WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

Parte comercial de la solución a la crisis económica mundial


> Discursos: Pascal Lamy

Sr. Fung,
Ministro,
Excelentísimos señores,
Señoras y señores,

En 1919, unos cuantos empresarios decidieron crear una organización que representara al sector comercial en todo el mundo. Estaban decididos a infundir esperanza a un mundo que todavía padecía las terribles consecuencias de la Primera Guerra Mundial, que acababa de terminar. Se propusieron sustituir el miedo y la sospecha por un nuevo espíritu de cooperación amistosa entre los hombres de negocios de todo el mundo. Fundaron la Cámara de Comercio Internacional (CCI) y se llamaron a sí mismos “los mercaderes de la paz”.

En los años 20, la CCI se ocupó principalmente de las reparaciones y las deudas de la guerra. En esa época, en el mundo había pocas estructuras internacionales en funcionamiento y no existía ningún sistema mundial de normas que rigiera las relaciones comerciales. Un decenio más tarde, durante los años de la depresión, la CCI luchó por frenar el aumento del proteccionismo y el nacionalismo económico. Con el establecimiento del GATT, el predecesor de la OMC, la CCI fue testigo de la creación del sistema multilateral de comercio, a cuyo fortalecimiento ha contribuido hasta la fecha.

Y hoy, cuando celebramos su 90º aniversario, la CCI ha demostrado una vez más su compromiso por lograr un sistema multilateral de comercio más abierto con la puesta en marcha de la Fundación para la Investigación de la CCI. Quiero felicitar a los Sres. Victor Fung y Marcus Wallenberg por tomar esta iniciativa que, sin lugar a dudas, ayudará a comprender mejor los beneficios de un sistema multilateral de comercio más abierto y reglamentado. Fomentar el liderazgo intelectual y una comprensión cabal de qué es lo que redunda en beneficio del interés público contribuirán decididamente a un debate más equilibrado y considerado sobre los beneficios de la apertura del comercio.

Todo ello es sumamente importante dada la situación actual de la economía mundial. Como muchos de ustedes, acabo de regresar de la reunión anual del Foro Económico Mundial de Davos. En gran medida, lo que dijeron los líderes políticos, empresariales y sindicales puede resumirse en las siguientes dos palabras: “pesimismo” y “miedo”.

Miedo a la pérdida masiva de puestos de trabajo. Miedo a la falta de crédito, incluso en el caso de las operaciones relativamente seguras, como las destinadas a financiar transacciones comerciales. Miedo a una acusada disminución del comercio que está frenando un importante motor de crecimiento, especialmente para muchos países en desarrollo.

Las proyecciones de crecimiento mundial se sitúan hoy en el cero por ciento, con un crecimiento negativo del -2 por ciento en los países desarrollados y un crecimiento positivo de alrededor del 5 por ciento en los países en desarrollo. El crecimiento positivo corresponde a los países emergentes, que dependen en gran medida del comercio. Muchas economías emergentes han dado la voz de alarma, ya que las previsiones indican que en 2009 habrá una contracción del volumen de exportaciones mundiales de un -2 por ciento.


El comercio ha sido otra de las víctimas de la recesión causada por la grave crisis financiera, que tiene su origen en la falta de reglamentación y supervisión y en los excesos cometidos. En estos tiempos de grave crisis económica, nuestro mayor desafío es garantizar que el comercio sea parte de la solución y no parte del problema.

En estos momentos de incertidumbre y miedo, se han escuchado numerosas peticiones de una mayor intervención de los gobiernos y los organismos de reglamentación. Pero para que ello tenga éxito, todos los agentes tienen que acordar objetivos y enemigos comunes, y trabajar juntos. En consecuencia, la cooperación mundial en el seno de los países y entre ellos reviste vital importancia. En épocas de crisis económica mundial, el enemigo número uno es el aislacionismo.

Todavía hoy recordamos la Ley de Smoot y Hawley de 1930, que aumentó fuertemente los aranceles estadounidenses aplicados a más de 20.000 productos. También recordamos que otros muchos países contraatacaron con una subida de los aranceles que aplicaban a los bienes estadounidenses. Luego vino la Gran Depresión. Ya sea con aranceles o con versiones nuevas y más sofisticadas de Smoot y Hawley, hoy corremos el riesgo de deslizarnos por la senda resbaladiza de las medidas de retorsión. Fue Mahatma Gandhi quien dijo “ojo por ojo, y todo el mundo acabará ciego”.

