DIRECTORA GENERAL ADJUNTA ANGELA ELLARD

Más información

  

Buenas tardes, estudiantes, miembros del personal docente, señoras y señores.

Gracias, Profesor Van den Bossche, por invitarme a pronunciar el discurso de apertura de esta ceremonia de graduación.

Es para mí un honor y un placer estar en esta institución, que goza de una excelente reputación en el mundo del comercio, tanto por la calidad de la investigación que lleva a cabo como por la excelencia de sus graduados.

Sé que los estudiantes habéis pasado muchas noches sin dormir y cursado un año académico muy intenso, que aún no ha terminado. Pero ya estáis muy cerca de la meta. ¡Enhorabuena por lo que habéis conseguido hasta ahora! Os deseo mucha energía en la recta final.

El título de mi discurso de hoy es “La función del multilateralismo en un mundo que se enfrenta a una policrisis”. Mientras lo preparaba, descubrí que, en 2018, mi predecesor, el ex Director General Adjunto de la OMC Alan Wolff, pronunció un discurso de graduación aquí sobre un tema algo similar: “El imperio de la ley en una era de conflictos”. Fue hace solo unos años y muchas de las observaciones que formuló siguen siendo pertinentes, aunque el mundo en el que vivimos hoy es muy diferente del de 2018, lo que tiene consecuencias para los Gobiernos y sus ciudadanos, así como para la función del multilateralismo y la OMC.

Hay años que parecen décadas. De hecho, los últimos años han cambiado el mundo y las perspectivas de la economía mundial. Estamos viviendo una pandemia mundial, la guerra en Europa, una inflación galopante, una inseguridad alimentaria generalizada en el mundo en desarrollo.  Y nos enfrentamos a la amenaza existencial del cambio climático, de fenómenos meteorológicos extremos y de la degradación del medio ambiente. Utilizo el término “policrisis” para referirme a las crisis múltiples de nuestro tiempo que se superponen. Esta palabra de origen griego adquirió notoriedad con Jean-Claude Juncker, ex Presidente de la Comisión Europea, en el contexto de las crisis europeas del último decenio. También es adecuada para describir el mundo actual de manera más general. Vivimos en un mundo de policrisis.

Comencemos por la pandemia. Si hay algo positivo en lo que respecta a la COVID-19 es el desarrollo de vacunas en un tiempo récord. No obstante, faltaba un marco de políticas para garantizar el acceso mundial a las vacunas una vez que estuvieran disponibles. El acceso a las vacunas ha mejorado gracias a iniciativas como COVAX y el Centro de transferencia de tecnología para las vacunas de ARNm. Pero en algunas partes del mundo sigue existiendo una gran desigualdad al respecto. Mientras que, en promedio, el 66% de la población mundial ha recibido al menos una dosis de vacuna contra la COVID-19, entre los países de ingreso bajo la tasa media es solo del 17%. Si el mundo hubiera estado mejor preparado, se podrían haber evitado millones de muertes. Tenemos que aprender de esta pandemia y prepararnos para las que surjan en el futuro.

Justo después de la pandemia estalló la guerra en Ucrania. Además de la trágica pérdida de vidas y la destrucción masiva del país, el conflicto ha llevado a millones de personas de otras partes del mundo al borde de la inanición.  Mientras más de 20 millones de toneladas de trigo están bloqueadas en los silos ucranianos, el hambre llama a la puerta de muchos hogares de África, Asia y Oriente Medio. Los precios de los alimentos y los abonos alcanzan un nivel sin precedentes, y alrededor de 50 millones de personas de 45 países se enfrentan a niveles de hambre de emergencia. Las sequías y otras perturbaciones climáticas en algunas partes del mundo agravan la amenaza. En consecuencia, las comunidades vulnerables están expuestas al riesgo de desestabilización política y migración masiva. La apertura de los puertos ucranianos o la búsqueda de vías de exportación alternativas son fundamentales para evitar una catástrofe humanitaria mundial. Mientras tanto, es preciso encontrar formas de subsanar la insuficiencia de suministros y proporcionar alimentos a los más vulnerables del planeta.

