CONSEJO GENERAL

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Buenas tardes a todos. Permítame, Presidente del Consejo General, agradecerle su informe y elogiar sus esfuerzos por mantener constante el impulso, en cuestiones esenciales para la CM12. Nos reunimos en un período difícil. Sin embargo, en estos momentos de dificultad, también es bueno que, como Organización multilateral, tratemos de mostrar con el ejemplo en qué consiste ese multilateralismo que el mundo tanto necesita. El multilateralismo es uno de los instrumentos que nos unen para dar respuesta a los desafíos mundiales a los que todos hacemos frente actualmente. Es preciso que sigamos haciendo nuestro trabajo, en beneficio de las personas a cuyo servicio estamos, especialmente estos momentos tan penosos.

La gran mayoría de los Ministros con los que me reunido en las últimas semanas ha reiterado el llamamiento a que la OMC prosiga su labor en relación con numerosas cuestiones esenciales, en particular las que hemos venido preparando de cara a la CM12. Nadie, en ninguno de los encuentros que he mantenido, ha expresado el deseo de abandonar. Por el contrario, todos ven en el comercio parte de la solución a los problemas más apremiantes de la comunidad mundial.

Sabemos que no podemos continuar de la forma habitual, porque la situación en que nos encontramos es muy inhabitual. Pero ya hemos oído al Presidente del Consejo General. Hasta la fecha, con las delegaciones, los Presidentes de los órganos de la OMC y la Secretaría, hemos logrado encontrar una manera viable de seguir haciendo avanzar nuestra labor. Estoy muy agradecida a todos por su empeño en conseguirlo. También me siento alentada por la reacción positiva ante las fechas exactas de la CM12 que el Embajador Chambovey acaba de comunicar. Por parte de la Secretaría, continúa la labor del Equipo de Trabajo de la CM12, encabezado por la Directora General Adjunta Ellard, para garantizar, en coordinación con las autoridades suizas, que la Conferencia Ministerial transcurra sin contratiempos cuando se celebre en junio. Creo que es demasiado pronto para prever lo que sucederá hasta junio; por lo tanto, sigamos adelante. Sigamos trabajando.

Nuestros preparativos para la CM12 no deben y no pueden limitarse a cuestiones de procedimiento. Es preciso que preparemos el terreno de fondo para que nuestros Ministros logren resultados. La CM12 tendrá lugar ante el trasfondo de circunstancias excepcionales. Esto exige el enfoque pragmático al que ha hecho referencia el Embajador Chambovey. Para que ese enfoque surta efecto, es preciso que todos, aquí en Ginebra, actuemos unidos y contribuyamos a la convergencia, a fin de que nuestros Ministros puedan centrarse en las esferas más esenciales que todos ustedes han determinado y que, por el momento, son las siguientes: la respuesta a la pandemia, las subvenciones a la pesca, la agricultura y la reforma de la OMC. Todos sabemos que también hay otras cuestiones ligadas al desarrollo y los PMA que igualmente debemos examinar.

La reforma de la OMC sigue siendo un asunto esencial para los Miembros. Hallar una manera mutuamente aceptable de hacer avanzar este debate ha sido un elemento integral de nuestros preparativos para la CM12, y debe seguir siéndolo.

En cuanto a las negociaciones, expreso mi reconocimiento por la labor en materia de agricultura y de subvenciones a la pesca, dirigida, respectivamente, por los Embajadores Peralta y Wills. Aliento a todas las delegaciones a que apoyen a nuestros Presidentes, para que podamos resolver el mayor número posible de cuestiones pendientes en nuestro avance.

Permítanme mencionar también brevemente que he asistido al Retiro del Grupo de PMA, que tuvo lugar hace dos semanas bajo la presidencia del Embajador Makaila. Hablamos del estado de las economías de los PMA en la situación actual y examinamos cuestiones comerciales especialmente preocupantes para los PMA de cara a la CM12. Dada su vulnerabilidad, el aumento de los precios de los alimentos y la energía causa dificultades a los PMA y agrava aún más los efectos económicos de la lenta recuperación tras la pandemia. Volveré a este punto más adelante. Por el momento, permítanme señalar que me siento alentada por el informe del Presidente del Consejo General sobre la disposición de los Miembros a tratar estas cuestiones de manera constructiva con los PMA. Insto a todos a que prosigan estos debates para que podamos alcanzar resultados mutuamente aceptables en beneficio de los más vulnerables entre nosotros.

