exportaciones de mercancías a escala mundial se ha cuadruplicado, y ha pasado de 5 a 20 billones de dólares.  Y,
  • El valor del PIB mundial casi se ha triplicado, y ha pasado de 31,00 a 84,74 billones de dólares. 

Esta línea ascendente no está garantizada.  Las estimaciones de crecimiento del comercio mundial se han revisado constantemente a la baja; el crecimiento estimado era del 4% en 2017 y del 3% en 2018, y las previsiones más recientes de la OMC, anteriores al último incremento de los aranceles anunciado entre los Estados Unidos y China, sitúa el crecimiento del comercio en 2019 en el 2,6%.  El debilitamiento del crecimiento económico general en China y Europa, el aumento de las restricciones comerciales, la mayor incertidumbre económica, que afecta a las decisiones en materia de inversión, y el incremento de los costos para los consumidores ejercen una presión a la baja en las corrientes comerciales.

 

Guerra y paz

Ahora que nos encontramos reunidos aquí, en el Salón Versailles, vale la pena recordar que, en 1919, el Presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson propuso que el comercio se convirtiese en la vía para lograr una paz duradera tras la Primera Guerra Mundial.  En el punto III de sus Catorce Puntos se preveía lo siguiente:

La supresión, en la medida de lo posible, de todas las barreras económicas y adopción de condiciones comerciales idénticas para todas las naciones que estén conformes con la paz y se asocien para mantenerla.

Todos los participantes estuvieron de acuerdo con la propuesta de Wilson,  pero ninguno la puso en práctica.  Diez años más tarde habían creado las barreras arancelarias más elevadas de la historia, lo que agravó y alargó la depresión económica mundial y, sin que nadie lo advirtiera, introdujo el germen que provocaría otra guerra mundial.

Ningún acuerdo internacional ha evitado jamás una guerra que sus signatarios desearan declarar.  Esto mismo podemos constatarlo actualmente en las relaciones comerciales.  Los dos países exportadores más importantes del mundo se han enzarzado en lo que la prensa ha calificado de “guerra comercial”.  Las normas de la OMC no se lo pueden impedir. 

Aunque los acuerdos económicos no evitan necesariamente las guerras, la historia de los últimos 75 años pone de manifiesto la importante aportación de los acuerdos económicos mundiales al mantenimiento de la paz.  La creación del sistema multilateral de comercio, del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, e incluso de la Unión Europea (y las organizaciones que la precedieron, la primera de las cuales fue la Comunidad Europea del Carbón y del Acero) se debe a la firme convicción de que existe una clara relación entre el comercio en el marco de normas acordadas y la paz.  Una prueba evidente y elocuente de esa relación es el testimonio de los funcionarios de los dos últimos países que se han adherido a la OMC, Liberia y el Afganistán, que son Miembros de esta Organización desde 2015.  Liberia ha sufrido una guerra civil y el azote del Ébola.   En lo que respecta al Afganistán, no es necesario recordar sus problemas.

Muchos de los 22 países que actualmente desean formar parte de la OMC (Timor Oriental, el Sudán, Sudán del Sur, Somalia, Etiopía, Iraq, y Bosnia y Herzegovina) están afectados por conflictos.  Comparten con los fundadores del orden económico internacional que surgió tras la Segunda Guerra Mundial — el sistema de comercio liberal que impera en la actualidad — la creencia básica de que elevar el nivel de vida de sus poblaciones por medio de la integración en la economía mundial aumenta las probabilidades de una paz duradera.   

Para que haya un gran volumen de comercio que atraviese las fronteras es preciso que se den ciertos factores.  Los cuatro factores principales son:

  • las normas internacionales acordadas;
  • la posibilidad de recibir financiación (sobre todo seguros);
  • la existencia de una infraestructura adecuada (en especial puertos modernos que puedan acoger buques contenedores de gran tamaño); y
  • comunicaciones modernas.  

De todos ellos, cuando todo va bien, el pilar de las normas que hace posible el comercio es invisible y, hasta hace poco, se daba por descontado.  Las políticas macroeconómicas pueden tener y, de hecho, tienen, una incidencia mucho mayor que estos factores a la hora de crear demanda de comercio de bienes y servicios; los bancos centrales definen políticas monetarias que influyen en el nivel de demanda agregado y los gobiernos formulan las políticas fiscales.  Sin embargo, una vez creada la demanda, el comercio fluye únicamente en la medida en que lo permiten los cuatros factores que he citado.

