Lo que está ocurriendo en la OMC

NOTICIAS:  COMUNICADOS DE PRENSA 1996

PRESS/46
24 de abril de 1996

Las iniciativas regionales deben tender al establecimiento de un mercado mundial libre, dice Ruggiero

El Director General de la OMC hace referencia a los progresos alcanzados en materia de telecomunicaciones y exhorta a que en el orden del d�a de Singapur se aborden los problemas de los pa�ses menos adelantados.

“S�lo un mercado mundial y un sistema mundial de comercio libres pueden afrontar los retos mundiales de nuestra �poca”, dijo hoy (24 de abril) en Singapur el Sr. Renato Ruggiero, Director General de la OMC en el Congreso Mundial del Comercio, patrocinado por la Junta de Comercio y Desarrollo de Singapur y el International Herald Tribune.

En un discurso de amplio alcance titulado “Repercusiones para el comercio en un mundo sin fronteras”, el Sr. Ruggiero abog� por un “regionalismo abierto”, en el que los grupos regionales eliminen los obst�culos internos al comercio y reduzcan al mismo tiempo los obst�culos aplicados a terceros. “Cada uno de los grupos regionales existentes o por crearse tiene que colaborar con visi�n y determinaci�n a asegurar que al final del proceso tanto el enfoque regional como el multilateral contribuyan a la plena liberalizaci�n en un mercado mundial libre”, dijo el Sr. Ruggiero.

Refiri�ndose a las telecomunicaciones, el Sr. Ruggiero expres� que, a medida que las negociaciones de la OMC se acercan a la fecha l�mite del 30 de abril, la “comunidad de intereses de los pa�ses industrializados y los pa�ses en desarrollo resulta clara”. Dijo que las cuestiones no se refer�an a la soberan�a de los reg�menes nacionales de telecomunicaciones, sino m�s bien a “la necesidad de que todas las econom�as queden abiertas a las telecomunicaciones modernas, a fin de disminuir las restricciones espaciales y temporales que afectan a los operadores y ampliar el acceso de sus ciudadanos a la materia prima m�s importante del siglo XXI: la informaci�n”.

En lo que respecta al orden del d�a de la primera Conferencia Ministerial de la OMC, que se celebrar� en Singapur entre el 9 y el 13 de diciembre de 1996, el Sr. Ruggiero subray� que, al examinar la aplicaci�n de los Acuerdos de la Ronda Uruguay, “nuestra atenci�n se debe dirigir especialmente a los graves problemas que afectan a los pa�ses menos adelantados”. Insisti� asimismo en la necesidad de seguir la marcha de los progresos que se alcancen en la soluci�n de los problemas que afectan a los pa�ses importadores netos de productos alimenticios.

Se adjunta el texto �ntegro del discurso del Sr. Ruggiero.

Repercusiones para el comercio en un mundo sin fronteras

Discurso del Sr. Renato Ruggiero, Director General de la Organizaci�n Mundial del Comercio ante el Congreso Mundial del Comercio, Singapur, 24 de abril de 1996

Nada me ser�a m�s placentero que hablar sobre la realidad de un mundo sin fronteras, si estuvi�ramos viviendo en un mundo as�, pero, como todos sabemos, esto dista mucho de ser cierto. Me concentrar�, en cambio, en lo que el comercio, o m�s bien la Organizaci�n Mundial del Comercio, puede hacer para acercarnos a ese objetivo fundamental. En esta tarea, me centrar� en el examen de algunas de las cuestiones que probablemente la OMC deber� afrontar en su primera Reuni�n Ministerial, que se celebrar� en Singapur en el mes de diciembre, y en los problemas de car�cter m�s general que tiene ante s� el sistema multilateral de comercio. Perm�tanme tambi�n aprovechar esta oportunidad para encomiar al Gobierno de Singapur y al International Herald Tribune por su iniciativa de organizar la presente conferencia, que estoy seguro aportar� una importante contribuci�n a una mejor comprensi�n de estas cuestiones y proporcionar� un importante aporte intelectual a la labor de la Conferencia Ministerial.