La respuesta a la pandemia sigue siendo otra esfera esencial. El nombramiento de nuestro anterior Presidente del Consejo General, el Embajador Castillo, como facilitador es una buena noticia y agradezco al Embajador su informe. El hecho de que las delegaciones sigan dialogando entre sí durante la pausa estratégica hace confiar en que podamos seguir avanzando en esta esfera. Esperemos, como ha dicho el Embajador, que sea pronto. Dado que los efectos de la pandemia persisten, confío en que sigamos tratando esta cuestión con la urgencia que merece.

Lo mismo cabe decir de la exención del Acuerdo sobre los ADPIC. He estado hablando con varias delegaciones estos últimos días y la pasada semana. Esperamos poder avanzar en esta esfera pronto. Todavía hay algunas cuestiones que resolver con la Cuadrilateral. Pero confiamos en poder plantear esta cuestión ante el Consejo de los ADPIC lo antes posible. Tengan la seguridad de que cualquier resultado se expondrá en todo caso de manera transparente a los Miembros y se debatirá en el Consejo de los ADPIC de manera que podamos lograr avances en esta esfera.

También sobre este tema, deseo informarlos de que el Grupo de Trabajo Multilateral de Líderes se reunió de nuevo el 1 de marzo. Celebramos una reunión productiva con los 10 directores ejecutivos de fabricantes de vacunas presentes. Sabemos que la producción ya es suficiente, pero sigue habiendo un problema persistente de falta de equidad en el acceso, al que también hay que dar respuesta, al igual que a la cuestión de la diversificación de la capacidad de producción. Tenemos dificultades de distribución, problemas de infraestructura en lo que concierne a la cadena del frío, y carencia de personal, entre otras cosas. También hay numerosas discontinuidades sobre el terreno y problemas de fragmentación del suministro. Es preciso que resolvamos estas cuestiones de inmediato. Creo que la conversación que hemos mantenido con los directores ejecutivos, y la promesa de trabajar unidos en estas cuestiones antes de la próxima reunión, nos da cierta esperanza de que, junto con los otros líderes multilaterales, podamos ver concretamente sobre el terreno, en los distintos países, cómo resolvemos estas cuestiones y avanzamos en la equidad en el acceso a las vacunas.

Presidente, estas son las principales observaciones que quería hacer sobre las cuestiones que usted y el Embajador Castillo han planteado en sus informes a los Miembros. Sin embargo, aprovechando el uso de la palabra, deseo, con su permiso, tratar una cuestión igualmente importante: la de la crisis alimentaria mundial. Quisiera referirme brevemente a la crisis alimentaria y agrícola que afecta al mundo actualmente y amenaza agravarse en el futuro si no se adoptan medidas para mitigar y gestionar la situación.

El 23 de marzo los Ministros de Comercio del G-7 me invitaron a participar en su reunión, en la que expuse algunas reflexiones sobre la situación, en particular sobre la manera en que los Miembros de la OMC pueden ayudar. Posteriormente, los líderes del G-7 también han hecho pública una declaración muy útil sobre la manera en que se proponen actuar para contribuir a mitigar la inminente crisis alimentaria mundial y su repercusión en Ucrania y en los países pobres vulnerables. Permítanme comunicarles algunas de las reflexiones y recomendaciones que expuse a los Ministros de Comercio del G-7.

También deseo informarlos de que, el 23 de marzo, el Secretario General de las Naciones Unidas estableció un comité directivo de tres niveles, constituido por Jefes de Gobierno, jefes de organizaciones internacionales y expertos técnicos, para tratar la cuestión del aumento de los precios de la energía y los alimentos y su repercusión en los países en desarrollo, con el fin de formular recomendaciones. Se espera de la OMC una contribución esencial en la búsqueda de soluciones a la crisis alimentaria. A tal fin, consideré que sería bueno hacer hoy algunas observaciones a este respecto.

El Comité de Agricultura ha mantenido un importante debate sobre la cuestión de la crisis alimentaria. La Embajadora Peralta, como Presidenta del Comité de Agricultura en Sesión Extraordinaria, sigue abordando esta cuestión. De hecho, esperamos con interés una importante conferencia sobre seguridad alimentaria que se propone organizar a finales de abril con ayuda de la Secretaría, en la que los Miembros también tendrán la oportunidad de debatir realmente sobre estas cuestiones. El personal de la Secretaría ha llevado a cabo un excelente análisis sobre estas cuestiones, parte del cual esperamos poner en conocimiento de los Miembros muy pronto. De hecho, buena parte de lo que diré hoy se basa en gran medida en esa labor de análisis.

