DIRECTOR GENERAL ADJUNTO ALAN WM. WOLFF

Comunicado de prensa

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La mesa redonda “1+6” es un encuentro anual de dirigentes de seis importantes instituciones internacionales (la OMC, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización Internacional del Trabajo, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos y el Consejo de Estabilidad Financiera) organizado por China para intercambiar opiniones sobre la economía mundial y la gobernanza económica mundial.

A continuación, se reproduce el texto íntegro del discurso pronunciado por el Director General Adjunto Wolff:

China es un líder mundial en el ámbito de la inteligencia artificial. Sin embargo, lo que la OMC necesita es inteligencia humana. Afortunadamente, China también posee grandes recursos a este respecto. Como señalé el año pasado en este mismo foro, China cuenta con un gran número de expertos de la OMC muy calificados, tanto en el seno del Gobierno como en diversos grupos de reflexión, y ya entonces estaba seguro de que podrían aportar mucho valor.

Las principales dificultades que la OMC tiene ante sí no se prestan a análisis cuantitativos en los que la IA sería de gran utilidad. Se trata de problemas de orden político y diplomático que afectan a las relaciones entre naciones soberanas. Usted, Señor Primer Ministro, y los dirigentes de otros países han sido elegidos por su capacidad para resolver este tipo de problemas. Lo mismo cabe decir de los dirigentes de los 164 Miembros de la OMC.

Dije el año pasado que todos los Miembros de la OMC, independientemente de su tamaño, podían aportar una valiosa contribución y que debían ser escuchados. No obstante, también es cierto que las naciones comerciales más grandes tienen mayor capacidad para realizar análisis, formular propuestas e influir en los resultados. Debido a su capacidad, a su posición en el mundo, China está en condiciones de desempeñar un papel importante en la configuración del comercio mundial y del sistema mundial de comercio. Numerosos desafíos exigen su participación.

El Presidente Xi está comprometido con el multilateralismo, al igual que todos los dirigentes del G‑20. Estos se han referido en diversas ocasiones a la necesidad de reformar la OMC, y lo reiteraron hace apenas dos días(1), pero la respuesta no está a la altura de las expectativas. 

A nadie se le escapa que los Miembros de la OMC no han logrado encontrar soluciones de amplio alcance mediante negociaciones en los últimos años. La función legislativa, que es la función negociadora de la OMC, está en gran parte inactiva. Es bien sabido que el sistema de solución de diferencias de la OMC no funciona como debiera. Menos conocidos son los defectos que atañen a la estructura de gobernanza de la OMC. La OMC carece de poder ejecutivo. La Secretaría no lleva a cabo todos los análisis que permitirían administrar con mayor eficacia el sistema mundial de comercio. No formula ninguna propuesta.

La OMC es estrictamente una Organización dirigida por sus Miembros. Esta condición le confiere fuerza, pero también entraña un riesgo de debilidad, por cuanto cualquier decisión, independientemente de su importancia, ha de ser adoptada por unanimidad. Se ha echado en falta la participación positiva de los principales Miembros. Ningún alto funcionario de los Gobiernos que se ocupen de esta cuestión pasará por alto las actuales deficiencias.

Cada Gobierno de cada Miembro de la OMC que tenga la capacidad de hacerlo debe reflexionar ahora sobre la manera de mejorar el funcionamiento de la OMC. La Secretaría y los Miembros han reaccionado con firmeza frente a la pandemia, facilitando información a fin de aumentar la transparencia. Sin embargo, hasta la fecha no se ha ofrecido ninguna respuesta colectiva sustancial que determine las medidas necesarias para estimular el comercio y reducir las restricciones comerciales. Del mismo modo, en lo que respecta a otra crisis, a saber, el cambio climático, a pesar de que el Acuerdo de París lleva cierto tiempo en vigor, no se ha procedido a actualizar las normas comerciales mundiales con el objeto de abordar los aspectos comerciales de este problema. Aunque la OMC sigue siendo muy importante para el funcionamiento de la economía mundial, puesto que más del 80% del comercio mundial se rige por sus normas, la institución ha quedado tristemente obsoleta en lo que respecta a la adecuación de las normas a la economía digital moderna. Afortunadamente, este último asunto se está abordando en el marco de una iniciativa conjunta sobre comercio electrónico en la que participan China y una amplia coalición de naciones comerciantes.

