DIRECTOR GENERAL ADJUNTO ALAN WM. WOLFF

Más información

  

Buenas tardes.

Es un placer para mí realizar las observaciones introductorias de la primera sesión de los “Diálogos sobre el Comercio: alimentos” de la OMC después de la pausa estival: “Política relativa al comercio de alimentos, G-20 y COVID-19”.

Esta sesión nos brinda la oportunidad de hacer balance de la situación del mercado mundial de alimentos, así como de los obstáculos subsistentes para el comercio agrícola.

Es indudable que la COVID-19 ha motivado una gran preocupación por más de una razón. Corre el peligro de provocar una crisis no solo sanitaria y económica, sino también, en opinión de algunos, alimentaria.

No ha provocado tal crisis alimentaria porque la OMC, la FAO y otras organizaciones han dejado claro que la oferta mundial de cereales es sólida y, junto con el G-20, han hecho un llamamiento a la transparencia y a la moderación a la hora de imponer restricciones de importación. Las organizaciones internacionales no pueden controlar las decisiones de todos los Miembros, pero sí pueden velar por que los responsables de las políticas nacionales dispongan de información completa sobre la cual basar sus decisiones.

El Acuerdo sobre la Agricultura de la OMC es el único acuerdo global vigente que rige el comercio agrícola mundial. Dado que el comercio internacional provee de alimentos a una de cada seis personas en el mundo, debemos vigilar constantemente la aplicación del Acuerdo sobre la Agricultura y tratar de lograr avances sobre la base de sus disciplinas, a fin de asegurar un crecimiento sólido del comercio de alimentos y otros productos agrícolas.

La semana pasada, la OMC organizó una reunión del Comité de Agricultura, el órgano que supervisa la aplicación del Acuerdo.

Ver al Comité de Agricultura en acción la semana pasada fue extraordinario, como siempre. Los 164 Miembros de la OMC se sometieron mutuamente a un interrogatorio sobre las políticas — viejas y nuevas — de todo tipo que afectan al comercio agrícola. Se formularon centenares de preguntas incisivas, que obligaron a los agregados de agricultura a pasar horas para darles respuesta.

Fue un ejercicio internacional de rendición de cuentas y un buen ejemplo de la manera de gestionar la globalización y velar por que siga redundando en interés de todos.

Muchas de las preguntas planteadas la semana pasada guardaban una relación directa con la COVID‑19. Por ejemplo:

  • Algunos se centraron en las nuevas medidas fronterizas promulgadas por los países para prevenir la propagación de la COVID-19, como las nuevas prescripciones sobre pruebas y embalaje para los alimentos importados. Los Miembros que formularon las preguntas querían comprender mejor la justificación de estas medidas.
  • Otras preguntas tuvieron que ver con los nuevos tipos de subvenciones para los agricultores (o programas de ayuda estatal) que han proliferado a raíz de la COVID-19. O con las subvenciones al transporte que se han multiplicado para reducir el coste de las exportaciones de alimentos durante la pandemia. Los Miembros querían cerciorarse de que la asistencia sería temporal y no distorsionaría el comercio.

Pero también se planteó una infinidad de preguntas no relacionadas con la COVID, por ejemplo sobre los nuevos controles fronterizos aplicados por el Reino Unido a los alimentos durante el período de transición del Brexit, o sobre los acuerdos comerciales bilaterales o regionales recientemente concluidos y sus consecuencias para los terceros países.

La reunión fue increíblemente rica en contenido, lo que demuestra no solo la necesidad de que la OMC administre los acuerdos comerciales, sino de que funja como foro para el intercambio completo, tanto de opiniones como de datos concretos, necesario para la adopción de decisiones en las capitales.

La semana pasada los Miembros de la OMC celebraron también una reunión de negociación sobre el refuerzo del Acuerdo sobre la Agricultura. En la jerga de la Organización, se trató de una reunión del Comité de Agricultura en Sesión Extraordinaria (es decir, en modo de negociación).

Hace años que se mantienen estos debates encaminados a reforzar la transparencia y previsibilidad, así como garantizar la igualdad de condiciones aplicando nuevas disciplinas al comercio agrícola internacional. Para que el Acuerdo siga siendo relevante para el comercio de alimentos y productos agrícolas es imprescindible que estas negociaciones registren progresos.

Es cierto que las hipótesis más terribles sobre la COVID-19 no se han cumplido, pero en última instancia lo que necesitamos es un acervo de normas más sólido para la agricultura, que garantice más eficazmente la apertura permanente de los mercados, sobre todo en épocas difíciles. Eso entraña llevar a cabo reducciones drásticas y permanentes de los aranceles agrícolas, reducir la ayuda interna causante de distorsiones del comercio y reglamentar mejor las restricciones a las exportaciones de alimentos.

La COVID-19 ha sido una llamada de atención. No podemos permitir que la oferta mundial de alimentos se vuelva imprevisible en tiempos de crisis. Tenemos que blindar el Acuerdo sobre la Agricultura de la OMC para ahorrarnos futuras preocupaciones.

Espero con gran interés escuchar las opiniones que se van a expresar en este seminario en línea.

 

Compartir


Si tiene problemas para visualizar esta página,
sírvase ponerse en contacto con [email protected], y proporcionar detalles sobre el sistema operativo y el navegador que está utilizando.