DIRECTOR GENERAL ADJUNTO ALAN WM. WOLFF

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Doy las gracias a la WITA por esta oportunidad para hablarles hoy de los desafíos que afronta ahora el mundo del comercio y del lugar que ocupan los Estados Unidos en el sistema mundial de comercio.

El Presidente Biden, en su discurso de investidura, dijo:“Es momento de ser audaces porque hay mucho por hacer”. Y añadió: “Y una cosa es segura. Seremos juzgados, ustedes y yo, por cómo resolvemos la sucesión de crisis de nuestra era”.

Creo que la OMC también será juzgada conforme a ese rasero: por cómo resuelva las crisis de nuestros tiempos.

La OMC debe demostrar cuanto antes su capacidad de obtener resultados visibles en cuestiones pertinentes para todos aquellos que participan en el comercio internacional o que se ven afectados por él; es decir, prácticamente todo el mundo. Estamos ante un desafío político que debemos tomarnos en serio. Hay que hacer algo más que hablar. No basta con que los dirigentes gubernamentales se declaren a favor del multilateralismo si luego no inviertan recursos suficientes para alcanzar resultados.

Durante estas últimas tres semanas hemos tenido motivos para pensar, con renovado optimismo, que la OMC puede estar a la altura de las tareas que tiene por delante. La nueva Administración de Washington ha vuelto a poner la cooperación multilateral en el lugar que le corresponde como principio esencial de la política económica internacional de los Estados Unidos. No cabe sino insistir en la importancia de este hecho en lo que se refiere a la capacidad de la OMC para avanzar en su labor. En segundo lugar, la elección de una nueva Directora General para la OMC se ha recibido con gran entusiasmo entre nuestros Miembros y el personal de la Secretaría. Esto representa también un alivio muy de agradecer para mí y mis tres colegas, los Directores Generales Adjuntos, que hemos desempeñado sus funciones, con carácter interino, durante estos últimos cinco meses.

¿Con qué se encontrarán la nueva Directora General y los 164 Miembros de la OMC cuando se inicie este nuevo capítulo?

En la actualidad, no son pocas las crisis que atravesamos — la amenaza de la pandemia a la salud y la economía mundial, la apremiante necesidad de recuperación económica o los innegables efectos del cambio climático —, a las cuales se suma una desigualdad de ingresos persistente y debilitadora. Al mismo tiempo, los cambios resultantes de la tecnología se están dejando notar en la esfera digital, como también en el ámbito de la mecánica, con la eliminación progresiva del motor de combustión interna prevista para un futuro tangiblemente cercano, mientras que los chips informáticos se han convertido en parte indispensable de los automóviles. Todos estos desafíos revisten gran trascendencia.

Afortunadamente, cada uno de ellos viene acompañado de importantes oportunidades; o como lo expresó el Presidente Biden, es un tiempo de “peligros y posibilidades”. Casi sin detenernos a pensarlo, nos apoyamos en el sistema mundial de comercio para mitigar los efectos adversos de estas crisis, ya fuera transportando vacunas, medicamentos y otros suministros médicos a través de las fronteras; llevando alimentos desde zonas de abundancia a zonas de escasez para paliar el hambre; haciendo llegar los beneficios de la tecnología a las poblaciones de todo el mundo con menos complicaciones y costos innecesarios, o creando nuevas oportunidades para acceder a un nivel de vida más alto. En los últimos tres cuartos de siglo, la OMC y su predecesor, el GATT, han realizado una gran labor en el esfuerzo de transformar el mundo en que vivimos, y todos nos hemos beneficiado de ello ampliamente. Ahora bien, es preciso actualizar el sistema de comercio. Para responder a los desafíos actuales, este debe ser más receptivo, hacer gala de una mayor flexibilidad y ajustarse mejor a los fines previstos.

¿Cuáles deben ser los elementos centrales del programa de trabajo de la OMC en el futuro?