Todo esto sucede con el telón de fondo del cambio climático, la mayor amenaza existencial a la que se enfrenta la humanidad. Muchos consideran que el reciente informe del IPCC sobre la mitigación del cambio climático es la “última advertencia” antes de que los principales objetivos del Acuerdo de París pasen a ser inalcanzables. Además, se calcula que casi la mitad de las poblaciones mundiales de peces están sobreexplotadas, y alrededor de una décima parte se encuentran al borde de la extinción, lo que amenaza los medios de subsistencia de quienes dependen de ellas. La contaminación producida por los plásticos es otra amenaza, ya que cada año se producen 300 millones de toneladas de plástico, de las cuales al menos 14 millones acaban en el océano.

Debemos actuar ahora para salvar el planeta y nuestro futuro. Y también aquí, sabemos que muchos países de ingreso bajo son especialmente vulnerables.

Estos problemas no los sufren los países de forma aislada,  sino que afectan a los bienes comunes globales. Nos conciernen a todos y no pueden ser resueltos por un solo país o un pequeño grupo de países. Los retos globales deben abordarse mediante soluciones globales, y el comercio — y el multilateralismo — forman parte de ellas.

En muchos sentidos, un grado insuficiente de globalización — o de multilateralismo — ha dado lugar a una respuesta desigual y fragmentada del mundo a la pandemia, agravándose con ello sus efectos. Y el proteccionismo en relación con las vacunas ha conducido a intentos inadecuados de vacunar a la población de los países en desarrollo, lo que conlleva el riesgo de que el mundo se vea amenazado por nuevas variantes resistentes a las vacunas. En resumen, la pandemia ha demostrado que cuando se responde a una amenaza mundial de forma inadecuada con una reacción desglobalizada, es probable que se produzca una crisis.

De manera análoga, no se puede hacer frente a la crisis climática si los Estados establecen sus propios objetivos independientes al margen de las medidas de los demás. Y, en el mejor de los casos, no sería óptimo abordar la cuestión de la sobrepesca de forma bilateral o plurilateral, sencillamente porque es poco probable que los países reduzcan sus subvenciones si no están seguros de que otros Estados harán lo mismo.

El enfoque multilateral de la OMC puede desempeñar una función fundamental en la solución de todos estos problemas para aprovechar lo mejor de la globalización. La Organización reúne a los 164 Miembros en torno a la mesa de negociación y da voz a cada uno de ellos. Es muy difícil llegar a un consenso y hace falta mucho tiempo para negociar acuerdos internacionales. Pero una vez alcanzado el consenso, significa que todos los Miembros de la OMC lo aceptan, que “se apropian” del Acuerdo y es probable que lo respeten.  No se trata de un resultado basado en la “ley de la mayoría”.

A lo largo del curso académico posiblemente hayáis escuchado que la OMC y el multilateralismo están en crisis, que es imposible alcanzar un consenso y que los acuerdos multilaterales han dado paso a acuerdos bilaterales o plurilaterales. Habréis oído llamamientos a la “autonomía estratégica”, la “relocalización”, la “deslocalización cercana” y la “deslocalización entre aliados”; y términos nuevos, como “slowbalisation” (ralentización de la globalización) y “desglobalización”. Es probable que se haya hablado de que la OMC está “con respiración asistida” o incluso “muerta”.

Pero la semana pasada, la OMC ha demostrado que sus detractores están equivocados. Al lograr resultados en la Duodécima Conferencia Ministerial (o CM12 como la llamamos nosotros), nuestros 164 Miembros pusieron de manifiesto que, en tiempos de crecientes tensiones geopolíticas e incluso de guerra, todavía es posible alcanzar acuerdos multilaterales por consenso en beneficio de los bienes públicos globales. Y lo hicieron en medio de una guerra, una pandemia, una crisis alimentaria y una difícil situación económica mundial.  De hecho, tal vez pudieron hacerlo debido precisamente a la urgencia de estas crisis.  Demostraron que es posible compartimentar las preocupaciones no comerciales, como la guerra, para abordar cuestiones relacionadas con la salud pública, la seguridad alimentaria y la sostenibilidad del medio ambiente.

Los resultados multilaterales logrados por nuestros Miembros son importantes no solo para la labor futura de la OMC, sino también para otras instituciones que tratan de abordar cuestiones como el cambio climático.

Y es igualmente importante que, en el documento final global, los Miembros hayan reafirmado su compromiso con la OMC y el multilateralismo, mostrándose decididos a reformar la OMC en sus tres funciones: negociación, vigilancia y solución de diferencias.

