WTO NOTICIAS: DISCURSOS — DG PASCAL LAMY
Federación de las Cámaras de Comercio e Industria de la India (FICCI) — Nueva Delhi
Distinguidos invitados,
Señoras y señores:
Gracias por acogerme hoy, al comienzo del último trimestre de 2009 que sin duda pondrá a prueba el sistema de cooperación mundial.
Vivimos momentos preocupantes. Estamos presenciando la primera crisis económica realmente mundial, cuyos efectos se extienden a todos los países, del Norte y del Sur, ricos y pobres. Estamos presenciando pandemias como la del virus N1H1 que amenazan con paralizar nuestras sociedades. Estamos presenciando inundaciones y sequías y situaciones de escasez de alimentos en muchas partes de nuestro planeta. En resumen, estamos presenciando una multitud de problemas de alcance mundial que ponen a prueba la capacidad del sistema internacional para resolverlos.
Lo que empezó siendo una crisis financiera, impulsada por la ausencia de una reglamentación suficiente en ese sector, se ha convertido en la peor crisis económica que se ha conocido en mucho tiempo y en la primera crisis mundial de la historia de la humanidad. Una crisis que amenaza con desbaratar el desarrollo económico logrado en muchos países y con erosionar la fe de la gente en un sistema de comercio internacional abierto.
Lejos de ser una causa de la crisis, el comercio ha sido una víctima más de ella, habida cuenta de la reducción simultánea de la demanda agregada en todas las economías importantes del mundo. Los economistas de la OMC prevén para este año una disminución de cerca del 10 por ciento en volumen, el peor resultado desde el final de la segunda guerra mundial.
La contracción se ha agravado con el agotamiento de la financiación del comercio, que lubrica la maquinaria del comercio internacional. Además, la disminución de la demanda agregada ha afectado a las cadenas de suministro mundiales, lo que a su vez ha agudizado la contracción del comercio.
A esto hay que añadir que algunos países han aumentado los aranceles, impuesto nuevas medidas no arancelarias e iniciado más acciones antidumping. Algunas de las medidas que se han introducido para estimular las economías contienen disposiciones que favorecen a los bienes y servicios nacionales a expensas de las importaciones. Cierto es que la mayoría de estas medidas están autorizadas por las normas de la OMC. También es cierto que hasta ahora ninguna de ellas ha activado una dinámica de retorsión en cadena. Pero no se puede negar que han tenido efectos de enfriamiento del comercio.
Como ustedes saben, la OMC ha estado siguiendo atentamente la evolución de las políticas comerciales. Desde el inicio de la crisis hemos observado un aumento de las medidas comerciales restrictivas. Por lo tanto, no debemos caer en la complacencia. No creo que estemos en una situación en la que debamos alarmarnos, pero tenemos que permanecer vigilantes y asegurar que los Miembros de la OMC se mantengan abiertos los unos a los otros.
La crisis económica ha pasado rápidamente a ser una crisis mundial de la ocupación. La Organización Internacional del Trabajo nos informa de que el desempleo está creciendo y que las dificultades sociales están aumentando con la pérdida de los miles de puestos de trabajo que se habían creado en los últimos años, amenazando con poner fin al progreso social y el desarrollo sin precedente alcanzados en muchos países pobres.
Una reciente publicación sobre el comercio exterior indio informa de que en la India se generaron, directa o indirectamente, casi 14 millones de puestos de trabajo gracias al aumento significativo del comercio observado en ese país durante los cinco últimos años. El comercio ha constituido un motor de crecimiento y empleo.
Pero la crisis actual está teniendo también efectos en la India. La contracción de la demanda ha repercutido en las exportaciones de textiles, prendas de vestir, piedras preciosas, joyería y artículos de cuero, todos los cuales son productos que requieren abundante mano de obra. La crisis ha hecho también mella en las exportaciones de servicios de la India, que corresponden a empleos bien retribuidos.
Por ello no es de extrañar que la publicación antes citada mencione entre los objetivos prioritarios la búsqueda de acceso a los mercados para las exportaciones de la India y enumere una multitud de medidas destinadas a simplificar y facilitar las exportaciones, así como medidas para aumentar la competitividad de los productos indios en los mercados extranjeros.
La India no está sola. Países de esta región y de otras partes del mundo están aplicando también medidas en ese sentido. ¿Y qué mejor modo de hacerlo que en la forma concertada y en el marco multilateral que ofrece la Ronda de Doha para el Desarrollo de la OMC?
Ya se trate de crear acceso a los mercados para los bienes y servicios reduciendo los obstáculos al comercio, de asegurar la igualdad de condiciones suprimiendo las subvenciones que distorsionan el comercio, de conferir al comercio previsibilidad y transparencia o de facilitar el comercio, el medio más eficaz de conseguir estos objetivos en la actualidad sigue siendo la Ronda multilateral de Doha para el Desarrollo.