Propongo los siguientes 10:

  • PRIMERO: Los Miembros de la OMC deben abordar sin falta el comercio y la salud
    • En lo que se refiere a la salud, las poblaciones del mundo no pueden aislarse unas de otras sin pagar las consecuencias. Millones de personas han muerto en todo el mundo a causa de la pandemia, casi medio millón en los Estados Unidos. El índice de contagios a nivel mundial asciende a centenares de miles de nuevos casos al día, que suman ya un total de más de 100 millones. La solución solo puede ser de carácter mundial. Cuanto más tiempo siga propagándose la pandemia en cualquier parte del mundo, mayor será el riesgo de que surjan nuevas mutaciones virales peligrosas. Según recientes investigaciones, incluso si los países más ricos del mundo logran alcanzar la inmunidad de rebaño mediante la vacunación, afrontarán grandes dificultades económicas a menos que los países en desarrollo tengan la posibilidad de lograrlo también.(1) Los países pueden ser islas. Las economías modernas no.
    • El comercio de bienes y servicios esenciales debe fluir de manera libre y segura, independientemente de las fronteras. El comercio ha desempeñado un inestimable papel en la lucha contra la COVID-19. Pese a que el comercio mundial cayó en picado en el primer semestre de 2020, el comercio transfronterizo se disparó en productos como los equipos de protección personal, los pulsioxímetros, los respiradores y los antisépticos de manos. El comercio de mascarillas textiles se sextuplicó con creces. Sin comercio, los volúmenes de producción habrían sido inferiores, e incluso en caso de ser posible el abastecimiento a nivel interno, el costo de los suministros que se necesitaran con urgencia habría sido mucho mayor.
    • El sistema mundial de comercio puede y debe mejorarse para hacer frente a esta y futuras pandemias. A estas alturas ya se deberían haber adoptado medidas.
      • Es preciso extremar la cautela en cuanto a la aplicación de restricciones a la exportación de vacunas. El director de la Organización Mundial de la Salud nos ha prevenido contra el “nacionalismo vacunal”. La situación que plantea tiene que ver con el comercio. Las naciones comerciantes deben examinar en serio en la OMC cómo el sistema de comercio puede atender mejor la demanda de vacunas. 
      • Los acuerdos vigentes de la OMC proporcionan un claro camino a seguir para apoyar la contribución del sistema de comercio a la salud pública:
        • Debe examinarse de inmediato el alcance del Acuerdo sobre Productos Farmacéuticos (que prevé el trato de franquicia arancelaria para los medicamentos), en el que son partes los principales países productores, y contemplarse la posibilidad de incluir otros productos relacionados con la salud.
        • El examen pendiente del Acuerdo sobre Tecnología de la Información se puede llevar a cabo en los próximos meses, teniendo en cuenta el equipo médico relacionado con la pandemia.
  • SEGUNDO: Los Miembros de la OMC deben abordar sin falta el comercio y la recuperación económica.
    • Cumplir plenamente los compromisos contraídos en el marco de la OMC sería un buen punto de partida en el empeño de revitalizar la economía mundial. Parece lógico que el sistema de comercio que ha aportado una prosperidad compartida al mundo en estos últimos siete decenios pueda dar en estos momentos el impulso que la economía mundial necesita. El Presidente Biden dijo en su discurso de investidura que los Estados Unidos no deben predicar solo “con el ejemplo de su poder, sino con el poder de su ejemplo”. Eso es válido para todos los principales países comerciantes.
    • Las medidas de restricción del comercio deben eliminarse.
    • La financiación del comercio debe reanudarse. A este respecto, la OMC puede contribuir gracias a su poder de convocatoria, reuniendo a las instituciones financieras internacionales y a los principales bancos, como hizo hace 10 años para hacer frente al mismo problema durante la crisis financiera.
  • TERCERO: Los Miembros de la OMC deben abordar sin falta el comercio y el medio ambiente.

    Las naciones de este mundo han gestionado este planeta de una forma inadecuada, por decir poco. El comercio puede constituir una parte importante de la solución. No debería haber divisiones entre los Miembros sobre la necesidad de actuar de inmediato.  