Señoras y señores, parafraseando a Gandhi podríamos decir “empleo a costa de otro empleo, y todo el mundo acabará en el paro”.

Para ayudar a los Miembros de la OMC a tener una idea cabal y actualizada de las tendencias globales del comercio internacional y la evolución de la política comercial, hemos implantado un radar que seguirá de cerca las medidas comerciales y otras medidas conexas adoptadas en el contexto de la actual crisis. Hasta el pasado lunes, la imagen del radar mostraba que la mayoría de los Miembros de la OMC parece haber logrado mantener bajo control las presiones proteccionistas internas. Mientras tanto, ha aparecido una nueva mancha: se trata de la cláusula conocida como “Buy America” del proyecto de plan de estímulo de los Estados Unidos, que el Senado estadounidense debe examinar esta semana.

Protección, sí; aislacionismo, no. Los gobiernos deben dar respuesta al malestar que crea en la sociedad la pérdida masiva de empleo. Ha llegado el momento de activar las redes de seguridad social, no sólo en los países ricos -pues también hay pobres en las sociedades ricas- sino también, y de modo particular, en los países más pobres que no tienen los medios necesarios para capear el temporal. Los planes de estímulo que se han adoptado tienen que dar respuesta a las personas más perjudicadas por esta crisis.

En este contexto, corremos el riesgo de que el comercio y la OMC se confundan con los elementos del consenso de Wáshington que muchos consideran fallidos. Con la desreglamentación y las privatizaciones. Y es ahora cuando corremos el riesgo de tirar el grano con la paja y echarlo todo a perder.

Por eso ahora, más que nunca, tenemos que recalcar la importancia del comercio como motor de crecimiento y el valor del sistema multilateral de comercio, con sus 60 años de reglamentación mundial, como póliza de seguro contra el proteccionismo. Les pido humildemente que incluyan estas cuestiones en la lista de tareas de la Fundación para la Investigación que hoy ponemos en marcha.

Ahora es el momento de invertir en la OMC y de fortalecer el sistema mundial basado en normas que con tanto cuidado se ha construido en los últimos 60 años. Por tanto, la conclusión de las negociaciones de la Ronda de Doha para el Desarrollo es sumamente pertinente y urgente.

Muchos de los Ministros de Comercio con los que me reuní en Davos la semana pasada mencionaron que el comercio forma parte de los planes de estímulo que se están adoptando. Yo diría más, es una parte fundamental de todo plan de recuperación.

Seamos sinceros: esta crisis requerirá mucho más que un acuerdo de Doha para restablecer la senda del crecimiento. Con todo, un resultado satisfactorio de la Ronda de Doha para el Desarrollo puede ser parte de la solución a la contracción económica. También enviaría el mensaje político de que, en los momentos duros y difíciles, los gobiernos son capaces de ponerse de acuerdo para encontrar el tipo de respuesta global que tan urgentemente se necesita.

Por este motivo, los Miembros de la OMC deberían reanudar el trabajo donde lo dejaron en 2008 y entablar nuevas negociaciones con un compromiso renovado. Me anima saber que muchos líderes políticos de todo el mundo respaldan este planteamiento y cuento con ellos para que muestren el camino que hay que seguir.

Hemos cumplido alrededor del 80 por ciento de los objetivos que nos fijamos en la Ronda de Doha. Sin embargo, con la orientación política necesaria, la voluntad de asumir compromisos y cumplir expectativas realistas, estoy convencido de que podemos concluir estas negociaciones rápidamente.

Huelga decir que nada de ello será posible sin el apoyo y la participación activa de la comunidad empresarial. La CCI ha sido ejemplar en este sentido y doy por sentado que ustedes y sus miembros seguirán promoviendo un comercio más abierto y normas multilaterales más firmes. Soy plenamente consciente de que vivimos tiempos muy duros para la comunidad empresarial, pero les insto a que se muestren comedidos cuando la crisis nos azote con más fuerza y a que sigan respaldando la misión básica de la CCI.

No quiero terminar sin antes desear mucho éxito a la CCI en la recién establecida Fundación para la Investigación. Estoy convencido de que dentro de 10 años, cuando la CCI cumpla 100 años y las dificultades de la Ronda de Doha no sean más que un vago recuerdo para la OMC, la historia nos demostrará que teníamos razón. Que nuestra convicción y dedicación en favor de un sistema mundial de comercio más abierto y justo es nuestra contribución a un planeta más pacífico y próspero.

Muchas gracias por su atención.

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