En pocas palabras, en la OMC tenemos un fundamento sólido sobre el que considerar soluciones viables a la presente crisis. Permítanme, sin embargo, comenzar diciendo que la OMC es una Organización basada en el imperio de la ley y en la paz como principio. Se fundó después de la segunda guerra mundial, como Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, para fomentar una mayor interdependencia y una coexistencia pacífica. Sigamos aplicando esos ideales fundacionales de solidaridad mundial para contribuir a mitigar el sufrimiento de tantas personas en esta crisis mundial.

La guerra en Ucrania ha causado un inmenso sufrimiento y una pérdida catastrófica de vidas humanas, y ha desencadenado una crisis humanitaria aún en curso. También ha asestado un duro golpe a una economía mundial que aún está recuperándose de los efectos de la pandemia, la cual todavía no ha finalizado. Ucrania y Rusia, juntas, representan tal vez apenas el 2% del PIB mundial y el 2,5% de las exportaciones de mercancías. Sin embargo, son proveedores esenciales de alimentos, energía, abonos y determinados metales. Por ello, las perturbaciones económicas originadas en la región del Mar Negro, comenzando por el aumento de los precios de los alimentos y la energía, repercuten en primer lugar y sobre todo en el pueblo de Ucrania, pero también en la vida y los medios de subsistencia de personas de todo el mundo.

La seguridad alimentaria básica de decenas de países y decenas de millones de personas está en peligro. Estos países, que ya figuran entre los que más lentamente se están recuperando de la pandemia, necesitan una cooperación internacional en materia de comercio que contribuya a mitigar los riesgos de pobreza, hambre —incluso hambrunas— y agitación social.

En el caso de Ucrania, estaba previsto que su PIB real aumentara este año un 3,5%. Ahora la OMC estima una posible disminución del PIB de hasta el 25%, según el alcance de la destrucción causada por la guerra. El FMI había proyectado un crecimiento del 4,4% de la economía mundial para este año. Nuestra estimación indica que el conflicto y las políticas conexas podrían reducir entre 0,7 y 1,3 puntos porcentuales el crecimiento del PIB mundial, que se situaría entre el 3,1% y el 3,7% este año. Con el mismo modelo de simulación, el crecimiento del comercio mundial podría reducirse este año a la mitad del pronosticado en octubre: del 4,7% al 2,5%.

Los precios de los alimentos, los abonos y la energía ya han aumentado acusadamente. Esto tendrá graves repercusiones en los países en desarrollo. Los alimentos y la energía constituyen una proporción elevada del consumo corriente de los hogares pobres. Rusia y Ucrania aportan en torno al 25% del comercio de trigo y el 73% de las exportaciones mundiales de aceite de girasol en bruto. Rusia realiza el 9,4% de las exportaciones de combustibles y, junto con Belarús, suministra el 20% de los abonos importados en el mundo. África y Oriente Medio figuran entre los principales mercados de las exportaciones de alimentos de Ucrania y Rusia.

En África, los precios de los principales productos básicos han aumentado ya entre un 20% y un 50% de enero a marzo, según el Banco Africano de Desarrollo. No solo aumentarán los precios de los cultivos exportados por Rusia y Ucrania, sino también los de aquellos que puedan servir para sustituirlos, a medida que los países traten de suplir con productos alternativos la falta de importaciones. El precio del arroz ha aumentado un 12% desde el comienzo del año, y el de la avena un 8%.

Treinta y cinco países africanos importan alimentos de uno o ambos países, y 22 importan abonos. Algunos dependen esencialmente de uno de los dos países para su abastecimiento de artículos de primera necesidad, como el trigo. En 2019 Egipto obtuvo el 73% de sus importaciones de trigo de Ucrania y Rusia. La República de Benin obtuvo el 100% de sus importaciones de trigo de Rusia; Rwanda, Uganda y Namibia son otros países que dependen esencialmente de ambos países para obtener sus importaciones de trigo. Fuera de África, países de Oriente Medio como los Emiratos Árabes Unidos y el Líbano, dependen esencialmente, mientras que Mongolia, Georgia, el Afganistán y Nicaragua dependen también de esas importaciones. Solo Ucrania suministró el 49% de las importaciones de trigo de Túnez y el 31% de las de Etiopía.

