DIRECTORA GENERAL ADJUNTA ANGELA ELLARD

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Buenas noches,

Permítanme empezar dando las gracias una vez más a Trade Finance Global por acoger el evento de hoy y por habernos reunido.  Es un verdadero placer estar hoy aquí con tantas dirigentes de diferentes sectores de la economía y las organizaciones internacionales. He disfrutado de todos los esclarecedores debates que hemos mantenido hoy en las mesas redondas. 

Es para mí un placer abrir esta cena con unas breves observaciones sobre cómo puede aprovecharse el potencial del comercio internacional para lograr una mejor equidad de género, y sobre cómo puede contribuir a ello la Organización Mundial del Comercio.

La economía mundial no es neutra en cuanto al género. Se estima que las mujeres representan el 39% de la fuerza de trabajo total a nivel mundial, y sus ingresos son, en promedio, entre un 10 y un 30% inferiores a los de los hombres. Además, las mujeres emplean entre 2 y 10 veces más tiempo en labores domésticas no remuneradas, y esa carga aumentó significativamente durante la pandemia de COVID-19. Además, la pandemia ha perjudicado de forma desproporcionada la evolución del mercado laboral para las mujeres. El 2020 las mujeres perdieron más de 64 millones de puestos de trabajo, lo que representa una pérdida del 5% frente al 3,9% en el caso de los hombres.

Tampoco el comercio es neutro en lo que respecta al género. Hay pruebas de que las mujeres tropiezan con mayores obstáculos que los hombres para acceder al mercado mundial y a las oportunidades económicas creadas por el comercio. Las mujeres empresarias se enfrentan a costos comerciales más elevados que los hombres, lo que les impide comerciar a nivel internacional. En particular, las mujeres se enfrentan a mayores obstáculos a la financiación, costos operativos más elevados y un acceso más limitado a la información y los mercados. Esos problemas estructurales de la economía mundial impiden que las mujeres puedan aprovechar plenamente los beneficios del comercio. Por consiguiente, solo exporta una de cada cinco pequeñas empresas propiedad de mujeres.

Al mismo tiempo, sabemos que el comercio internacional puede ser sumamente beneficioso para las mujeres. La investigación que hemos realizado junto con el Banco Mundial muestra que las empresas que participan en el comercio internacional emplean a más mujeres, les pagan mejor y les ofrecen mejores condiciones de trabajo. Por ejemplo, en algunos países como Marruecos, Rumania y Viet Nam, las mujeres constituyen el 50% o más de la fuerza laboral de las empresas exportadoras, lo que se traduce en la creación de empleo para más de 5 millones de mujeres en esos países: aproximadamente el 15% de la población femenina que trabaja en ellos.

El comercio también ha desempeñado un papel fundamental al proporcionar a las mujeres oportunidades de empleo en el sector formal de los países en desarrollo, lo que ha reducido significativamente su participación en el sector informal, en el que las condiciones de trabajo son más inseguras. Según estudios realizados por la OMC, es más probable que las mujeres trabajen de manera informal en sectores con bajos niveles de exportación.

Con frecuencia, las normas comerciales no son neutras en lo que respecta al género.  Cada vez hay más conciencia de la existencia de impuestos ocultos en forma de aranceles sobre los productos que compran las mujeres.  Ed Gresser, del Progressive Policy Institute, publicó un análisis sobre, precisamente, la ropa interior femenina, y lo hizo, cómo no, el día de San Valentín, exponiendo la verdad desnuda: a la ropa interior masculina se le aplican derechos más bajos en los Estados Unidos. ¿Por qué?  Es probable que no exista sexismo per se, sino que sea un reflejo del mero afán de proteger a las ramas de producción nacionales, en particular las que se dedican a una actividad compleja y de mayor valor añadido en el sector de la lencería.  Pero ese mismo problema se da en diversos productos destinados a las mujeres, desde los guantes hasta los productos sanitarios.  Hacer que los responsables de formular las políticas sean más conscientes de ese sesgo de género podría hacer que las políticas acabaran siendo más equitativas y neutras en materia de género.

Dado que la economía y el comercio mundiales están estructuralmente sesgados desde el punto de vista del género, hay que diseñar las normas que rigen el comercio internacional para lograr la neutralidad en lo que respecta a las cuestiones de género.

