DIRECTOR GENERAL ADJUNTO ALAN WM. WOLFF

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Señoras y señores,
Distinguidos ponentes,
Distinguidos invitados,

Bienvenidos a la tercera edición del Simposio de la OMC sobre la Agricultura, un importante encuentro anual en el que se examinan las cuestiones más actuales en relación con el comercio agropecuario. El Simposio de este año conmemora el 25º aniversario de la creación de la OMC y la entrada en vigor del Acuerdo sobre la Agricultura.   

En esta ocasión especial, me gustaría dar una cálida bienvenida a nuestros oradores.

El Dr. Qu Dongyu, Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ha desempeñado este año un papel destacado en la Cumbre del G-20. Durante la Cumbre, usted señaló que “es fundamental que el G-20 siga trabajando para evitar que esta crisis sanitaria se convierta en una crisis alimentaria mundial”.

Su llamamiento a invertir en sistemas agroalimentarios, impulsar la productividad de los agricultores, ampliar los mecanismos de protección social y trabajar en la innovación digital ha proporcionado una hoja de ruta para la adopción de medidas.

Dra. Agnes Kalibata, Enviada Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios de 2021. Dra. Kalibata, quisiera aprovechar la ocasión para felicitarla, aunque con algo de retraso, por su nombramiento como Enviada Especial para la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios. El desafío que tiene ante usted es de una enorme magnitud. Pero quién mejor que usted, en cuanto antigua Ministra de Agricultura de Rwanda y Presidenta de la Alianza para una Revolución Verde en África, para asumir esta función.

Dr. Michael Fakhri, quisiera felicitarlo por su reciente nombramiento como Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación este mes de julio. El momento de su nombramiento, que tiene lugar en plena pandemia mundial y en una época de grandes dificultades económicas, no podría ser más importante.

Pasemos ahora al tema que nos ocupa.

El comercio permite alimentar a una de cada seis personas en el mundo, siendo así un elemento vital de los sistemas alimentarios y la seguridad alimentaria.

El Acuerdo sobre la Agricultura de la OMC sigue siendo el único instrumento existente a nivel internacional para regir el comercio mundial de productos agropecuarios. Desde su entrada en vigor, las exportaciones mundiales de productos agropecuarios se han triplicado, pasando de USD 450.000 millones a USD 1,5 billones.

Durante este último cuarto de siglo, el Acuerdo ha desempeñado un papel fundamental para facilitar los flujos de alimentos de las tierras de abundancia a los países que, de otro modo, tendrían un déficit de alimentos. Se trata de un sistema mutuamente beneficioso que mejora la vida de miles de millones de personas.

El Acuerdo sobre la Agricultura de la OMC desempeña un papel único a la hora de garantizar unas relaciones comerciales ordenadas y de crear condiciones de igualdad.

Muchos de nosotros desearíamos que se reforzaran sus disposiciones, y sería conveniente que así fuera, pero no debemos olvidar dónde empezamos y lo que hemos logrado.

El mundo tenía un aspecto muy diferente en 1994, justo antes de la entrada en vigor del Acuerdo sobre la Agricultura de la OMC. El comercio mundial de productos agropecuarios estaba distorsionado y era desordenado. Muchos países aplicaban una serie de obstáculos impredecibles a las importaciones agrícolas. Mediante un proceso de “arancelización”, las restricciones cuantitativas, los gravámenes variables, las prohibiciones de importación y otras medidas no arancelarias, que eran elementos de protección agrícola ampliamente utilizados en las fronteras nacionales, fueron sustituidos por derechos de importación. Luego se llevaron a cabo reducciones arancelarias.

De manera similar, los niveles de las subvenciones a la agricultura a nivel mundial eran desorbitados. Esas subvenciones provocaban la exclusión de las exportaciones agrícolas de muchos Miembros de la OMC que no tenían ni la intención ni la capacidad de adoptar medidas equiparables de distorsión del comercio.

El Acuerdo sobre la Agricultura trajo consigo una clasificación ordenada de las subvenciones a la agricultura basada en su grado de distorsión del comercio. Y al tiempo que se reducían las subvenciones con más efectos de distorsión, mediante un compartimento verde de subvenciones autorizadas se concedió a los Miembros el derecho a perseguir objetivos de seguridad alimentaria, desarrollo regional y política ambiental, entre otros.