Hoy y mañana, un grupo de Ministros de los Miembros de la OMC tendrá la oportunidad de planificar la manera en que se proponen llevar a término la Ronda de Doha en 2010. La celebración de esta reunión en Delhi brinda una buena ocasión para citar un antiguo proverbio indio que dice así: “La vida no consiste en una sucesión de opciones agradables, sino de problemas inevitables que exigen firmeza, determinación y esfuerzo”. Espero que estas palabras, a las que añadiría el adjetivo “colectivos”, sirvan de inspiración a los Ministros, para que Delhi pueda ser el comienzo de la etapa final de la Ronda de Doha.
Pero, como ya dije al comienzo de mi intervención, éste no es el único reto con que se enfrenta hoy la comunidad mundial. La próxima Cumbre del G-20, que tendrá lugar en Pittsburgh a finales de mes permitirá comprobar si ha mejorado la gobernanza financiera mundial. Ya se trate de mejorar la reglamentación de los instrumentos, instituciones y mercados financieros, de perfeccionar las normas de contabilidad o de reformar las instituciones financieras internacionales, estas tareas requerirán una acción colectiva concertada.
Más avanzado este año, la FAO organizará una Cumbre Mundial para acordar medidas destinadas a garantizar la seguridad alimentaria. También en este caso el problema presenta múltiples aspectos y tiene un alcance mundial. Debemos impulsar la inversión en la agricultura. Debemos mejorar nuestra capacidad para responder a las crisis alimentarias. Debemos también garantizar que los países en desarrollo tengan oportunidades reales de competir en los mercados mundiales de productos básicos reduciendo las subvenciones que distorsionan el comercio, como sucederá si se concluye la Ronda de Doha.
Llegar a un acuerdo sobre la cuestión del cambio climático es otro enorme reto con que se enfrenta este año la comunidad internacional. Mitigar el calentamiento global y adaptarse a sus consecuencias exigirá una gran inversión económica y, sobre todo, la determinación inequívoca de quienes formulan políticas. Ante un reto de tal magnitud, es fundamental la cooperación multilateral, y la satisfactoria conclusión de las negociaciones mundiales en curso sobre el cambio climático sería el primer paso a fin de lograr un desarrollo sostenible para las generaciones futuras.
También a este respecto, las medidas aisladas, por bien concebidas que estén, no lograrán los efectos deseados. No servirá de nada recurrir a medidas comerciales para solucionar los problemas ambientales a escala mundial. Tengo la firme convicción de que la mejor definición de la relación entre el comercio internacional — y, por supuesto, la OMC — y el cambio climático tendría que surgir de un consenso internacional sobre el cambio climático entre todos los principales causantes de la contaminación.
En otras palabras, hasta que no surja un consenso verdaderamente mundial sobre la mejor manera de abordar la cuestión del cambio climático, los Miembros de la OMC seguirán sosteniendo opiniones distintas en cuanto a lo que el sistema multilateral de comercio puede y debe hacer al respecto. Sólo un acuerdo internacional consensuado puede hacerles avanzar. Y ése debe ser el punto de mira en nuestra andadura hacia Copenhague.
Es evidente que la comunidad internacional tiene ante sí tareas abrumadoras. Pero también es cierto que el sistema de gobernanza mundial está evolucionando. Estamos presenciando el surgimiento de nuevos países que asumen el liderazgo en la escena mundial. No es que sean nuevos. Muchos de ellos tienen una historia milenaria. Pero actualmente se ha tomado conciencia de que para llegar a soluciones mundiales será necesario no sólo que estos países tengan voz, sino también que esa voz se haga oír en la mesa de negociaciones.
El G-20, por imperfecto que sea, es sin duda un foro mucho más legítimo que el G-8. Y es posible que los debates sean más prolongados, y que las opiniones sean más divergentes, pero reflejan mejor las realidades geopolíticas actuales.
Está surgiendo un nuevo triángulo de gobernanza mundial que es preciso fortalecer. Es lo que he denominado un “triángulo de coherencia”.
En un lado del triángulo se sitúa el G-20, que suministra conducción política y orientación a escala mundial.
En otro de sus lados se encuentran las organizaciones internacionales que, dirigidas por sus miembros, facilitan conocimientos técnicos y aportes especializados, ya se trate de normas, políticas o programas, como la OMC.
El G-20 no es un foro de adopción de decisiones, pero es evidente que la adopción de decisiones en las diversas organizaciones internacionales será más rápida si el impulso político viene dado por el G-20.
El tercer lado del triángulo es el G-192, es decir, las Naciones Unidas, que aportan un foro universal de responsabilidad.
A más largo plazo, tanto el G-20 como las organizaciones internacionales deberían responder ante el “parlamento” de las Naciones Unidas. Tendríamos con ello una combinación poderosa de liderazgo, universalidad y acción destinados a lograr una gobernanza mundial coherente y efectiva.
A menudo me preguntan si soy “optimista” o “pesimista” con respecto al futuro. Respondo siempre que soy “activista”. Creo que la comunidad internacional no puede permitirse no hacer frente a estos retos. Los dirigentes mundiales no pueden permitirse decepcionar a quienes les han elegido. Con liderazgo, valentía y una clara determinación de reforzar el sistema multilateral, no habrá obstáculo que no puedan superar.
Gracias por su atención.
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