WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY

El sector empresarial de Nueva Zelandia debería seguir apoyando las negociaciones de la Ronda de Doha en beneficio de la economía del país y como contribución a la recuperación económica mundial, dijo el Director General de la OMC, Pascal Lamy, en la Cámara de Comercio de Auckland el 6 de marzo de 2009. Este es el texto que tenía preparado:

“Auckland, motor económico y comercial” — Nueva Zelandia


> Discursos: Pascal Lamy

> Cámara de Comercio de Auckland

Señoras y señores,

Es un placer estar aquí con ustedes en este centro neurálgico de la economía y el comercio que es Auckland. Incluso una breve visita basta para darse cuenta de la importancia de esta ciudad y de su comunidad empresarial, no sólo para Nueva Zelandia sino también para toda la región. Pocas ciudades están tan orientadas al exterior y tan involucradas en el comercio internacional. Para Auckland, y para Nueva Zelandia en general, el mercado es el mundo. La OMC ofrece las normas y las disciplinas que ayudan a mantener ese mercado abierto y, como foro para las negociaciones, ofrece también la posibilidad de seguir mejorando las oportunidades y condiciones del comercio.

Nueva Zelandia siempre ha reconocido la importancia fundamental del sistema de la OMC para sus intereses nacionales y agradezco mucho el fuerte apoyo que la OMC ha recibido y sigue recibiendo de su Gobierno y sus empresas. Creo que la contribución de la OMC al buen estado de la economía mundial nunca ha sido tan importante y la necesidad de reafirmar sus principios y hacer avanzar su programa de trabajo jamás ha sido tan apremiante. Deseo destacar las formas en que la OMC está respondiendo a la actual crisis económica y pedirles a todos ustedes que sigan promoviendo la acción más positiva que la comunidad comercial puede tomar a corto plazo, a saber, concluir la Ronda de Doha.

Los beneficios económicos de la Ronda son particularmente evidentes para Nueva Zelandia. Para una economía pequeña, abierta y dependiente del comercio, en particular de sus exportaciones agrícolas, lo que está sobre la mesa es especialmente importante. Este es el motivo por el cual Nueva Zelandia ha estado siempre en primera línea entre los que han exhortado a un elevado nivel de ambición en las negociaciones así como a su conclusión urgente.

Como productor eficiente de productos agrícolas de zonas templadas, Nueva Zelandia compite en los mercados de exportación no sólo con otros exportadores sino también, a menudo, con su Tesoro Nacional, cuando la producción e incluso las exportaciones están subvencionadas. El paquete que se está negociando en la Ronda de Doha daría lugar a una reducción del 70 al 80 por ciento de los actuales límites máximos de las subvenciones internas causantes de distorsión del comercio y las disciplinas quedarían considerablemente reforzadas. En cuanto a las subvenciones a la exportación, éstas finalmente se eliminarían. Los exportadores de productos lácteos de su país han tenido hace poco una ocasión dolorosa de recordar lo importante que es esto.

Con estos recortes de las subvenciones habrá mayor igualdad de condiciones y mejorarán las condiciones de competencia de Nueva Zelandia. Con el tiempo esto será por lo menos tan valioso como las mejoras directas del acceso a los mercados que la Ronda también ofrece. Es importante recordar que, aunque se pueda tratar de lograr mejoras del acceso a los mercados a través de acuerdos regionales o bilaterales, las negociaciones de la OMC son la única posibilidad de recortar las subvenciones agrícolas en todo el mundo de forma permanente y jurídicamente vinculante. Por tanto, este aspecto de la Ronda, que es tan importante para Nueva Zelandia, es verdaderamente irreemplazable. Este es sin duda el ejemplo más notable, aunque desde luego no el único, de lo que está en juego en estas negociaciones.

Sé que Nueva Zelandia no es sólo la agricultura, por muy importante que esta sea. Los intereses comerciales del país tanto con respecto a las mercancías como a los servicios, así como sus interlocutores comerciales, se han ido diversificando cada vez más. Esto es particularmente cierto para Auckland. Por tanto, también hay mucho en juego para ustedes en la Ronda.

Nueva Zelandia está en cabeza entre los países que propugnan un resultado ambicioso de apertura del comercio, por ejemplo, en el ámbito de los aranceles industriales. Su propia experiencia en este ámbito muestra que la disminución de la protección puede estimular el crecimiento, una constatación esencial en un momento en que las corrientes políticas en muchos países están fluyendo en sentido contrario.