Como reconocimiento de los problemas singulares de los países en desarrollo, se formularon disposiciones en el marco del Acuerdo para permitirles hacer uso de ciertas subvenciones en apoyo de los agricultores con ingresos bajos o pobres en recursos.

En el artículo 20 sobre la “Continuación del proceso de reforma” se pedía la celebración de nuevas negociaciones con el objetivo a largo plazo de lograr una mayor apertura de los mercados agropecuarios. Esto condujo a un logro importante, a saber, el compromiso de eliminar completamente las subvenciones a las exportaciones agrícolas contraído en la Décima Conferencia Ministerial de la OMC celebrada en Nairobi, un resultado que unos años antes habría parecido inconcebible.

Esto no significa que se haya alcanzado un consenso o una masa crítica para llevar a cabo reformas más amplias de las normas agrícolas. En estos momentos se necesita imperiosamente un avance decisivo en todos los temas importantes que son objeto de debate, como la ayuda interna, el acceso a los mercados o la seguridad alimentaria, entre otros.

No se pueden lograr progresos de forma satisfactoria si no es en el marco multilateral. Ningún acuerdo comercial regional ha abordado nunca la cuestión de las subvenciones a la agricultura. Por lo general, estos acuerdos se centran en el acceso preferencial a los mercados. Siempre debe juzgarse si un determinado acuerdo de rango inferior al multilateral — esto es, un acuerdo regional o bilateral — también beneficia a los no signatarios.

Una vez más, si pasamos revista al comercio mundial, vemos que la trayectoria del sistema multilateral de comercio ha arrojado otros resultados positivos importantes. Desde 1995 hasta hoy, la participación de los países en desarrollo en el comercio agropecuario mundial ha aumentado notablemente.

Se precisan más avances; no hay lugar para la complacencia.

La pandemia de COVID-19 debería servirnos a todos como una llamada de atención. Al principio de la crisis, muchas instancias encargadas de la formulación de políticas temían que la crisis sanitaria mundial se convirtiera también en una crisis alimentaria. Ese temor obedecía al hecho de que los sistemas alimentarios de todo el mundo están hoy en día sumamente interrelacionados y a que las restricciones comerciales pueden causar perjuicios graves e irreversibles a la producción mundial de alimentos.

En la actualidad, la producción agrícola tiene lugar dentro de las cadenas de valor mundiales. El comercio internacional de productos alimenticios no se parece ya en nada al saco de arroz o al costal de trigo que cruzan la frontera de un país. Los productos básicos primarios cruzan las fronteras nacionales al menos dos veces, ya que se exportan para ser transformados en productos alimenticios.

En marzo de 2020, el entonces Director General de la OMC, el Director General de la Organización Mundial de la Salud y el Dr. Qu, en nombre de la FAO, hicieron un llamamiento para mantener abiertos los mercados y el comercio de alimentos. Los Gobiernos escucharon.

Hasta la fecha, desde el inicio de la crisis, la pandemia de COVID-19 ha afectado menos al comercio en el sector agrícola que en otros sectores de la economía. De hecho, en el sector agrícola se ha aplicado cerca del mismo número de políticas de apertura del comercio que de políticas de restricción del comercio.

Muchos países se han movilizado para reducir los aranceles sobre la importación de alimentos a fin de aumentar el acceso a los productos esenciales durante las perturbaciones causadas por la pandemia y han dado un paso importante hacia la era digital poniendo a disposición procedimientos aduaneros electrónicos.

Las enseñanzas extraídas de la pandemia por lo que respecta a los sistemas alimentarios mundiales son claras. Es absolutamente vital seguir fortaleciendo el Acuerdo sobre la Agricultura de la OMC. El mundo ya no debería tener que depender de las súplicas y declaraciones políticas emitidas en tiempos de crisis para mantener abiertos los mercados de alimentos.

Los alimentos deben poder circular siempre a través de las fronteras, en particular en tiempos de crisis. El fortalecimiento del Acuerdo sobre la Agricultura debería hacer que ese resultado sea incuestionable.

Insto a los participantes en este Simposio a que aprovechen los dos próximos días para examinar vías prácticas que permitan reforzar las normas de la OMC sobre la agricultura, que es el sector que debe garantizar la seguridad alimentaria, la sostenibilidad ambiental, la nutrición y otros objetivos comunes.

La decisión que tomen los Miembros de la OMC puede contribuir no solo a mejorar el sistema de comercio agropecuario, sino también a respaldar de forma sustancial la tan necesaria recuperación económica.

Gracias.

 

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