DIRECTOR GENERAL ADJUNTO JEAN-MARIE PAUGAM

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Apreciados colegas,
señoras y señores:

Oxford University Press ha publicado recientemente un importante informe titulado “Food for All” (Alimentos para todos) y subtitulado “International Organizations and the Transformation of Agriculture” (Las organizaciones internacionales y la transformación de la agricultura).  En la página 2 de la introducción se enumeran las “cinco grandes” organizaciones en las que se centra la publicación: la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Banco Mundial, el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA). Como se habrán dado cuenta enseguida, no se incluye a la OMC entre esas organizaciones.

Hace más de 25 años, se concertó en la OMC el histórico Acuerdo sobre la Agricultura. Al final del preámbulo del Acuerdo se indica lo siguiente:

“Tomando nota de que los compromisos en el marco del programa de reforma deben contraerse de manera equitativa entre todos los Miembros, tomando en consideración las preocupaciones no comerciales, entre ellas la seguridad alimentaria y la necesidad de proteger el medio ambiente; tomando asimismo en consideración el acuerdo de que el trato especial y diferenciado para los países en desarrollo es un elemento integrante de las negociaciones, y teniendo en cuenta los posibles efectos negativos de la aplicación del proceso de reforma en los países menos adelantados y los países en desarrollo importadores netos de productos alimenticios;”

Por tanto, el mensaje que se extrae de la lectura combinada de esos dos textos es aparentemente claro: la OMC no se ocupa de manera directa de la seguridad alimentaria.

La seguridad alimentaria es simplemente una “preocupación no comercial”, es decir, una dimensión política que se debe tener en cuenta sobre todo si el programa de reforma del comercio agropecuario afectara negativamente a los intereses de algunos países en desarrollo.

Si fuera así, ¿para qué estaríamos aquí? Eso es precisamente lo que quiero analizar.

De hecho, debemos examinar la seguridad alimentaria por los tres motivos que voy a explicar a continuación:

— En primer lugar, la seguridad alimentaria está adquiriendo un protagonismo cada vez mayor en la OMC, y ocupó un lugar central en los resultados de la reciente Duodécima Conferencia Ministerial (CM12).

— En segundo lugar, el papel del comercio y la OMC en la contribución a la seguridad alimentaria ha sido plenamente reconocido por todos aquellos que trabajan en la cooperación económica internacional.   

— En tercer lugar, debemos pensar urgentemente en maneras creativas de salvar las diferencias persistentes entre nuestros Miembros sobre la mejor manera de abordar la seguridad alimentaria.  

El primer motivo hace referencia al pasado, el segundo al presente y el tercero al futuro.

El pasado

Como he mencionado, la cuestión de la seguridad alimentaria estuvo presente cuando se estableció la OMC, tanto en el Acuerdo sobre la Agricultura (aunque se calificara como “preocupación no comercial”) como en la decisión sobre los países menos adelantados y los países en desarrollo importadores netos de productos alimenticios, donde se reconocía, por ejemplo, la necesidad de prestar un apoyo específico para esta categoría de países.

En la Cumbre Mundial sobre la Alimentación celebrada en Roma en 1996 se acordó la siguiente definición de seguridad alimentaria que se sigue utilizando ampliamente:

“Existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana.”

En la esfera del comercio, la Conferencia Ministerial de Doha de 2001 fue importante para poner en marcha una amplia ronda de negociaciones, especialmente con respecto a la agricultura.

En 2013 llegó la Conferencia Ministerial de Bali y las decisiones sobre una “cláusula de paz” para los alimentos comprados a precios administrados como parte de los programas de constitución de existencias públicas de los países en desarrollo. Esta decisión subrayaba la importancia que concedían los Miembros de la OMC a la seguridad alimentaria.

En 2015, la importancia de la seguridad alimentaria también quedó patente en el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 de las Naciones Unidas (Hambre cero) y más concretamente en su meta 2.b, donde los países se comprometen a:

“Corregir y prevenir las restricciones y distorsiones comerciales en los mercados agropecuarios mundiales, incluso mediante la eliminación paralela de todas las formas de subvención a las exportaciones agrícolas y todas las medidas de exportación con efectos equivalentes, de conformidad con el mandato de la Ronda de Doha para el Desarrollo”. 

Solo unos meses después, la OMC logró ampliamente el compromiso de eliminar las subvenciones a la exportación, en la Conferencia Ministerial de Nairobi, aunque todavía queda mucho por hacer para garantizar que los progresos en esta esfera contribuyan sobremanera al objetivo de poner fin al hambre y la malnutrición.

