DIRECTEUR GÉNÉRAL ADJOINT JEAN-MARIE PAUGAM

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Señor Presidente,
Señoras y señores miembros del Comité Económico y Social Europeo,
Excelencias,
Señoras y señores.

Deseo darles las gracias por haberme invitado a intervenir ante el Consejo Económico y Social en nombre de la OMC. Me honra por mi institución y me complace por mi condición de europeo.

La Unión Europea ha desempeñado tradicionalmente en la OMC un papel de liderazgo al promover un sistema multilateral de comercio abierto y basado en normas. Ahora encabeza también la lucha contra el cambio climático, en particular con el paquete de medidas “Fit for 55” propuesto recientemente por la Comisión.

Tienen ustedes la amabilidad de pedirnos nuestra opinión, como Secretaría de la organización, sobre el proyecto de mecanismo de ajuste en frontera de las emisiones de carbono y sus implicaciones comerciales desde el punto de vista de las normas multilaterales.

Ante todo, debo subrayar que estas opiniones son todavía muy preliminares y necesariamente deberán matizarse, de manera consensuada y a medida que la propia Unión Europea detalle sus propuestas, en el curso del diálogo que se establezca entre sus instituciones rectoras.

Así pues, quisiera exponerles una primera lectura estructurada en tres puntos.

1. En primer lugar, recordaré algunos puntos de referencia fundamentales sobre la forma en que la arquitectura de la OMC integra la cuestión ambiental.

El punto más importante que se ha de tener presente es que, como cuestión de principios, en las normas comerciales multilaterales no hay NADA que se oponga a la adopción de una política ambiental ambiciosa por uno de sus Miembros, siempre que esa política no sea discriminatoria o encubra motivaciones primordialmente competitivas o proteccionistas.

La conciencia ambiental, que en su momento se denominó “conservación de los recursos naturales”, precedió a la creación del sistema multilateral en el marco del GATT, precursor de la OMC. Cuando se adoptó en 1947, el sistema contenía una excepción ambiental a las normas comerciales, a saber, la posibilidad de establecer medidas restrictivas del comercio en nombre del medio ambiente, siempre que se adoptaran de buena fe y sin discriminación.

Con la creación de la OMC como sucesora del GATT en 1994, solo dos años después de la celebración de la primera Cumbre de la Tierra en Río, se consagró y amplió el reconocimiento de la primacía de los valores ambientales y se asignó formalmente a la OMC el mandato de cumplir el objetivo de desarrollo sostenible mediante los acuerdos comerciales cuyas negociaciones ha de promover.

El segundo punto importante es que el enfoque de las cuestiones ambientales en la OMC ha madurado con el tiempo: si en un principio constituía una mera excepción a las normas comerciales, la cuestión ambiental ha pasado a tratarse como un asunto de política comercial. Dicho de otro modo, la cuestión inicial, a saber, ¿cómo apartarse de las normas comerciales para servir a la causa ambiental?, ha pasado a formularse así: ¿cómo puede el comercio contribuir positivamente a la consecución de los bienes públicos ambientales que busca la sociedad internacional?

Esta cuestión representa ahora una dimensión importante de la política comercial de la Unión Europea, particularmente en el marco de sus acuerdos bilaterales. Lo mismo cabe decir de muchos de sus interlocutores comerciales en virtud de sus propios acuerdos. Ese mismo planteamiento se ha defendido en el marco de la OMC, donde muchos de nuestros Miembros tratan de determinar cuáles pueden ser las contribuciones doblemente ventajosas del comercio que redunden en beneficio del medio ambiente.

Su ejemplo más notorio es la reforma de las subvenciones a la pesca, un objetivo de desarrollo sostenible asignado a la Organización por los Jefes de Estado. Se trata de una negociación que se ha prolongado durante más de veinte años y que ahora se encuentra en su fase final. Estamos haciendo todo lo posible para que concluya en nuestra Reunión Ministerial de diciembre.