    • El comercio puede reducir el costo de la descarbonización de las economías del mundo.
    • Los Miembros de la OMC pueden concluir las negociaciones sobre un Acuerdo sobre Bienes Ambientales e iniciar las negociaciones sobre un Acuerdo sobre Servicios Ambientales.
    • Será necesaria la cooperación a medida que los países se preparan para aumentar el costo de las emisiones de gases de efecto invernadero, puesto que muchos se están planteando ajustes fiscales en frontera relativos al carbono para prevenir la fuga de carbono. Sin cooperación, nos hallaríamos ante un enconado conflicto y un prolongado período de incertidumbre política. La OMC tiene un importante papel que desempeñar para ofrecer la mejor de estas dos opciones.
  • CUARTO: Los Miembros de la OMC deben abordar sin falta el comercio en la economía digital mundial.
    • El cambio impulsado por la tecnología es, y siempre lo será, una fuerza arrolladora. Puede aportar grandes beneficios para todos. El sistema concebido para la era industrial debe adaptarse a este nuevo entorno digital, en el que ha de seguir prosperando el comercio electrónico. Debe beneficiarse todo el mundo sin excepción: los trabajadores, los agricultores, los innovadores. El comercio electrónico mundial tiene la posibilidad de ejercer un efecto transformador creando nuevas oportunidades y favoreciendo la inclusividad, siempre y cuando se rija por normas adecuadas. Debe concederse una prioridad absoluta a alcanzar un resultado satisfactorio en la iniciativa relativa a la Declaración Conjunta sobre el Comercio Electrónico.
  • QUINTO: Los Miembros de la OMC deben establecer sin falta condiciones de igualdad en el comercio.  
    • Son las fuerzas del mercado, no la intervención gubernamental, las que deben determinar la competitividad en el mercado. Este principio fundamental del sistema mundial de comercio no impide que los países dispongan del margen de maniobra que necesitan ni impone la forma de organización de las economías nacionales. El actual sistema de comercio no podrá funcionar según lo previsto hasta que este principio se entienda y se aplique plenamente.
    • Es esencial adoptar disciplinas adicionales en materia de subvenciones. Todos los Gobiernos que disponen de los recursos necesarios han intervenido enérgicamente en sus economías para atenuar los problemas económicos derivados de la pandemia. Estos Gobiernos deben tomar conciencia de que interesa a todos coordinar el abandono de estas políticas para reducir al mínimo las distorsiones.
  • SEXTO: Los Miembros de la OMC deben abordar sin falta el papel central del comercio como motor del desarrollo económico. 
    • Interesa a todos los Miembros de la OMC que los países en desarrollo participen plenamente en los derechos y obligaciones del sistema mundial de comercio. 
    • Todas las medidas adoptadas en la OMC tienen el objetivo común de promover el desarrollo económico de todos sus Miembros.
    • Una manera de avanzar en esa dirección es redoblar los esfuerzos para aplicar el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio.
  • SÉPTIMO: Los Miembros de la OMC deben reducir sin falta las distorsiones del comercio de productos agropecuarios. Eso es en interés de todos.
    • Adoptar normas mejores en materia de ayuda interna es un objetivo que promueven todos los Miembros, pero en general para aplicarlas en otros países más que en los suyos propios. Esa situación debe cambiar.
    • Debe reconocerse y hacerse realidad el derecho básico de los agricultores a participar plenamente en los beneficios de la revolución digital.
  • OCTAVO: Los Miembros de la OMC deben abordar sin falta el comercio y la paz.
    • Mantener la paz fue uno de los principales objetivos que impulsaron a los fundadores del sistema multilateral de comercio. Tras la última guerra mundial, emprendieron un proceso de consolidación de la paz a través de la interdependencia y la prosperidad.
    • Para muchos países que están actualmente en proceso de adhesión a la OMC, un objetivo fundamental es integrarse en la economía mundial para favorecer el crecimiento económico y la estabilidad y tener más probabilidades de instaurar y mantener la paz. Quieren recibir orientación en la aplicación de las reformas necesarias para adherirse a la OMC.
    • En los países pobres afectados por conflictos civiles, el aumento de los ingresos por habitante reduce el riesgo de reanudación de las hostilidades. Por lo general, los países que se adhieren a la OMC registran un incremento significativo de la tasa de crecimiento económico. Para el Sudán, Sudán del Sur, Timor-Leste, Etiopía, el Iraq, las Comoras, Bosnia y Herzegovina, Somalia y Serbia, la integración en la economía mundial ofrece mejores perspectivas de desarrollo, estabilidad y una paz duradera. 
  • NOVENO: Los Miembros de la OMC deben restablecer el equilibrio del sistema mundial de comercio
    • La fundación de la OMC en 1995 fue el resultado de unas negociaciones y lo suscribieron todos los signatarios originales, que estaban de acuerdo, en aquel entonces, en instaurar un sistema equilibrado. Conviene preguntarse hoy si las expectativas se han cumplido. 
    • Desde entonces el mundo ha experimentado profundos cambios. Es preciso examinar los efectos de las cadenas de valor mundiales. Deshacer las interrelaciones comerciales existentes en la economía mundial no es una opción. 
    • Las normas de la OMC y los niveles de obligación en el marco de la Organización deben reexaminarse para abordar las realidades de la actual situación mundial.
    • Los derechos y las obligaciones contraídos en el marco de la OMC deben ser lo bastante flexibles para atender las necesidades tanto del presente como del futuro cercano.  
  • DÉCIMO: Los Miembros de la OMC deben abordar sin falta la gobernanza del sistema de comercio.  
    • Los Acuerdos de la OMC se distinguen de todos los demás acuerdos comerciales en que siempre han contenido obligaciones de cumplimiento exigible, sin dejar de respetar plenamente la soberanía nacional.  
    • Los resultados de la solución de diferencias deben volver a ser vinculantes para los litigantes en todos los asuntos. Es preciso que el sistema se actualice y que la etapa de apelación funcione debidamente para recuperar la legitimidad a ojos de todas las partes o posibles partes de una diferencia.  
    • Debe encontrarse la manera de restablecer la función legislativa para poder actualizar las normas comerciales mundiales y hacerlas vinculantes para todos aquellos que decidan aceptarlas como tales. Es preciso llevar a cabo profundas deliberaciones y encontrar soluciones. La toma de rehenes debe desaparecer. No podremos resolver ninguno de los desafíos que he mencionado hoy si no logramos dar nuevo impulso a la función normativa de la OMC. Un buen punto de partida sería, por un lado, concluir en los próximos meses la única negociación activa y con un mandato plenamente multilateral que se lleva a cabo actualmente en la OMC — a saber, la limitación de las subvenciones a la pesca — y, por otro lado, llevar a buen puerto las iniciativas en relación con las declaraciones conjuntas, en particular la relativa al comercio electrónico.
    • La Directora General de la OMC y la Secretaría profesional y proactiva que ella dirige deben recibir el claro mandato de servir eficazmente a los Miembros. 
      • La Secretaría de la OMC debe velar por la transparencia y convertirse en la principal fuente de los datos sobre el comercio que necesiten los Miembros para elaborar políticas mejor fundamentadas. 
      • Debe vigilar activamente las políticas y las medidas comerciales, informar a los Miembros de los posibles problemas que puedan surgir en las prácticas actuales y prever los desafíos futuros. 
      • La Directora General debe utilizar el poder de convocatoria de su cargo para resolver las divergencias, formulando propuestas cuando sea necesario y esforzándose por alcanzar resultados acordados positivos. 
      • La Secretaría debe dedicar sus recursos a la previsión estratégica y contar con una oficina de planificación de políticas. Debe estar preparada para hacer frente a los desafíos actuales y los que puedan surgir en el futuro. 