Finalmente, la CM12 constituyó un nuevo hito importante para la seguridad alimentaria porque

en ella se acordaron una serie de resultados en esta esfera, a saber:

— El primero y más importante, el Acuerdo sobre Subvenciones a la Pesca, tras más de 20 años de negociaciones, que representará una importante contribución a la seguridad alimentaria de cientos de millones de personas. 

— La Decisión Ministerial sobre la Exención de las Prohibiciones o Restricciones a la Exportación para las Compras de Alimentos realizadas por el Programa Mundial de Alimentos. El Director Ejecutivo del PMA, David Beasley, celebró recientemente esta decisión.

— La Declaración Ministerial sobre la Respuesta de Emergencia a la Inseguridad Alimentaria. Se trata de la primera vez que los Ministros de los Miembros de la OMC se reúnen para emitir una declaración al respecto. En ella se explican el contexto de las subidas de los precios de los alimentos, las perturbaciones y restricciones en la esfera del comercio y el preocupante aumento del número y la proporción de personas subalimentadas y en situación de inseguridad alimentaria, lo que menoscaba el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2.

— En lo que respecta a la dimensión cualitativa de la seguridad alimentaria, la Declaración sobre Cuestiones Sanitarias y Fitosanitarias puso en marcha los trabajos sobre los nuevos desafíos en materia de inocuidad de los alimentos, sanidad animal y preservación de los vegetales que pueden afectar al comercio ahora y en el futuro. Abarcan, entre otras esferas, el cambio climático, el cambio demográfico, la innovación en herramientas y tecnologías y los cambios en los patrones de transmisión de las enfermedades o plagas. La seguridad alimentaria mundial es una de las cuestiones que se señaló explícitamente en la Declaración.

El presente

Tras todo lo anterior, ¿en qué punto nos encontramos ahora? La contribución de las políticas comerciales al fortalecimiento de la seguridad alimentaria se reconoce ampliamente en la actualidad, por parte de todos los principales implicados, especialmente en la búsqueda de medios para luchar contra la actual crisis alimentaria.

La OMC participa en todas las iniciativas fundamentales de asociación internacional, como el Grupo de Respuesta a la Crisis Global creado por el Secretario General de las Naciones Unidas. Está coordinándose estrechamente, a nivel de los dirigentes, con otros organismos económicos competentes, como el FMI, el Banco Mundial, la FAO y el PMA. Además, con el impulso político del G7 y el G20 también se reconoce explícitamente la contribución de la OMC.

¿En qué consiste nuestra contribución? El papel de la OMC es triple.

En primer lugar, tratamos de mantener la transparencia en los mercados. Pedimos a nuestros Miembros que notifiquen las medidas comerciales que adoptan, ya sean de restricción o de facilitación del comercio de alimentos. Mantener la transparencia en los mercados es sumamente importante porque ayuda a controlar el riesgo de reacción en cadena y la proliferación de medidas restrictivas. Si no sabe qué hace su vecino, podría caer en la tentación de adoptar políticas de carácter anticipativo para restringir el comercio. La transparencia también contribuye a combatir la especulación en los precios de los alimentos.  

Actualmente, contamos con 23 países que han adoptado 39 medidas restrictivas del comercio por las que se prohíben las exportaciones de alimentos, piensos y fertilizantes.

En segundo lugar, tratamos de mantener los mercados abiertos. En nuestras normas se reconoce que todos los países tienen derecho a adoptar medidas restrictivas del comercio de alimentos en tiempos de crisis. Sin embargo, ese tipo de medidas también han contribuido al aumento de los precios mundiales de los alimentos y los abonos.  En consecuencia, pedimos a nuestros Miembros que esas medidas sigan siendo específicas, proporcionadas y reversibles para que puedan volver a una situación comercial normal lo antes posible.

En tercer lugar, debemos contribuir a aumentar la productividad alimentaria y la disponibilidad de alimentos reformando las políticas agropecuarias causantes de distorsión del comercio. Este ha sido un punto que lleva mucho tiempo en el orden del día de las negociaciones sobre la agricultura en la OMC, desde la Ronda Uruguay. Lamentablemente, estos esfuerzos se han truncado varias veces, también en la CM12. ¿Cuál es el principal obstáculo que nos impide alcanzar un acuerdo también en esta esfera? Bueno, básicamente, el problema son las diversas opiniones respecto de la seguridad alimentaria, especialmente a la compra de alimentos a precios administrados como parte de los programas de constitución de existencias públicas de los países en desarrollo.