Los enormes logros que el sistema multilateral de comercio ha cosechado en los últimos decenios son insuficientes para afrontar con tranquilidad los riesgos que van surgiendo.

 

Factores de riesgo

Las incertidumbres que plantea el comercio mundial tienen diversos orígenes.  Estos son los tres más importantes:

  • La PRIMERA y principal fuente de incertidumbre es el aumento de las restricciones al comercio, entre las que destacan las impuestas por los Estados Unidos y China a su comercio bilateral. 

    No hay ningún precedente en la historia reciente que pueda indicar de forma fiable la dirección que tomará la relación económica entre China y los Estados Unidos.  Durante el tiempo que presté mis servicios en el Gobierno estadounidense y que estuve dedicado al derecho en el sector privado, los problemas de los que me ocupé solían referirse a las fricciones comerciales entre el Japón y sus interlocutores comerciales que acompañaron al auge económico del Japón.  Existen muchas diferencias con respecto a los acontecimientos actuales, pero podemos encontrar algunos paralelismos.  

    Se necesitaron unos 30 años (de la década de 1960 a mediados de la década de 1990 aproximadamente) para resolver en buena medida las diferencias comerciales entre los Estados Unidos y el Japón. No sería realista pensar que las cuestiones comerciales que se dan en la relación económica entre los Estados Unidos y China se vayan a resolver en un futuro cercano.

    Las medidas restrictivas adoptadas por ambas partes no les afectan solamente a ellas.  Otros países comerciantes tienen interés en la solución que se dará a estas diferencias bilaterales.   Las pautas de abastecimiento están cambiando.  Las cadenas de valor mundiales se están reestructurando.   La confianza de los inversores se ve mermada.  

    Aunque la OMC no puede impedir que las dos principales potencias comerciales se ataquen mutuamente con baterías de medidas que restringen el comercio, cierta implicación de la OMC podría resultar en cierto grado positiva.  Algunas de las diferencias entre estos dos países ya se han planteado en el marco del sistema de solución de diferencias de la OMC.  Igual importancia tiene el hecho de que, cuando los dos países lleguen a un entendimiento sobre algunos puntos, si esos puntos conllevan la creación de obligaciones que podrían aplicarse de forma generalizada, las dos partes podrían, si lo desean, presentarlas como propuestas para que las adoptaran todos los Miembros de la OMC.  Que ninguna de las partes se plantee esta opción en este momento no es un factor decisivo.  Podría ser una vía que convenga a ambos países más adelante. 

    La semana pasada, los Ministros de Comercio de la Unión Europea, los Estados Unidos y el Japón celebraron una reunión trilateral en París para proseguir el debate de una serie de asuntos concretos de interés común; esa reunión podría ayudar a avanzar en el camino hacia una solución.  Las propuestas en las que han estado trabajando se refieren a varios asuntos que, al parecer, tienen que ver con el actual conflicto comercial entre los Estados Unidos y China:  los niveles de subvenciones a la industria, la competencia de las empresas de propiedad estatal y una norma contra algunos tipos de medidas que supuestamente se imponen a las entradas de inversiones.  Este grupo trilateral, junto con otros Miembros de la OMC, ya ha presentado a la OMC una propuesta para la observancia de las prescripciones relativas a la presentación de informes con el objeto de ofrecer una mayor transparencia. 

    Si los cuatro primeros países comerciantes Miembros de la Organización están de acuerdo en apoyar propuestas que beneficien a todo el sistema de comercio en general, las posibilidades de que se adopten en el seno de la OMC son razonablemente altas. Un resultado multilateral positivo como este tal vez sea tan solo una ilusión vana.  En este punto, no se dispone de información fiable de carácter público sobre las soluciones que los Estados Unidos y China están estudiando. 

  • La SEGUNDA fuente de incertidumbre es el deterioro de la confianza.   Hay menos garantías en cuanto a la observancia y el cumplimiento de los acuerdos internacionales.  Es inevitable que el aumento de los casos de imposición de medidas comerciales por parte de los países más importantes, junto con la amenaza de imponer más medidas aún, y el incumplimiento de las normas previstas, tenga un efecto acumulativo.  Ello no solo tiene un grave impacto negativo en el crecimiento económico mundial; es probable que también empeore las perspectivas de cooperación en el futuro en el marco de la OMC.  El grado de compromiso con el sistema multilateral de comercio se ha puesto en duda. 