Estos 10 objetivos son todos de amplio alcance. Algunos dirían: “Debemos pensar a pequeña escala y preguntarnos qué es realista, qué es razonable. A juzgar por la experiencia de los últimos años, ¿a qué programa de trabajo podemos ceñirnos realmente?”. Ante esto, yo respondería con una serie de preguntas: ¿Qué puede dejarse de lado? ¿Acaso no merece nuestra atención el cambio climático por el hecho de que ahora atravesamos una pandemia? ¿No es posible establecer un programa de trabajo para la agricultura porque se están llevando a cabo las negociaciones sobre las subvenciones a la pesca? ¿Por proteger a los peces de las embarcaciones subvencionadas debemos descuidar la contaminación producida por los plásticos en el medio marino? ¿Es imposible obtener resultados prontos para los temas que han de tratarse a más largo plazo porque eso nos impediría equilibrar las cuestiones en un posterior paquete de acuerdos?

Soy consciente de la necesidad de poner triunfos sobre la mesa, y de que hay que empezar por algún sitio. Pero eso no debe ser óbice para ponerse manos a la obra en serio con el fin de abordar todos los desafíos que requieren soluciones comerciales. Ha llegado el momento de poner en marcha investigaciones, de plantear propuestas, de entablar diálogo.  

Deberíamos procurar no insistir demasiado en lo que divide a los Miembros de la OMC, sean cuestiones geopolíticas, o la necesidad de abordar mejor las cuestiones relacionadas con el desarrollo. No debemos ver únicamente los obstáculos al avance, sino también los caminos a seguir. La OMC dejará de ser totalmente pertinente a menos que aborde los problemas actuales.

La necesidad del liderazgo de los Estados Unidos.

