DIRECTORA GENERAL NGOZI OKONJO-IWEALA

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Como consecuencia de la escasez en el suministro de vacunas contra la COVID-19, solo alrededor de 75 países habían podido seguir adelante con la vacunación; otros 115 países, en cambio, esperaban mientras la gente moría, dijo la Directora General Okonjo-Iweala en la Cumbre Mundial sobre la Cadena de Suministro y la Fabricación de Vacunas contra la COVID-19.

Esta situación no solo era moralmente “inadmisible”, añadió, sino que además prolongaría la pandemia y causaría daños económicos a todos los países. En lugar de restringir las exportaciones y permitir el aumento de los precios, dijo, “redunda en interés de todos nosotros cooperar para resolver este problema que afecta a la comunidad mundial”.

La Directora General veía motivos para la esperanza en las primeras entregas de vacunas a los países en desarrollo gracias a COVAX, el mecanismo mundial que permitía la adquisición y la distribución equitativa de vacunas contra la COVID-19. Así y todo, los volúmenes de producción y entrega de vacunas seguían siendo demasiado bajos.

“Debemos aumentar y expandir la producción de vacunas contra la COVID-19, en particular en los mercados emergentes y los países en desarrollo”, dijo. En vista de que se necesitarían años para construir a partir de cero nuevas instalaciones de fabricación, si el objetivo era aumentar la producción a corto plazo, se debía “aprovechar al máximo la capacidad de fabricación existente, es decir, localizar plantas ya en funcionamiento y transformarlas”. La experiencia reciente nos llevaba a pensar que era posible reconvertir las instalaciones y verificar sus niveles de seguridad y calidad en seis o siete meses, menos de la mitad del tiempo que se calculaba anteriormente.

Si se incrementaba la producción en todo el mundo, dijo, los fabricantes de vacunas transmitirían la señal de que estaban actuando y de que “las poblaciones y los Gobiernos de los países de ingreso bajo y mediano pueden contar con que tendrán acceso a vacunas asequibles en un plazo razonable”.

La Directora General Okonjo-Iweala observó que en la India y otros países ya se estaban fabricando vacunas contra la COVID-19 con licencia, pero, añadió, eran necesarios más arreglos de esta índole.

Según indicó la Directora General, en los debates mantenidos durante la conferencia se habían señalado tres obstáculos que impedían el aumento de la producción: la escasez de materias primas, la falta de personal calificado y experimentado, y los problemas relacionados tanto con las restricciones y las prohibiciones a la exportación como con el exceso de burocracia. Con respecto a estos últimos problemas en particular, era pertinente el mandato de la OMC en materia de facilitación del comercio, restricciones cuantitativas al comercio y vigilancia de las políticas comerciales.

Como la producción de vacunas dependía del abastecimiento de componentes e ingredientes originarios de múltiples países, dijo la Directora General Okonjo-Iweala, las restricciones al comercio ralentizarían y encarecerían la producción.

No obstante, señaló, las normas de la OMC permitían “las prohibiciones o restricciones a la exportación aplicadas temporalmente para prevenir o remediar una escasez aguda” de productos esenciales. Dicho esto, cabía añadir que esas restricciones debían notificarse a todos los Miembros. Las restricciones debían ser transparentes y proporcionales al problema en cuestión, y los Miembros debían prever los plazos de su eliminación progresiva, dijo.

Informó de que a finales de febrero, según indicaba la labor de vigilancia de la OMC, 59 Miembros y siete observadores mantenían restricciones a la exportación o prescripciones en materia de licencias relacionadas con la pandemia, principalmente para equipos de protección personal. Era positivo constatar que estas cifras eran inferiores a los 91 países que habían introducido medidas de esa índole a lo largo del año anterior. Sin embargo, “no se han notificado todas las restricciones a la exportación relacionadas con la pandemia”, dijo. “No todas parecen temporales. No todas son proporcionales.”