Su sector de servicios también se ha beneficiado de políticas más abiertas en esferas como la inversión extranjera. Su dinamismo salta a la vista en esta ciudad y el sector también se beneficiará de las oportunidades adicionales y las normas mejoradas que se están negociando en la Ronda.

Como nación insular con importantes recursos marinos, Nueva Zelandia pone un gran empeño en lograr que se refuercen las disciplinas sobre las subvenciones a la pesca, un ámbito en el que es evidente que las preocupaciones económicas y ambientales pueden ser complementarias. En esta esfera también, las negociaciones de la OMC son el único medio efectivo de asegurar un acuerdo internacional jurídicamente exigible. Este es otro interés importante, para Nueva Zelandia y para el mundo, que quedaría amenazado si no se logra concluir la Ronda.

Con la crisis económica mundial actual, que es la peor recesión que se haya observado desde la segunda guerra mundial, todos estos elementos cobran aún más urgencia e importancia. Los periódicos y la televisión nos recuerdan a diario no sólo la profundidad y gravedad de la actual crisis económica, sino también sus efectos, que se extienden trascendiendo a todos los países y sectores. Ningún país es inmune a la crisis. Lo que empezó como una crisis financiera se está propagando como una epidemia que afecta negativamente al comercio mundial, al crecimiento económico mundial y al desempleo.
Las proyecciones más recientes de crecimiento mundial se situaban en el 0 por ciento, con un crecimiento negativo del 2 por ciento en los países desarrollados y un crecimiento positivo de alrededor del 5 por ciento en los países en desarrollo. El crecimiento positivo corresponde a los países emergentes, que dependen en gran medida del comercio. Muchas economías emergentes han dado la voz de alarma, ya que las previsiones indican que en 2009 habrá una contracción del volumen de exportaciones mundiales de un -3 por ciento.

Un 90 por ciento del comercio mundial se financia mediante créditos a corto plazo y, si alguno de nosotros necesitaba confirmación del vínculo entre el crédito disponible y las corrientes comerciales, esa confirmación la tenemos ahora cada día. La financiación del comercio, que contribuye a su fluidez, normalmente es uno de los ámbitos más seguros de todo el sector financiero. Es poco lo que representa en comparación con las grandes transacciones bancarias de las que tanto hemos oído hablar en los últimos meses. Sin embargo, los beneficios de un sistema de financiación del comercio sano y operativo se amplifican para la economía en su conjunto porque el comercio actúa como un multiplicador. Lo terrible de la crisis actual es que la falta de confianza ante las perspectivas económicas mundiales hace que, por la falta de financiación, se dejen de lado o se pospongan oportunidades comerciales perfectamente viables. Los buques portacontenedores que hace un año atravesaban los océanos a plena capacidad, ahora tienen dificultades para llenar sus bodegas. El costo humano de esto son las quiebras de empresas y la pérdida de puestos de trabajo. La OMC, en colaboración con el Banco Mundial, el FMI, los bancos de desarrollo, los bancos de exportación e importación y los bancos comerciales, está intentando atenuar esta limitación artificial.

En cuanto a la actuación de la OMC frente a la crisis, el pasado año los Miembros iniciaron un debate sustantivo sobre la función de la OMC ante la inestabilidad económica actual. Muchos Miembros seguían teniendo bien presente la experiencia de la crisis financiera asiática, pero sobre todo, la realidad es que el sistema multilateral de comercio es una “póliza de seguro” contra el proteccionismo. Está claro que la previsibilidad de las normas de la OMC, así como un sistema de solución de diferencias sólido que ya ha probado su valía, son muestras de estabilidad que inspiran a los Miembros una gran confianza.

Todos sabemos que con el proteccionismo todos saldremos perdiendo. Las reformas económicas realizadas por Nueva Zelandia en los dos últimos decenios son claro testimonio de esta filosofía. No obstante, los gobiernos en todo el mundo se enfrentan a una presión interna creciente para aumentar los obstáculos al comercio, abusando de medidas comerciales correctivas, otorgando paquetes de subvenciones o imponiendo la compra de productos nacionales. Rechazar estas medidas no es una cuestión de ideología. Hoy por hoy, rechazar las presiones aislacionistas es velar por el propio interés. La historia nos da pruebas inequívocas de que las políticas de “egoísmo nacional” conllevan el riesgo de suscitar las represalias de los demás países y dar lugar a una reducción del volumen global de comercio que destruiría actividad productiva y empleos en todo el mundo.