El papel de los Estados Unidos

La creación del sistema multilateral de comercio fue en gran medida un proyecto estadounidense. Los Estados Unidos colaboraron con sus aliados para construir un mundo mejor. Este proyecto alcanzó un éxito extraordinario. Pero hoy día los Estados Unidos no son el único Miembro de la OMC indispensable para realizar avances. Con respecto a la mayoría de las cuestiones, cinco o seis de las principales economías (la UE cuenta como una sola) pueden abrir un cauce para afrontar los desafíos actuales. Ninguna por sí sola puede garantizarlos, pero cada una por sí sola puede impedir que se alcancen soluciones. Aunque ahora el sistema cuenta con más de uno o dos actores fundamentales, no puede existir un sistema multilateral de comercio en pleno funcionamiento sin la participación total y activa de los Estados Unidos, ni ahora ni en el futuro próximo. 

El lugar de los Estados Unidos en el sistema mundial de comercio

La nueva Administración estadounidense ha anunciado que favorecerá la cooperación internacional y el multilateralismo. Ha dicho que se propone ser más receptiva a las necesidades de los trabajadores. Katherine Tai, Representante en funciones de los Estados Unidos para las Cuestiones Comerciales, dijo en su intervención como oradora principal en un acto celebrado el 12 de enero que la política comercial de los Estados Unidos debe “beneficiar a los estadounidenses, las comunidades y los trabajadores corrientes”. Añadió que, para eso, primero hay que tomar conciencia de que los estadounidenses no son solo consumidores, sino también productores y asalariados. 

Según datos actuales de las encuestas realizadas por Gallup, la gran mayoría de los estadounidenses, un 79% frente a un 18%, piensa que el comercio exterior representa, más que una amenaza a la economía a causa de las importaciones del extranjero, una oportunidad de crecimiento económico gracias a un aumento de las exportaciones de los Estados Unidos. Esta amplia mayoría de opiniones positivas es especialmente llamativa en vista de los perjuicios económicos causados por la pandemia, unidos al alto nivel de desempleo.

Este entusiasmo general por el comercio no se ve reflejado en las políticas comerciales nacionales. La Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, señaló en su audiencia de confirmación que los estadounidenses, incluso antes de la pandemia, vivían en una “economía en forma de K, en la que los ricos acumulaban la riqueza, mientras que las familias trabajadoras se quedaban cada vez más rezagadas.”(2) En los últimos 40 años, los ingresos del 60% de los hogares estadounidenses con menor poder adquisitivo se han estancado, en tanto que los ingresos del quintil superior, sobre todo los de la franja más alta, han aumentado. La movilidad social intergeneracional se ha resentido. En una economía en forma de K, donde un gran número de estadounidenses, comunidades y trabajadores corrientes están quedando rezagados, el comercio será siempre un blanco fácil para la culpabilización política, aunque no lo merezca.

Las desigualdades en cuanto a riqueza e ingresos han aumentado de forma mucho más acusada en los Estados Unidos que en la Europa Occidental o el Canadá. Eso indica que las políticas nacionales — las redes de seguridad social, la tributación, las políticas activas del mercado laboral, las medidas antimonopolio, las negociaciones colectivas — desempeñan un papel más importante que las normas comerciales internacionales en la realidad cotidiana de los hogares corrientes.

Para salvar la brecha política en el ámbito del comercio, los beneficios del comercio deben percibirse a nivel individual, tanto aquí como en el extranjero. Es necesario que las políticas nacionales y las políticas comerciales se complementen y contribuyan juntas al dinamismo y la productividad económicos, esenciales para la prosperidad futura de los estadounidenses. Los trabajadores de los Estados Unidos y de todas partes, ya sea del sector manufacturero, los servicios o la agricultura, merecen que se les garantice que habrá equidad, que tendrán la posibilidad de competir en los mercados internacionales y que el comercio contribuirá a mitigar los desastres (como se vio con los suministros médicos durante la primera ola de la pandemia el año pasado). Deben saber que allí donde el comercio, así como los cambios económicos más amplios, cause perjuicios, estos se abordarán eficazmente y se adoptarán medidas para paliar sus riesgos y ofrecer más oportunidades. Las políticas nacionales son las principales causantes de la desigualdad de ingresos en todos los países, pero las normas del sistema mundial de comercio pueden aportar soluciones positivas.

Los presentes en esta conferencia están en una buena posición para explicar al público y a los Gobiernos las realidades del comercio, sus necesidades y cómo se puede mejorar el sistema de comercio. Eso no se podrá hacer bien y deprisa sin sus esfuerzos.

Gracias.

 

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