DIRECTOR GENERAL ADJUNTO ALAN WM. WOLFF

Discurso pronunciado en nombre del Director General Adjunto por la Directora de la División de Adhesiones de la OMC, Maika Oshikawa.

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Señora moderadora, Karima Bounemra Ben Soltane, Directora del Instituto Africano de Desarrollo Económico y Planificación (IDEP),
Distinguidos ponentes,
Participantes en el seminario en línea:

Quisiera dar las gracias al Instituto Africano de Desarrollo Económico y Planificación (IDEP) por acoger hoy este importante y oportuno debate, dada la magnitud de los efectos de la COVID-19 en todo el mundo, en particular en África.

Con la llegada de la pandemia de COVID-19, el planeta ha sucumbido a una crisis sanitaria mundial, con 3,1 millones de personas infectadas en todo el mundo y cerca de 250.000 muertes hasta el 4 de mayo de 2020. En África, a pesar de llegar más tarde, el virus se ha propagado rápidamente y se han confirmado más de 27.000 casos en todo el continente, aunque la limitada capacidad para la realización de pruebas hace presagiar un número todavía más elevado de infecciones.

Todos los países sin excepción, desarrollados y menos desarrollados, tienen dificultades para hacer frente a las consecuencias socioeconómicas de la pandemia, que ha perturbado la actividad económica normal en todo el mundo. Según las previsiones sobre el comercio publicadas por la OMC el mes pasado, se prevé que el comercio mundial descienda entre el 13% y el 32% en 2020. Gran parte de este descenso dependerá de la duración de la pandemia, de la que cabe esperar una segunda oleada. La caída probablemente será mayor que la causada por la crisis financiera mundial de 2008-2009.

Los países africanos soportarán una carga sustancial debido a la crisis. La contención de la demanda mundial de bienes y servicios, junto con las enormes perturbaciones en las cadenas de suministro regionales y mundiales, la reducción de los ingresos procedentes del turismo y la disminución de las entradas de remesas, menoscabará los frágiles sistemas económicos, las deficientes infraestructuras y los sistemas sanitarios relativamente débiles de los países africanos. A fecha de 1 de mayo, las medidas restrictivas del comercio han proliferado en lo que va de año. Según la información facilitada por Global Trade Alert en cooperación con el Banco Mundial y el European University Institute, 82 jurisdicciones han impuesto 132 restricciones a la exportación de suministros médicos y medicamentos, y 22 han aplicado 31 medidas de control de las exportaciones de alimentos. Las restricciones dificultarán el acceso de los países africanos a los bienes esenciales durante la crisis, aunque la carga de la deuda, la caída de los ingresos y la limitada disponibilidad de divisas son problemas que revisten una mayor gravedad.

En este contexto, quisiera centrar mi intervención en tres puntos principales: en primer lugar, una síntesis de las repercusiones comerciales y económicas de la pandemia en el continente africano; en segundo lugar, la función de la OMC en la respuesta mundial a la pandemia de COVID-19; y por último, algunas reflexiones sobre las respuestas a corto y medio plazo para la recuperación económica posterior a la pandemia.

Pandemia de COVID-19: repercusiones comerciales y económicas en África

El continente africano ha desplegado diversos esfuerzos para contener la pandemia, tanto a nivel nacional como mediante una respuesta colectiva en el marco de la Unión Africana. En colaboración con el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de África, la Unión Africana elaboró rápidamente una estrategia continental conjunta para el brote de COVID-19, y designó a enviados especiales para movilizar la ayuda. Pese a todo, no se ha excluido a ningún país ni continente. Ya es evidente que las perturbaciones causadas por la pandemia (y las medidas restrictivas que se han adoptado para combatirla) tendrán graves consecuencias para África.

En primer lugar, la pandemia ocasionará un crecimiento económico negativo. El FMI, en sus últimas Perspectivas económicas regionales para África, señaló que la pandemia puede revertir sustancialmente las mejoras en materia de desarrollo y políticas de las regiones. Según el Banco Mundial, solo en África Subsahariana se prevé que el crecimiento descienda entre el -2,1% y el -5,1% en 2020, con respecto al 2,4% en 2019. También se espera que la producción se contraiga un 1,6% en 2020. Esta será la primera recesión que experimenta la región en 25 años.