Desde la posici�n privilegiada de Singapur, el mundo sin fronteras puede quiz� parecer muy pr�ximo. Muy pocas econom�as han aprovechado las oportunidades que ofrece la integraci�n econ�mica mundial con la misma visi�n y determinaci�n. La contribuci�n de Singapur y su creciente poder�o econ�mico se hacen presentes sobre todo en aquellos sectores en los que la mundializaci�n est� m�s adelantada: los servicios, la tecnolog�a avanzada y el capital intelectual de todo tipo. Sin embargo, para otros Miembros de la OMC -por ejemplo, los que dependen de las exportaciones de productos agr�colas o textiles- el mundo sin fronteras puede parecer un objetivo m�s remoto. Puede parecer distante en los pa�ses menos adelantados de �frica o de otras regiones, cuyo problema inmediato es integrarse en el sistema de comercio tal como es actualmente.

La OMC, de la que son Miembros 120 pa�ses, tiene que ayudar a configurar el programa econ�mico y comercial del siglo XXI, sin pasar por alto la permanente necesidad de encontrar soluciones para los problemas que nos han acompa�ado durante muchos a�os. Por consiguiente, ese programa debe ser amplio y equilibrado, de conformidad con el principio de consenso que gu�a la labor de la OMC, pero ha de estar en constante evoluci�n.

La realidad econ�mica en cuyo marco se ha de desarrollar la labor de la OMC es el impulso constante e irrefrenable hacia la integraci�n econ�mica mundial. Los datos comerciales recientes demuestran que la mundializaci�n de las econom�as avanza a un ritmo r�pido, haciendo a los pa�ses cada vez m�s interdependientes, incluido los pa�ses en desarrollo y las econom�as en transici�n. El comercio mundial crece a un ritmo que es casi tres veces el del crecimiento de la producci�n mundial. En 1995, el volumen de las exportaciones mundiales de mercanc�as aument� un 8 por ciento, mientras que la producci�n mundial de mercanc�as se increment� en un 3 por ciento.

Donde mejor se refleja la integraci�n econ�mica mundial es en Asia. Los pa�ses en desarrollo de Asia se han convertido en un centro importante de la actividad comercial mundial; son tambi�n los mercados que registran un crecimiento m�s r�pido. El volumen de las importaciones destinadas a los pa�ses asi�ticos en su conjunto creci� conforme a una tasa anual del 10 por ciento entre 1990 y 1995. En 1995, las importaciones de los diez principales pa�ses en desarrollo de Asia ascendieron a casi 750.000 millones de d�lares EE.UU.

La tasa de crecimiento de las importaciones de Asia, que fue del 13 por ciento en 1995, super� la media mundial por cuarto a�o consecutivo. En 1995, y tambi�n por cuarta vez consecutiva, el volumen de las importaciones de Asia aument� m�s r�pidamente que el de sus exportaciones.

En los pr�ximos cinco a�os, el incremento del volumen de las importaciones de mercanc�as de los diez principales pa�ses en desarrollo de Asia podr�a llegar a ser tan grande como el aumento de las importaciones sumadas de la Uni�n Europea y los Estados Unidos. M�s de un tercio del aumento real de las importaciones mundiales podr�a estar destinado precisamente a esos diez mercados.

En Ginebra est� actualmente en marcha el proceso preparatorio de la Conferencia Ministerial. Su primer logro ha sido un acuerdo sobre la estructura de la reuni�n. Se tratar� de un marco flexible y equilibrado, que permitir� la formulaci�n de declaraciones pol�ticas de car�cter m�s general por parte de los Ministros y tambi�n un examen sustantivo de las cuestiones con el objeto de obtener resultados s�lidos.

El examen del orden del d�a de la reuni�n acaba de comenzar, y el clima ha sido positivo. Naturalmente, existen entre los Miembros enfoques y prioridades diferentes, pero ninguno de ellos aparece en esta etapa como inconciliable.

A mi juicio, este clima positivo obedece al menos parcialmente a una evoluci�n en la manera en que se abordan las cuestiones en la OMC. Esto se manifiesta principalmente en dos aspectos. En primer lugar, estamos comprobando que actualmente es posible entablar negociaciones sectoriales muy importantes sin que sea necesario tener que elaborar en todos los casos acuerdos globales intersectoriales y de amplio alcance, como se hizo en las sucesivas Rondas del GATT. Los necesarios elementos de concesi�n mutua pueden existir dentro de un sector, como lo hemos comprobado en las recientes negociaciones sobre servicios.

