DIRECTOR GENERAL ADJUNTO ALAN WM. WOLFF

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Buenas tardes.

Les agradezco que me hayan invitado a participar en este intercambio de opiniones sobre la transparencia y la vigilancia y sobre cómo podría mejorarse el sistema de comercio a este respecto.

Hace ocho días, en la Reunión de Ministros de Comercio del G-20, la presidencia saudita declaró, en su informe sobre la Iniciativa de Riad sobre el Futuro de la OMC organizada por la Arabia Saudita, que todos los miembros del G-20 habían convenido en una lista de principios de la OMC. La transparencia figuraba casi al principio de esa breve lista.

Para nosotros en la Secretaría la transparencia es más que un principio, es un elemento fundamental de nuestra misión. Para lograrla, tratamos de poner en marcha una amplia gama de recursos. Global Trade Alert es sin duda una valiosa fuente de información. Consideramos que es un complemento de la labor que realizamos en materia de vigilancia del comercio en la OMC, en especial en lo que respecta a cuestiones como las medidas de apoyo económico.

La vigilancia y la transparencia ocupan un lugar central en la labor de la OMC. Los Miembros examinan, en los Comités de la OMC, las leyes y las medidas existentes así como las propuestas. Tienen obligaciones que les exigen intercambiar entre ellos determinada información presentando notificaciones a la OMC. Las políticas comerciales de los Miembros son analizadas de forma periódica por los demás Miembros y son objeto de un examen objetivo por parte de la Secretaría de la OMC en el marco del Mecanismo de Examen de las Políticas Comerciales, así como en otros contextos. Además, desde 2009, la Secretaría de la OMC publica regularmente informes de vigilancia del comercio mundial que tratan sobre cómo utilizan los países las medidas comerciales, lo que ofrece una instantánea útil de cómo evolucionan las políticas comerciales en respuesta a los cambios en el clima económico y político.

Este campo de actividad es quizás el más pertinente para el debate en curso, habida cuenta de la pandemia de COVID-19 y de la peor recesión económica de nuestra vida.

Valiéndose de su dilatada experiencia en materia de vigilancia, los expertos de la Secretaría analizan el creciente número de medidas comerciales (tanto de restricción como de facilitación del comercio) que han introducido los Miembros en respuesta a la pandemia. En la página de la OMC sobre la COVID-19 se puede consultar una lista actualizada de estas medidas. Tanto los Miembros como el público en general han acogido con entusiasmo la oportunidad de comprender mejor las consecuencias comerciales de la pandemia. Si bien el comercio ha experimentado una reducción acusada, es interesante observar que el comercio de una serie de productos médicos relacionados con la COVID-19 ha aumentado un 30% con respecto al año pasado.

Hoy, mi ventaja comparativa es poder proporcionar el contexto que permite comprender las características de la vigilancia de la OMC, y presentar algunos puntos de vista sobre sus fortalezas y sus debilidades.

Los orígenes de la vigilancia del comercio de la OMC se remontan a la crisis financiera de 2008‑2009. En aquel momento, muchos Miembros temían el retorno a las medidas proteccionistas de empobrecimiento del vecino que se dieron en el decenio de 1930. Los Miembros expresaron interés en tener acceso a lo que en un primer momento se concibió como una serie de informes internos de la Secretaría sobre los efectos de la crisis de los mercados financieros mundiales en el comercio. A finales de 2008 el entonces Director General, Pascal Lamy, anunció que la Secretaría comenzaría a distribuir los informes y que el proceso dependería de la cooperación de los Miembros. Casi al mismo tiempo, el G-20 solicitó a la OMC, la OCDE y la UNCTAD que realizaran un seguimiento de sus medidas de comercio e inversión. Estas dos iniciativas siguen vigentes a día de hoy.

Los informes periódicos de vigilancia que abarcan a todos los Miembros son el único ejercicio horizontal regular de transparencia dentro del sistema multilateral de comercio. Cada seis meses, esos informes ofrecen un panorama completo del estado del comercio mundial, acompañado de registros detallados de actividades relacionadas con todas las cuestiones que abordan las normas de la OMC, desde los aranceles, las medidas sanitarias y fitosanitarias, los obstáculos técnicos al comercio y la agricultura, hasta las medidas comerciales correctivas, los servicios, la propiedad intelectual y otras muchas esferas.

Dichos informes se basan, en gran medida, en una entente de colaboración entre los Miembros y la Secretaría de la OMC. Los Miembros son copartícipes de pleno derecho del proceso de vigilancia, como lo demuestran los rigurosos y constantes esfuerzos de verificación entre los Miembros y el equipo de la Secretaría. Como resultado de este vaivén, los informes de la OMC pueden pasar por alto algunas cuestiones, pero captan las tendencias significativas. No captamos muchas interferencias con la señal, pero la señal que captamos no es completa. Me explico.

