DIRECTORA GENERAL ADJUNTA ANGELA ELLARD

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Buenas tardes. Gracias por invitarme a este importante evento, especialmente oportuno en el período previo al 26º período de sesiones de la Conferencia de las Partes (CP 26).

Permítanme empezar reiterando una evidencia: para salvar el planeta ha de abordarse uno de los desafíos más apremiantes de nuestro tiempo, el cambio climático. Los científicos nos dicen que todavía es posible controlar el calentamiento global, pero solo si se adoptan ahora mismo medidas sin precedentes. La comunidad internacional debe hacer todo lo posible por llegar a un acuerdo sobre el modo de proceder para evitar un desastre climático.  

La OMC no es el foro adecuado para formular la política mundial en materia de cambio climático ni decidir cómo se alcanzarán los objetivos. Sin embargo, desempeña un papel importante, porque sus normas rigen los impuestos, los aranceles, las subvenciones, las medidas de reglamentación y otros instrumentos pertinentes para la aplicación de las políticas climáticas. 

Por este motivo, hoy hablaré sobre la manera en que el comercio internacional — y la OMC como guardiana de las normas comerciales multilaterales — puede contribuir al logro de los objetivos climáticos.  Tengo tres mensajes principales.

El primero es que el comercio internacional ejerce una importante función en la lucha contra el cambio climático y en la adaptación a ese cambio.

Cuando hablamos de comercio tenemos la tentación de limitarnos a pensar que si el comercio contribuye al cambio climático es debido a las emisiones causadas por la producción y el transporte de las mercancías. Pero este punto de vista es incompleto, porque el comercio forma también parte fundamental de la solución, pues favorece las iniciativas tanto de adaptación como de mitigación.

Para pasar a una economía con bajas emisiones de carbono, los países deben poder costearse el acceso a las tecnologías avanzadas. La apertura del comercio ejerce una función decisiva para permitir dicho acceso. La reducción de los obstáculos al comercio de bienes y servicios ambientales contribuye a facilitar la transferencia y el despliegue de tecnologías de adaptación al cambio climático y para su mitigación.

Si bien el promedio de los aranceles aplicados a los bienes ambientales es relativamente bajo, en especial en las economías desarrolladas, algunos bienes ambientales están sujetos a aranceles muy elevados. La OMC puede reducir esos aranceles mediante el Acuerdo sobre Bienes Ambientales. 

Además, muchos de esos productos están sujetos a obstáculos no arancelarios, como las prescripciones en materia de contenido nacional, y su eliminación debe ser una prioridad absoluta.

Por otra parte, la instalación y explotación de tecnologías limpias suelen ser complejas y requieren competencias de usuario específicas, que en ocasiones resultan difíciles de obtener en determinados países. Así pues, la eliminación de los obstáculos a los servicios ambientales mediante el recurso a servicios de consultoría e ingeniería ambiental, por ejemplo, puede ayudar a reducir los costos de los proyectos que contribuyen a la reducción de las emisiones.

Ese acceso es especialmente importante para los países en desarrollo. No hay que olvidar que el 13% de la población mundial no tiene acceso a un suministro estable de electricidad. Los hogares que no están conectados a la red logran acceder a la electricidad gracias a la energía solar, lo que redunda en beneficio del medio ambiente, porque esa energía es renovable. 

Veamos la agricultura, el sector que probablemente más se verá afectado por el cambio climático.  La apertura del comercio es un poderoso instrumento de adaptación para este sector.

El aumento de las temperaturas reduce la productividad de los cultivos y el ganado. Las investigaciones sugieren que en este sector la productividad es hoy un 21% más baja de lo que lo sería de no haber cambio climático. Al mismo tiempo, para 2050, la población mundial llegará a 9.000 millones de habitantes, y la producción de alimentos debe aumentar un 70% para poder alimentar a todos.

Los agricultores pueden adaptarse al aumento de las temperaturas y satisfacer la creciente demanda de alimentos mejorando su rendimiento mediante el recurso a tecnologías de bajas emisiones de carbono, la adopción de enfoques innovadores para luchar contra las malas hierbas y el paso a variedades de semillas mejor adaptadas a temperaturas más elevadas. Pero estas innovaciones tienen que circular libremente de un país a otro.

El comercio se ve afectado por episodios cada vez más frecuentes de crisis meteorológicas extremas, como tormentas, inundaciones y sequías, que pueden perturbar gravemente las cadenas de suministro y propagar sus efectos más allá de la zona afectada. Pero también puede apoyar la resiliencia y la recuperación mediante la distribución de alimentos, medicamentos y otros productos vitales a los lugares afectados por desastres naturales.

Por último, la libre circulación de bienes y servicios ambientales también propicia la diversificación económica y la creación de empleo, en particular en el sector de los servicios.  Por ejemplo, el costo de instalación de módulos fotovoltaicos en los tejados representa aproximadamente el 60% del importe total. Los puestos de trabajo en el sector de los servicios relacionados con las energías renovables suelen ser ocupados por personas de la zona, en particular mujeres. Cada vez se están creando más puestos de trabajo (sobre todo en África) en el sector de la energía renovable descentralizada fuera de la red, lo que a su vez impulsa el empleo en el sector agroalimentario, la atención sanitaria, las comunicaciones y el comercio local, entre otros.