En segundo lugar, estas negociaciones sectoriales de alcance mundial han confirmado y a�n mejorado los logros de la Ronda Uruguay, poniendo a los pa�ses industrializados y a los pa�ses en desarrollo en el mismo lado de la mesa de negociaci�n. Se pueden tomar como ejemplo los servicios financieros: resultaba claro que el inter�s de los pa�ses industrializados resid�a en abrir el acceso a los mercados en expansi�n de las econom�as en desarrollo. Sin embargo, era tambi�n evidente que los intereses de los pa�ses en desarrollo iban en la misma direcci�n, ya que al acordar una estructura m�s abierta, transparente y previsible para los servicios financieros, maximizaban su posibilidad de atraer inversiones y aseguraban una de las condiciones b�sicas para el crecimiento de todos los sectores econ�micos.

Los mismo sucede en el sector de las telecomunicaciones, en el que debemos llegar a feliz t�rmino la semana pr�xima. A medida que nos acercamos al final de la negociaci�n, la comunidad de intereses de los pa�ses industrializados y los pa�ses en desarrollo resulta clara. Tambi�n resulta evidente que lo que est� en juego no es la soberan�a de los reg�menes nacionales de telecomunicaciones: los cambios r�pidos y radicales que se producen en materia de tecnolog�a nos obligan a examinar nuevamente este concepto. Las cuestiones que se plantean verdaderamente en este sector se relacionan con la necesidad de que todas las econom�as queden abiertas a las telecomunicaciones modernas, a fin de disminuir las restricciones espaciales y temporales que afectan a los operadores y ampliar el acceso de sus ciudadanos a la materia prima m�s importante del siglo XXI: la informaci�n.

Tanto en el caso de los servicios financieros como en el de las telecomunicaciones, nos estamos ocupando verdaderamente del futuro.

Aunque las tecnolog�as de los servicios mar�timos son m�s antiguas, se podr�a decir casi lo mismo de las negociaciones en curso en este sector. Tambi�n en este caso la importancia decisiva que reviste el sector para la mayor parte de las formas de actividad econ�mica y en pr�cticamente todos los pa�ses hace que sea impensable aceptar la posibilidad de un fracaso.

Estos argumentos no se refieren exclusivamente al sector de los servicios. Piensen ustedes en el comercio y el medio ambiente, tema que en alg�n momento se consider� que separaba peligrosamente a los pa�ses industrializados de los pa�ses en desarrollo. Tambi�n en esta materia est� apareciendo un terreno com�n.

En estas circunstancias alentadoras abordamos la cuesti�n del orden del d�a de la Conferencia Ministerial. Una estructura b�sica para este examen, basada en general en una propuesta anterior del Ministro Yeo, parece estar obteniendo un amplio nivel de aceptaci�n. Desear�a formular algunas breves observaciones sobre algunos de los puntos que aparecen en esa lista.

En primer lugar figura la aplicaci�n. Esto no debe suponer simplemente una labor cuantitativa de inventario, sino tambi�n una visi�n y un compromiso pol�ticos renovados. Tambi�n debe abarcar la manera en que todos nos hacemos cargo de la situaci�n de los pa�ses en desarrollo y en particular la de los pa�ses menos adelantados.

En la Conferencia Ministerial, nuestra atenci�n se debe dirigir especialmente a los graves problemas que afectan a los pa�ses menos adelantados. Teniendo en cuenta los textos de Marrakech, debemos examinar qu� nuevas medidas espec�ficas se podr�an tomar para ayudar a esos pa�ses mediante la apertura de los mercados, la promoci�n de las inversiones y el fomento de la capacidad institucional y humana, con un ambicioso programa de asistencia t�cnica en cooperaci�n con otros organismos.

Por �ltimo, no debemos olvidar que tambi�n tenemos la obligaci�n de seguir la marcha de los progresos que se alcancen en la soluci�n de los problemas que afectan a los pa�ses importadores netos de productos alimenticios.

Perm�tanme referirme ahora a lo que se ha dado en llamar nuevas cuestiones. Lo primero que cabe se�alar es que hasta ahora s�lo existe una cuesti�n realmente nueva: la propuesta estadounidense de que se aborde en la OMC la cuesti�n de la corrupci�n. Es dif�cil negar que se trata de una preocupaci�n que al menos merece ser examinada seriamente.