    Dicho esto, no hay indicios en Ginebra de que ninguno de los 164 Miembros con los que la OMC cuenta en la actualidad tenga la intención de retirarse de la Organización.  El costo para el país que se marchara sería incalculable; no tendría ninguna seguridad de que su comercio recibiese un trato justo por parte de aquellos países con los que no tenga suscritos acuerdos comerciales bilaterales muy amplios (y ninguno de los que están ahora en vigor lo son en grado suficiente).  

    No solamente no ha abandonado la OMC ningún país, sino que, por el contrario, la lista de los países que desean formar parte de la Organización crece y crece.      

    El deterioro de la confianza no se puede medir con precisión.  Se pondrá de manifiesto de formas insospechadas y en momentos impredecibles.  

  • El TERCER factor de riesgo viene dado por la aparente falta de consenso en cuanto al camino que la OMC ha de seguir en el futuro, es decir, de la falta de una perspectiva común sobre la mejor manera de atender los intereses de todos los Miembros. La amenaza que ha surgido recientemente es el más claro testimonio de ello: la moratoria de dos años sobre la percepción de derechos de aduana por las transmisiones electrónicas, que se estableció en 1998 y se renueva cada dos años, podría expirar definitivamente en diciembre. 

    Los servicios prestados a través de las fronteras, por lo general, no han estado sujetos a aranceles.  La imposición de derechos de importación a las corrientes de datos transfronterizas afectará drásticamente a las economías de los principales países exportadores de servicios.   Su efecto negativo se dejará sentir en el sector de los seguros a escala mundial. 

    En el nuevo mundo del comercio electrónico, gravar con derechos de aduana el contenido de las corrientes de datos transfronterizas podría tener consecuencias catastróficas.  El margen de actuación de los gobiernos de los países, que abarca aquellas cuestiones que no están incluidas en los acuerdos internacionales, existe y puede ser conveniente en muchos aspectos; sin embargo, si se utiliza indebidamente para limitar el comercio, sin duda dañará la economía mundial.


En segundo plano encontramos cuatro desafíos más, menos evidentes pero también graves:

El primero tiene que ver con la falta de liderazgo a nivel multilateral.  Los Estados Unidos, que han sido los principales defensores del sistema multilateral de comercio durante 70 años, han declarado, bajo su actual Administración, que van a favorecer los acuerdos bilaterales frente a los acuerdos regionales o multilaterales.  Este cambio de política afecta a la naturaleza de su liderazgo económico.  El vacío que ha dejado la ausencia del tradicional liderazgo de los Estados Unidos en la OMC no lo ha ocupado nadie en su totalidad.  Algunos Miembros de la OMC se están mostrando más activos y están desplegando un esfuerzo enorme en relación con las cuestiones que son de gran importancia para el comercio mundial, pero todavía tienen que unirse en torno a un enfoque común (al que los Estados Unidos podrían sumarse más adelante) que permita que el sistema multilateral de comercio avance y alcance nuevas metas. 

En segundo lugar, el auge del populismo y el nacionalismo ha cambiado las políticas nacionales en muchos países y ha rebajado el entusiasmo de los Miembros de la OMC por las negociaciones en favor de la liberalización del comercio que venían siendo la tónica general.  Se han interrumpido las negociaciones comerciales que han caracterizado los primeros 50 años de la existencia del sistema multilateral de comercio. 

En tercer lugar, la falta de un consenso total de todos los Miembros de la OMC, que es el método habitual para alcanzar acuerdos en el seno de la Organización, dificulta y puede impedir la formulación de normas, que es una de las principales funciones de la OMC.

En cuarto lugar, el sistema de solución de diferencias tal como ha existido desde la creación de la Organización Mundial del Comercio, considerado por muchos como uno de los logros más sobresalientes del sistema multilateral de comercio, parece dirigirse a su fin, sin que se vislumbre un sustituto claro.