Esto me lleva a la tercera observación que quería formular.

El futuro

Si queremos tener éxito, y debemos tenerlo para emprender la reforma agropecuaria del futuro, apuesto por que tendremos que idear una forma creativa de reanudar los debates sobre la agricultura en la OMC. Podríamos empezar analizando las dos “preocupaciones no comerciales” de la Ronda Uruguay: la seguridad alimentaria y el medio ambiente, que se han convertido en un elemento central de las actuales políticas agropecuarias.

La seguridad alimentaria primero, porque los Miembros deben encontrar una solución permanente a la cuestión de la constitución de existencias públicas en el contexto más amplio del programa de reforma que se está negociando en el marco del artículo 20 del Acuerdo sobre la Agricultura. El G33 y el Brasil presentaron nuevas propuestas poco antes de la CM12. Considero que contienen ideas interesantes que podrían ayudar a revitalizar el debate, especialmente acerca de cuestiones como el precio exterior de referencia, los productos comprendidos en las notificaciones, la vigilancia de las exportaciones y las salvaguardias. Se trata de aspectos esenciales para encontrar una solución permanente sobre los que desean un debate y un análisis más exhaustivos.  Un acuerdo sobre esas cuestiones podría favorecer que se alcanzara una solución permanente que atendiera los intereses de todos los Miembros. Bajo los auspicios del Comité de Agricultura en Sesión Extraordinaria tal vez la Secretaría podría ayudar a los Miembros a revisar los datos económicos que sentarían las bases de esa solución.  En cualquier caso, hay que examinar de nuevo esos parámetros para superar el bloqueo actual, y se necesitan ideas creativas.

En cuanto al medio ambiente, que obviamente abarca el cambio climático, probablemente se convierta en la otra cuestión importante que ocupe un lugar destacado en los futuros debates sobre la reforma de la agricultura.

— En primer lugar, la productividad y el comercio agropecuarios ya se han visto negativamente afectados por el cambio climático, sobre todo en los países áridos, lo que ha agravado la inseguridad alimentaria de sus ciudadanos. Para muchos países en desarrollo, el cambio climático y la seguridad alimentaria se han convertido en las dos caras de la misma moneda.

— En segundo lugar, es de suma importancia “replantear” las subvenciones a la agricultura causantes de distorsión del comercio. Representan una dotación de gastos públicos de cerca de USD 800.000 millones al año. Sería útil que esa gran cantidad de dinero público se destinara a garantizar que la agricultura contribuya a la lucha contra el cambio climático.  Hay margen para ampliar las normas contempladas en el Acuerdo sobre la Agricultura y que los países tengan más flexibilidad para conceder subvenciones que favorezcan los esfuerzos de adaptación y mitigación. Asimismo, los países en desarrollo deberán recibir asistencia para que puedan aumentar la producción de manera más sostenible.    

Conclusiones

Queridos y queridas participantes en el Programa de Cátedras, me gustaría pedirles que nos ayuden a conciliar las memorias del pasado, las urgencias del presente y los desafíos del futuro. ¿Cómo podemos dar sentido a una denominada “preocupación no comercial” que está adquiriendo protagonismo en la OMC? ¿Cómo podemos articular de manera óptima la relación entre la seguridad alimentaria y el comercio? ¿Cómo podemos actualizar los conceptos que sustentan las negociaciones sobre la agricultura para que la reforma de las prácticas causantes de distorsión del comercio de productos agropecuarios deje de considerarse un juego de suma cero de concesiones comerciales y se convierta en un poderoso instrumento para luchar contra el cambio climático?

Habrá que analizar exhaustivamente esta esfera para comprender mejor los conceptos fundamentales y presentar sugerencias audaces y nuevas en materia de políticas que puedan ayudar a la OMC a revitalizar sus negociaciones sobre la reforma del comercio de productos agropecuarios.

Con la gran capacidad intelectual reunida aquí hoy, confío en que el Programa de Cátedras OMC es el lugar adecuado para empezar a avanzar en un desafío generacional como este. ¡Cuento con ustedes!

Por ahora, les dejo en las muy buenas manos de un gran panel en el que me complace reconocer a ponentes de gran talento como los siguientes:

  • Edwini Kessie, Director de la División de Agricultura y Productos Básicos de la OMC.
  • Roberta Piermartini, Jefa de la Sección de Análisis de los Costos del Comercio de la OMC.
  • Annalisa Conte, Directora de la Oficina del PMA en Ginebra.

Muchas gracias por su atención.

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