Quisiera destacar a continuación algunos de los resultados de la CM12. En primer lugar, hemos añadido un nuevo acuerdo al conjunto de normas de la OMC, el Acuerdo sobre Subvenciones a la Pesca. Es difícil subrayar suficientemente la importancia de este avance. El Acuerdo contribuirá a poner freno al agotamiento de las poblaciones de peces, de las que el 50% están sobreexplotadas, y ayudará a garantizar los medios de subsistencia de 260 millones de personas que dependen de la pesca marítima.  Es el segundo acuerdo multilateral en toda regla de la OMC concluido desde que se creó la Organización hace 28 años. Y el primer Acuerdo de la OMC en el que la sostenibilidad del medio ambiente ocupa un lugar central. El Acuerdo impone a los Miembros nuevas disciplinas vinculantes que prohíben i) las subvenciones que contribuyen a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (pesca INDNR); ii) las subvenciones respecto de las poblaciones sobreexplotadas; y iii) las subvenciones a la pesca en alta mar no regulada.  Sus sólidas prescripciones en materia de transparencia y de notificación nos proporcionarán mejores datos para orientar las medidas cuando negociemos obligaciones aún más rigurosas en el futuro.  Además, responde a las necesidades de los países en desarrollo y los países menos adelantados al crear un mecanismo de financiación que les ayuda a cumplir sus obligaciones y a aplicar regímenes de ordenación pesquera para desarrollar sus industrias de manera sostenible.

En respuesta a la crisis de salud pública, los Miembros de la OMC han logrado dos resultados: una decisión relativa a los derechos de propiedad intelectual y una declaración sobre los aspectos comerciales, como las restricciones a la exportación, la cooperación en materia de reglamentación y la facilitación del comercio.

La tan anhelada Decisión Ministerial relativa al Acuerdo sobre los ADPIC es un resultado adaptado y específico que ayudará a los Miembros a reforzar y diversificar la capacidad de producción de vacunas, al ofrecer una vía simplificada para exportar a los países que lo necesitan, ya sea directamente o a través de programas humanitarios internacionales. Prevé flexibilidades y orientaciones concretas sobre las medidas prácticas que pueden adoptar los Gobiernos para diversificar la producción y la exportación de vacunas. Es un auténtico avance para la salud mundial y los más vulnerables del planeta.  Excluye, de manera jurídicamente vinculante, a los países en desarrollo que han optado por no participar porque ya están en condiciones de fabricar productos de forma competitiva.

La Declaración Ministerial sobre la respuesta a la pandemia y la preparación para pandemias futuras refleja las enseñanzas extraídas por los Miembros de la OMC y la Secretaría durante la pandemia y se basa en lo aprendido. Hemos trabajado para catalogar las mejores prácticas comerciales a fin de responder a la pandemia y prepararnos para las que surjan en el futuro. Nuestra labor comprende: i) una lista de los obstáculos relacionados con el comercio y las medidas de facilitación del comercio en relación con los productos esenciales para luchar contra la COVID-19; ii) una lista indicativa de insumos esenciales para las vacunas; y iii) un informe sobre la producción de vacunas y los aranceles aplicados a los insumos para vacunas Reunimos a los funcionarios públicos responsables de la formulación de políticas, las organizaciones internacionales, el sector privado y la sociedad civil para intercambiar información y coordinar las respuestas.

Para hacer frente a la crisis alimentaria, los Miembros de la OMC adoptaron la Declaración sobre la Respuesta de Emergencia a la Inseguridad Alimentaria, en la que se reafirma la importancia de no imponer prohibiciones ni restricciones a la exportación que sean incompatibles con la OMC y se destaca la importancia de compartir prontamente la información sobre las políticas que puedan afectar al comercio y los mercados. Además, los Miembros han acordado no imponer prohibiciones ni restricciones a la exportación de productos alimenticios adquiridos con fines humanitarios no comerciales por el PMA. Se trata de medidas importantes para garantizar que los más pobres del mundo tengan con que alimentarse.

En una intervención ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2017, el Ministro de Relaciones Exteriores y Comercio Exterior de Irlanda, Simon Coveney, dijo lo siguiente: “En el mundo globalizado de hoy debemos vivir al abrigo de los demás, no en la sombra”. En la CM12, nuestros Miembros han demostrado que esto es posible, que pueden aunar esfuerzos y reunir la voluntad política necesaria para hacer frente a las emergencias y los problemas que atañen a los bienes comunes globales.

Tras aprobar los resultados de la CM12 el viernes pasado a las cinco de la mañana, los participantes nos dirigimos al patio interior de la OMC, que da al lago Lemán. Vimos una salida del sol hermosa, que queremos pensar que simboliza un nuevo amanecer para la OMC y el multilateralismo.