“Debemos fortalecer nuestra función de vigilancia y presentación de informes”, dijo la Directora General Okonjo-Iweala, explicando que su objetivo sería animar a los Miembros a que suprimieran o redujeran las restricciones a la exportación o fijaran plazos para la eliminación progresiva, a fin de contribuir a reducir al mínimo los problemas en la cadena de suministro de vacunas.

Con respecto a la burocracia relacionada con el comercio, la Directora General invitó a los fabricantes a que comunicaran a la OMC en tiempo real los problemas que les surgían, “a fin de que podamos planteárselos a nuestros Miembros y encontrar formas de reducirlos al mínimo y, a ser posible, resolverlos”. Dijo que un hecho poco valorado con respecto a las políticas comerciales durante la pandemia era que las medidas de facilitación del comercio de los Miembros, como los procedimientos aduaneros electrónicos y la simplificación de las prescripciones en materia de documentación, habían superado con creces las políticas de restricción al comercio y habían abarcado mercancías por un valor superior.

En lo que se refería tanto a las restricciones a la exportación como a la facilitación del comercio, señaló la Directora General Okonjo-Iweala, las perspectivas de acción de la OMC mejorarían a medida que se viera que las empresas intensificaban sus esfuerzos con respecto a la producción de vacunas.

La Directora General hizo referencia al debate en curso mantenido en la OMC sobre una propuesta de exención de las normas de la OMC en materia de propiedad intelectual para las vacunas, los tratamientos y los métodos de diagnóstico relacionados con la COVID-19.

“Muchos de los partidarios de la propuesta son países en desarrollo y países menos adelantados, profundamente marcados por el recuerdo de unos fármacos inasequibles contra el VIH/SIDA”, dijo a los participantes en la conferencia. “Murió muchísima gente que no debería haber muerto. Más recientemente, estos países recuerdan haberse quedado los últimos de la cola para las vacunas contra el virus H1N1 mientras países más ricos adquirían los suministros disponibles, que al final no se utilizaron.” Los detractores de la propuesta de exención, señaló la Directora General, sostenían que esta podría representar una amenaza para la inversión y la innovación, y otros Miembros pedían más pruebas que demostraran que la protección de la propiedad intelectual constituía un freno para el despliegue de la vacunación.

Si bien estos “debates de vital importancia se están intensificando aquí en Ginebra”, dijo, “el hecho es que cada nuevo día que padezcamos escasez de vacunas, habrá personas que paguen con sus vidas”. Afirmó que era posible “desplegar esfuerzos en varios frentes”, es decir, continuar con la búsqueda de soluciones en el marco del debate sobre los ADPIC y adoptar simultáneamente medidas para aumentar la producción, “en particular en los mercados emergentes y los países en desarrollo donde exista esa posibilidad”.

Expresó su esperanza de que los fabricantes de los países desarrollados y los países en desarrollo cooperasen con los grupos de la sociedad civil, las organizaciones como la Organización Mundial de la Salud, la Alianza Gavi y la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (que gestionaban juntas el Mecanismo COVAX) y las asociaciones empresariales, incluida la Cámara de Comercio Internacional, para buscar formas de aumentar la producción de vacunas.

“Debemos asegurarnos de que al final obtendremos resultados, para que los millones de personas que esperan nuestra actuación con el alma en vilo sepan que estamos trabajando para encontrar soluciones concretas”, dijo.

La Cumbre Mundial sobre la Cadena de Suministro y la Fabricación de Vacunas contra la COVID-19, celebrada los días 8 y 9 de marzo, fue organizada por Chatham House y patrocinada por el Mecanismo COVAX (la iniciativa relativa a las vacunas contra la COVID-19 encabezada por la Organización Mundial de la Salud, la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias y la Alianza Gavi), junto con la Red de Fabricantes de Vacunas de Países en Desarrollo, la Organización de Innovación en Biotecnología y la Federación Internacional de la Industria del Medicamento. La reunión se celebró conforme a las normas de Chatham House, así que este informe sobre el discurso de la Directora General no refleja las opiniones atribuidas a otros participantes.

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