— Siguiendo la misma lógica se han planteado otros asuntos similares: por ejemplo, la liberalización de los bienes y servicios que contribuyen a la lucha contra el cambio climático, propuesta por la UE; o la reforma de las subvenciones a los combustibles fósiles, propuesta por un grupo de países encabezados especialmente por Nueva Zelandia y Suiza; o el diálogo sobre la contaminación producida por los plásticos, propuesto por una coalición encabezada por China y Fiji.

2. El segundo punto que abordaré aquí es una descripción de la situación actual: ¿cómo se ha enfocado hasta ahora la cuestión del clima y la aplicación del Acuerdo de París en el marco de la OMC?

A mi parecer, la Organización ha mantenido hasta ahora una posición bastante neutral respecto de este tema. Sus Miembros le han pedido que aborde la cuestión del clima principalmente desde perspectivas técnicas y ad hoc.

Algunas de las políticas ambientales adoptadas en aplicación del Acuerdo de París son objeto de notificaciones y debates en la OMC, como es el caso del examen de las normas y los reglamentos técnicos que afectan al comercio.

A propósito de las políticas climáticas también se intercambian experiencias en el marco de nuestro Comité de Comercio y Medio Ambiente.

Los intercambios no han ido más allá de los foros normales de debate de la Organización. No han provocado fricciones comerciales, o al menos no muy intensas. Por ello considero que la OMC ha mantenido una posición a grandes rasgos neutral. Hasta la fecha, parece que nuestros Miembros han considerado que la cuestión del clima y la aplicación del Acuerdo de París atañen principalmente a las políticas reglamentarias, fiscales e industriales, y no tanto a la política comercial multilateral.

Esta situación está cambiando rápidamente y el tema del clima adquiere cada vez más importancia dentro de la Organización.

  • Porque, desde hace años, varios de nuestros Miembros se han propuesto dinamizar los debates sobre comercio y medio ambiente y desean abordar las cuestiones climáticas en los términos doblemente ventajosos a que me refería anteriormente. La cuestión preocupa también a la Unión Europea, que ha anunciado su disposición a impulsar las negociaciones sobre la liberalización de bienes y servicios que contribuyen a la lucha contra el cambio climático.
  • Porque este año los principales actores de la economía mundial han adoptado objetivos de neutralidad de carbono (cero neto) y compromisos de reducción de sus emisiones para 2030 (en comparación con una referencia de 2005): China (-65%), Estados Unidos (-52%), India (-35%), Japón (-46% respecto de una referencia de 2013), UE (-55%). Estas cifras no son directamente comparables, pero ilustran el compromiso de los principales actores de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.
  • Porque el anuncio por la Unión Europea del paquete de medidas “Fit for 55”, junto con un proyecto de mecanismo de ajuste en frontera de las emisiones de carbono, representa una novedad, o incluso una ruptura. En cualquier caso, se trata del anuncio más importante sobre la cuestión climática, desde el punto de vista del sistema de comercio. Este proyecto ya ha suscitado numerosas preguntas de varios de nuestros Miembros y se han iniciado los primeros debates en varios foros de la OMC, como nuestro Consejo del Comercio de Mercancías, nuestro Comité de Comercio y Medio Ambiente e incluso nuestro Consejo General.

3. Paso ahora a mi tercer y último punto, en el que me centraré más concretamente en el proyecto de mecanismo de ajuste desde la perspectiva de la OMC.

Para empezar, ¿cuál es el problema que estamos tratando de resolver?

En la actualidad, los precios del carbono presentan un amplio intervalo de variación, desde menos de 1 dólar en Ucrania hasta 130 dólares en Suecia. Para muchos es evidente que los precios del carbono no se ajustan todavía a los requisitos establecidos para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. Aparte de los precios del carbono, en términos más generales, el informe parcial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) indica claramente que se necesita más ambición climática si queremos alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. Me viene a la cabeza una estimación del Banco Mundial que alude a un precio de 100 dólares por tonelada para alcanzar los objetivos del Acuerdo de País. ¿Y cómo lo hacemos?