No todo son malas noticias.  Muchos de estos riesgos podrían verse compensados por una serie de hechos positivos que se han producido recientemente: 

  • Los líderes del G-20, reunidos en Buenos Aires el 1º de diciembre de 2018, declararon su apoyo a la OMC y abogaron por su reforma. 
  • Están en marcha una serie de iniciativas conjuntas emprendidas por varios países interesados, que representan tres cuartas partes del PIB mundial y participan activamente en la formulación de normas nuevas para el comercio electrónico y la facilitación de las inversiones, cuya finalidad es mejorar el acceso a los mercados, principalmente para los servicios profesionales, y lograr un mayor acceso a los beneficios del comercio para las pequeñas empresas y para todas las personas, sin distinción de sexo. 
  • La Unión Europea, el Japón y los Estados Unidos han presentado una propuesta sobre transparencia y, como se ha señalado, han informado de que tienen previsto presentar en la OMC otras propuestas de reforma. 
  • El Canadá lidera un grupo con doce Miembros más de la OMC (“el Grupo de Ottawa”) que está estudiando la manera de mejorar la labor desempeñada por la Organización. 

El éxito de estas iniciativas, en particular la adopción de nuevas normas que rijan el comercio electrónico, podría reducir las tensiones y fomentar la cooperación en el marco del sistema internacional de comercio.  Los avances en la OMC y en su predecesor, el GATT, se producen con la lentitud propia de los glaciares.  Sin embargo, el mundo está evolucionando, en parte gracias al ritmo del cambio tecnológico, y los glaciares no son una buena analogía, ya que están retrocediendo en lugar de avanzar.  Para lograr el éxito en el medio y corto plazo, es preciso redoblar los esfuerzos.

 

Qué pueden hacer ustedes        

Peter Drucker, un reputado consultor en gestión, concluyó que una de las principales responsabilidades de los directores ejecutivos de las empresas es gestionar el entorno externo.  Que la OMC abarque los servicios y proteja la propiedad intelectual es el fruto del trabajo realizado por los dirigentes empresariales para informar a los negociadores, los legisladores y el público en general de la necesidad de crear normas nuevas.  En ese sentido, destacó la dedicación de Hank Greenberg, a la sazón director ejecutivo de AIG.  Fue un trabajo intenso que duró varios años. Su tenacidad y la de los homólogos con los que trabajó finalmente dio resultados.  En política pública, estar en lo cierto y argumentar las acciones, junto con la perseverancia y la persistencia, pueden elevar la probabilidad de éxito. 

La necesidad de tomar medidas es más imperiosa que nunca.  Ustedes pueden reducir los riesgos a los que se enfrentan su sector y sus empresas.  Sus empresas dependen de la buena salud de un sistema de comercio internacional liberal.  Pueden luchar por la conservación y la mejora del sistema.  Y, de manera más concreta, pueden favorecer los intereses comerciales de sus empresas si se amplía la cobertura que ofrece ese sistema.

Hay dos aspectos de los intereses comerciales de su sector en el marco de la OMC que exigen su atención inmediata.  Ambos son de la máxima importancia. 

 

Elementos de acción inmediata

Han surgido nuevas amenazas que no existían cuando se creó la OMC, ni tan siquiera cuando su primera negociación importante (el Programa de Doha para el Desarrollo) estaba en su punto álgido de actividad:

EN PRIMER LUGAR, las prescripciones relativas a la localización de los datos: es necesario que las aseguradoras puedan enviar ciertos tipos de datos de carácter personal desde un territorio para procesarlos o almacenarlos en otro territorio.  No pueden permitirse verse obligadas a colocar servidores en determinados países o a utilizar servidores de datos o instalaciones de almacenamiento de propiedad local.  El creciente interés por someter esta esfera al control gubernamental puede provocar que el uso de los datos sea bastante más costoso, menos eficiente y menos seguro.   

Un elemento esencial de las negociaciones sobre comercio electrónico que se celebran en el marco de una iniciativa conjunta puesta en marcha por Australia, el Japón y Singapur a principios de diciembre de 2017, en la que participan 77 países que representan el 75% del PIB mundial, será la medida en que los datos podrán circular libremente a través de las fronteras.  De lo que acuerden finalmente los Miembros de la OMC participantes dependerá que sus empresas estén sujetas a una interferencia reglamentaria mayor o menor.  Su participación activa, en mi opinión, favorecerá los intereses de sus empresas.  Los análisis de la Asociación de Ginebra también pueden contribuir de forma sustancial a que se entable un debate bien documentado. 