Entre las restantes cuestiones, desear�a centrarme especialmente en el comercio y las inversiones.

A diferencia de otras cuestiones, por ejemplo, el comercio de mercanc�as, las inversiones no suponen la existencia de una relaci�n acotada en el tiempo. Una vez que las mercanc�as se entregan y se pagan, los intereses del exportador pueden dirigirse a cualquier otra parte, pero cuando los inversores colocan su dinero en un pa�s, hacen una apuesta en favor de su �xito. Las inversiones representan un mecanismo muy eficaz de difusi�n de conocimientos y de competencia profesional, as� como de crecimiento en todo el mundo. Son esenciales para liberar las posibilidades de producci�n inexplotadas de los pa�ses en desarrollo y las econom�as en transici�n, y para abrir nuevos mercados para las exportaciones de las mercanc�as y los servicios que crean los empleos mejor remunerados en los pa�ses exportadores.

En un mundo en el que las restricciones presupuestarias limitan cada vez m�s la financiaci�n tradicional de la asistencia para el desarrollo, las inversiones extranjeras directas constituyen m�s que nunca la clave del desarrollo. No obstante, sigue habiendo importantes desequilibrios en las corrientes de inversiones; s�lo alrededor del 35 por ciento de todas las inversiones extranjeras directas se dirige a los pa�ses en desarrollo. Incluso esta cifra da una imagen demasiado halag�e�a, ya que oculta el hecho de que la parte del le�n de las inversiones extranjeras directas va a parar a un grupo reducido de diez importantes pa�ses en desarrollo.

Estas cifras muestran la magnitud de la tarea de alentar a los inversores a que depositen su confianza en un �mbito m�s amplio. Evidentemente, se trata de una tarea compartida: los pa�ses interesados tienen que dar la bienvenida a las inversiones y asegurar su seguridad b�sica de una manera que ofrezca credibilidad. Es dif�cil concebir que esto se pueda hacer con eficacia y equidad fuera del sistema multilateral de comercio.

Tengo que reconocer plenamente que algunos Miembros ven la existencia de dificultades, e incluso de problemas pol�ticos, en la idea de realizar una negociaci�n sobre inversiones en la OMC. Sus preocupaciones pueden ser comprensibles, pero vale la pena recordar que la experiencia adquirida en materia de acuerdos internacionales sobre inversiones demuestran que siempre existen elementos de flexibilidad. Indudablemente, no hay motivos para negarse a considerar la posibilidad de examinar en la OMC esta cuesti�n, que reviste una importancia capital -con lo que se negar�a a la mayor�a de los pa�ses del mundo la posibilidad de participar directamente en la adopci�n de decisiones sobre su futuro r�gimen internacional. Debo recordarles que en esta mayor�a silenciosa figuran aquellos que m�s necesitan los beneficios que aportan las inversiones. Como en los otros sectores que he mencionado, la forma de abordar las inversiones en el sistema multilateral debe partir de la premisa de que se trata de cuestiones que pueden y deben acercarnos m�s en lugar de dividirnos.

Otras de las denominadas cuestiones “nuevas” se han examinado m�s en otros �mbitos que en Ginebra, y no deseo tratarlas en detalle.

Deseo hacer notar que la cuesti�n del comercio y la competencia adquiere m�s importancia a medida que se reducen los obst�culos al comercio; lo hemos visto en la pr�ctica en ocasiones recientes. Las cuestiones relacionadas con la competencia tienen antecedentes en nuestro sistema: fueron abordadas en la Carta de La Habana y constituyen ahora un elemento importante en la negociaci�n sobre telecomunicaciones. Por lo tanto, lo reconozcamos o no, la competencia est� ocupando un lugar en nuestro orden del d�a. La cuesti�n es simplemente cu�ndo y de qu� manera esto se har� expl�cito.

En cuanto a una cuesti�n muy diferente y muy compleja, la del comercio y las normas de trabajo, s�lo deseo hacer notar que en la �ltima reuni�n informal de Ginebra, las delegaciones de la Uni�n Europea y los Estados Unidos han hecho una importante declaraci�n en el sentido de que ning�n debate que se realice en la OMC debe tener como objetivo la aplicaci�n de las normas de trabajo fundamentales mediante sanciones comerciales, ni cuestionar la ventaja comparativa de los pa�ses de bajos salarios.