En la actualidad ya no concebimos el comercio internacional únicamente en términos de apertura de los mercados y reducciones arancelarias: también queremos que el comercio sea una fuente de virtudes, y queremos utilizar el poder del comercio para ayudar a quienes, hasta ahora, tal vez no se hayan podido beneficiar plenamente de la globalización económica: por ejemplo, mujeres, pueblos indígenas y personas con discapacidad. Ello está en consonancia con los objetivos de elevar los niveles de vida y de lograr el pleno empleo y un desarrollo sostenible que están consagrados en el preámbulo del Acuerdo de Marrakech por el que se establece la OMC.

Hacer que el comercio sea más inclusivo apoyando la integración de las mujeres en el comercio internacional es un elemento central de nuestra labor en la Organización Mundial del Comercio. Les daré algunos detalles.

  • En 2020, un grupo de Miembros de la OMC creó el Grupo de Trabajo Informal sobre Comercio y Cuestiones de Género, introduciendo de ese modo la cuestión del comercio y el género en el programa de la OMC. El Grupo, del que forman parte más de 120 Miembros, sirve de plataforma para intensificar los esfuerzos por aumentar la participación de las mujeres en el comercio mundial. Con este fin, los Miembros de la OMC han examinado diversos instrumentos, políticas y programas comerciales a efectos de brindar apoyo a las mujeres.
  • Esos esfuerzos han comenzado a dar fruto. En el documento final de la Duodécima Conferencia Ministerial, celebrada el pasado verano, se establecen las prioridades de la Organización, y en él todos los Miembros de la OMC reconocieron la importancia del empoderamiento económico de las mujeres. Además, con la inclusión de una disposición sobre no discriminación en el acuerdo plurilateral sobre la reglamentación nacional en el ámbito de los servicios, ya tenemos la primera disposición sobre igualdad de género en un resultado negociado en la OMC.
  • Asimismo, muchos acuerdos comerciales regionales, especialmente los más recientes, incluyen disposiciones e incluso capítulos relativos al género. Reconocen la contribución de las mujeres al crecimiento económico, el desarrollo sostenible y la transformación socioeconómica.
  • Según nuestras estimaciones, de los 500 acuerdos comerciales examinados por la Secretaría de la OMC, 104 incluyen disposiciones o capítulos sobre género. La OMC ha publicado una amplia base de datos en la que figuran las disposiciones sobre género incluidas en los acuerdos comerciales desde el Tratado de Roma de 1957, que fue el primer acuerdo comercial que introdujo el principio de igualdad de remuneración entre hombres y mujeres. Las invito a consultarla.
  • La Secretaría de la OMC apoya además activamente a los Miembros en su labor sobre comercio y género. Hemos puesto en marcha varias iniciativas, como el Centro de Investigación sobre Cuestiones de Género, y a finales del año pasado celebramos nuestro primer Congreso Mundial del Comercio sobre el Género.
  • Una parte importante de nuestra labor también consiste en ofrecer cursos de formación sobre comercio y género, recopilar datos y proponer instrumentos de política para ayudar a los Miembros a integrar el género en sus políticas. La base de datos que mencioné antes es un ejemplo de esa labor.
  • Por último, quisiera señalar que también hemos aunado esfuerzos con la OIT para examinar los efectos de las crisis recientes desde la perspectiva de género y velar por que el comercio contribuya a una recuperación inclusiva.

Permítanme concluir haciendo referencia al Tratado de Versalles de 1920, cuyo preámbulo figura en la pared de la entrada principal en el edificio de la OMC. Dicho Tratado establece el principio de paz universal y estipula que esta solo puede lograrse si se basa en la justicia social. Además, añade que uno de los componentes de la justicia social es la protección de las mujeres.

Este mensaje sigue estando muy vigente, en un momento en que la OMC trata de transformarse de una organización que no tiene en cuenta el género a una con perspectiva de género y, en última instancia, una organización neutra en lo que respecta a esa cuestión. Tenemos que lograr que el comercio beneficie a las mujeres porque, cuando mejora la situación de las mujeres, también mejoran las sociedades.

Gracias.

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