Pero eso no significa que nuestra labor haya concluido.  En primer lugar, debemos empezar a trabajar inmediatamente en la aplicación del conjunto de resultados que acabamos de aprobar. El Acuerdo sobre la Pesca es un acuerdo evolutivo, que contiene una cláusula de extinción por la que los Miembros están obligados a basarse en el Acuerdo existente y complementarlo con nuevas disciplinas completas. De igual modo, en la Decisión relativa al Acuerdo sobre los ADPIC se prevé que, en un plazo de seis meses a partir de la CM12, los Miembros decidan si amplían su alcance a los medios de diagnóstico y los tratamientos.

Tenemos que seguir trabajando en el tema en el que no pudimos lograr resultados: la agricultura. Todos los Miembros de la OMC están de acuerdo en la importancia vital de la agricultura para sus economías. Pero las diferencias considerables relativas a la constitución de existencias públicas con fines de seguridad alimentaria, la ayuda interna y el acceso a los mercados les impidieron llegar a un consenso sobre una nueva hoja de ruta para la labor futura. De cara a lograr avances en este sentido, los Miembros tienen que encontrar la manera de conciliar sus objetivos de política interna con los de otros Miembros, de forma que se mejore nuestro bienestar colectivo a nivel mundial.

También es preciso poner en marcha la reforma de la OMC. Aunque todos están de acuerdo en que la OMC necesita una reforma, lo que eso significa depende de las apreciaciones personales. Nosotros — esencialmente nuestros Miembros — debemos definir sus parámetros. Es especialmente importante que dispongamos de un sistema de solución de diferencias plenamente operativo, dado que las normas — ya sean antiguas o nuevas — tienen un valor limitado si no se pueden hacer cumplir debidamente.

Y luego están las nuevas cuestiones que hay que abordar.  Por ejemplo, la OMC podría empezar a trabajar en la creación de enfoques comunes sobre la fijación de precios del carbono para contribuir a la lucha contra el cambio climático.  Podríamos negociar un acuerdo para liberalizar el comercio de bienes y servicios verdes, a fin de que esos productos y tecnologías sean menos caros y su comercio no resulte tan engorroso.  Queremos intensificar la labor sobre las normas mundiales relativas a los servicios, así como sobre el comercio digital.  Es esencial tratar estos temas para mantener y aumentar la pertinencia de la OMC y, de manera más general, del multilateralismo. 

Como podéis ver, aún nos queda mucho por hacer, lo que es una buena noticia para vosotros, ya que estáis finalizando vuestro programa de Máster centrado en el comercio internacional.

Algunos de los graduados de este Instituto han contribuido al éxito de la CM12. Estamos orgullosos de ellos, y pronto os tocará a vosotros recoger el testigo. Estoy convencida de que también nos haréis sentir orgullosos.

Ahora que se cierra este capítulo de vuestra vida y estáis a punto de emprender vuestra carrera, permitidme daros un consejo basado en mi propia experiencia.  No tenéis por qué tomar todas vuestras decisiones profesionales ahora, de forma definitiva. Lo más probable es que paséis por varias fases de repeticiones y reinvenciones a lo largo de vuestra vida, cada una de las cuales requerirá competencias distintas. Yo empecé en un bufete de abogados en el que el método de “tierra quemada” era habitual en los litigios. Cuando trabajé para el Congreso como Consejera Comercial Principal, era necesario crear coaliciones y obtener consenso a lo largo y ancho de los partidos para conseguir que algo se aprobara. Y ahora, en la OMC, veo mi función como la de una facilitadora, escucho a los Miembros y los ayudo a acercar posturas.

Todas estas funciones han requerido conjuntos de competencias muy diferentes. Por ello, creo que lo más importante del Programa WTI es que, además de aportaros conocimientos sustantivos, os ha dotado de competencias que serán útiles en cualquier lugar de trabajo: estudiar nuevas cuestiones, lograr resultados bajo presión, trabajar en equipo, defender posturas sin dejar de escuchar, y comunicar con personas de diferentes países y culturas.

Habéis adquirido competencias multidisciplinarias para hacer frente a la policrisis. ¡Buena suerte a todos!

Compartir

Compartir


Si tiene problemas para visualizar esta página,
sírvase ponerse en contacto con [email protected], y proporcionar detalles sobre el sistema operativo y el navegador que está utilizando.