Esta es mi primera observación: el comercio es necesario para combatir el cambio climático.

Mi segundo mensaje se refiere a la urgente necesidad de coordinación y colaboración en la esfera del comercio y el cambio climático, en particular en lo que atañe a la tarificación del carbono. La OMC y otras organizaciones internacionales deberían colaborar para ayudar a los Gobiernos a adoptar medidas eficaces en materia de comercio y cambio climático.

Los países avanzan a ritmos diferentes en la descarbonización de sus economías, lo que provoca grandes disparidades en los enfoques políticos. Aunque la tarificación del carbono es un instrumento valioso, hay casi 70 sistemas diferentes de tarificación en todo el mundo, y estos abarcan menos del 22% de las emisiones totales. Los precios del carbono varían considerablemente, de menos de USD 1 por tonelada de CO2 a más de USD 130.

Algunos países desarrollados se están planteando adoptar las denominadas “medidas de ajuste fiscal en frontera”, para asegurarse de que los competidores extranjeros deban sufragar los mismos costos del carbono que los productores nacionales. Los países en desarrollo temen que el ajuste en frontera sea un pretexto para imponer medidas proteccionistas contra sus exportaciones, cuando estas no son el problema fundamental porque históricamente el nivel de sus emisiones es bajo. Y los sectores con altas emisiones de carbono de los países desarrollados y en desarrollo temen ser discriminados.

La proliferación de enfoques divergentes en materia de tarificación del carbono provocará fuertes tensiones comerciales, y generará imprevisibilidad para las empresas que tratan de descarbonizarse. Estas preocupaciones podrían menoscabar la eficacia de los esfuerzos desplegados a escala mundial para mitigar el cambio climático.

La solución óptima sería fijar un precio mundial del carbono conforme con lo estipulado en el Acuerdo de París, pero todavía no hemos llegado a ese punto. A falta de ese mecanismo, organizaciones internacionales como la OMC, el Banco Mundial y otras, deben colaborar en la elaboración de enfoques comunes sobre la tarificación del carbono y velar por que las medidas no se adopten de manera discriminatoria y por que se atiendan las necesidades de los países en desarrollo, a fin de permitir una transición justa.

Y esto me lleva a mi tercera reflexión: ¿ cómo puede la OMC contribuir a que las políticas relacionadas con el comercio y las relacionadas con el cambio climático se apoyen mutuamente?

Cuando hablamos del clima probablemente no pensemos automáticamente en la OMC.

Pero esta Organización constituye un foro único en el que los Miembros pueden exponer sus iniciativas de adaptación al cambio climático y para su mitigación y disipar los posibles malentendidos.  Nuestra Base de Datos sobre Medio Ambiente revela que los Gobiernos han adoptado una amplia gama de medidas climáticas relacionadas con el comercio — más de 4.500 desde 2009, desde los impuestos directos hasta los enfoques normativos — y han examinado sus efectos comerciales en diversos foros de la OMC, como nuestro Comité de Comercio y Medio Ambiente.  Y los Miembros podrían decidir adoptar nuevas normas que dieran a los Gobiernos más flexibilidad para adaptarse.

La OMC ha establecido varios mecanismos de transparencia, como las prescripciones en materia de notificación y los exámenes periódicos de las políticas comerciales, para informar sobre las medidas comerciales relacionadas con el clima. Nuestra labor para facilitar el funcionamiento de las cadenas de suministro de vacunas y tratamientos para luchar contra la pandemia de COVID puede servir de modelo para la colaboración con el sector privado en la creación de unas cadenas de suministro sostenibles y resilientes.

Por último, la iniciativa de Ayuda para el Comercio de la OMC puede ayudar a movilizar inversiones en la infraestructura esencial necesaria para la transformación verde de los países en desarrollo. Una cuarta parte de nuestros desembolsos de Ayuda para el Comercio — USD 65.000 millones — se destinó a proyectos con un objetivo climático. El 40% de ese importe se dirigió a la generación y distribución de energías renovables y al ahorro energético, mientras que más de la cuarta parte se destinó a infraestructuras inocuas para el clima y resilientes al cambio climático. Debemos dar más peso al componente verde de la Ayuda para el Comercio mediante la creación de sinergias con los programas de financiación de la lucha contra el cambio climático.

Permítanme concluir reiterando que necesitamos la participación de todos para hacer frente al desafío mundial del cambio climático. Con las políticas adecuadas, el comercio puede ser un poderoso motor de la transición hacia unas emisiones netas nulas. La CO 26 y la Duodécima Conferencia Ministerial de la OMC nos brindan la oportunidad de dar un gran paso adelante para que el comercio sea un motor de la acción por el clima. No la desaprovechemos. Muchas gracias.

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