En segundo lugar, las perturbaciones de las cadenas de suministro mundiales repercuten negativamente en la participación de África en los mercados mundiales. Según las proyecciones, las exportaciones e importaciones mundiales de los países africanos disminuirán al menos un 35% con respecto al nivel alcanzado en 2019, con una pérdida de valor estimada en unos USD 270.000 millones.

En tercer lugar, debido al actual desplome de los precios del petróleo, el comercio experimentará una mayor perturbación en las economías sensibles a las variaciones de los productos básicos, como Angola, Argelia, el Camerún, el Chad, el Gabón, Ghana, Guinea Ecuatorial, Nigeria y la República del Congo, que estarán entre las más afectadas. Aunque las existencias mundiales de cereales son sólidas, los precios mundiales de los principales productos alimenticios básicos, como el arroz y el trigo, pueden tener repercusiones muy negativas para los países africanos, especialmente para los países en desarrollo importadores netos de productos alimenticios. Si el brote de COVID-19 durara hasta finales de 2020 o más adelante, la evolución de los precios de esos productos merecerá una atención especial.

En cuarto lugar, según el último informe Africa's Pulse publicado por el Banco Mundial en abril de 2020, la pandemia de COVID-19 podría desencadenar una crisis de seguridad alimentaria en África, en la que la producción agropecuaria se podría contraer entre un 2,6% siendo optimistas y hasta un 7% si hay bloqueos comerciales. Las importaciones de productos alimenticios caerían sustancialmente (entre un 13% e incluso un 25%) debido a la combinación de un aumento de los costos de transacción y una disminución de la demanda interna. Según las previsiones, la depreciación de la moneda de los países importadores será un factor con una incidencia importante.

En quinto lugar, otra de las repercusiones más importantes se observa en los sectores de servicios, como el turismo y los viajes, con la aplicación generalizada de restricciones a los viajes, el cierre de las fronteras y el distanciamiento social. La IATA estima que la contribución económica del sector del transporte aéreo en África es de USD 55.800 millones, lo que representa 6,2 millones de puestos de trabajo y un 2,6% de participación en el PIB. En un marco hipotético medio, el sector del turismo y los viajes en África podría perder al menos USD 50.000 millones debido a la pandemia y un mínimo de 2 millones de empleos directos e indirectos.

Por último, en lo que se refiere a la situación financiera, las economías africanas han tenido que hacer frente a constantes desequilibrios en cuenta corriente, causados principalmente por los déficits comerciales. Dado que la movilización de ingresos internos sigue siendo baja en África, muchos países africanos dependen en gran medida de fuentes extranjeras de financiación de sus déficits por cuenta corriente, como las inversiones extranjeras directas, la inversión de cartera, las remesas, la asistencia oficial para el desarrollo y la deuda externa. Sin embargo, la contracción o desaceleración previstas en los países de origen podría dar lugar a una disminución de los ingresos. Los efectos indirectos en el sector público de África podrían ser graves, debido a la reducción de los ingresos fiscales y a las limitaciones del acceso a las monedas fuertes. Los Gobiernos africanos se enfrentarán a déficits crecientes y a una mayor presión sobre las monedas. A falta de paquetes de estímulo fiscal importantes, el efecto combinado de estos desafíos económicos, fiscales y monetarios podría reducir en gran medida el crecimiento del PIB de África en 2020.

Respuesta de la OMC frente a la COVID-19

La COVID-19 ha irrumpido en la población y la economía mundiales de una forma nunca vista. Ningún Gobierno nacional ni organización internacional estaban totalmente preparados para responder a la pandemia, ya que no eran suficientemente conscientes de la amenaza que suponía el virus. El sistema multilateral de comercio, que tomó forma en el GATT hace casi 75 años, no tenía una respuesta a la pandemia a punto, ya confeccionada y lista para su uso. 

Existen instituciones financieras multilaterales para responder a las convulsiones económicas, independientemente de su causa, y se ha dispuesto de más crédito con relativa rapidez. Las instituciones de Bretton Woods han ofrecido una rápida respuesta para hacer frente a las necesidades y dificultades inmediatas de África, como la suspensión temporal de los pagos de la deuda para la AIF y los PMA (hasta USD 57.000 millones para África)(1), y la ampliación de la ayuda de emergencia prestada en abril a África Subsahariana, que ascendió a USD 8.300 millones. El Banco Mundial ha destinado USD 55.000 millones a África para ayudar a sus países a proteger a la población pobre y vulnerable, apoyar a las empresas e impulsar la recuperación económica.(2)

El 26 de marzo los dirigentes del G-20 formularon una respuesta coordinada para el desarrollo del comercio internacional, seguida de una declaración de los Ministros de Comercio del G-20 el 30 de marzo. Los países del G-20 se comprometieron a adoptar medidas “específicas, proporcionadas, transparentes y temporales”. Sus dirigentes insistieron en “la importancia de la transparencia en el entorno actual y [se comprometieron a] notificar a la OMC todas las medidas adoptadas en relación con el comercio”.