EN SEGUNDO LUGAR, la posible expiración de la moratoria sobre la percepción de derechos de aduana por las transmisiones electrónicas.

Lo que la expiración de la moratoria supondrá para el comercio no lo sabemos, pero puede ser extremadamente negativo.  Los datos circulan a través de las fronteras.  Comprenden contratos de seguros, servicios de contabilidad, informes de consultoría, inventarios, resultados de I+D, música, vídeo, asistencia técnica... En suma, toda la información que hace posible la economía mundial moderna.  ¿Podría ser que, a partir de diciembre de 2019, todas esas transmisiones transfronterizas estuviesen sujetas a aranceles, cuya cuantía dependería de lo que decidiese cada gobierno?  Obviamente no, ya que se menoscabarían otros compromisos comerciales en vigor.  Sin embargo, nos adentramos en territorio desconocido y los riesgos de lo inimaginable, que sería equiparable a una guerra arancelaria, serían mucho mayores. 

 

Intereses específicos del sector

Al prestar servicios de seguros en el ámbito internacional, nos topamos con un cúmulo de obstáculos y cargas cuya reforma no está prevista en la actualidad, pero que deberán revisarse. 

Es difícil evaluar qué proporción del mercado de los seguros se ha liberalizado. Los compromisos al respecto tienen más de 20 años. Como aspecto positivo, durante ese período la mayoría de los Miembros han defendido una mayor liberalización, tanto de manera autónoma como en el marco de acuerdos de libre comercio (ALC).  No obstante, la valoración que ha hecho siempre el sector sobre los compromisos en el marco de la OMC es que son insuficientes.

De los 164 Miembros que forman la OMC, 113 han asumido compromisos relativos al sector de los seguros, pero muchos han mantenido limitaciones en el acceso a los mercados y el trato nacional. Como ejemplos de las limitaciones más habituales, podemos citar la participación de capital extranjero, las restricciones en la forma jurídica de establecimiento y el ámbito de actividad, y las restricciones al suministro transfronterizo y al consumo en el extranjero.  Las cesiones obligatorias sobre seguros y reaseguros, por las que un país exige que un porcentaje determinado de cada transacción de seguros o reaseguros corra a cargo de una aseguradora nacional, siguen siendo un obstáculo habitual al acceso a los mercados.

La información recibida por la OMC en relación con las necesidades actuales del sector de los seguros es antigua.  Según un análisis de las restricciones al comercio en el ámbito de los seguros generales de bienes y accidentes en 72 economías (desarrolladas y en desarrollo) realizado en 2009 por la Comisión de Comercio Internacional de los Estados Unidos (1), las limitaciones al suministro transfronterizo de seguros eran relativamente comunes.

En 2006, un grupo ad hoc del sector de los servicios financieros creó un “modelo de lista” para los servicios de seguros.(2)  Muchos de los elementos citados guardan relación con el establecimiento de una presencia comercial, la inversión y las limitaciones al suministro de seguros obligatorios por empresas extranjeras (por ejemplo, en el caso de los seguros de automóviles).

En, como mínimo, los 10 últimos años, el sector no ha facilitado información relevante con respecto específicamente al valor potencial de las negociaciones de la OMC sobre los seguros ni ha puesto al día su lista de preocupaciones, que no abarcan, por ejemplo, las actividades en el espacio, un área que presenta un riesgo elevado.

Se ha empezado a observar cierta actividad en la OMC, aunque en general en torno al comercio de servicios.  El año pasado, un grupo de Miembros, compuesto por Chile, México, Nueva Zelandia y Panamá, presentaron una propuesta concebida para reactivar los debates sobre las principales cuestiones relativas al comercio de servicios; concretamente propusieron la celebración de "debates exploratorios" en los que las delegaciones intercambiaran puntos de vista sobre sus actuales esferas de interés.  No obstante, en este momento solo cabe esperar que esa iniciativa pueda allanar el camino para entablar negociaciones sobre acceso a los mercados en el futuro.  Se ha presentado en este foro un documento inicial,  dedicado al turismo, y está prevista la elaboración de otros documentos.   

La presentación de un documento sobre los servicios financieros, un sector con una significación mucho más amplia, podría contribuir a poner de relieve las novedades comerciales, políticas y tecnológicas recientes que hacen que la liberalización y la apertura sean cada día más importantes.  Con ello se fomentaría el debate entre los expertos en temas financieros y comerciales en la OMC, por una parte, y entre los funcionarios de los gobiernos y el sector privado en las capitales, por otra.