A corto plazo, la cooperación internacional en materia de comercio es necesaria para minimizar la repercusión de las contracciones de la oferta de productos básicos fundamentales cuyos precios ya han alcanzado máximos históricos y preservar el buen funcionamiento de los mercados internacionales. Pensemos en el trigo. La escalada de los precios ya ha inducido a algunos Gobiernos a introducir controles de las exportaciones. Nuestro sistema de vigilancia indica que en torno a 12 países han impuesto restricciones y prohibiciones a la exportación. Aunque no se trata aún de un gran número de nuestros Miembros, es importante dar a conocer esta información, para que los Miembros puedan centrarse en políticas que probablemente ayuden a mitigar o resolver la actual crisis.

Solo coordinándose podrán los Gobiernos evitar que se repita la cascada de restricciones a la exportación que exacerbó los aumentos de precios durante la crisis de los precios de los alimentos de 2008 a 2010. Del mismo modo, los países que puedan permitirse poner en circulación parte de sus existencias de reserva podrían coordinar la puesta en el mercado internacional de trigo, cebada y otros cereales y granos, así como de aceites, para aliviar la contracción de la oferta. También podría recurrirse a medidas de facilitación del comercio para facilitar la libre circulación de las mercancías. Esto ayudará a corto plazo.

Sin duda, hay que esforzare por dar al Programa Mundial de Alimentos pleno acceso a compras con fines humanitarios. La transparencia, mediante la notificación y la comunicación inmediatas de la información, puede ayudar a la comunidad internacional a gestionar mejor la situación. Desde hace un decenio, la información sobre el suministro y las existencias estratégicas de productos alimenticios comunicada a través del Sistema de información sobre el mercado agrícola ha permitido a los principales exportadores e importadores impedir situaciones de pánico y preservar el buen funcionamiento de los mercados.

A más largo plazo, podrían intervenir proveedores alternativos. Por ejemplo, varios países podrían aumentar el cultivo de trigo. Otros, la producción de abonos. Incluso a largo plazo, los Miembros también podrían mejorar las situación en materia de seguridad alimentaria comunicando inmediatamente de manera transparente toda información que pueda afectar al comercio y los mercados de productos alimenticios y productos básicos agrícolas. Es importante observar que en algunas zonas también puede producirse más.

África puede producir más. Sin duda, tiene la tierra y los recursos necesarios para hacerlo. El Banco Africano de Desarrollo hizo público recientemente su plan para ayudar a los países a aprovechar su plataforma de transformación de la tecnología agrícola con el fin de producir variedades de trigo, maíz y otros cultivos con una mayor tolerancia del calor y más adaptables. Se han asignado USD 1.500 millones a este fin para un período de dos años.

La guerra en Ucrania está perturbando aún más cadenas de suministro que empezaban a recuperarse de las dificultades originadas por la pandemia. Estos problemas de cadena de suministro también deben ser gestionados para evitar perturbaciones del comercio en un momento en que es necesario reforzar la resiliencia del suministro de alimentos en los países deficitarios en alimentos. El 21 de marzo reunimos a altos ejecutivos de todas las categorías de participantes en la cadena de suministro —navieras, puertos, empresas de logística y usuarios— para considerar qué puede hacer la OMC para paliar las perturbaciones de la cadena de suministro y promover la libre circulación del comercio. En estas conversaciones participaron los Presidentes de varios Comités.

Para concluir, permítanme destacar que la mejor forma de velar por la resiliencia del suministro será en última instancia establecer mercados internacionales más profundos y diversos, cimentados en normas abiertas y previsibles. Concentrarse en el abastecimiento y la producción internos, aunque es una opción comprensible, también podría generar nuevas vulnerabilidades y tal vez no sea la mejor estrategia de gestión del riesgo. Los cultivos de trigo de una región podrían resultar destruidos por una sequía, una inundación u otro fenómeno meteorológico. Un invierno excesivamente frío y un terremoto podrían desbaratar el suministro de electricidad y detener la producción en las fábricas.

El comercio ha sido y seguirá siendo un medio esencial de adaptación a las conmociones globales cada vez mayores que afectan actualmente al mundo. No es el momento de replegarse. Es el momento de aplicar estrategias bien diseñadas de diversificación, desconcentración y gestión del riesgo, entre otras. Es el momento de subrayar la importancia del multilateralismo, la solidaridad mundial y la cooperación.

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