Los Ministros de Comercio acordaron además lo siguiente: “las medidas de urgencia […] no deben crear obstáculos innecesarios al comercio ni perturbar las cadenas de suministro mundiales, y deben ser compatibles con las normas de la OMC”. Hasta la fecha, el grado de cumplimiento de esos compromisos ha sido desigual. Sin embargo, el número de notificaciones ha aumentado, lo cual confiere una mayor transparencia en relación con las medidas tanto liberalizadoras como restrictivas del comercio.

Transparencia y análisis

El 24 de marzo, el Director General de la OMC, Roberto Azevêdo, pidió a todos los Miembros que notificaran a la Secretaría sus recientes medidas comerciales y relacionadas con el comercio en respuesta al brote de coronavirus. El aumento de la transparencia constituye la primera respuesta multilateral operativa a la pandemia. Las notificaciones pueden consultarse en el sitio web de la OMC, que dispone de una página web específica dedicada a la COVID-19 y el comercio mundial, con actualizaciones diarias. A 30 de abril de 2020 figuran en el sitio web 103 medidas notificadas por 38 Miembros, de las cuales 5 son de África.(3)

Además de los esfuerzos de notificación desplegados por los Miembros, el Director General estableció un Grupo de Trabajo Especial interdivisional sobre la COVID-19. Aparte de las previsiones comerciales publicadas el 8 de abril de 2020, la OMC ha elaborado otros informes, entre ellos uno sobre el comercio de productos médicos esenciales para la respuesta mundial a la pandemia, en el que se hace un seguimiento de las corrientes comerciales de productos como los de protección personal, los suministros hospitalarios y de laboratorio, los medicamentos y la tecnología médica, y se facilita al mismo tiempo información sobre los aranceles aplicables. También se acaba de publicar otro informe sobre el trato otorgado a los productos médicos en los acuerdos comerciales regionales; en él se examina en qué medida los productos médicos son objeto de comercio entre los interlocutores preferenciales y la diferencia en el grado de liberalización dentro y fuera de esos acuerdos comerciales.

Colaboración con otras organizaciones e interlocutores internacionales

Dado que ningún Gobierno nacional ni institución multilateral puede vencer por sí solo la pandemia mundial, la OMC ha emprendido una serie de actividades de divulgación y medidas de colaboración para luchar contra los efectos de la pandemia y sentar las bases para una recuperación económica eficaz tras la crisis. Se formularon las siguientes declaraciones en colaboración con la OMC:

  • Con la OMS y la FAO se instó a los Gobiernos a que reduzcan al mínimo los efectos de las restricciones en frontera al comercio de productos alimenticios relacionadas con la COVID-19 (31 de marzo de 2020).
  • Con la CCI se reclamó un mayor diálogo con las empresas para maximizar la eficacia de las políticas públicas a fin de mitigar los daños económicos causados por la pandemia de COVID-19 (2 de abril de 2020).
  • Se colaboró con la OMA para facilitar el comercio de productos esenciales, como los suministros médicos, los alimentos y la energía (6 de abril de 2020).
  • Con la OMS se respaldaron las gestiones encaminadas a garantizar el flujo normal de suministros médicos vitales y otros bienes y servicios a través de las fronteras (20 de abril de 2020).
  • Con el FMI se pidió a los Gobiernos que levantasen las restricciones a la exportación y otras restricciones al comercio de suministros médicos y alimentos fundamentales (24 de abril de 2020).

Iniciativas de los Miembros

Paralelamente a esas declaraciones conjuntas, en las que se subraya la importancia de coordinar de forma multilateral las respuestas a la crisis relacionada con la pandemia, la OMC ofrece una plataforma para traducir esos compromisos en medidas coordinadas entre los Miembros. 