Por �ltimo, siguiendo el esbozo del Ministro Yeo, llegamos a la cuesti�n de una mayor liberalizaci�n, tema que nos recuerda cu�nto queda a�n por hacer antes de que podamos hablar con propiedad de un mundo sin fronteras.

Si algo nos han ense�ado los siete largos a�os de negociaci�n de la Ronda Uruguay es que los obst�culos existentes en las industrias tradicionales, como la de los productos textiles y la agricultura, figuran entre los m�s dif�ciles de reducir, y sobre todo porque a lo largo de los a�os se han construido grupos de presi�n pol�tica amplios y poderosos. La creaci�n de un mundo que, aunque no carezca de fronteras, al menos no se limite simplemente a sustituir una forma de restricci�n comercial por otra, requiere un esfuerzo constante. Ese esfuerzo necesitar� el renovado apoyo de los Ministros que se reunir�n en Singapur en diciembre.

Al examinar los puntos del orden del d�a de la pr�xima reuni�n de Singapur, los gobiernos deben tambi�n tener en cuenta la necesidad de responder a tres importantes retos que tiene ante s� el sistema multilateral a medida que nos acercamos al pr�ximo siglo.

El primero de ellos es respetar y fortalecer el contrato fundamental que une a pa�ses que ocupan todos los niveles del desarrollo econ�mico. El mundo industrializado tiene que mantener abiertos sus mercados y ampliar su apertura en los a�os venideros. Por su parte, los pa�ses en desarrollo tienen que proseguir sus reformas de liberalizaci�n y aumentar su integraci�n en el sistema mundial. De forma conjunta, los pa�ses industrializados y los pa�ses en desarrollo tienen que colaborar para mejorar la situaci�n de los pa�ses menos adelantados.

El segundo reto consiste en aceptar la responsabilidad compartida, entre los pa�ses que ya son Miembros de la OMC y aquellos que desean ser Miembros, de construir un sistema verdaderamente universal, al que puedan adherirse y aportar su contribuci�n todos los candidatos presentes y futuros.

Por �ltimo, el tercer reto es asegurar que los obst�culos nacionales no sean simplemente sustituidos por obst�culos regionales sino que, por el contrario, el regionalismo y el multilateralismo coincidan al final del camino. A mi juicio, �ste es el principal desaf�o a que debe hacer frente en la actualidad el sistema multilateral; este desaf�o configurar� su futuro y ayudar� a plasmar el mundo del siglo XXI.

El sistema de comercio avanza actualmente por dos carriles: el regional y el multilateral. Las iniciativas en materia de comercio regional se est�n ampliando y tienen aspiraciones de ampliarse a�n m�s. Ser�a err�neo suponer que el sistema multilateral est� en un per�odo de letargo. Acabo de darles algunos ejemplos de su dinamismo. Sin embargo, lo que quiz� nos falta es demostrar un nivel de ambici�n que sea por lo menos equivalente al de los principales sistemas regionales. Perm�tanme explicarles lo que quiero decir.

Algunas iniciativas regionales recientes son verdaderamente gigantescas, por lo menos en su perspectiva, por ejemplo el proyecto europeo de crear una zona de comercio preferencial con todos los pa�ses mediterr�neos para el a�o 2010, o el acuerdo marco entre la Uni�n Europea y el MERCOSUR, o el plan establecido en la Declaraci�n de Miami, de crear una zona de libre comercio de las Am�ricas para el a�o 2005; o, por �ltimo, el compromiso del APEC de crear una zona de libre comercio en dos etapas entre los a�os 2010 y 2020.

El sistema multilateral carece de un plan detallado comparable para la eliminaci�n de todos los obst�culos al comercio. No obstante, algunos de los grupos regionales m�s nuevos (como el APEC y el MERCOSUR) incluyen un compromiso que reviste una gran importancia para el futuro del sistema multilateral; se trata del “regionalismo abierto”.

Por supuesto, debemos ser claros acerca del significado del regionalismo abierto. Entre las distintas posibilidades, veo dos alternativas b�sicas.