La mejor solución para fijar el precio del carbono sería un acuerdo mundial. Así lo han dicho los responsables del FMI, la OCDE y la OMC. Este enfoque podría tener eficiencia económica y eficacia ambiental, además de ser la opción que menos perturbaría el comercio mundial. Esto es así porque el cambio climático es un problema ambiental de alcance mundial.

A la espera de que esta primera opción se materialice, se han planteado toda una serie de propuestas teóricas, entre ellas el establecimiento de clubes climáticos.

Si no se sigue ninguna vía de cooperación internacional, varios países estudiarán las propuestas unilaterales de tarificación del carbono y contemplarán un mecanismo de ajuste de las emisiones de carbono para hacer frente al posible riesgo de fugas de carbono. ¿Por qué?

La principal preocupación que a menudo se plantea es que, cuanto más sube el precio en una parte del mundo, mayor es el riesgo de fugas de carbono en otras partes del mundo donde el precio seguirá siendo menor si no se aplican otras medidas climáticas para reducir las emisiones de carbono.

Hasta la fecha, los análisis de que se dispone no han establecido definitivamente que se hayan producido fugas de carbono en niveles considerables, pero esos análisis se hicieron en un contexto de bajos precios del carbono: el temor es que puedan producirse fugas si las ambiciones climáticas de las principales economías son demasiado divergentes. De ahí la presión por adoptar un mecanismo de ajuste de las emisiones de carbono para evitar esas posibles fugas.

El anuncio de la UE ha suscitado numerosas preguntas e inquietudes, especialmente entre los países en desarrollo, a quienes preocupa la posibilidad de que el mecanismo de ajuste sea incompatible con las normas de la OMC y menoscabe el principio del Acuerdo de París de responsabilidades comunes pero diferenciadas. ¿Qué podemos decir al respecto desde la perspectiva de la OMC?

En primer lugar, reitero que no hay nada en las normas de la OMC que impida la adopción de ese mecanismo por un Miembro si no se incurre en una discriminación injustificable o una protección encubierta.

En segundo lugar, como suele suceder, el problema va a estar en los detalles, en muchos aspectos.

— Por ejemplo, la referencia utilizada para calcular el contenido de carbono de las importaciones en cuestión será examinada meticulosamente por terceros países.

— Otro caso ilustrativo es el examen de las políticas e iniciativas adoptadas por los terceros países de origen de las importaciones para mitigar el cambio climático. Por ejemplo, si se han adoptado normas y reglamentos estrictos en materia de emisiones o si se han creado sumideros de carbono en lugar de un régimen de comercio de derechos de emisión.

Este tipo de interrogantes son los que explican que el proyecto de mecanismo de ajuste de las emisiones de carbono resulte polémico y complicado en el contexto de la OMC. El riesgo de fricción comercial es real.

La cuestión que aquí se plantea es la siguiente: ¿optarán los países por la cooperación o por el litigio? Un elemento sumamente positivo de la propuesta de la UE es el período de transición: si he entendido bien, el mecanismo de ajuste se pondrá a prueba durante tres años sin mayor costo para los importadores. Es de esperar que los problemas de detalle se resuelvan durante ese período. Lo considero una señal muy importante de apertura de la UE al debate.

Creo que la OMC puede ofrecer un foro para la resolución pacífica y constructiva de las diferencias, mientras se idean soluciones para poner el comercio al servicio de la lucha contra el cambio climático. Nuestros Miembros pueden decidirlo en cualquier momento. Les alentamos a que utilicen la OMC como foro para esos debates. Nuestra Directora General, la Dra. Okonjo Iweala, ha sido muy clara al respecto.

Animo también a su asamblea a que, valiéndose de su influencia, recurra a la OMC como espacio de debate de soluciones cooperativas a los problemas comerciales, que permitan que la política comercial sea un factor de mitigación del cambio climático y de adaptación a sus consecuencias.

Les agradezco una vez más la oportunidad que me han brindado y quedo a su disposición para responder a sus preguntas.

Muchas gracias.

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