DISCURSOS - DIRECTORA GENERAL NGOZI OKONJO-IWEALA

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Sr. Presidente Biden,

Excelencias,

Señoras y señores,

Vacunar a la población mundial es un imperativo moral, práctico y económico.

Moral, porque no podemos aceptar que, en un mundo en el que la tecnología existente permite salvar vidas, dejemos morir a personas porque viven en países pobres que no tienen ni los recursos ni el acceso a las vacunas y otras contramedidas médicas que necesitan para salvar a sus poblaciones. Es inaceptable que el 58% de la población de los países desarrollados esté totalmente vacunada, y que estos países dispongan de vacunas para todos aquellos que quieran ponérsela, cuando en los países de ingreso bajo apenas el 1% de la población está vacunada e incluso el personal sanitario de primera línea carece de acceso por falta de suministro.

Práctico, porque cuanto más tiempo circule libremente el virus, más probabilidades habrá de que surjan y se propaguen por todo el mundo variantes aún más peligrosas que la Delta.

Y económico, porque la actual recuperación económica en forma de K no es sostenible. Por el momento, las economías que disponen de un gran número de vacunas y de amplia munición fiscal y monetaria — es decir, principalmente los países ricos y algunos mercados emergentes — han experimentado una sólida recuperación. Pero otros países se están quedando a la zaga. La pobreza extrema va en aumento, tras decenios de disminución. Según el FMI, las economías avanzadas crecerán este año un 5,6%, frente a solamente un 3,9% en el caso de los países en desarrollo de ingreso bajo. De acuerdo con las previsiones de la OMC, el comercio muestra una tendencia similar: Asia, América del Norte y Europa están en vías de lograr un crecimiento del comercio más fuerte que África y América Latina.

Tenemos elección. O convergemos hacia abajo permitiendo que el virus vuelva a arrastrarnos a todos, o convergemos por arriba, vacunando a todo el mundo.

La OMC, la OMS, el FMI y el Banco Mundial están colaborando para aplicar las constataciones del informe del FMI que revela que una inversión inicial de 50.000 millones de dólares en la vacunación del 40% de la población de todos los países para finales de este año, y de al menos el 60% para el primer semestre de 2022, supondría un aumento de la producción económica mundial de 9 billones de dólares de aquí a 2025. Conjuntamente con mis homólogos de las tres organizaciones internacionales, hemos creado un equipo de trabajo para llevar este plan a buen término, lo que significa ponerse en contacto con los Gobiernos, la sociedad civil y el sector privado. Únicamente a través de esos esfuerzos de colaboración podremos tener éxito. Ese éxito nos dejaría bien encarrilados para alcanzar, de aquí a septiembre del año que viene, los objetivos de vacunación y otros objetivos de esta Cumbre, que cuentan con todo mi apoyo.

La industria farmacéutica tiene un papel fundamental que desempeñar y la OMC ha venido colaborando con cada uno de los principales fabricantes de vacunas contra la COVID-19 de todo el mundo para comprender mejor las dificultades que impiden aumentar la producción.  Hemos aprendido que el dinero no siempre es el problema y que las medidas no financieras pueden obstaculizar en gran medida la producción, el aumento de la producción y la distribución de vacunas. Los problemas relacionados con la cadena de suministro, por ejemplo las restricciones y prohibiciones a la exportación, los trámites burocráticos y la escasez de insumos constituyen obstáculos reales a la producción. A ese respecto, las políticas relativas a las vacunas son políticas comerciales. Para fabricar las vacunas de Pfizer/BioNTech y Moderna, por ejemplo, se necesitan insumos procedentes de 19 países, lo que significa que el comercio es esencial para que esos insumos circulen a través de las fronteras.

La OMC trabaja con sus Miembros para mantener la circulación de los productos esenciales facilitando el comercio y reduciendo las restricciones a la exportación, y abordando el estrangulamiento de la oferta y los obstáculos reglamentarios. Hemos alentado a la industria a que done dosis y concluya contratos de permuta para que el Mecanismo COVAX, el AVATT y los países menos favorecidos que se encuentran al final de la cola puedan avanzar en ella y obtener suministros para su distribución a quienes no los han recibido. El 80% de las exportaciones mundiales de vacunas procede de 10 países y, como nos ha demostrado la política pandémica, eso puede resultar problemático. Cuando las cosas se ponen feas, la política falsea las prioridades mundiales. Así pues, hay que descentralizar más la producción hacia los mercados emergentes y los países en desarrollo. ¿Cómo puede un continente como África seguir siendo tan vulnerable, importando el 99% de sus vacunas y el 90% de sus productos farmacéuticos? La asociación y el intercambio de información de la OMC con la industria están dando fruto.

Hace dos meses Pfizer anunció, en una de nuestras reuniones, que iba a invertir 100 millones de dólares en Aspen, empresa sudafricana. Hace dos semanas, en nuestra última reunión convocada en la OMC, los directores ejecutivos de los 10 principales fabricantes de vacunas examinaron posibles asociaciones entre sí que pudieran llevar al abaratamiento de las vacunas.

La OMC está dispuesta a desempeñar aún más una función catalizadora a fin de alcanzar los objetivos adoptados hoy apoyando a la industria para que produzca y distribuya más vacunas, y al Mecanismo COVAX, el Avatt, el Acelerador ACT y otros mecanismos para que tengan acceso a ellas. En la Duodécima Conferencia Ministerial de la OMC, que se celebrará a finales de este otoño, nuestros Miembros pueden adoptar decisiones para asegurar que, en tiempos de crisis sanitarias, los productos esenciales circulen libremente por todo el mundo, que las poblaciones de los países pobres no sean relegadas al final de la cola y que nosotros sigamos logrando la innovación que necesitemos. Insto a los Miembros a que encuentren soluciones de transacción pragmáticas en sus negociaciones en curso sobre las propuestas de exención de las normas sobre propiedad intelectual de la OMC para las vacunas, los tratamientos terapéuticos y los medios de diagnóstico de la COVID-19.

Una recuperación económica y comercial sostenible no será posible hasta que corrijamos nuestras políticas relativas a las vacunas. Y no podemos corregir esas políticas sin medidas de cooperación destinadas a lograr un sistema multilateral de comercio estable, previsible y equitativo.

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