 

Conclusión

El populismo y el nacionalismo siguen creciendo, pero no tienen por qué socavar el sistema de comercio.  Lo que sus empresas tienen en juego es suficientemente importante como para convertir en prioritario para la empresa y el sector el apoyo al orden económico internacional liberal. 

El mensaje que hay que transmitir públicamente es que las normas del sistema multilateral de comercio están diseñadas para ofrecer equidad y, en el caso de las empresas, también una previsibilidad esencial.  La equidad en un sistema de normas acordadas no es un concepto vacío.  Significa que no debe haber discriminación por motivo del origen nacional de los bienes y los servicios.  Significa que se debe proteger la propiedad intelectual.   Significa que se necesita una mayor previsibilidad para las inversiones.  Se trata de un sistema de derechos protegido por compromisos internacionales de obligado cumplimiento.

El debate en torno al Brexit debería ser un llamamiento a la acción en la OMC.  No porque el cometido de la OMC sea influir en las decisiones sobre el Brexit en un sentido u otro,  sino porque el Departamento del Tesoro del Reino Unido ha calculado que, tras abandonar el mercado único europeo, hasta 2035 el Reino Unido sufriría una reducción del PIB del 2% en el caso de suscribir un acuerdo inspirado en el que tiene Noruega que respete estrictamente los reglamentos de la UE, del 5% si concierta un acuerdo similar al acuerdo de libre comercio entre la UE y el Canadá, y del 8% si la UE y el Reino Unido se aplicaran mutuamente nada más que las normas de la OMC.  Hay una lección que aprender. 

Si hacemos una extrapolación a la economía a escala global, la pérdida de PIB por no tener un mercado único mundial, que ningún país desea, y continuar con la cobertura actual en la OMC supone la pérdida de 90 billones de dólares EE.UU. en la actividad económica (en el PIB) en todo el mundo hasta 2035.  A modo de comparación, el PIB anual de todo el continente africano es inferior a los 3 billones de dólares. 

Este diferencial del Brexit a nivel mundial da idea del margen de mejora existente en el sistema mundial de comercio.  Los servicios, especialmente los financieros, representan una parte cada vez mayor de la actividad económica mundial.  Si se liberalizaran los servicios, los beneficios para el empleo y el PIB mundial serían enormes.  

El sector de los seguros puede plantearse qué ganaría y también en qué más podría contribuir a la economía mundial si la OMC ofreciera una mayor cobertura a este sector de vital importancia.  Vale la pena examinar esta cuestión y que los directores ejecutivos de las empresas estudien qué debe hacerse.  Forma parte del trabajo de gestión del entorno externo.   Para modelar el futuro de la economía mundial, es necesario el compromiso activo de todos ustedes.

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Notas

  1. US International Trade Commission (Property and Casualty Insurance Services: Competitive Conditions in Foreign Markets, Investigation No. 332-499, publicación Nº 4068 de la USITC, marzo de 2009). Volver al texto
  2. El modelo de lista comprende varias políticas que permitirían el acceso de las empresas extranjeras y la competencia exterior, a saber:

    • Posibilidad de ofrecer seguros de transporte marítimo, transporte aéreo y otros tipos de transporte con carácter transfronterizo
    • Posibilidad de prestar servicios de reaseguros transfronterizos
    • Posibilidad de vender pólizas de seguros a través de intermediarios (corredores y agentes)
    • Posibilidad de que las empresas extranjeras decidan su forma jurídica de establecimiento en los mercados extranjeros, incluido el establecimiento directo de sucursales
    • Posibilidad de que las empresas extranjeras pueden determinar su grado de participación en el capital social de las compañías aseguradoras nacionales
    • Eliminación gradual de las restricciones a la participación de capital extranjero
    • Ausencia de restricciones o medidas discriminatorias que afecten al suministro de seguros obligatorios por empresas extranjeras
    • Eliminación de los monopolios que aún existen y otros proveedores exclusivos de servicios de seguros
    • Posibilidad de que las empresas extranjeras decidan la composición de los consejos de administración de sus filiales
    En todas estas áreas, la evaluación general de ese grupo fue que la suma de los compromisos contraídos por los Miembros en ese momento distaba de ser satisfactoria. Volver al texto

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