Aparte de las iniciativas conjuntas, hay otros indicios de que el sistema de comercio podría responder mejor a las actuales exigencias. Debemos felicitar a China, junto con Fiji, por haber entablado un debate sobre la solución de los problemas de la contaminación producida por los plásticos, al que se van sumando cada vez más Miembros. China también es firme defensora del proceso de adhesión a la OMC. Desempeña asimismo una función muy activa en la asistencia para el desarrollo en el sector del algodón, otra actividad de gran importancia para varios países menos adelantados, que constituye el tema del Foro Consultivo de la OMC que presido.

Insto a China a que sea más activa en un conjunto más amplio de problemas. Es un país que conoce de primera mano los beneficios del sistema multilateral de comercio, al haber experimentado un crecimiento espectacular desde que se incorporó a la OMC hace casi dos decenios, hasta el punto de llegar a ser la mayor nación exportadora del mundo. Ahora ese sistema necesita su ayuda.

Los cuatro mayores Miembros de la OMC — a saber, la Unión Europea, los Estados Unidos, China y el Japón — representan más de la mitad del comercio mundial. Si encontraran un punto de convergencia, muy probablemente los demás también se adherirían al acuerdo.

¿Qué obstáculos nos impiden lograr este objetivo? Es probable que las diferencias entre los grandes países no sean ajenas a esta situación. El Sr. Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, ha señalado lo que percibe como el peligro de una “gran fractura”. Una de las fallas sísmicas que menciona es el resultado de tensiones geoestratégicas. Algunos expertos en política comercial afirman que esta línea divisoria atraviesa la OMC.

Las disensiones no son un fenómeno nuevo en el mundo de la geopolítica y el comercio. Han sido una tendencia recurrente a lo largo de la historia de la humanidad desde hace miles de años. ¿Acaso no existe ningún punto de convergencia ahora que tanto se necesita? Sin lugar a dudas, hay ámbitos en que los intereses coinciden en vez de divergir. Tres ejemplos saltan a la vista a este respecto. Primero, es importante garantizar que el comercio facilite y no obstaculice los bienes y servicios esenciales para combatir la pandemia. Segundo, debemos utilizar todos los medios a nuestro alcance en la política comercial para estimular la recuperación económica mundial. Tercero, el comercio debe contribuir a la lucha contra el cambio climático.

Otros asuntos son quizá más espinosos, pero no imposibles de abordar con un poco de buena voluntad y esfuerzo. Para imponer disciplinas a las subvenciones a la pesca o limitar el uso de la ayuda interna a la agricultura causante de distorsión del comercio, China, junto con otras importantes naciones comerciantes, desempeñan un papel esencial en la búsqueda de soluciones viables. Los principales beneficiarios de una acción eficaz en estas esferas serán los países menos adelantados. Estos deberían responsabilizar a todos los grandes países comerciantes por no haber mejorado el sistema mundial de comercio.

Estoy convencido de que existen suficientes puntos de convergencia para alcanzar nuevos acuerdos comerciales importantes que mejoren las perspectivas de todas las naciones.

Creo que una reforma fundamental de la OMC es tan necesaria como factible.

Las negociaciones relativas al comercio electrónico deben confluir en un acuerdo internacional amplio y profundo que genere previsibilidad y normas comunes esenciales para impulsar el crecimiento continuo de la economía mundial.

El Acuerdo sobre Tecnología de la Información debería actualizarse e incluir el equipo médico necesario para hacer frente a la pandemia.

Deberían reanudarse las negociaciones relativas al Acuerdo sobre Bienes Ambientales a fin de celebrar un pronto acuerdo, con la inclusión de los servicios, en el marco de la respuesta multilateral al cambio climático.

Debería ampliarse el ámbito de aplicación del Acuerdo sobre el Comercio de Productos Farmacéuticos, que establece un régimen de exención de derechos, y China y otros grandes productores deberían adherirse como signatarios. El Acuerdo debería abarcar los suministros médicos.

Estos son solo algunos de los ámbitos más evidentes de acción inmediata. El Gobierno chino tiene una valiosa experiencia en materia de planificación. Debería participar activamente y contribuir de manera positiva a la planificación de reformas de la OMC de largo alcance, que habrán de ser apoyadas y adoptadas por todos los Miembros de la Organización.

Noteas:

  1. “[R]eafirmamos los objetivos y principios fundacionales del sistema multilateral de comercio y demostra[mos] el apoyo político permanente a los debates sobre la reforma de la OMC …”. Declaración de los dirigentes del G-20, 22 de noviembre de 2020. Vuelta al texto

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