  • El 15 de abril de 2020, Singapur y Nueva Zelandia concertaron un acuerdo bilateral formal para mantener sus mercados abiertos a los suministros y los equipos médicos. Los dos países han distribuido su acuerdo a todos los Miembros de la OMC, ya que la iniciativa está abierta a todos los Miembros y observadores. En la declaración se aborda la eliminación de los aranceles, las restricciones a la exportación, los obstáculos no arancelarios, la facilitación del comercio de productos esenciales y la logística.     
  • El 22 de abril de 2020, 49 países(4) encabezados por el Canadá — que representan el 63% de las exportaciones mundiales de productos alimenticios y agropecuarios y el 55% de las importaciones mundiales — convinieron en apoyar el comercio abierto y previsible de productos alimenticios y agropecuarios. Se comprometieron, entre otras cosas, a no perturbar la cadena mundial de suministro de alimentos ni imponer restricciones a la exportación de alimentos; a garantizar que las respuestas a la COVID-19 sigan siendo compatibles con las directrices acordadas por el G-20, es decir, que sean específicas, proporcionadas, transparentes y temporales; y a actuar con moderación al establecer existencias nacionales de productos agropecuarios que tradicionalmente se exportan. La iniciativa también está abierta a todos los Miembros de la OMC.
  • Más recientemente, el 5 de mayo de 2020, 42 Ministros encargados de las cuestiones de la OMC formularon una declaración ministerial conjunta. Se comprometieron a levantar lo antes posible las restricciones a la exportación impuestas en respuesta a la crisis, alentando a la OMC a trabajar en medidas concretas para fomentar las corrientes transfronterizas de suministros, servicios y equipo médicos, y preservar las cadenas de suministro del sector agropecuario y mejorar la seguridad alimentaria. Los signatarios, apoyados por la mayoría de los países de nivel medio, entre ellos cinco de África(5) , acordaron no imponer restricciones a la exportación de alimentos.   

Estas declaraciones coinciden ampliamente con la postura manifestada por el Grupo Africano y el Grupo de PMA, que han pedido a los principales exportadores de la OMC que se abstengan de introducir nuevas medidas restrictivas del comercio que puedan afectar considerablemente a los países africanos y a los PMA como importadores netos, o a su capacidad para garantizar el acceso a los suministros médicos y a los productos alimenticios en condiciones razonables y asequibles.(6)  Tanto el Grupo Africano como el Grupo de PMA instaron a la OMC a que minimizara los efectos del brote de COVID-19 en la economía mundial, y especialmente en las economías más pequeñas y vulnerables.

El 15 de mayo de 2020 la OMC celebrará una reunión extraordinaria del Consejo General para examinar las medidas comerciales relacionadas con la COVID-19. El edificio de la OMC se volverá a abrir el 11 de mayo de 2020 para que el personal de la Secretaría ocupe sus puestos gradualmente tras ocho semanas de cierre. Estamos ampliando la tecnología de la información para permitir una mayor participación de los Miembros, incluso mediante una plataforma virtual. En las próximas semanas se espera un mayor número de actividades e iniciativas, ya que los Miembros están tratando de reducir al mínimo las perturbaciones de las corrientes comerciales, tanto en bienes como en servicios, y también se prestará una mayor atención a la recuperación económica en el período posterior a la COVID-19. El comercio desempeñará un papel fundamental en dicha recuperación, particularmente en África.

Recuperación económica: respuestas a corto y medio plazo

Se reconoce ampliamente la necesidad de avanzar con diligencia para hacer frente a los daños causados por la pandemia en la salud y la economía, a fin de evitar el desarrollo de una crisis más profunda y sistémica.

A corto plazo:

  1. Es evidente que la prioridad inmediata de los países africanos consiste en contener la propagación del virus, salvar vidas y limitar los daños económicos.
  2. Las respuestas de la política comercial nacional deben centrarse en la facilitación de las importaciones de alimentos y suministros médicos, en particular mediante la simplificación de los procedimientos aduaneros para su entrada, así como la exención de los derechos de aduana aplicables. El comercio transfronterizo no debe verse obstaculizado, especialmente en el caso de los países africanos sin litoral. En este sentido, cabe recordar el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio de la OMC y la forma en que la aplicación de sus medidas puede contribuir a que los productos esenciales circulen más rápidamente a través de las fronteras.
  3. La OMC seguirá vigilando las medidas restrictivas y de facilitación del comercio, con miras a que los Miembros opten por limitar en la medida de lo posible las medidas que restringen el comercio. En este contexto, es importante que África dé a conocer las dificultades y preocupaciones específicas a las que se enfrenta el continente y formule propuestas concretas y realistas para su examen por el conjunto de los Miembros de la OMC.
  4. Todos debemos seguir apoyando los esfuerzos de movilización de la comunidad internacional, tanto si proceden de los países del G-20, el Banco Mundial o el FMI como de otras organizaciones internacionales asociadas, en particular en lo que se refiere a asegurar el restablecimiento de la financiación del comercio. Los esfuerzos de carácter amplio son fundamentales para dotar a los países africanos de la capacidad necesaria para responder a la crisis mediante una combinación de medidas de política fiscal y monetaria de emergencia. Es necesario velar por que la política fiscal se traduzca en la medida de lo posible en una red de seguridad, especialmente para los trabajadores del sector no estructurado, que representan más del 85% de los trabajadores de África.