La primera de ellas se basa en la presunci�n de que toda zona preferencial de que se trate se ajustar� a las exigencias jur�dicas del sistema multilateral. Esto significar�a que dichas zonas podr�an ser al mismo tiempo compatibles jur�dicamente con las normas de la OMC y tener un car�cter preferencial, lo que significa que constituir�an una excepci�n a la cl�usula de la naci�n m�s favorecida, que es el principio b�sico del sistema multilateral. La posibilidad de incluir en el marco de las normas tal excepci�n jur�dica a este principio fue concebida en una �poca y en una situaci�n completamente diferentes. En la actualidad, con la proliferaci�n de grupos regionales, la excepci�n podr�a convertirse en norma, y esto amenazar�a con cambiar completamente la naturaleza del sistema.

La segunda interpretaci�n del regionalismo abierto es la que han expresado algunos gobiernos que son miembros del APEC o del MERCOSUR. En esta hip�tesis, la eliminaci�n gradual de los obst�culos internos al comercio dentro de un grupo regional se llevar�a a cabo m�s o menos al mismo ritmo y en los mismos plazos que la reducci�n de obst�culos respecto de los pa�ses no miembros. Esto significar�a que la liberalizaci�n regional ser�a en general compatible no s�lo con las normas de la OMC sino tambi�n -y esto es muy importante- con el principio de la naci�n m�s favorecida.

La elecci�n entre estas dos opciones es decisiva, ya que ambas conducen a resultados muy diferentes. En el primer caso, llegar�amos en no m�s de 20 � 25 a�os a una divisi�n del comercio mundial en dos o tres zonas preferenciales intercontinentales, cada una de las cuales tendr�a sus propias normas y un r�gimen de libre comercio dentro de la zona, pero seguir�an existiendo obst�culos externos entre los bloques. �Es �ste el mundo que deseamos?

Les dejo imaginar las consecuencias de esta concepci�n para el equilibrio econ�mico y pol�tico; los problemas de aquellos pa�ses que no se acomodaran a ninguno de los bloques ser�an graves. Por otra parte, �d�nde estar�an China y Rusia en un mundo de esas caracter�sticas?

La segunda alternativa apunta a una convergencia gradual, basada en normas y principios compartidos, de todos los principales grupos regionales. Cada uno de los grupos regionales existentes o por crearse tiene que contribuir con visi�n y determinaci�n a asegurar que al final del proceso tanto el enfoque regional como el multilateral contribuyan a la plena liberalizaci�n en un mercado mundial libre. Al final de este proceso tendremos un mercado mundial libre con normas y disciplinas internacionalmente convenidas y aplicadas a todos, y con capacidad para invocar el respeto de los derechos y obligaciones a los que todos se habr�n adherido libremente. En ese mundo podr� y deber� haber un lugar para China, Rusia y todos los dem�s candidatos a adherirse a la OMC. El valor global de un sistema basado en normas y disciplinas ser� limitado si algunos de los principales agentes quedan fuera de �l.

S�lo un mercado mundial y un sistema mundial de comercio libres pueden afrontar los retos mundiales de nuestra �poca. En los pr�ximos 20 a�os la poblaci�n del mundo crecer� en unos 2.000 millones de personas. Ya en la actualidad tenemos casi 2.000 millones de habitantes en Asia, en Am�rica Latina, en las econom�as en transici�n y en partes de �frica que se est�n uniendo a la econom�a de mercado mundial.

Ante hechos de esta magnitud resulta claro que no existe ninguna alternativa racional a un mercado mundial cada vez m�s integrado, en el marco de las normas y disciplinas del sistema multilateral. No se trata de imponer metas o calendarios al sistema desde fuera; si escogemos la opci�n mundial, como estoy convencido de que es nuestra obligaci�n, tales metas y calendarios formar�n parte de la evoluci�n org�nica del sistema y responder�n a la l�gica de las necesidades mundiales.

El logro de una aut�ntica zona mundial de libre comercio aportar�a una formidable contribuci�n para fomentar el crecimiento y asegurar un mundo seguro en el siglo venidero. Espero que �ste ser� el mensaje que transmitir�n desde esta conferencia tan oportuna, tanto los gobiernos participantes como los c�rculos empresariales y los medios de comunicaci�n