El lado positivo es que la participación de los Miembros en el ejercicio de vigilancia es producto de nuestra realidad política e institucional como Organización liderada por sus Miembros, lo cual tiene varias ventajas prácticas. El proceso de vigilancia aumenta la pertinencia de los informes porque los Miembros intervienen seriamente en su contenido.

Dicho esto, está claro que existe un margen de mejora. Los Miembros y la Secretarían podrían ser más audaces. Los Miembros, por ejemplo, deberían mostrarse más entusiastas con la plena transparencia no solo en lo que respecta a los demás, sino también a ellos mismos. En este sentido, algunos Miembros lo hacen muy bien. No temen mirarse en el espejo. Otros, en cambio, no tanto. Y, a este respecto, no hay ninguna diferencia entre países desarrollados y países en desarrollo.

Los Miembros que expresaron recientemente su opinión sobre el tema formularon sugerencias sobre cómo lograr una mayor transparencia. Desean que la Secretaría cuente con más espacio y con un mayor margen para informar de manera independiente sobre cuestiones que están claramente comprendidas en el mandato de vigilancia del comercio. Nosotros no deberíamos examinar las razones que llevan a imponer medidas comerciales, como son la invocación de la seguridad nacional o la aplicación de sanciones por uno u otro motivo. Deberíamos, simplemente, poder informar sobre todas las medidas comerciales. Se cual sea su fundamento.

Podemos publicar informes más a menudo. Podemos actualizar los informes anteriores cuando las notificaciones lleguen demasiado tarde para incluirlas en el informe original. Podemos aprovechar la plétora de contranotificaciones y preocupaciones comerciales específicas para tratar de detectar las medidas, gracias a los conocimientos técnicos de la Secretaría. Está claro que surgirán inconvenientes; enumerar medidas antisubvenciones es tarea sencilla, pero si no se enumeran las subvenciones, la imagen presentada estará distorsionada. No obstante, definir qué subvenciones se deben notificar es más difícil que comunicar un nuevo tipo arancelario. En una ocasión informamos de medidas de ayuda generales sin suponer que tenían un efecto de distorsión del comercio. En estos tiempos de pandemia, en el que los Gobiernos intentan evitar el colapso económico, la financiación pública cobra más importancia que nunca. ¿Quieren los Miembros que informemos sobre estas cuestiones?

También existe un desequilibrio entre los Miembros que notifican una gran cantidad de información y los que notifican poco o nada. De nuevo, la imagen final está distorsionada. Esto es aceptable si el Miembro notificante está satisfecho con ese resultado, pero algunos, claramente, no lo están.

¿Deberíamos ceder ante la presión política? Los Miembros y la Secretaría solo pueden avanzar juntos. Si la Secretaría se adelanta a los Miembros, es probable que sus actividades de vigilancia reciban menos cooperación. El contenido de los informes se volvería menos creíble. Peor aún, los actores que cuentan se tomarían menos en serio los informes y su contenido.

Los debates celebrados en diversos órganos de la OMC, respaldados por un número creciente de propuestas, han suscitado ideas interesantes sobre cómo mejorar la capacidad del sistema multilateral de comercio para fomentar la transparencia y la previsibilidad. Estas van desde alentar a que las notificaciones oficiales sean más puntuales y más precisas hasta mejorar el intercambio de información con la labor de vigilancia del comercio de la OMC.

El problema de los recursos es clave. Simon lo sabe tan bien como nosotros. Uno de los aspectos de la transparencia consiste en determinar no solo lo que nuestros Miembros quieren saber, sino saber también qué apoyarán con un aumento del presupuesto de la OMC que lleva siete años congelado.

Las repercusiones comerciales de las respuestas de los Gobiernos a la pandemia han dado un nuevo impulso a los debates sobre el futuro de la transparencia. El Grupo de Ottawa, por ejemplo, publicó una declaración en apoyo de los esfuerzos de la Secretaría por vigilar las medidas relacionadas con la COVID-19 y solicitó el regreso a los informes de vigilancia trimestrales ampliados para incluir las medidas de apoyo económico relacionadas con el comercio. La UE, junto con otros ocho Miembros, distribuyó un documento de sala no oficial con propuestas concretas para mejorar la transparencia de las medidas de apoyo económico relacionadas con el comercio. Si bien en la actualidad no parece haber acuerdo entre los Miembros sobre estas cuestiones, existe un margen de maniobra considerable para entablar debates activos.

Soy optimista en cuanto a las perspectivas de mejora de la transparencia en la OMC. La información que sintetizamos es solo una pequeña parte de la información de la que disponemos. Podríamos prestar un apoyo más activo a los Miembros. Los Miembros han respondido de manera muy constructiva a la vigilancia en tiempo real de las medidas comerciales relacionadas con la COVID-19 realizada por la Secretaría. Eso es una muestra más de lo que es posible hacer, incluso en una crisis o quizá, especialmente, en una crisis. No cabe duda de que podemos hacer más.

 

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