A medio plazo:

  1. El AfCFTA debería impulsar la recuperación económica posterior a la pandemia. La OMC mantiene el compromiso de apoyar la integración económica, el crecimiento y el desarrollo sostenidos de África mediante la participación de los Miembros africanos en la OMC, respaldando también los procesos de adhesión de los países africanos que actualmente no son Miembros de la OMC(7) y facilitando la coherencia y la complementariedad entre el AfCFTA y la OMC.
  2. Los países africanos tienen que intensificar sus reformas para mejorar la transparencia, reducir los costos del comercio, mejorar la competitividad y hacer que el continente sea más atractivo para los inversores extranjeros, en particular en los sectores no extractivos.
  3. El aumento del comercio entre los países africanos, así como del comercio con el resto del mundo, puede favorecer enormemente el crecimiento económico y el desarrollo sostenible en África. Actualmente el comercio intraafricano solo representa alrededor del 17% del comercio total. El aumento del comercio intrarregional puede complementar y favorecer una participación más diversificada en las cadenas de valor mundiales para reforzar la resiliencia frente a los desafíos futuros.
  4. A pesar de las caóticas respuestas iniciales, que carecían de coordinación, la crisis provocada por la pandemia de COVID-19 debería suscitar un interés y una necesidad de más multilateralismo, no de menos, incluso para la introducción de mejoras en el sistema mundial de comercio. Asimismo, no hay que olvidar la necesidad de que en los debates sobre la reforma de la OMC se comience a dibujar el futuro del sistema de comercio. Teniendo en cuenta las previsiones de que África representará una cuarta parte de la población mundial para 2050, el futuro del sistema deberá aprovechar las aspiraciones, el dinamismo y la energía de este continente en crecimiento.

Muchas gracias. Espero con interés nuestro debate.  

Notas:

  1. Solo en 2020 los acreedores oficiales han movilizado hasta USD 57.000 millones para África -incluidas las aportaciones del FMI y del Banco Mundial, de más de USD 18.000 millones cada una- a fin de brindar servicios sanitarios de primera línea, prestar apoyo a las personas pobres y vulnerables, y mantener a flote las economías durante la peor crisis económica mundial registrada desde la década de los 30. Este año, el apoyo de los acreedores privados podría ascender a unos USD 13.000 millones. Vuelta al texto
  2. Además, el Banco Africano de Desarrollo (AfDB) creó un mecanismo de respuesta a la COVID-19 para ayudar a los países miembros de la región a luchar contra la pandemia, con un plan de respuesta al virus de USD 10.000 millones para los Gobiernos y el sector privado, un bono social de USD 3.000 millones para la lucha contra la COVID-19 y una donación de USD 2 millones para la OMS por sus iniciativas orientadas al continente. El Banco Africano de Exportación e Importación (AFREXIM) creó un mecanismo de mitigación de los efectos de la pandemia en el comercio de USD 3.000 millones, etc.   Vuelta al texto
  3. Egipto, Kenya, Mauricio, Namibia y Sudáfrica, Vuelta al texto
  4. El único país africano que suscribe la declaración es Malawi. Vuelta al texto
  5. Benin, Kenya, Madagascar, Mauricio y Nigeria. Vuelta al texto
  6. Declaración formulada por el Coordinador Africano en la reunión informal de Jefes de Delegación celebrada el 17 de abril. Vuelta al texto
  7. Argelia, Comoras, Etiopía, Guinea Ecuatorial, Libia, Santo Tomé y Príncipe, Somalia, Sudán y Sudán del Sur. Vuelta al texto

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