Lo que necesitamos ahora es un esfuerzo concertado para restablecer la confianza en el sistema financiero. Es una cuestión de la máxima urgencia, ya que mientras no se consiga y no exista la convicción de que el sistema financiero se ha saneado y vuelve a funcionar, no habrá vuelta atrás. Esa confianza alentará la lucha contra el proteccionismo y contra quienes creen que volverse hacia el interior es la solución a la crisis actual. Todavía estamos lejos de ese objetivo. Si entiendo bien las cifras publicadas por el FMI y el Foro de Estabilidad Financiera, ni siquiera estamos a mitad de camino.

Los dirigentes mundiales son responsables colectivamente de dar confianza a la población, no sólo a la de sus propios países, sino a la de todo el mundo. La cumbre de los líderes del G20 que se celebró en noviembre del pasado año representó un primer paso importante para establecer un frente mundial de lucha contra la crisis económica actual y el proteccionismo. La próxima cumbre del G20, que tendrá lugar en Londres a principios de abril, pondrá a prueba la capacidad de las grandes economías de trabajar unidas, codo con codo, para buscar soluciones que salven a la economía mundial de una recesión más profunda. Será una prueba de su voluntad política y de la capacidad de transformarla en actos. También se pondrá a prueba la capacidad de los mecanismos mundiales actuales de ajustarse a los desafíos mundiales.

Ante la urgente necesidad de una mayor vigilancia frente al proteccionismo, la OMC, en el marco de su mandato de vigilancia, publica informes periódicos sobre las tendencias globales del comercio internacional y la evolución de las políticas comerciales. El primero de estos informes se publicó a finales de enero, y espero que la próxima edición nos dé información importante sobre los acontecimientos más recientes relacionados con el comercio, cuando se aproxima la reunión del G20 en Londres a principios de abril. Confío en que estos informes, por muy molesta que su lectura resulte para algunos, representen un barómetro fundamental del grado en que se están introduciendo medidas proteccionistas.

En estos tiempos de grave crisis económica, nuestro mayor desafío es garantizar que el comercio sea parte de la solución y no parte del problema.

Ahora es el momento de invertir en la OMC y de fortalecer el sistema mundial basado en normas que con tanto cuidado se ha construido en los últimos 60 años. Por tanto, la conclusión de las negociaciones de la Ronda de Doha para el Desarrollo es sumamente pertinente y urgente.

Muchos de los Ministros de Comercio con los que me he reunido últimamente, en particular en Davos, han subrayado que el comercio forma parte de los planes de estímulo que se están adoptando. Yo diría más, es una parte fundamental de todo plan de recuperación.

Seamos sinceros: esta crisis requerirá mucho más que un acuerdo de Doha para restablecer la senda del crecimiento. Con todo, un resultado satisfactorio de la Ronda de Doha para el Desarrollo puede ser parte de la solución a la contracción económica. También enviaría el mensaje político de que, en los momentos duros y difíciles, los gobiernos son capaces de ponerse de acuerdo para encontrar el tipo de respuesta global que tan urgentemente se necesita.

Por este motivo, los Miembros de la OMC deberían reanudar el trabajo donde lo dejaron en 2008 y negociar con un compromiso renovado. Me anima saber que muchos líderes políticos de todo el mundo respaldan este planteamiento y cuento con ellos para que muestren el camino que hay que seguir.

Hemos cumplido alrededor del 80 por ciento de los objetivos que nos fijamos en la Ronda de Doha. En buena medida, esto se debe a un proceso de negociación en Ginebra eficaz y centrado, que continúa ocupándose de las cuestiones técnicas y sustantivas que han de establecerse antes de que intervengan las fuerzas políticas. Con la orientación política necesaria, la voluntad de asumir compromisos y cumplir expectativas realistas, estoy convencido de que podemos concluir estas negociaciones rápidamente.

Por supuesto, huelga decir que nada de ello será posible sin el apoyo y la participación activa de la comunidad empresarial. Mediante la participación activa de la Cámara de Comercio de Auckland en la Cámara de Comercio Internacional, así como a sus intervenciones ante su propio Gobierno, las empresas de Auckland han dado un firme apoyo a la OMC y a la Ronda. Les doy las gracias por ello y les insto a continuar. Ahora más que nunca es necesario que se oiga su voz.

Gracias.

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