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Declaración conjunta

El Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu, la Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, el Presidente del Grupo Banco Mundial, David Malpass, el Director Ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), David Beasley, y la Directora General de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Ngozi Okonjo-Iweala, emitieron la siguiente declaración conjunta en la que instaban a que se actuara urgentemente para afrontar la crisis mundial de seguridad alimentaria.

La pandemia de COVID-19, la interrupción de las cadenas internacionales de suministro y la guerra en Ucrania han provocado graves perturbaciones en los mercados de alimentos, combustibles y abonos, los cuales son interdependientes. Según el PMA, en junio de 2022 el número de personas en situación de grave inseguridad alimentaria, cuyo acceso a corto plazo a los alimentos se ha restringido a tal punto que sus vidas y medios de subsistencia corren peligro, aumentó a 345 millones en 82 países. Lo que es peor, cerca de 25 países han reaccionado al aumento de los precios de los alimentos imponiendo restricciones a la exportación que afectan a más del 8% del comercio mundial de este tipo de productos.(1) Además, la respuesta para el suministro de alimentos se ha dificultado debido a que los precios de los abonos se han duplicado en los últimos 12 meses a raíz de los elevados costos sin precedentes de los insumos, como el gas natural. Para que los precios bajen, se deben liberar las existencia mundiales, que no han dejado de crecer a lo largo del último decenio. Todos esos acontecimientos coinciden en un momento en que el margen fiscal de que disponen los Gobiernos para adoptar medidas es muy limitado a causa de la pandemia de COVID-19. A más largo plazo, cabe señalar que el cambio climático tiene repercusiones estructurales en la productividad agropecuaria de muchos países.

A fin de evitar más dificultades que impidan la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, deben adoptarse medidas a corto y largo plazo en cuatro esferas principales, a saber: i) prestación de ayuda inmediata a las poblaciones vulnerables; ii) facilitación del comercio y el suministro internacional de alimentos; iii) incremento de la producción, y iv) inversión en una agricultura resiliente al clima.

  • Prestación de ayuda inmediata a las poblaciones vulnerables: Es prioritario fortalecer con rapidez las redes de protección de los hogares vulnerables a nivel nacional y garantizar que el PMA disponga de recursos suficientes para atender a los más necesitados. Deberían facilitarse las actividades del PMA a través de medidas como la reciente adopción por los Miembros de la OMC de un acuerdo para eximir de las restricciones a la exportación las compras de alimentos realizadas por el PMA con fines humanitarios. Las subvenciones a la energía y los alimentos, si no están bien orientadas, resultan costosas e ineficaces. Deberían sustituirse por transferencias monetarias destinadas solamente a las personas más vulnerables. Con el tiempo, pueden ampliarse los sistemas de protección social eficaces para cubrir a más personas. En los mejores de los casos, estos se caracterizan por estar claramente orientados y disponer de mecanismos eficientes de afiliación, asistencia y pago, a menudo aprovechando la tecnología.
  • Facilitación del comercio y el suministro internacional de alimentos: A corto plazo, la liberación de las existencias, según proceda y de conformidad con las normas de la OMC, y la adopción de una solución diplomática para evacuar los cereales y los abonos que se encuentran bloqueados en Ucrania contribuirán a restablecer la disponibilidad y asequibilidad de los suministros alimentarios. Es fundamental facilitar el comercio y mejorar el funcionamiento y la resiliencia de los mercados mundiales de alimentos y agricultura, incluidos los cereales, los abonos y otros insumos para producción agrícola, como se indica en la Declaración Ministerial sobre la Respuesta de Emergencia a la Inseguridad Alimentaria. La crisis de 2008 nos enseñó que la imposición de restricciones al comercio mundial tiene como consecuencia directa un aumento de los precios de los alimentos. La eliminación de las restricciones a la exportación y el establecimiento de procesos de inspección y de sistemas de concesión de licencias más flexibles contribuirían a reducir al mínimo las perturbaciones ocasionadas y a bajar los precios. También será crucial intensificar la transparencia mediante la presentación de notificaciones a la OMC y la mejora de la vigilancia de las medidas comerciales.
  • Incremento de la producción: Deben adoptarse medidas destinadas a alentar a los agricultores y a los pescadores a incrementar la producción sostenible de alimentos, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo, y a optimizar las cadenas de suministro que los conectan a los 8.000 millones de consumidores del mundo entero. Para ello, se necesitan abonos, semillas y otros insumos asequibles en el sector privado, que es el principal actor en esos mercados. También supone una prioridad fundamental conceder capital de explotación a los productores competitivos. A futuro, será crucial que la FAO, el Grupo Banco Mundial y otros organismos difundan conocimientos sobre mejores prácticas para una utilización más eficiente de los abonos, mediante el despliegue rápido de mapas de suelos, servicios de divulgación y tecnologías de agricultura de precisión. De tal manera, se proporcionará a los productores los conocimientos técnicos indispensables para mantener los niveles de producción y promover el uso sostenible de los recursos naturales.
  • Inversión en una agricultura resiliente al clima: El fomento de las inversiones en la resiliencia de la capacidad agrícola y el apoyo a la adaptación, a las pequeñas explotaciones agropecuarias, a los sistemas de alimentación y a las tecnologías climáticamente inteligentes son fundamentales para el desarrollo de una agricultura resiliente e inteligente en términos climáticos que garantice una producción estable durante los próximos años. También es importante trabajar en la reglamentación y la normalización en materia de inocuidad de los alimentos y en las infraestructuras de las cadenas de valor (instalaciones de almacenamiento, instalaciones de refrigeración, infraestructura bancaria e infraestructura de seguros) para aumentar el acceso a ellas y reducir la desigualdad.

Las experiencias pasadas demuestran que es importante ayudar a los países en desarrollo que se ven afectados por los aumentos de los precios y la escasez a que puedan hacer frente a sus necesidades urgentes sin que dejen de perseguir sus objetivos de desarrollo a más largo plazo. Es fundamental velar por que los países más vulnerables que experimentan graves problemas de balanza de pagos puedan sufragar el aumento de los costos de sus importaciones de alimentos a fin de reducir al mínimo los riesgos de perturbaciones sociales. La financiación para el desarrollo debería proporcionar a los clientes alternativas viables a las políticas aislacionistas, como las prohibiciones de las exportaciones o las subvenciones generales a las importaciones de abonos. Las inversiones en redes de protección adaptables y en una agricultura resiliente al clima, así como en la pesca y la agricultura sostenibles, son ejemplos destacados de medidas ventajosas para todos.

Exhortamos a los países a que refuercen sus redes de protección, faciliten el comercio, incrementen la producción e inviertan en una agricultura resiliente. Sería conveniente determinar y definir las necesidades específicas de cada país mediante un proceso nacional que movilice las inversiones de los bancos multilaterales de desarrollo para establecer un vínculo entre las oportunidades a corto, mediano y largo plazo. Por último, nos comprometemos a trabajar juntos para apoyar este proceso a través de la Alianza Mundial de Seguridad Alimentaria, establecida conjuntamente por la Presidencia del G7 y el Grupo Banco Mundial, para supervisar los factores que impulsan el aumento de los precios, y su impacto, y para contribuir a que los países que lo necesitan puedan acceder a la inversión, la financiación, los datos y los conocimientos sobre mejores prácticas.

  1. Datos hasta el 30 de junio de 2022 y sobre la base del seguimiento por la OMC, Global Trade Alert y el Banco Mundial de los cambios de las políticas comerciales desde febrero de 2022. Volver al texto

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