DIRECTORA GENERAL NGOZI OKONJO-IWEALA

Más información

  

En este Día Internacional de la Mujer se me encoge el corazón al pensar en los millones de mujeres y niñas que tan mal lo están pasando en Ucrania. Rezo para que haya un fin rápido y pacífico de la guerra que ya se ha cobrado tantas vidas.

En 1948, tras la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos de todo el mundo adoptaron la Declaración Universal de Derechos Humanos, en la que se proclamaba que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos.”

Desde entonces hemos conseguido progresos considerables, pero las mujeres siguen afrontando muchos obstáculos a la igualdad, incluso en el ámbito económico. Según la Organización Internacional del Trabajo, solo el 43% de las mujeres en edad de trabajar en el mundo tenían trabajo en 2021, frente al 69% de los hombres en edad de trabajar. El Banco Mundial estima que, en promedio, las mujeres apenas disfrutan de tres cuartas partes de los derechos reconocidos por la ley a los hombres. 95 países no garantizan una remuneración igual por trabajo de igual valor.

La COVID-19 ha exacerbado muchas de esas desigualdades. En septiembre de 2021, las mujeres o las niñas tenían 2,4 veces más de probabilidades que los hombres o los niños de renunciar a un trabajo remunerado para prestar cuidados a los demás, un 21% más de probabilidades de dejar de ir a la escuela y un 23% más de probabilidades de haber comunicado un aumento de la violencia de género.

La pandemia también ha acentuado las desigualdades en el comercio internacional. Si bien algunas empresas dirigidas por mujeres han logrado trasladar con éxito sus operaciones al formato en línea, o dar un giro hacia nuevas actividades, otras se han visto obligadas a cesar sus operaciones; además, las mujeres estaban sobrerrepresentadas en sectores muy afectados por la pandemia, como el turismo, los servicios de restauración y el comercio minorista. Las empresas dirigidas por hombres tienen hoy en día casi dos veces más de probabilidades que las dirigidas por mujeres de conectarse a las cadenas de valor internacionales, según el Global Entrepreneurship Monitor.

La reducción de la brecha de género en el comercio y en la economía en general no solo es un deber moral, sino que, desde un punto de vista económico, es lo más acertado, pues contribuirá a fortalecer una recuperación económica después de la pandemia que seguirá siendo frágil y desigual, al impulsar el crecimiento, la creación de empleo y la capacidad de suministro.

El trabajo remunerado de las mujeres puede ser transformador para ellas como personas, para sus familias y para toda la sociedad. Se estima que el simple aumento de la tasa de actividad femenina para igualar la tasa de los hombres aumentaría el PIB en un 5% en los Estados Unidos, el 9% en el Japón y el 34% en Egipto. Un trabajo más reciente de los investigadores del FMI sostiene que los beneficios serían aún mayores, ya que una mayor diversidad de género está vinculada a una mayor productividad.

El comercio es un medio para crear más y mejores puestos de trabajo para las mujeres. La investigación llevada a cabo por la OMC y el Banco Mundial revela que las mujeres que trabajan en los sectores de la exportación ganan más que en los sectores no relacionados con la exportación, y que es más probable que tengan empleos formales.

Para eliminar la marginación de las empresas propiedad de mujeres en la economía mundial será necesario adoptar medidas en dos grandes frentes.

En primer lugar, será necesario reducir los costos relacionados con el comercio para todas las empresas, ya que esos costos son más onerosos para las empresas más pequeñas que suelen gestionar las mujeres. Esto implica aplicar las normas vigentes de la OMC, como el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio, así como el nuevo acuerdo sobre la reglamentación nacional en el ámbito de los servicios al que llegaron 67 Miembros en diciembre. Y también significa concluir las conversaciones en curso en esferas como el comercio electrónico, en las que 86 Miembros pueden aumentar la previsibilidad y reducir los costos con el establecimiento de algunas normas internacionales de referencia en la esfera digital.

En segundo lugar, y relacionado con lo anterior, será preciso elaborar políticas específicas a favor de las mujeres y de sus empresas.

Estas políticas incluyen también medidas relacionadas con la oferta, como la labor que el Marco Integrado mejorado, el Fondo para la Aplicación de Normas y el Fomento del Comercio y el Centro de Comercio Internacional hacen con las empresas propiedad de mujeres para que puedan superar todos los obstáculos que les impiden acceder a los mercados internacionales. Estos obstáculos van desde redes empresariales débiles y un escaso acceso a la información sobre el mercado, hasta el respeto de las normas mundiales en materia de salud y seguridad.

Una gran parte de los Miembros de la OMC también ha tomado medidas, en lo que respecta a las políticas, para que el sistema multilateral de comercio responda mejor a las cuestiones de género.  Después de llegar a un acuerdo, hace cinco años, para arrojar luz sobre los obstáculos a los que se enfrentan las mujeres en el comercio mundial, que van desde la desigualdad en el acceso a la financiación para el comercio hasta una participación en condiciones inferiores a las ideales en los mercados de contratación pública, estos Miembros han establecido un grupo de trabajo informal encargado de examinar las opciones para la adopción de medidas de política y propuestas legislativas en el futuro. Una esfera importante en la que están listos para la adopción de medidas es la recopilación de datos desglosados por género: en estos momentos, a menudo es difícil dirigir el apoyo a las mujeres, porque los gobiernos no saben qué problemas están relacionados con el comercio. Esa información es muy importante, porque puede ayudarnos a resolver los problemas relacionados con el comercio que afrontan las mujeres en la práctica.

A menudo digo que el futuro del comercio se basa en la digitalización, los servicios y las tecnologías verdes. Pero, para edificar las sociedades equitativas y prósperas que necesitamos, el futuro del comercio también depende de las mujeres. Las mujeres deben estar en primera línea y, al mismo tiempo, ocupar un lugar central en la economía y en el comercio para que podamos recuperarnos de manera sostenible de la pandemia.

Compartir

Compartir


Si tiene problemas para visualizar esta página,
sírvase ponerse en contacto con [email protected], y proporcionar detalles sobre el sistema operativo y el navegador que está utilizando.